Sobre el cierre de esta edición de café de las ciudades, y en coincidencia con la inauguración de la obra que comentamos en esta nota, tuvimos una muy interesante entrevista con uno de sus autores, Claudio Vekstein. El texto completo de la entrevista será publicada en una próxima edición, aunque ya en lo que sigue incorporamos algunos de los conceptos que nos transmitió Vekstein durante la charla.
El miércoles 21 abril se inauguró el Instituto Municipal de Rehabilitación Dr. Anselmo Marini (IMRVL), de la ciudad de Vicente López, en la zona norte del área metropolitana de Buenos Aires. Ubicada sobre la Avenida Maipú (la principal de la ciudad), la obra de 3.827 m2 fue proyectada y dirigida por los arquitectos Claudio Vekstein y Marta Tello.
El nuevo edificio tiene, entre sus muchos méritos, el de haber incorporado la experimentación arquitectónica al aletargado panorama de la obra pública en la Argentina. En un momento político en que ésta parece en vías de relanzarse, Vekstein y Tello consiguen incorporar a la operación no solo un fuerte contenido de innovación y reflexión proyectual, sino un claro compromiso intelectual y profesional con las condiciones económicas del encargo, con el lugar en el que se implanta y (muy especialmente) con el público al que está destinada la obra: discapacitados motores en proceso de rehabilitación. Los autores prosiguen así un camino de notable interés, iniciado en el mismo municipio con el Monumento del Fin del Milenio (o “a Amancio Williams“, como lo llama Vekstein) y el Anfiteatro Arturo Illia, ambos en el Paseo de la Costa sobre el Río de la Plata.
La interacción y el descubrimiento entre el cuerpo y el espacio (tema central al uso y programa del edificio) es una de las claves de esta obra: el juego de las rampas que rodean el patio central, las visuales desde las posiciones propias del proceso de rehabilitación (colchonetas en el piso, sillas de ruedas) a través de ventanas estratégicamente diseñadas, los juegos de la luz y las pantallas que alternativamente abren y obturan el espacio como diafragmas, ponen en relación cuerpo y arquitectura de un modo sagaz, que se hace evidente en el recorrido de la obra. Vekstein destaca, en la entrevista que le realizó café de las ciudades, la anécdota de los niños jugando con sus sillas de ruedas en la rampa el día de la inauguracion, casi como un criterio de cumplimiento de la idea proyectual.
La otra clave esencial es la inserción urbana, con la vereda que se ensancha para poner en contacto el espacio público de la avenida con el ámbito del patio, al que los proyectistas también quieren definir como espacio público (el proyecto original para el edificio, que Vekstein y Tello debieron rever, era un bloque aislado en el terreno, que renegaba de su inserción urbana en función de un cumplimiento literal de los requisitos de accesibilidad). El dibujo de las pantallas de hormigón en la fachada (compleja y tridimensional) refiere a la irregularidad morfológica del paisaje urbano circundante, producto de múltiples superposiciones de normativas y rentabilidades inmobiliarias.
La arquitectura desplegada por Vekstein y Tello tiene también una relación, a descifrar, con algunos movimientos de la arquitectura argentina contemporánea. Personal, casi expresionista, el proyecto juega con referencias a, por ejemplo, el Banco de Londres de Clorindo Testa y SEPRA, aunque con una cualidad más gráfica que escultórica (más como despliegue de membranas que tectónica o brutalista: el hormigón tiene en el IMRVL un tratamiento muy planar, liso y desdramatizado). 10 años después del Museo Xul Solar de Pablo Beitía, otra obra de fuerte vuelo poético y “particularismo” pone en cuestión la herencia de la llamada “arquitectura de partido” que floreció en los `60 y `70 al calor de los concursos y que (Frampton mediante) se llegó a identificar como Escuela de Buenos Aires.
El IMRVL se realizó sobre un terreno de propiedad municipal, pero el comitente de la obra fue la Fundación Empresaria de Vicente López, una entidad que suele mediar en la ejecución de obras públicas en el municipio. Vekstein remarca la eficacia de esta forma de gestión, que seguramente tiene mucho que ver con los méritos de una obra realizada a un costo de apenas 300 dólares por metro cuadrado. Y que, sin embargo, podría estar en cualquier ciudad del mundo desarrollado, sin que por esto pierda una fuerte inserción e identidad local. Una cuestión de valor cultural y simbólico, comprendida quizás intuitivamente por usuarios y vecinos comunes de Vicente López, que en la noche de la inauguración descubrían con orgullo y admiración la fuerza poética y la riqueza espacial de esta obra singular.
MC
Sobre discapacidad, ciudad y arquitectura, ver nota “Una ciudad accesible para todos“
en el número 18 de café de las ciudades.
Sobre el Paseo de la Costa, ver su publicación en Archphoto.
Datos sobre la realización de la obra:
Proyecto y Dirección de Obra: Claudio Vekstein y Marta Tello.
Colaborador proyectual y de obra: Arq. Luis Etchegorry.
Asistente: Arq. Andreas Lengfeld. Renders: Arqs. Marcelo Saus y Tulio Gines.
Maquetas: Florencia Colombo, Isabel Amiano, Susanne Kiesgen, Stefan Krüger.
Paisajismo: Lucia Schiappapietra. Cálculo estructural: Ing. Pedro Gea.
Fotografia obra: Sergio Esmoris, Claudio Vekstein, Luis Etchegorry
Empresa constructora: Del Tejar Construcciones.
Presidente de la Fundación Empresaria de Vicente López: Sr. José Menoyo.
Intendente Municipal de Vicente López: Don Enrique García.
Director IMRVL: Dr. Ernesto Matassa.