Nuestra obra de la calle Estados Unidos 548 ha recibido en el mes de septiembre una mención en el concurso Premio SCA – CICOP 2018 a la mejor intervención en obras que involucren el Patrimonio Urbano, dentro de la categoría Recuperación y puesta en valor – Obras de más de 1.000 m2.
El destino de los cascos históricos urbanos, en particular el de Buenos Aires, ha sufrido diferentes devenires históricos; desde el desplazamiento de las clases acomodadas desde el sur de la ciudad hacia el norte, consolidando la nueva iconografía de la alta burguesía nacional a finales del SXIX, a las diferentes visiones urbanísticas, expuestas por los arquitectos que adherían a los postulados del movimiento moderno, hasta la de los conservacionistas más ortodoxos.
A mediados del siglo pasado, la postura del los arquitectos racionalistas llegó a producir un plan encabezado por Antonio Bonet en el que trabajaron también jóvenes arquitectos que años después tendrían una gran influencia en la arquitectura argentina. En dicho plan se planteaba la total renovación del caso histórico, reemplazándolo por una conformación urbana basada en supermanzanas y torres.
Esta postura de desprecio por la historia y la identidad se ve impulsada por la aprobación del Código de Planeamiento Urbano de 1977, que fomenta la renovación de la ciudad en base al englobamiento de parcelas y a la construcción de edificios de perímetro libre.
Con la llegada de la democracia en 1983 se empiezan a poner en crisis estas visiones y el patrimonio histórico construido comienza a ser protegido, llegando a conformarse con el correr de los años 53 Áreas de Protección Históricas (APH). Comienzan también programas de recuperación del casco histórico, donde se destaca el accionar de Silvia Fajre desde su rol en la función pública y del fallecido Osvaldo Giesso desde la actividad privada.
Con el aumento de turismo, que se da fundamentalmente a partir de 2000, el barrio de San Telmo -otrora lugar “picante” con un sinnúmero de casas tomadas e inquilinatos, bares under, casas de antigüedades, su mítica feria y mercado- va tornándose hospedaje obligatorio del turismo joven internacional y poblándose de hostels, albergues y de departamentos amoblados para alquiler temporario. Esta transformación de “casona tomada” a “hotel boutique” produce una fuerte gentrificación que empieza a cambiar el perfil socioeconómico del sector, desplazando a las clases medias y medias bajas.
En el 2006 nos llega la oportunidad de intervenir en una vivienda multifamiliar de 14 unidades en un lote de dimensiones generosas (15 x 60 m), organizadas a partir de un pasillo de 1,7 m con departamentos con un pequeño patio de acceso y dos habitaciones a cada lado, en un estado de absoluto abandono y altísimo deterioro.
Si bien era un emprendimiento que involucraba a varios inversores y debía resultar redituable en términos económicos, manifestamos nuestra postura: hay que “residencializar” el centro de la ciudad de manera de alcanzar un uso intensivo de la infraestructura y de la extensión del horario del uso de la calle. En nuestra visión los cascos históricos debían contener a población de sectores medios y en lo posible albergar gente joven que pueda aprovechar la cercanía a los centros de empleo y desarrollar su vida familiar allí mismo.
Los inversores, entre los que formábamos parte, aceptan el destino de vivienda para el emprendimiento.
Otro de los elementos que sustentaba nuestra postura es que el barrio cuenta con una interesante oferta educativa y cultural y con espacios verdes públicos recreativos a no más de siete cuadras, presentando una interesante cantidad de servicios urbanos para niños y adolescentes.
El planteo fue el de conservar la matriz originaria del edificio, aunque al no tener ningún tipo de protección hubiésemos podido demolerlo íntegramente; con esta actitud pretendimos hacer un aporte a conservar la tipología de los PHs, tan deseada por mucha gente y a la vez, negada por los Códigos de Planeamiento con su línea de frente interno, imposición de la que sólo son excluidos pequeños sectores de la ciudad que tienen la suerte de poder contener a esta tipología tan identitaria de Buenos Aires.
La fachada de estilo art decó, tal vez lo menos atractivo del edificio, se mantuvo intacta. Todas las carpinterías de madera originales fueron restauradas y reutilizadas. Todas las instalaciones, revoques y revestimientos fueron renovados.
Las unidades se conformaban por un pequeño patio descubierto de acceso a cada unidad, al que daban cuatro puertas, dos volúmenes bajos a cada lado (baño y cocina) y dos locales de frente de 4 x 4 m c/u. Estos dos locales se integraron y a los pequeños se les dio acceso desde adentro. Se generó un desnivel que permitió la construcción de un entrepiso de 4 x 4 m que funciona como dormitorio.
A cada unidad se le generó una azotea accesible de 8 x 4 m, aprovechando que las cubiertas eran de hormigón armado. A las paredes laterales del pasillo principal del complejo se le bajó la altura, manteniendo la privacidad de las unidades pero mejorando las proporciones y luminosidad.
Al llegar a la zona de las últimas 4 unidades decidimos realizar un cambio tipológico: unimos todos los patios y el pasillo, demoliendo los pequeños volúmenes de las cocinas y los baños, generando un gran patio central a modo de claustro, articulando así un remate a la “procesión” que implica el recorrido de cincuenta metros de pasillo. Esta operación nos permitió la construcción de cuatro nuevas unidades en un primer piso, que se corona con una terraza accesible común que permite una vista privilegiada a la cubierta del mercado y al campanario de la iglesia.
El complejo ha terminado de consolidar su riqueza ambiental con el desarrollo de una vegetación de diversas especies que potencia la belleza de los espacios, regula eficientemente la temperatura y atrae a una gran diversidad de pájaros.
Lo que era un inmueble abandonado y destruido se ha convertido en un complejo de 20 viviendas que albergan a múltiples perfiles de habitantes, pleno de luz, con identidad local y constituye además un microclima que sorprende a quienes lo visitan apenas atraviesan la puerta de acceso.
RM y AB
Tipología PH (por “Propiedad Horizontal”): es el nombre con el que se conoce a un tipo constructivo muy característico de Buenos Aires en las primeras décadas del siglo 20. El tipo se desarrolla en lotes estrechos y profundos, característicos del catastro porteño, y se organiza alrededor de un pasillo sobre el cual se disponen pequeñas unidades de vivienda, habitualmente con un patio de acceso. En general comenzaron siendo unidades para alquilar, que luego se subdividieron al sancionarse la Ley de Propiedad Horizontal (de ahí su nombre). También se los menciona como “departamentos tipo casa”.
Sobre los temas tratados en esta nota, ver también en café de las ciudades:
Número 22 I Arquitectura de las ciudades
¿Qué es lo que hace a las casas recicladas tan cool, tan atractivas? I Ruptura y continuidad en los barrios de Buenos Aires. Por Marcelo Corti
Número 47 I Planes de las ciudades
Cómo cambiar de una vez por todas el ya agotado (y además confuso) Código de Planeamiento Urbano de Buenos Aires I Apuntes para una normativa urbana (III) I Por Mario L. Tercco