El jueves pasado presentamos en el Centro Cultural de la Cooperación La cuestión urbana interrogada, nuevo libro de la editorial café de las ciudades. Florencia Rodríguez, María Carla Rodríguez, Javier Fernandez Castro y yo mismo coincidimos en valorizar el esfuerzo colectivo puesto en la redacción y edición del libro; esfuerzo colectivo que es también y por supuesto el que construye las ciudades, con todas las ilusiones, conflictos, marchas y contramarchas de esa construcción.
Algo de eso aparece también en el mensaje del secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon: “Este año, el Día Mundial del Hábitat cae en el mes en que, según las predicciones demográficas, nuestro planeta ha de alcanzar los siete mil millones de habitantes. El futuro que heredarán las nuevas generaciones dependerá en gran medida de cómo manejemos las presiones contrapuestas del crecimiento demográfico cada vez mayor, la urbanización y el cambio climático. Los expertos prevén que para el año 2050 la población mundial habrá aumentado un 50% desde 1999. Para entonces, dicen además los científicos que las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero deben disminuir un 50% respecto a los niveles registrados a principios del milenio. (…) Las iniciativas locales son fundamentales para conseguir nuestro objetivo, pero han de ir acompañadas de iniciativas internacionales. Los países desarrollados, junto con los países en desarrollo, se han comprometido a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero mediante un acuerdo internacional oficial de cuya aplicación rendirán cuentas”.
El mensaje de Ban Ki-moon omite, sin embargo, referirse a las cuestiones de desarrollo económico y social que también amenazan la sostenibilidad de las ciudades (la palabra “pobreza” no aparece en el texto…). El acceso al suelo, a la movilidad, a las infraestructuras esenciales e incluso a la belleza, son derechos que también exigen la atención de los responsables a nivel local y global. Como señala Jordi Borja en este número de café de las ciudades, “Las ciudades viven unos procesos contradictorios, con fuertes elementos negativos para los ciudadanos que cuestionan la misma existencia de las ciudades según modelos de los siglos XIX y XX. Pero también hay reacciones resistenciales y aparecen dinámicas de signo contrario. El futuro no está escrito en ninguna parte”. Por eso, “exponemos dos lecturas distintas sobre la ciudad del mañana: una lectura crepuscular y una lectura sobre una nueva aurora urbana”.
MC (el que atiende)