Existen diversas tensiones que actúan como límites y posibilidades de una política de hábitat integral. El proyecto es el conocimiento operativo capaz de conjugarlas, equilibrarlas y redireccionarlas al postular una serie de estrategias y tácticas operativas de lectura, prefiguración y gestión.
La conquista del derecho al hábitat por parte de los sectores populares tiene en nuestra sociedad una rica historia de hitos en ampliaciones sucesivas, que resumidamente podemos revisar desde el reconocimiento higienista a la necesaria provisión de infraestructuras básicas en el siglo XIX por parte de las elites liberales, pasando por las primeras aproximaciones del Estado a la temática durante el yrigoyenismo, hasta su reconocimiento con rango constitucional y efectivización integral cuali y cuantitativa durante el primer peronismo, a mediados del siglo XX, continuada parcialmente en otros formatos en buena parte del periodo desarrollista.
Las diversas crisis originadas tras la implantación del modelo neoliberal en la dictadura cívico-militar, aún con breves excepciones contracíclicas en periodos de recuperación parcial, han retraído la discusión del hábitat a sus expresiones mínimas. La focalización en componentes básicos abandonó una mirada integral hasta entonces tácita o expresamente vigente, invisibilizando las conquistas históricas y desviando de su rol al Estado como garante planificador y redistribuidor hacia una inclusión socio-espacial plena.
El dogma de achicamiento del Estado (o más recientemente las “nuevas” y temerarias propuestas de su lisa y llana supresión) requirió la consagración alienante de su atávica ineficacia.
El dogma de achicamiento del Estado (o más recientemente las “nuevas” y temerarias propuestas de su lisa y llana supresión) requirió la consagración alienante de su atávica ineficacia. Este autentico obstáculo epistemológico ha calado por igual en agentes extraños y propios, en complejas e intrincados espirales de autoconfirmación.
El contexto mediático-académico dominado por este discurso único, el vaciamiento de contenidos contextuales en las formaciones profesionales, la disociación o peor aún la estéril competencia entre saberes y oficinas propugnada por las políticas focalizadas, la ingenua o deliberada no intervención en los circuitos de producción-apropiación, sumados a una retahíla de crecientes prejuicios proyectuales y sociales, vienen confluyendo en una política indiferenciada y tecnocrática, profundamente ineficaz sea cual sea el pretendido ideal ejecutor que las lleva a cabo.
(…) reapropiar aquellos viejos paradigmas de intervención probada que hemos sabido acumular en la memoria, atendiendo en el presente los evidentes cambios de sujetos y escenarios que la reacción ha generado
Rediscutir la organización del territorio federal y local, contemplar las diversas posibilidades de regímenes de locación y propiedad, incidir sobre la producción y provisión de insumos básicos, incluir etapas de apropiación y sustentabilidad, prefigurar escalas, densidades y complejidades pertinentes y específicas para revertir injusticias, son gestiones abandonadas en un falso pragmatismo de lo micro como mirada excluyente. Sus obvias consecuencias no pueden ser otras que las de no lograr modificar el fiel de la balanza, el estar siempre corriendo desde atrás un déficit cuali-cuantitativo difícilmente remontable desde estas perspectivas.
La impostergable construcción de un nuevo modelo de gestión en el siglo XXI nos debe encontrar en cambio y consecuentemente en la tarea de reapropiar aquellos viejos paradigmas de intervención probada que hemos sabido acumular en la memoria, atendiendo en el presente los evidentes cambios de sujetos y escenarios que la reacción ha generado, sumando además nuevas expresiones en manifestación de derechos recientemente explicitados.
Este camino no es otro que el de la producción de nuevos conocimientos. La Universidad pública es el ámbito donde se construyen, en estrecha relación con el Estado del que forma parte y las comunidades sujetos de derecho en las que se inserta. Aun en condiciones poco favorables como las descriptas, condicionada la Universidad también por sus propias contradicciones que no desconocemos, sigue existiendo en ella un reservorio único y excepcional de masa crítica. Docentes, investigadores y estudiantes producen cotidianamente proyectos e instrumentos de gestión que, con un mínimo de coordinación y direccionamiento, pueden contribuir a crear y recalificar equipos técnicos y sus acciones concretas.
Sólo debemos re-conjugar los tres ejes clásicos de enseñanza, investigación y transferencia en nuevas proporciones. Basta con sumar a las necesarias formaciones individuales la indispensable contribución a la sociedad que las posibilita. Existen múltiples excepciones que lo prueban. Hagámoslas reglas.
JFC
El autor es Doctor en Arquitectura, Profesor titular de Proyecto y Morfología y director del Instituto de la Espacialidad Humana (IEH) FADU-UBA. Miembro de 10.36 Ciudad y Arquitectura. Durante 2020 se desempeñó como Secretario Nacional de Hábitat.