N. de la R.; El texto de esta nota está basado en la intervención del autor en Refugios Mínimos. Exploración proyectual sobre el habitar cotidiano, Seminario Taller de actualización docente realizado recientemente en la FAUD/UNC, organizado por las cátedras Arquitectura 2d, Teoría y Métodos B y Morfología II A, con el auspicio del Colegio de Arquitectos de la Provincia de Córdoba. Regional 1.
Cuando pensamos en un refugio aparece como primera idea la de un espacio creado artificialmente por el hombre o tomado por él como espacio de protección frente a posibles peligros. Un refugio toma su nombre específicamente de la idea de refugiar a un individuo o un animal de amenazas que pueden poner el peligro su supervivencia. Como tal, el refugio se convierte en una especie de vivienda que puede ser temporal o que puede volverse permanente de acuerdo a las necesidades y posibilidades específicas de cada situación.
Durante el siglo XX, diversos arquitectos han construido los propios o como encargos particulares, ya no como refugios indispensables para la supervivencia sino como ámbitos de retiro o descanso, como modo de establecer una relación con la naturaleza.
Profundizando en este uso, encontramos que estos han sido campos fértiles de reflexiones puramente disciplinares, donde la simpleza programática da lugar a profundizar cuestiones propias de la arquitectura.
De esto podemos encontrar varios ejemplos realizados por grandes arquitectos y en cada uno encontraremos intereses particulares que cada autor desarrollo.
En un orden cronológico podemos empezar con Ralph Erskine, quien en 1941 construye The Box en Suecia. En este caso, también sirvió como residencia permanente durante cinco años para él y su familia en crecimiento.
Esta obra fue construida sobre una pequeña colina y es un ejemplo de adaptación frente a las condicionantes climáticas altamente determinantes del sitio, sin ser ese motivo un freno para la búsqueda de resoluciones tanto constructivas como estéticas; basta con ver la fachada sur que es usada como acopio de leña, lo que da un resultado altamente estético. La fachada norte es completamente diferente, goza de un gran ventanal que permite la entrada del sol, así como una fuerte relación entre el interior y el exterior. En el interior encontramos una cantidad de soluciones de carácter funcional y relacionadas al equipamiento, tales como la cama principal que durante el día cuelga y funciona como cielorraso sobre el sector de estar y de noche mediante un simple sistema de roldanas baja y se apoya sobre el piso. El lugar dejado en el aire por la cama es usado como soporte para colgar la cuna de su hija. También encontramos que el sitio del fuego, recurso fundamental para la supervivencia frente al frío, se materializa por medio de una chimenea convectora que articula el sector de cocinar con el de estar y abastece ambos.
Cabe decir que su exposición en el CIAM tuvo una excelente recepción y fue fundacional para el desarrollo de múltiples proyectos.
Una década más tarde, en 1952, Le Corbusier construye en Cap Martín su refugio de vacaciones, Le cabanon. Este se plantea como un anexo al bar de su amigo Rebutato y a un complejo de dormitorios para veraneantes.
Nos encontramos con una cabaña de madera construida en su exterior por tablas hechas de troncos casi sin procesar y en su estado natural, una cubierta de chapa a una pendiente y unas pequeñas aberturas de diversas proporciones. Su interior está realizado en laminado de madera, tanto en vertical como en el cielorraso, tomando este diferentes alturas y configurando una especialidad impensada cuando se aprecia esta cabaña desde el exterior. En el encontramos un profundo trabajo sobre el equipamiento, su función y sus medidas. Lo mismo pasa cuando vemos la posición y proporción de las aberturas y e trazado regulador de la planta.
En 1963, Norman Foster construye una de sus primeras obras, un refugio y mirador dentro de un bosque y a la orilla de un lago. Tanto en su croquis inicial como en la obra terminada vemos la problemática por él abordada en su vasta obra. Este proyecto de dimensiones mínimas, casi un cockpit de avión, muestra claramente dos instancias: una estereotómica, de hormigón y adaptada al terreno y una tectónica de vidrio que resuelve cubierta, iluminación, vistas y ventilación.
El refugio en el desierto de Níger de Lacaton et Vassal (1984),el estudio en San Pablo de Lina Bo Bardi (1986), el puesto para guardabosques en Suiza realizado por Richter et Dahl Rocha (1993) o la casa en la barranca del río Paraná de Rafael Iglesia (1999) son otros ejemplos de indudable valor, donde los arquitectos profundizaron en el estudio de temas puramente disciplinares tales como la sustentabilidad, el proceso constructivo, la estructura portante y sus posibilidades de determinar el espacio. Como proyectistas, bien vale volver a estudiarlos.
SC
El autor es arquitecto y ejerce la docencia de grado y postgrado. Ha desarrollado arquitectura residencial y comercial. A
ctualmente integra el colectivo hbt 1510.
Ver el ¨Programa del Seminario Refugios Mínimos.
Sobre la obra de Le Corbusier, ver también en café de las ciudades:
Número 46 | Arquitectura de las ciudades
Le Corbusier: los viajes al Nuevo Mundo | Cuerpo, naturaleza y abstracción. | Roberto Segre
Número 57 | Arquitectura de las ciudades
El autor y el intérprete | Le Corbusier y Amancio Willliams en la Casa Curutchet | Daniel Merro Johnston
Número 77 | Arquitectura y Planes de las ciudades
Los muchachos corbusianos | La red austral: Le Corbusier y sus discípulos en Argentina, según Liernur y Pschepiurca | Marcelo Corti