El neoliberalismo, ya sea como ideología o como sistema político social (o más bien, como sostienen Christian Laval y Pierre Dardot, como la nueva racionalidad del sistema capitalista) no puede tomarse como un todo homogéneo, ni como una novedad absoluta. Su incidencia sobre las formas de organización productiva y la vida social requiere de ser precisada y analizada en su efectiva materialidad. Porque las grandes categorías, como la de neoliberalismo, de poco sirven si no se les restituye su densidad histórica, si no se recuperan los procesos sociales específicos en los que se (re)producen. Y para ello se vuelve fundamental una mirada histórica, que permita comprender la complejidad de todo proceso social, en el que se suceden diferentes cambios y continuidades. Pero, además, que también permita reconocer las diferentes temporalidades en esos procesos sociales, porque los cambios políticos y económicos rara vez van a la misma velocidad -o tienen la misma temporalidad- que los procesos que se dan en la ciudad o el territorio o, incluso, en la arquitectura.
El papel cada vez más central que ha adquirido el diseño en la producción capitalista, abarcando cada vez más y mayores áreas de la vida social, parecería confirmar la hipótesis tafuriana.
Dicho esto, no deberíamos perder de vista lo que Manfredo Tafuri ya había advertido en 1969 en un texto canónico, Para una crítica de la ideología arquitectónica. Allí señalaba el papel central que había tenido la arquitectura moderna -a pesar de las propias aspiraciones de muchos de los arquitectos modernos- en la reconfiguración del sistema capitalista, en las que el plan y el proyecto permitieron readecuar a la ciudad -o la metrópolis- como unidad de producción capitalista. El papel cada vez más central que ha adquirido el diseño en la producción capitalista, abarcando cada vez más y mayores áreas de la vida social, parecería confirmar la hipótesis tafuriana. Así, todavía sigue siendo necesario preguntarse por el lugar que ocupa la arquitectura, el diseño y la planificación en el sistema de producción capitalista, más aun atendiendo a sus fuertes vínculos con el capital y el estado. Difícilmente puedan la arquitectura, el diseño o la planificación, por sí solas, modificar ese cuadro de situación, en tanto deben lidiar con fuerzas que las superan. Porque, parafraseando a Marx, no es la “conciencia” de la arquitectura la que determinará sus condiciones materiales de existencia, sino que son estas las que determinan su conciencia. Por tanto, y esta vez parafraseando a Tafuri, que parafraseaba a Marx, no podrá haber una “arquitectura crítica” sino una crítica a la arquitectura.
JSM
El autor es Licenciado en Filosofía y Doctor en Historia por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), Magister en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, y Profesor Asistente de Historia de la Arquitectura IIIB (Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño UNC). Es Investigador Asistente de Conicet.
