Llego por cuestiones personales a Barcelona tras varios años sin visitarla, y por primera vez después de la crisis económico-inmobiliaria española. El tiempo es limitado, los encuentros con amigos y amigas son escasos y mi mirada a la ciudad, mi interpretación de los cambios urbanos se hace especialmente subjetiva. Contradiciendo a Baudelaire, la ciudad no ha cambiado tan rápido “¡ah!, como el corazón de un mortal”. Mi paseo es una extraña deriva; lejos de la definición oficial situacionista (“la práctica de una confusión pasional por el cambio rápido de ambientes“) es el desvío por una dimensión interpretativa que trasciende el tiempo histórico y el espacio.
El impacto visual más inmediato es el producido por la proliferación de las senyeras en todos los edificios. La bandera catalana es la evidencia de un sentimiento independentista (moderado en Barcelona, muy fuerte en el resto del país catalán) que no es precisamente de izquierda sino más bien una inteligente estrategia de Convergència i Unió. Esto marca un dilema para la joven fuerza de Podemos y su aspiración a ganar la elección nacional de este año: hoy no se gana Cataluña sin apoyar la independencia, pero si Cataluña se independiza una fuerza de izquierda no ganaría España… Mientras tanto, en una calle de Roquetes escucho a un recolector de residuos preguntarle a su compañera de trabajo “¿es que tú conoces alguien que haya venido de Sudamérica y le guste trabajar? Habrá alguno en sus países, pero los que vienen aquí…”. Así son las crisis, parece.
Los nativos hablan de descomunales embotellamientos de tránsito que no alcanzo a advertir; la culpa se la atribuyen al congreso de “móviles” que, dicen, dejará 500 millones de euros en las arcas de la ciudad. Mientras tanto, Cerdá y su Ensanche cantan cada día mejor, la Ronda de Dalt también y el invierno alivia un poco de masas turísticas los recovecos de la Ciutat Vella, exceptuando la irrecuperable Plaza Real. Alquilo una bicicleta y el encargado me recomienda un paseo “Modelo Barcelona”: “vas por la Diagonal a la Torre Agbar, esa que tiene forma de pepino” (no sé si el encargado es mojigato o detallista), “luego doblas a la derecha y llegas al mar, visitas el puerto de las Olimpiadas del ´92 y por la playa llegas al hotel en forma de vela, como el de Dubai”.
Hay contingentes de chicos de secundaria en sus vacaciones de invierno, el mar está hermoso y frío y hay nuevos edificios para visitar. El “Borne”, el Mercado del Born, ha quedado muy bonito, pero más llamativo es el Mercat Dels Encants, frente a la Plaza de las Glorias Catalanas. La Plaza está finalmente en proceso de remodelación, pareciera que con un proyecto atractivo pero, según algunos, demasiado caro para lo que logrará. La pregunta del millón es si el proyecto terminado logrará darle un orden urbano a los hoy aislados monumentos que se suceden en línea: el Auditorio de Moneo, el teatro de Bofill, el nuevo Mercat de Fermín Chavez, el Hub de Diseño de MBM y la Agbar Parc de Jean Nouvel. En la torre, Nouvel falla en el diseño de la llegada a tierra, pero no en crear un edificio icónico; en el Parc Central de Poblenou, en cambio, falla en todo (salvo en el cobro de honorarios): un parque aislado de su barrio y horrorizado del vacío, pedante y patético de su propia pedantería.
En el Hub se luce una buena exposición sobre Barcelona como Metrópolis, aunque con más brillo gráfico y abundancia de datos que generosidad propositiva. Un detalle inquietante: el panel dedicado a la relación de Barcelona con el mundo muestra un mundo rengo, al que se le ha extirpado todo lo que hay al sur de su Ecuador. El Centro y el Sud americanos, el Africa meridional y Oceanía no forman parte, parece, del mundo al que aspira llegar Barcelona.
Alrededor del Mercado de Santa Catalina renovado por Miralles, y entre el distrito 22@ y la Zona Fórum, abundan los desarrollos de principio de siglo XXI, nuevos edificios desarrollados a partir de las respectivas renovaciones urbanas, en una carrera luego frenada por la crisis. Las playas de estacionamiento sobre baldíos que esperan mejores tiempos económicos son como marcas arqueológicas de los procesos inmobiliarios. Mientras tanto, las pancartas emprendedoristas del Ayuntamiento pululan por toda la ciudad, pregonando las virtudes barcelonesas para la innovación y los mitos de moda de la cultura empresarial capitalista.
Pareciera que el 22@ es un exitoso proceso de transformación urbana, aunque es muy dudoso como área de innovación tecnológica o incubadora de empresas TIC. Abundan los hoteles, las universidades y los proyectos inmobiliarios, pero es más fácil encontrar saludables supervivientes de los viejos tiempos industriales (talleres mecánicos, depósitos) que empresas de innovación. Las chimeneas permanecen como signos (¿acusadores?) de un Manchester catalán que no fue remplazado por un Silicon Valley con vista al Mediterráneo.
El Can Ricart, por cuya preservación edilicia y simbólica se peleaba en mi última visita, sigue abandonado. Tuvo más suerte, o fue más inteligente la pelea barrial, en el Can Batlló, al otro lado de la ciudad, en la Bordeta, objeto de un proyecto colectivo de autogestión que hasta incluye un proyecto de viviendas de protección oficial gestionado por Sogeur y financiado por Triodos, el banco “bueno”, ético. Según la socióloga Mariela Iglesias, vecina y estudiosa del caso, Can Batlló es el mejor referente de gestión ciudadana “bottom-up” en Barcelona.
Entre edificios correctos y otros pedantes (con frecuencia, muy pedantes) descubro una joya, relativamente pequeña…: el Can Framis,una antigua fábrica textil hoy reciclada como museo de arte contemporáneo por la Fundación Vila Casas. Un patio rodeado por las dos naves industriales que sobreviven, otra reconstruida y una losa visera, accesible por el espacio bajo esta y por un hueco entre las crujías. Todo el conjunto descansa en medio de la manzana, rodeado de una parquización sencilla, muy arbolada. La gradación y articulación entre vacíos con distinto tratamiento y apropiación generan una agradable variedad espacial; los quiebres direccionales (resultantes de la persistencia arqueológica) y la alteración del esquema de masas construidas y vacíos son interesantes variaciones del modelo tradicional de manzana del Ensanche. En el lado nordeste, el único detalle arquitectónico, sencillo e impactante a la vez: un gigantesco banco, adaptable a todas las posturas humanas, recibe a oficinistas en su horario de comida y en general a cualquier paseante que desee disfrutar del sol, de la sombra y del ocio urbano. Un alivio frente a la chabacanería del Parc Central del Poble Nou y la desolación de la Zona Fórum. Un espacio público bien logrado, que no es poco: fue así que nos conquistó Barcelona, cuando éramos inocentes.
MC
La frase de Baudelaire, en:
Número 37 | La mirada del flâneur
El spleen de París | Esa santa prostitución del alma. | Charles Baudelaire
La definición oficial de “deriva”, en
Número 7 | Cultura Nuestros antepasados (I)
Situacionistas: la deriva y el placer | El urbanismo contra la sociedad del espectáculo. | Marcelo Corti
Sobre Can Batlló, ver la página “oficial” y el video Can Batlló, un gegant invisible.
Sobre Barcelona y el “Modelo Barcelona”, ver en este número la entrevista a Ada Colau y también, entre otras notas en café de las ciudades:
Número 21 | Política
Barcelona y su urbanismo | Exitos pasados, desafíos presentes, oportunidades futuras. | Jordi Borja
Número 24 | Lugares
1,2,3, ¿muchas Barcelonas…? | Impresiones de un bárbaro en el Mediterráneo, o ¿por qué el urbanismo del Fórum 2004 no le gustó a nadie y en cambio caminar por Gracia es tan ‘guai’? | Marcelo Corti
Número 63 | Política de las ciudades
Gente de Nou Barris| La transformación de la periferia en la Barcelona post-franquista | Marcelo Corti
Número 65 | Arquitectura y Planes de las ciudades
Método y modelo de Barcelona | Entrevista a Oriol Bohigas: la arquitectura debe asegurar la continuidad legible de la ciudad | Marcelo Corti
Número 71 | Lugares
Tímido elogio de la plaza del MACBA | Y algunos apuntes sobre el esponjamiento y la gentrificación | Carmelo Ricot
Número 87 | Política de las Ciudades (I)
Siete líneas para la reflexión y la acción | Después de la “burbuja” inmobiliaria en Barcelona | Jordi Borja
Número 104 | Política de las Ciudades (I)
Carta desde Barcelona: elecciones y campamentos en las plazas | Los Indignados y la construcción colectiva de una acción política | Jordi Borja
Número 111 | Cultura de las ciudades (III)
De Barcelona al Mundo | Prólogo a Luces y sombras del urbanismo de Barcelona | Manuel Castells
Número 124 | Planes y Política de las ciudades
El uso del Modelo Barcelona en Buenos Aires| “Vos rodaste por tu culpa…” | Marcelo Corti
Número 141 I Política de las ciudades
Sobre la Revolución urbana I Urbanismo ciudadano o urbanismo globalizado I Por Jordi Borja