Las nuevas tecnologías de la comunicación revolucionan las formas de la movilización social.
Por Alberto Hernández Ibarzábal
N. de la R.: Desde Mc Luhan, sabemos que el tamaño de la polis contemporánea coincide con el alcance de los medios de comunicación masivos. Esto involucra al que habla en la Asamblea y a los ciudadanos que lo escuchan (criterio para evaluar el tamaño ideal de una ciudad, según Aristóteles) pero, ¿qué pasa mientras tanto con el chismorreo de los que escuchan en las “gradas” de ese Areópago virtual? ¿Y con esas conjuras subterráneas de la plebe, que corren de boca en boca…? Pocos días atrás, grandes movilizaciones como las que sucedieron al atentado del 11 de marzo en Madrid, o las que convocó Juan Carlos Blumberg en Buenos Aires en reclamo de seguridad, basaron gran parte de su logística y convocatoria en el uso de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información. ¿Una respuesta civil al poder de las grandes cadenas mediáticas (pensemos en el desprestigio de la CNN y Fox News por su manipulación informativa de la invasión a Irak)? ¿O la falaz ilusión de una asamblea electrónica, restringida a los incluidos en la “sociedad informacional”?. En esta nota, Alberto Hernández Ibarzábal analiza el nuevo fenómeno de los e-mails y mensajes de texto con intencionalidad política, y su impacto en la movilización de la sociedad.
Quienes somos menores de 30 años tenemos en común haber visto surgir a Internet, a la telefonía móvil y a los mensajes de texto (SMS). Queda claro que el sector al que pertenezco no es el único que usa estos sistemas, pero sí el que más lo hace. Asimismo, nuestra generación ha presenciado el uso de Internet en las campañas electorales: en las elecciones del año 2000 en México el candidato Labastida hizo una gran inversión en su estrategia virtual, siendo pionero en el uso de la e-radio. No obstante, la campaña de Vicente Fox tuvo a bien desarrollar una estrategia de e-mails que circularon exitosamente a través de redes ciudadanas, que fue bien acogida por el sector de la población que tiene acceso a la red.
Un estudio desarrollado por la Universidad de Stanford sostiene que la actividad más común en Internet es el envío de e-mails. Y una característica de Internet es que tras ser ideado como un proyecto militar, es ahora una plataforma primordialmente civil y comercial. Estos factores proporcionan a los e-mails innovadores una gran capacidad para propagar mensajes electorales a un bajo costo.
En estos momentos, el uso de SMS complementa a Internet en las campañas electorales. Trascendieron varias noticias de los últimos comicios iraníes: un alto líder religioso declaró que ir a votar era tan importante como rezar, hubo miles de candidatos “reformistas” vetados por el Consejo Supremo de la Revolución Islámica y se enviaron un gran número de SMS el día de las elecciones con proclamas político-religiosas.
Mientras tanto, en España se incrementó en 20% el uso de SMS el sábado anterior al 14M, día en el que el aumento fue del 40%. Las cruciales movilizaciones del 13M, específicamente aquellas manifestaciones en las sedes del PP, se convocaron a través de la telefonía móvil, en particular del SMS. No había otra opción, los hechos que cambiaron el rumbo político de España ocurrieron en 48 horas, por lo que la comunicación necesitaba ser precisa y efectiva. Aun cuando el PP acusó a los demás partidos de orquestar la campaña nocturna de protestas, y el líder de Izquierda Unida declaró haber mandado SMS, las convocatorias se difundieron través de redes ciudadanas.
Una de las tantas lecciones que deja la experiencia española en campañas electorales, es que los SMS pueden jugar un papel fundamental en la transmisión de mensajes a través de redes de la sociedad civil. Los mensajes de texto tendrán un mayor impacto si existe un detonante, un evento, una causa (en este caso fue un atentado terrorista mal manejado por el gobierno) que favorezca o justifique la movilización social.
Paul Pierson, especialista en increasing returns de la Universidad de Harvard, tiene una visión muy aguda sobre la política: carece de mecanismos de aprendizaje. Por otro lado, Brian Arthur es experto en su aplicación en el ámbito económico, en donde “el conocimiento obtenido en la operación de sistemas complejos conlleva a mayores increasing returns en su uso continuo” (Increasing Returns and Path Dependence in the Economy. Ann Arbor: University of Michigan Press, 1994). En ambos casos la coordinación e interacción de los actores es fundamental en la creación de una retroalimentación positiva.
Una característica distintiva de la política es su visión a corto plazo, que está intrínsecamente relacionada con los procesos electorales. Un mensaje de texto, a diferencia de un e-mail, por lo general queda grabado por un corto periodo de tiempo, se lee en el instante en que es recibido, no necesita que los interlocutores tengan acceso a Internet ni se desplacen hasta donde exista, y sirve para mandar un solo mensaje específico. Es casi como un telegrama, y puede ser tan corto como la visión de los actores políticos. En ese sentido, si éstos logran aprender rápido en un ambiente altamente complejo (lo que Pierson vería con escepticismo), y adaptan este conocimiento en los momentos precisos de las campañas electorales, estamos ante un momento coyuntural en el uso de SMS.
De ser así, la presencia de SMS en las campañas electorales tendrá una retroalimentación positiva con el tiempo, y quienes los utilicen primero obtendrán los mejores resultados. Y si comprueban su efectividad, como ya ocurrió en España, será difícil no recibirlos en las próximas campañas.
En México, país que ha adoptado la costumbre estadounidense de preocuparse en todo momento por las siguientes elecciones (al grado de confundirlas con la democracia) la telefonía móvil creció de 64.000 usuarios en 1990 a más de 18 millones en 2002. Esta tendencia bien puede ser aprovechada en los comicios presidenciales de 2006, siempre tomando en cuenta que su efecto depende del mensaje: si se manda en un momento en el que se está gestando una gran movilización o capta un sentimiento generalizado en la opinión pública. Asimismo, el efecto de los SMS depende en gran medida de quién lo envía, es difícil que si un partido político manda un mensaje con su tradicional propaganda de supermercado cambie la preferencia electoral de quien lo recibe. Sin embargo, un mensaje enviado por un familiar o un amigo puede influir en la valoración de las opciones políticas.
Los SMS tienen un gran impacto en el refuerzo del voto útil y en la convocatoria para que voten los indecisos, siempre y cuando transmitan mensajes específicos en los que se privilegien las acciones sobre los adjetivos, y sean enviados en el momento preciso. Recordemos que el PP siguió la estrategia de no hacer campaña para no movilizar a los indecisos, que finalmente sí votaron, junto con los dos millones de nuevos electores, mayoritariamente a favor del PSOE.
Igual que muchos de los e-mails que recibimos son spam, con los SMS esta tendencia aumentará en la medida que los gobiernos y las compañías no resguarden la privacidad de los usuarios de telefonía móvil (en México existe el precedente de la venta del padrón del Instituto Federal Electoral).
Si es cierto lo que dice Arthur, y los actores económicos aprenden más rápido por su capacidad de identificar a los ganadores, en cuanto sea contraproducente enviar SMS dejarán de hacerlo. Por otro lado, si se confirma la visión de Pierson, en lo que respecta a la incapacidad de los políticos para aprender, es posible que tras incorporar el uso de SMS en campañas electorales sigan invirtiendo en su envío cuando hayan dejado de existir.
AHI
El autor es Analista Político Internacional. Es mexicano y vive en Barcelona. Ver su nota “Frontera caliente, remesas jugosas” en el número 11 de café de las ciudades.