Uno se pregunta frecuentemente que estará sucediendo tras la crisis política y el golpe de Estado en Honduras, donde se suprimen libertades y tiene lugar un sistemático asesinato de periodistas (por citar lo más doloroso). Uno teme y sospecha que un régimen ilegítimo y débil debe estar asociado a una escalada de la injerencia norteamericana en la región.
Precisamente. Nos llega a los urbanistas una “inocente” noticia: la propuesta de crear una nueva gran ciudad que propone un tal Paul Romer (al que las crónicas presentan como académico y empresario norteamericano, pero que se parece más a Maxwell Smart…), fulano que se encarga de publicitar los fundamentos para la generación la gran “ciudad modelo” de Centroamérica.
¿Una nueva ciudad propiciada por norteamericanos en América Latina? Enseguida viene a la mente la frustrada experiencia de “Fordlandia”, la ciudad que construyó Henry Ford en Pará, Brasil, en los años ´30, para asegurarse la provisión de caucho y así poder romper el monopolio británico y holandés con las plantaciones del sudeste asiático. Emprendimiento que no prosperó y la convirtió en una ciudad fantasma que yace abandonada en el corazón del Amazonas.
Pero no. Lo de Honduras parece ser realmente algo muy serio y con repercusiones más complejas que la consecuencia de una estrategia de mercado. Se trata de un territorio de mil kilómetros cuadrados que se tomarían en un área no muy poblada del país para asentar la nueva ciudad, que sería construida y financiada enteramente por capitales internacionales. Las promesas de desarrollo (la Hong Kong de America Latina, se afirma) se basan en la ilusión agitada por los políticos locales “de traer Estados Unidos a Honduras” y así evitar la sangría migratoria hacia este país de buena parte de su población.
Más allá de este argumento colonial poco imaginativo, la cuestión tiene implicancias políticas profundas: ¡para poder hacer esta ciudad se demanda una reforma constitucional! La cual se acaba de consumar, modificando dos artículos que resignan potestad territorial del estado en las llamadas “Regiones Especiales de Desarrollo”, donde regirá un régimen legal y sistema de gobierno propio (por lo, tanto diferente o no sometido al nacional hondureño).
La reforma constitucional del Artículo 329 dice en su punto 3: “Las Regiones Especiales de Desarrollo tienen personalidad jurídica, deben contar con su propio sistema de administración pública, emitir su propia normativa legal, deben contar con su propio fuero jurisdiccional, pueden firmar tratados y convenios internacionales en temas relacionados con el comercio y cooperación en materias de su competencia, mismos que deben ser ratificados por el Congreso Nacional…” y en el punto 4 fija su total independencia económica del Estado hondureño: “…Las Regiones Especiales de Desarrollo deben tener su propio presupuesto, el derecho a recaudar y administrar sus tributos, celebrar todo tipo de contratos que se extiendan al siguiente periodo de gobierno y contratar sus propias deudas internas o externas siempre que sean sin el aval del Estado de Honduras…”
Convengamos que esto es más sofisticado que las tradicionales invasiones militares americanas en Centroamérica. Romer lo presenta como una ingeniería más compleja en su larga explicación sobre cómo se pueden generar “ciudades modelo” en territorios cuya condición fundamental es que puedan regir “otras reglas”.
Probablemente ello refiera a territorios regidos primordialmente bajo las propias leyes del capital internacional, sin necesidad de responder a derechos civiles y “molestos” regimenes de gobierno democráticos y participativos. Cabe preguntarse: ¿cómo definirá la “ciudad modelo” la condición de ciudadanía? ¿Su gobierno o concejo deliberante lo integrarán solo representantes de los grupos económicos…? Constituye un gran desafío imaginar que noción de derecho de ciudadanía se tendrá que considerar en este caso.
Romer basa su argumento en el ejemplo territorial que constituye el desarrollo histórico que tuvo un enclave británico como el de Hong Kong respecto a China; también menciona que lo mismo se podría hacer en el territorio de Guantánamo en Cuba o en otras regiones bajo un régimen de territorios “recortados” con “reglas propias”.
Para nuestro debate queda considerar si no estamos frente a la emergencia de una “urbanización por enclaves liberados” (¿de las incómodas soberanías nacionales?) que se propiciaría en países menos desarrollados.
Evidentemente, a partir del destacado rol que las ciudades tienen en la actual fase de la expansión capitalista internacional y por lo que en Honduras se insinúa, pareciera que se puede avanzar hacia límites insospechados con el avance de los patrones de urbanización que propicia el neoliberalismo conservador, que solo concibe el progreso asociado a una lógica privatista, anticiudadana y deconstructiva de derechos.
RFW
El autor es Profesor del Instituto del Conurbano de la Universidad Nacional de General Sarmiento. Es integrante de Habitar Argentina.
De o sobre Raúl Fernández Wagner, ver también en café de las ciudades:
Número 49 | Política de las ciudades (II)
Teoría y política sobre asentamientos informales | Cuestionario a Raúl Fernández Wagner y María Cristina Cravino, en vísperas del Seminario en la UNGS.
Número 80 | Política de las ciudades (II)
Democracia y ciudad | Raúl Fernández Wagner analiza 25 años de procesos y políticas urbanas en la Argentina | Marcelo Corti
Número 99 | Política de las ciudades (II)
Villa Soldati y la necesaria reforma urbana en Argentina | Sobre la función social de la ciudad | Raúl Fernández Wagner
Sobre el proyecto de Ciudad Modelo en Honduras, ver también el archivo Nacer en Honduras, con las presentaciones de Paul Romer, y las notas periodísticas Honduras podría tener una ciudad modelo, La Prensa, Tegucigalpa, 4 de enero de 2011, Evalúan construir una ciudad modelo, Experto impulsa creación de ciudad modelo en Honduras, La tribuna, 5 enero de 2011, La Ciudad Modelo de Paul Romer: El Paraíso Económico , 5 de abril de 2011 y 27 de Marzo de 2011 y El sueño de una “ciudad modelo” en Honduras (“El Congreso de Honduras aprobó hace dos semanas, con un solo voto en contra, modificar la Constitución para permitir una “ciudad modelo“).