El mundo se enfrenta a un momento de creciente incertidumbre. La escala del crecimiento urbano sin precedentes y no planificado, junto con la falta de infraestructuras, los nuevos patrones de migración intrarregional, la incertidumbre política, la transformación climática y la intensidad acelerada de los desastres naturales y humanitarios, está dando lugar a nuevas y más complejas formas de vulnerabilidad. El escenario global encuentra a nuestra región entrando en una etapa de transición, un momento de profunda transformación de nuestros territorios. Esto nos plantea, como diseñadores, arquitectos y planificadores urbanos, el desafío de cuestionar el rol de nuestra disciplina y nuestras formas de interactuar con la ciudad. Asimismo, los asuntos emergentes nos instan a buscar nuevas herramientas y metodologías que nos permitan anticipar las transformaciones venideras, al tiempo que nos exigen proponer nuevas narrativas e imaginarios que nos ayuden a proyectar un futuro prometedor.
Entre los temas críticos que contextualizan la actual incertidumbre urbana y vulnerabilidad en la región destacan grandes desafíos. En primer lugar, el crecimiento urbano desigual que se traduce en patrones y escalas de urbanización sin precedentes, lo que conlleva a considerables tensiones y conflictos territoriales. Actualmente, alrededor del 56% de la población mundial (4.400 millones de habitantes) vive en ciudades, y las proyecciones indican que para el 2050 la población urbana habrá más que duplicado su tamaño actual (World Bank). Además, se prevé que el crecimiento demográfico mundial se concentre en los países del sur global, coincidiendo con las economías de bajos ingresos y mayor pobreza. En otras palabras, América Latina y el Caribe (ALC) enfrentará el desafío de acomodar un gran número de personas en los próximos años, y las ciudades jugarán un papel crucial en el desarrollo de políticas, tecnologías e infraestructuras que garanticen una distribución equitativa de la riqueza, así como la accesibilidad a servicios y oportunidades. En este sentido, ALC ya es una región altamente urbanizada y, al mismo tiempo, uno de los continentes más desiguales del planeta, con una de cada cinco familias viviendo en asentamientos informales. Esto implica que la velocidad y la magnitud de la urbanización traerán consigo desafíos significativos, como la búsqueda de una mejor calidad de vida, la demanda de viviendas asequibles, transporte, servicios básicos y empleos, especialmente para los millones que viven en asentamientos precarios, informales, y no planificados que continúan expandiéndose en la región.
El segundo gran desafío está relacionado con la intensificación de la migración y el desplazamiento intrarregional vulnerable. Actualmente, alrededor de mil millones de personas en el mundo son migrantes, y de ese grupo, una cuarta parte son migrantes internacionales. Además, el fenómeno del desplazamiento de personas ha cambiado su naturaleza. Ha pasado de ser un proceso predecible a uno impredecible, de migración extra-regional a inter-regional, de aspiracional a forzada, de incremental a repentina, y con un aumento en la presencia de niños y jóvenes migrantes. Se espera que, en los próximos años, el crecimiento urbano desigual, la fragilidad climática, los conflictos políticos y otros factores migratorios crearán las condiciones para un desplazamiento humano a una escala sin precedentes. Estos conflictos contribuirán a aumentar la presión sobre las ciudades, dado que más del 50% de las personas desplazadas por la fuerza viven en zonas urbanas (World Bank). Un panorama migratorio más vulnerable aumentará las demandas de asentamientos que puedan proporcionar respuestas rápidas a la necesidad de viviendas e infraestructuras, lo que traerá un nuevo conjunto de retos para las ciudades de destino.
Entre los temas críticos que contextualizan la actual incertidumbre urbana y vulnerabilidad en la región destacan grandes desafíos. En primer lugar, el crecimiento urbano desigual que se traduce en patrones y escalas de urbanización sin precedentes, lo que conlleva a considerables tensiones y conflictos territoriales.
El tercer desafío importante lo constituye la profunda transformación climática y la creciente intensidad de los desastres naturales. ALC es la segunda región más expuesta a los efectos del cambio climático en el mundo. En los últimos 20 años, más de 152 millones de personas en la región han sido afectadas por más de 1.205 desastres naturales (Naciones Unidas) que incluyen inundaciones, sequías, huracanes y tormentas, temperaturas extremas, terremotos, aludes, incendios, y eventos volcánicos. Se estima que, de un total de 727 ciudades de la región, 592 ciudades experimentarán cambios bioclimáticos profundos a fines del siglo XXI (Vera et al). La crisis climática acentúa las desigualdades, ya que afecta especialmente a los grupos vulnerables que son los más expuestos a los peligros ambientales. La falta de infraestructura resiliente, la planificación inadecuada y la gestión deficiente de los recursos naturales amplifican aún más esta vulnerabilidad. En este sentido, alrededor del 90% de la expansión urbana de los países en desarrollo en los últimos años se ha producido en asentamientos precarios y no planificados cerca de áreas propensas a desastres climáticos. Esto plantea nuevos y transcendentales retos para el diseño y la planificación urbana, ya que las ciudades deberán ser capaces de responder y adaptarse a este clima en constante transformación.
Como resultado de los procesos mencionados anteriormente, un nuevo paisaje de vulnerabilidad está emergiendo en nuestras ciudades que se enfrentan hoy a un proceso de impermanencia profunda. Las proyecciones de transformación generan dudas sobre la verdadera capacidad de las áreas urbanas para enfrentar el futuro climático, y para absorber mayor flujo de población. ¿Cuál es el rol y la agencia de las disciplinas del diseño y la planificación urbana ante estos desafíos? ¿Cómo diseñar para un ambiente en constante evolución e intervenir en la ciudad vulnerable para forjar nuevas formas de desarrollo urbano sostenibles?
La crisis climática acentúa las desigualdades, ya que afecta especialmente a los grupos vulnerables que son los más expuestos a los peligros ambientales. La falta de infraestructura resiliente, la planificación inadecuada y la gestión deficiente de los recursos naturales amplifican aún más esta vulnerabilidad.
El estado de cambio desafiará nuestra comprensión de la condición urbana y el papel de nuestras disciplinas, que debieran ser capaces de ofrecer alternativas sobre cómo incorporar sistemas adaptables a los nuevos retos. Como arquitectos y diseñadores urbanos, debemos impulsar la agenda urbana en dirección a los desafíos actuales e imaginar una práctica más alineada con las realidades emergentes, que nos permita lidiar con escenarios más complejos que los de situaciones estáticas o consolidadas de manera estable. Andrea Branzi sugiere que, para imaginar las ciudades del futuro, debemos ser capaces de implementar la reversibilidad, evitando soluciones rígidas y decisiones definitivas. También propone enfoques que permitan ajustar y reprogramar el espacio con nuevas actividades no previstas y no planificadas. En la misma línea, Rahul Mehrotra sugiere que el diseño urbano como práctica debe reconsiderar las soluciones permanentes como el único enfoque para la formulación de imaginarios urbanos. En su lugar, propone la idea de pensar nuevos protocolos que se reformulen y adapten constantemente, buscando un equilibrio temporal en respuesta a un estado permanente de crisis.
Nuestra disciplina deberá ser capaz de abordar los desafíos actuales desde varios ámbitos, ya sea desde la técnica, la teoría e, incluso, desde la definición de políticas públicas. Son diversos los espacios que ofrecen oportunidades para el diseño y la planificación urbana en la búsqueda necesaria y urgente de una nueva visión e imaginarios de diseño para la ciudad. Desde el área técnica, debemos desarrollar nuevos métodos e instrumentos, así como incorporar tecnologías para anticipar el cambio climático, espacializar grandes cantidades de datos y encontrar maneras de representar espacios en constante transformación. Necesitamos crear un archivo más detallado de la realidad que operamos, incluyendo aquella que a menudo queda fuera de los mapas y registros convencionales, como es el caso de los asentamientos precarios y vulnerables. Además, existe una falta de conocimiento técnico para acelerar la acción climática y las respuestas a la migración en las ciudades, con proyectos y propuestas realistas e innovadoras. Debemos ser capaces de concebir una forma de ciudad que reconozca y gestione de manera más efectiva la naturaleza temporal y vulnerable del entorno construido, empleando estrategias más ágiles y pertinentes para manejar el cambio.
En el ámbito de las políticas públicas, es fundamental que expongamos a los responsables de la toma de decisiones a soluciones innovadoras, y que lo hagamos ocupando espacios de poder.
Desde la teoría, necesitamos establecer vínculos más sólidos entre las visiones de la academia y la investigación, y su implementación en la práctica. Para ello, debemos reconocer la importancia del trabajo interdisciplinario y nuestra dependencia de otros actores y agencias para llevar a cabo proyectos e ideas. Este es un gran desafío para nuestra disciplina: transformarse para ser más inclusiva y funcionar como puente que puede comprender el lenguaje de otras ciencias como la economía, la sociología, la política o la ecología, para luego traducirlo en proyecto. En este sentido, en 2022 publicamos junto al Banco Interamericano de Desarrollo Diseño Ecológico: estrategias para la ciudad vulnerable, una publicación que reconoce y cuantifica los desafíos que enfrenta la ciudad informal frente al cambio climático. Este libro es parte de una serie de publicaciones que presentan elementos de reflexión, datos, casos de estudio sobre espacio público y vivienda, manuales e instrumentos operativos para aumentar la resiliencia de las ciudades de la región y sus asentamientos más vulnerables. Desde la generación de conocimiento y su difusión, buscamos tender puentes y conectar audiencias, para empujar una agenda que es urgente.
En el ámbito de las políticas públicas, es fundamental que expongamos a los responsables de la toma de decisiones a soluciones innovadoras, y que lo hagamos ocupando espacios de poder. Debemos desarrollar nuestras capacidades para dialogar con entidades públicas y privadas, para ser agentes de cambio y demostrar que la construcción de ciudades más resilientes y equitativas es posible desplegando todo el potencial de nuestros conocimientos. En otras palabras, debemos iluminar nuevos caminos para los formuladores de políticas públicas. El Acuerdo de París y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible plantean ambiciosos objetivos climáticos acordados entre naciones. Sin embargo, para lograrlos, es necesario acelerar la implementación de estas agendas globales a nivel de ciudades, incluyendo la adaptación al cambio climático de los asentamientos vulnerables en el centro de estas acciones. Es esencial reconocer la capacidad de los gobiernos locales y mejorar sus capacidades en materia de gobernanza climática, así como reconocer también el potencial de las disciplinas del diseño y la planificación en la construcción de resiliencia. Esto permitirá pasar de compromisos políticos a acciones efectivas y proyectos concretos.
Debemos ser capaces de imaginar la forma física de las ciudades en una condición más elástica y discutir configuraciones reversibles que puedan articular formas más sostenibles de desarrollo urbano
En síntesis, el futuro de las ciudades latinoamericanas será un futuro de crecimiento urbano acelerado, aumento de la desigualdad y la informalidad, absorción de migración, y adaptación al cambio climático, entre otros desafíos significativos que reflejan la actual vulnerabilidad, incertidumbre y estado de transformación. En este contexto, la arquitectura, el diseño urbano y la planificación deben reconsiderar su capacidad de influencia, su ámbito de acción disciplinar, y su potencial transformador de la realidad para desarrollar estrategias y hallar respuestas que den forma a una nueva imaginación urbana. Nuestra práctica deberá imaginar ciudades que, para adaptarse a un mundo cambiante e incierto, adopten nuevos esquemas más flexibles, reversibles y ágiles. En un futuro cercano, la resiliencia urbana estará cada vez más vinculada con la capacidad de las ciudades para estructurar sus sistemas como abiertos y capaces de resistir reconfiguraciones constantes. En efecto, cuando en los próximos años otras transiciones significativas se vuelvan prominentes, una forma urbana más flexible será esencial para la resolución de conflictos. Debemos ser capaces de imaginar la forma física de las ciudades en una condición más elástica y discutir configuraciones reversibles que puedan articular formas más sostenibles de desarrollo urbano, priorizando la actuación en las áreas más vulnerables. Así es como podremos, quizás, contribuir en la construcción de ciudades más justas, inclusivas, y sostenibles ante a los desafíos venideros
SP
La autora es arquitecta y urbanista, profesora y crítica en Diseño y Planificación Urbana en la Graduate School of Design en Harvard. Es socia fundadora del estudio de investigación y diseño Región Austral. Trabaja como consultora en la División de Vivienda y Desarrollo Urbano del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
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Ilustración: Diseño Ecológico: estrategias para la ciudad vulnerable, Vera, Doherty-Bigara, Patiño, Sordi, BID, 2022..
World Bank, Urban Development Overview. 20 de abril, 2020.
Naciones Unidas, Cambio climático y medio ambiente. 3 de enero, 2020.
Vera, Doherty-Bigara, Patiño, Sordi (2022). Diseño ecológico. Estrategias para la ciudad vulnerables. Infraestructuras verdes urbanas y espacio público en América Latina y el Caribe. Banco Interamericano de Desarrollo.