En la edición del pasado invierno boreal de Perspective, revista editada por la Frank Lloyd Foundation, la curadora Jennifer Gray publica una interesante relectura de Broadacre City, el proyecto wrightiano de célula organizativa territorial para Estados Unidos. Este modelo de asentamiento que hoy llamaríamos “rururbano” es el contrapunto exacto de la otra propuesta de tipología urbana de origen arquitectónico en el siglo XX, la Ville Radieuse de Le Corbusier. Gray, de todos modos, omite referirse a esta “interna” de grandes maestros y se concentra en las interpretaciones contemporáneas de Broadacre City. La nota presenta y analiza algunas respuestas que en su momento el proyecto de Wright proponía a preguntas que nuestra época vuelve a enfrentar: “¿cómo podemos abordar la brecha cada vez mayor entre ricos y pobres? ¿Cómo podemos reformar al gobierno para cumplir mejor con nuestros objetivos colectivos? ¿Cómo podemos superar nuestras diferencias para crear comunidades justas e inclusivas?”.
El proyecto de Broadacre City fue presentado por Wright en abril de 1935 en pleno corazón de la Babilonia neoyorquina, el Rockefeller Center (contradicción o provocación, el lugar elegido es en todo caso otro episodio más de la zigzagueante relación entre el arquitecto y la ciudad). Para Gray, “Wright nunca tuvo la intención de construir Broadacre City sino que lo utilizó como un vehículo para abordar problemas sociales, económicos y ambientales urgentes, muchos de los cuales tienen relevancia contemporánea”.
La propuesta de Wright apuesta decididamente por la vivienda individual en entornos de baja densidad: apenas 1,4 familias por hectárea, cada una con su correspondiente automóvil (principal, si no único medio de transporte del sistema). La unidad residencial y productiva es la granja de un acre de superficie (4.046 m2). La agrupación de granjas estaba provista de servicios de escala local que preanuncian a Schumacher; en palabras del propio Wright, "…pequeñas fábricas, pequeñas escuelas y una pequeña universidad". Oficinas, parques y espacios recreativos, lugares de culto, una sede del gobierno y otros equipamientos completaban la “pequeña comunidad”, conectada a una red más amplia de escala nacional por carreteras y por los sistemas de telecomunicación entonces disponibles, la radio y el teléfono. Algún pequeño rascacielos aislado (¿oficinas, profesionales urbanos, personas ancianas?) marca un rasgo vertical en el paisaje
El modelo solo comparte ese patrón de baja densidad y dependencia del automóvil con el del “urban sprawl” que efectivamente se implementó a partir de la postguerra. En cambio, la mixtura de residencia y trabajo agrícola y la cercanía de los servicios y atributos de urbanidad marcan una fuerte diferencia con el modelo del suburbio extendido. Pero las mayores diferencias aparecen cuando se consideran las ideas políticas, sociales y económicas que sustentan la propuesta.
Wright reclama en su presentación “una nueva libertad para vivir en América”. Según Gray, el paladín de la arquitectura orgánica contextualiza a Broadacre dentro de un discurso más amplio que alerta sobre los problemas sociales, económicos y ambientales creados en el capitalismo de laissez-faire de principios del siglo XX. Las referencias se anclan en toda una tradición del pensamiento alternativo estadounidense, que incluyen a Henry George y su teoría sobre la renta del suelo (hoy referencia del Lincoln Institute of Land Policy), la utopía de Edward Bellamy en que la coordinación social resuelve los males y la alienación de la sociedad industrial, el reformismo monetario de Silvio Gesell y el proto-anticonsumismo de Thorstein Veblen, además de las habituales apelaciones a Emerson, Goethe, Lao Tsé, Whitman y Thoreau.
Con esta estructura ideológica, la base organizativa de Broadacre es la propiedad individual de la tierra por sus residentes, sin “landlords” y sin margen para la especulación, ya que cada familia está obligada a usar o mejorar su lote. Esta seguridad individual sobre la propiedad “resolvería los problemas del desempleo y la explotación laboral porque la subsistencia era segura y, por lo tanto, los trabajadores estaban facultados para rechazar el trabajo desagradable”. El crédito, por otra parte, sería socializado y controlado por el Estado para proveer las obras públicas y todos los servicios sociales. “Un "dividendo nacional" reemplazaría los programas de ayuda y la seguridad social” y “el dinero se convertirá en un medio de intercambio, de distribución, y no en una mercancía en manos de empresas privadas para alquilar” (resuena en esta indignación sin sistema algún eco de las diatribas de Ezra Pound contra “la usura”). La radicalidad de la propuesta alcanzaba el sistema político, basado en un gobierno local de proximidad, asambleario y con un fuerte rol del “arquitecto local” en la distribución de la tierra.
A pesar de su adhesión personal al presidente Roosevelt, Wright desconfiaba de las propuestas del Estado de Bienestar y consideraba a sus programas sociales y económicos como meros parches para mejorar los problemas de un sistema que quedaba estructuralmente intacto: “Una nueva forma, no una reforma, es nuestra necesidad fundamental en Estados Unidos”.
Gray sostiene que aun cuando la lógica del capitalismo tardío difiere de aquella que entró en crisis en los ´30, hoy nos enfrentamos a preguntas similares. “Sean cuales sean sus defectos, Broadacre es notable como un experimento mental. Wright intentó lidiar con las preguntas más difíciles e intratables de su tiempo, preguntas que persisten hoy. Podemos estar en desacuerdo con sus respuestas, pero creo que son las preguntas, no las soluciones, las que hacen que Broadacre City mantenga su relevancia para nuestro propio tiempo”. Coincidimos; aun con toda su mezcla de ingenuidad ideológica y soberbia personal de un gran maestro de la arquitectura del siglo XX, Broadacre City plantea temas que hoy resultan imprescindibles: el suelo como bien de uso no sujeto a especulación, la seguridad sobre la producción de alimentos, la libertad en la elección de las formas de habitar, la conformación de gobiernos locales democráticos.
MC
Reading Broadacre, de Jennifer Gray, fue publicado por la revista Perspective el 1° de octubre de 2018.
Sobre dispersión urbana, propiedad del suelo y otras formas de “rururbanidad”, ver también en café de las ciudades:
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