La pérdida sucesiva de la relación entre lo urbano y lo rural
En los últimos años, debido a los procesos de expansión registrados en las localidades que rodean a la ciudad de Rosario y al uso de prácticas productivas inapropiadas, se ha perdido la tradicional y sana convivencia y complementariedad entre el campo y la ciudad. El campo ha dejado de proveer a las localidades de gran parte de los alimentos que usualmente consumía la población urbana rompiendo esa estrecha y fructífera relación y ocasionando importantes distorsiones, como lo es el traslado de productos desde otras regiones del país complejizando la logística de distribución y aumentando innecesariamente su costo.
Esta situación desventajosa no tiene demasiada explicación, en tanto el Área Metropolitana de Rosario (AMR) se sigue caracterizando por una alta presencia de ruralidad dentro de los límites distritales de las comunas y municipios que la integran. Sólo el 17,78% del suelo del AMR es “Suelo Urbanizado”, en cambio el 77, 95% de suelo es “Suelo No Urbanizado”. En esta última categoría cabe hacer una distinción entre el “Suelo Rural” propiamente dicho y aquel suelo que mantiene esencialmente su caracterización de ruralidad pero, por su proximidad a los centros urbanos, requiere una consideración y uso particular. Por este motivo se lo ha identificado conceptualmente como “Suelo Periurbano” (SP). En las localidades del AMR pertenecientes al Cuadrante Oeste (Ibarlucea, Funes, Roldán, Pérez, Soldini, Zavalla, Piñero, Alvarez, Acebal y Coronel Dominguez) y al Corredor Sur (Villa Gobernador Gálvez, Alvear, Pueblo Esther, General Lago, Arroyo Seco, Fighiera, Pavón, Empalme Villa Costitución y Villa Constitución) persiste una fuerte condición de ruralidad, a diferencia de Rosario y los centros urbanos del Corredor Norte Metropolitano (Granadero Baigorria, Capitán Bermúdez, Fray Luis Beltrán, San Lorenzo, Puerto San Martín. No así Timbúes, Pueblo Andino y Ricardone, que se distinguen de las características del corredor) que, por una acentuada conurbación, cuentan con una superficie limitada de suelo en esas condiciones. No obstante lo cual, hasta en estas situaciones, ese escaso suelo que linda con estos últimos centros, justamente por su proximidad a los entornos urbanos, adquiere características diferentes al suelo rural propiamente dicho. Su cercanía a áreas residenciales compromete su disposición, limitando los usos y las prácticas productivas que en él se pueden admitir, por lo cual, casi siempre, lo que pertenece a la categoría de “Suelo No Urbanizado” debiera ser considerado como “Suelo Periurbano”.
Esa franja de transición entre lo urbano y lo rural, que hemos denominado “Suelo Periurbano”, se presenta hoy como un territorio de características dinámicas en donde convergen diferentes actores con intereses, visiones e ideas divergentes, los cuales revelan singularidades en sus formas de relación, disputa y negociación de ese espacio. Ese suelo es hoy sin duda un espacio de fuerte tensión.
La presión por cruzar los límites
La presión constante por la recalificación de suelo rural y su reconversión a suelo habilitado normativamente para el uso residencial y/o industrial se ha transformado, en muchos casos, en un mecanismo meramente especulativo que apunta a su valorización inmobiliaria, obtenida como resultado del acto administrativo de aprobación municipal. La simple subdivisión del suelo y su posterior comercialización no es condición suficiente para ofrecer suelo apto para la radicación de viviendas y/o industrias. La producción efectiva de suelo para desplegar la actividad residencial/productiva requiere de una acción previa de urbanización: apertura de calles, construcción de espacios públicos, equipamientos comunitarios, e infraestructuras y servicios indispensables para el desarrollo de esa actividad. El incumplimiento de este paso previo a la instalación de áreas residenciales y/o establecimientos industriales, sobre todo en las localidades más pequeñas, ha ocasionado muchos inconvenientes con una afectación de suelo poco sostenible (caro, con deficiencias y en gran parte inutilizado).
La extensión desmedida de los límites urbanos produce importantes distorsiones en el funcionamiento de las ciudades y la recalificación de suelo, que en muchos casos no llega a alcanzar los estándares adecuados de consolidación y densificación, aumenta su valor. Esa valorización excesiva y la expectativa latente de urbanización expulsa a aquellas actividades más débiles que no pueden pagar por él (huertas, quintas, por ejemplo) o al mismo uso industrial o residencial para el que fue creado por el alto costo inicial adquirido con su nuevo status normativo. En muchas localidades es frecuente visualizar importantes sectores calificados normativamente como “Distritos Industriales” que llevan años esperando la instalación real de actividades productivas porque su costo y las falencias de infraestructuras inhiben la localización de empresas. También es fácil constatar la expulsión de las antiguas plantaciones frutihortícolas y aquellas destinadas a la floricultura, las cuales han sido desplazadas progresivamente por esos nuevos procesos de apropiación del territorio y por su utilización para el cultivo de soja (desarrollado como actividad económica más fuerte), privando a las localidades de una base alimentaria de proximidad y sustento local y destruyendo muchas fuentes de trabajo. Esta producción en muchos casos ha avanzado ocupando terrenos bajos inundables que en otros tiempos se destinaban (por esa condición) a la ganadería, asumiendo que en momentos de crecida el ganado se podía retirar liberando el suelo para su libre escurrimiento, hecho que no sucede con las plantaciones de soja que con su uso desmedido deterioran e impermeabilizan extensas superficies.
Estos importantes cambios, asociados al uso indiscriminado del suelo y a la aplicación de agroquímicos en torno a las áreas residenciales, suman día a día múltiples problemas con una fuerte resistencia de las poblaciones más afectadas. El avance de procesos de urbanización en zonas anegables, el uso abusivo y sin rotación de plantaciones de soja y la deforestación de amplias superficies han provocado un cambio rotundo en su comportamiento hídrico ocasionando profundas alteraciones climáticas y motivando eventos naturales extraordinarios que afectan seriamente la calidad de vida en los centros urbanos.
La falta de proyecto y programación del Suelo Periurbano ha provocado esas consecuencias negativas. Con su descuido se ha dejado en manos del mercado el impulso de iniciativas que, en la mayoría de los casos, responden a intereses meramente especulativos y denotan la ausencia del Estado en la definición de políticas adecuadas de uso de un recurso caro, muy demandado, y cada vez más escaso como lo es el recurso suelo.
La necesidad e importancia de aplicar un enfoque diferente
Revertir esta situación implica adoptar un enfoque netamente diferente, apuntando a un cambio de paradigma en la forma de establecer la relación entre los centros urbanos y el suelo contiguo que los rodea.
La perimetración y definición de la categoría “Suelo Periurbano” permite introducir un concepto nuevo, distinto al aplicado en la categoría de “Suelo Suburbano”, usualmente utilizada en términos catastrales con la intención de aplicar cobros de tasas e impuestos. La delimitación del “Suelo Periurbano” responde, en cambio, a una necesidad y propósito urbanístico de delimitación del territorio para aplicar políticas efectivas de contención de la urbanización y desarrollo de programas específicos de carácter ambiental, social y productivo.
Su reconocimiento no es producto de una simple demarcación y clasificación sino que forma parte de la compleja tarea de planificar las comunas y ciudades, definiendo las políticas de urbanización y usos del suelo en el marco de la elaboración de sus planes de ordenamiento urbano. La tarea implica un ajustado trabajo de perimetración que surge como resultado de la definición de políticas que establezcan un equilibrio entre procesos de expansión y contención del crecimiento urbano y desarrollo rural sostenible.
A través de la implementación del “Programa 26 estrategias Locales, un Plan Metropolitano”, el Ente de Coordinación Metropolitana de Rosario (ECOMR) abordó el trabajo de delimitación del “Suelo Periurbano” en cada una de las localidades involucradas, incorporando esta nueva categoría en sus respectivos Planes Urbanos Locales (PUL). El Programa se desarrolló con financiamiento del gobierno provincial, a través del Ministerio de Economía (Programa Municipal de Inversiones, PROMUDI), y el Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda de la Nación, a través de su Unidad Ejecutora Central (UEC), en el marco del Programa de Desarrollo de Áreas Metropolitanas del Interior (DAMI), con un préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Contó, a su vez, con la colaboración técnica del CONICET, INTA, Universidad Nacional de Rosario, y Colegio de Arquitectos de la Provincia de Santa Fe. El “Suelo Periurbano” demarcado en los Planes Urbanos de las localidades ECOMR suma, aproximadamente, una superficie de 18.419 hectáreas, correspondiendo al Corredor Norte Metropolitano 2.116 ha, al Cuadrante Oeste Metropolitano, 8.658 ha y al Corredor Sur Metropolitano, 7.645 ha (no están incluidos en estos valores los datos de Rosario y Funes, donde no se desarrollaron los PUL, ver Planes urbanos Locales de las comunas y municipios ECOM).
Esta tarea implicó el desarrollo de tres acciones en forma simultánea: 1) su delimitación y clasificación para la correcta apreciación de su capacidad de establecer una mediación entre los usos urbanos y rurales, fomentando el control de los procesos de crecimiento urbano y ofreciendo a la ciudadanía el disfrute de los espacios verdes y cursos de agua que caracterizan a la región; 2) la asociación con el INTA para revisar el modelo de explotación agropecuaria vigente y adaptarlo a un enfoque más sustentable; y 3) la vinculación con el profesionales del Ministerio de Medio Ambiente de la Provincia de Santa Fe para el desarrollo de modelos hidrológicos que permitan encauzar de forma inteligente los procesos de desarrollo urbano y preservar en su mayor extensión los espacios de suelo rural y periurbano.
Como resultado de un importante trabajo interdisciplinario se logró la demarcación del SP en cada una de las localidades y la creación de un Manual de Buenas Prácticas Agropecuarias para el AMR; se incorporaron las definiciones y especificaciones de Suelo Periurbano y Rural, así como los modelos hidrológicos elaborados e incorporados a cada uno de los PUL.
Hoy es posible hablar de esta categoría de suelo en el AMR en función del avance logrado en la las comunas y municipios que integran el ECOMR (ver Ente de Coordinación Metropolitana de Rosario. La construcción y consolidación de un Plan Metropolitano. Akian Gráfica Editora S.A. Rosario, julio de 2019). En cada uno de los PUL quedó definido y clasificado el Suelo Periurbano como un tipo de suelo con características propias, que se delimita a partir de parámetros cualitativos y no cuantitativos. Se trazaron sus límites a partir del análisis del entorno cercano a las áreas urbanizadas, identificando la presencia de elementos paisajísticos de valor patrimonial y las afectaciones referidas a la dinámica hídrica. Esa demarcación ha contemplado todos los elementos involucrados en el mismo como así también su naturaleza cambiante; en su definición ha incidido fundamentalmente la precisión de las políticas de urbanización recomendadas en cada caso.
Cabe destacar que la preocupación por desarrollar prácticas productivas sostenibles ha sido instalada por el gobierno provincial en el año 2017, al implementar desde la órbita del Ministerio de la Producción de Santa Fe el “Programa Provincial de Producción Sustentable de Alimentos Periurbanos”, con el objetivo de generar alternativas a las producciones convencionales, fomentar cadenas cortas de comercialización y procesos productivos sustentables, posibilitando a la población acceder a alimentos saludables y seguros producidos por pequeños y medianos productores del ámbito local, instalados fundamentalmente en los llamados suelos periurbanos. Hoy participan de dicho Programa más de 90 agricultores, hay más de 20 gobiernos locales adheridos mediante convenio con el Ministerio de la Producción y se han celebrado convenios con distintas instituciones para su implementación. Rosario, particularmente, ha sido pionera en este tema desarrollando una experiencia ejemplar, reconocida a nivel internacional. La agricultura urbana se instaló en Rosario como política pública municipal en el año 2002, con el objetivo de promover un proceso de construcción de desarrollo endógeno, a partir de estrategias participativas y solidarias de producción, transformación, comercialización y consumo de alimentos sanos.
Los motivos e intenciones que inducen a un cambio de enfoque
La propuesta que se ha desarrollado, como fue planteado en el presente texto, tiene una fuerte connotación de sostenibilidad ambiental y de protección y construcción del paisaje natural que rodea a los núcleos urbanos de la región, al reconocer y valorar el espacio territorial intermedio donde coexisten tanto actividades productivas como recreativas y residenciales de menor porte asociadas a los otros usos. También, se reconocen en él sitios y elementos de alto valor patrimonial que conforman el paisaje histórico-cultural de cada comunidad (humedales, antiguas plantaciones frutales, cascos de estancias y frondosas y extensas masas arbóreas).
La importancia de su reconocimiento se asienta justamente en su capacidad de generar un territorio de transición protegiendo el paisaje natural y productivo que rodea los centros urbanos evitando su depredación, reconociendo condiciones hídricas particulares, conteniendo los procesos expansivos y filtrando el uso de agroquímicos utilizados en la producción extensiva a través del impulso de buenas prácticas. Se reconocen cuatro situaciones diferentes que cumplen distintas funciones de acuerdo a su ubicación y condiciones pre-existentes. Este reconocimiento contempla no sólo las características del Suelo Periurbano, sino también los sistemas productivos permitidos en cada uno y aquellas actividades extras que se podrían realizar en cada caso. En el AMR se establecen cuatro categorías: a) Periurbano de Proximidad, b) Periurbano Productivo / Patrimonial, c) Periurbano Hídrico / Ambiental, y d) Periurbano de Completamiento.
Su revalorización ayuda, además, a recuperar el hinterland productivo de cada localidad reforzando su capacidad de abastecer las demandas de consumo de alimentos, tanto a nivel local como regional, rescatando las fuentes de trabajo que la actividad genera. Se asienta en la importancia de proteger y fomentar el crecimiento de la producción agroecológica, tanto por motivos culturales, sociales y paisajísticos como por motivos económicos.
Existe una tendencia mundial que muestra un crecimiento en la valoración de productos sanos para su consumo y amables con el medio ambiente. Para esto es necesario desarrollar incentivos que fomenten la producción agroecológica, su comercialización y consumo por parte de las localidades del AMR. También es fundamental incorporar programas de capacitación, certificación y comercialización. Se pretende conseguir productos locales que sean resultado de una producción devenida de buenas prácticas agrícolas y que reduzcan a su vez los kilómetros a recorrer antes de llegar al consumidor final. Para ello, se hace necesario incorporar nuevos actores a estos procesos y promover un cambio de escala en la actividad con mejoras en la producción, distribución y comercialización de los productos, en busca de un sistema más sostenible.
Este nuevo enfoque propuesto está asentado, entonces, en el cumplimiento de los siguientes objetivos generales y específicos:
I.SOSTENIBILIDAD AMBIENTAL. Favorecer la diversidad del territorio y mantener la referencia de su matriz biofísica. La diversidad es un valor del territorio y la búsqueda de un equilibrio no puede entenderse como un intento de homogeneización.
- Proteger los espacios naturales, agrarios y no urbanizables en general, como componentes de la ordenación del territorio. Aquellas áreas que en el planeamiento urbanístico de base municipal son a menudo periféricas o residuales pasan a ser elementos fundamentales y estructurantes en la ordenación del territorio.
- Preservar las cuencas de los ríos y arroyos libres de urbanización. Los suelos próximos a los cursos de agua deben ser preservados libres de ocupación para alojar el agua de lluvia excedente por ciertos períodos de tiempo, evitando la saturación de los cursos de agua.
- Moderar el consumo de suelo. El suelo con aptitud para la implantación urbana es un recurso escaso, cuyo despilfarro, a menudo evidente, debe evitarse de cualquier manera. Una utilización más eficiente de las áreas ya urbanizadas es un objetivo a mantener en todo momento. Las áreas de expansión deben estar condicionadas, preferentemente, a la consolidación de la planta urbana existente.
Preservar y promover la recomposición de los corredores de biodiversidad. Los grandes sistemas de biodiversidad de nuestro territorio deben mantenerse vinculados para actuar como corredores preservando esa condición. Esto requiere que se promueva y se preserve la vinculación natural entre el territorio rural y la ribera del río Paraná, para evitar la insularización de los sistemas naturales (Rueda, Salvador. El libre verde del ambiente urbano. (p. 26-28) Ministerio de Medio Ambiente de España y BCNecologia, 2007).
II. CONSTRUCCIÓN DEL PAISAJE NATURAL. Preservar el paisaje como un valor social y un activo económico del territorio. El paisaje es la imagen que nos transmite el territorio, a través de la cual podemos identificar nuestra pertenencia y arraigo a un lugar.
- Incrementar las superficies verdes. La preservación del Suelo Periurbano puede contribuir a incrementar la superficie de espacio verde utilizable por habitante, al ser destinado a la construcción de espacios de prevención de la salud, promoción de la recreación y el deporte en el entorno de los centros urbanos.
- Valorar y rescatar la forestación existente. La incorporación de árboles ayuda a generar condiciones paisajísticas especiales y con su capacidad de absorción ayuda a disminuir el impacto de inundaciones. La creación de barreras forestales contribuye a que cambie la dirección y disminuya la velocidad de los vientos, evitando que los agroquímicos usados en área rurales afecten a las áreas urbanas; también constituye un recurso económico interesante para reforzar la producción sostenible en el área.
- Promover iniciativas vinculadas al fomento del deporte, la recreación y prevención de la salud. Un propósito referido a la diversificación de actividades es la incorporación de usos difíciles de desarrollar en los núcleos urbanos por las grandes superficies que demandan para su implementación: centros deportivos y recreativos, casas de descanso, hosterías de uso turístico, entre otros.
- Incorporar infraestructuras acordes a las características de ruralidad. La incorporación de mejoras de accesibilidad (con la construcción de caminos y senderos rurales) y la provisión de servicios básicos (sistemas de almacenamiento de agua de consumo y riego, incorporación de energía fotovoltaica o eólica, resolución de drenajes), además de la inclusión de mecanismos necesarios para garantizar la limpieza y mantenimiento de los cursos de agua para su mejor escurrimiento.
- Resolver las problemáticas de vivienda vinculada a la ruralidad. En estrecha relación con el punto anterior se evidencia la necesidad de encontrar soluciones dignas de hábitat para las familias vinculadas a la actividad productiva que residen en los bordes urbanos.
III. PRODUCCIÓN DE ALIMENTOS SALUDABLES. Garantizar la disponibilidad de suelo para destinarlo a la producción de alimentos sanos. La preservación de suelo en el entorno de los núcleos urbanos del AMR permitiría crear una “Red Metropolitana de Comunas y Municipios para la Promoción y el Desarrollo de la Agricultura Urbana”.
- Promover la soberanía alimentaria. Garantizar el acceso a alimentos saludables significa proteger la salud de la población dándole la posibilidad de disponer en proximidad y a un valor razonable alimentos sanos. También permite aumentar la escala de producción asociando a las distintas localidades que puedan estar integradas a una misma red.
- Generar empleo. Desarrollar prácticas de este tipo implica revalorizar la figura de los productores agrícolas, huerteros y huerteras, dándoles una oportunidad de crecimiento e inclusión laboral y social.
- Desarrollar una cadena de comercialización. Un gran desafío en la creación del programa lo constituye la posibilidad de incorporar en una misma red a los propietarios de suelos, productores e inversores, junto a una cadena que aglutine a los rubros gastronómicos (bares y restaurantes de las distintas localidades).
IV. INCENTIVO A LA ASOCIACIÓN Y COOPERACIÓN. Fomentar la participación e involucramiento de distintos actores. Está comprobado desde hace tiempo los beneficios de los esquemas asociativos y sus ventajas por sobre las acciones individuales. Más aún cuando existe una cooperación entre el sector público y privado.
- Promover la unificación de parcelas. La definición de “Parques Agrarios” facilita la gestión del programa, al ser implementado por unidades territoriales planificadas, concertadas y desarrolladas progresivamente en el territorio.
- Generar mecanismos de ayuda económica y financiera. La inclusión de incentivos económicos y financieros contribuye a facilitar mecanismos de asociación, entre los actores involucrados dispuestos a encuadrarse en el desarrollo del programa y recibir sus beneficios.
El tratamiento del Suelo Periurbano en las iniciativas interjurisdiccionales
Junto a la definición del Suelo Periurbano se ponen a prueba intervenciones puntuales en el territorio metropolitano que involucran las situaciones de borde de distintos municipios y comunas. Se elaboran, gestionan e implementan “Planes Interjurisdiccionales metropolitanos” (PIM), concebidos como actuaciones estratégicas en las cuales se impulsa la interacción por parte de distintos actores públicos y/o el sector privado, con acciones vinculadas fundamentalmente a resolver la problemática integral del hábitat, las infraestructuras productivas, de accesibilidad y de servicios, el espacio público y los equipamientos urbanos. Cinco PIM, que involucran a Rosario y a las seis localidades colindantes (Villa Gobernador Gálvez, Soldini, Pérez, Funes, Ibarlucea y Granadero Baigorria), definen operaciones de alto valor para el desarrollo de la región. Particularmente, tres de ellos involucran importantes superficies de Suelo Periurbano donde se fomentan acciones asociativas entre los municipios y los diversos actores presentes en cada territorio. Ellos son:
-El PIM Sudoeste, propone una intervención con un fuerte carácter social, ambiental y recreativo, a implementar en forma conjunta entre Rosario y Villa Gobernador Gálvez. Abarca un territorio con una fuerte presencia industrial, desarrollado en torno a la avenida Ovidio Lagos/ ruta provincial Nº18 y ubicado a ambas márgenes del arroyo Saladillo, ocupado en parte por un asentamiento irregular donde viven familias relacionadas a la producción artesanal de ladrillos. Toma como eje central de trasformación la puesta en valor del Balneario Los Ángeles, el desarrollo de nuevos programas de vivienda social y la revalorización del Corredor Industrial Ovidio Lagos, reestructurando el suelo industrial ocioso para incorporar iniciativas productivas vinculadas al rubro alimentario.
-El PIM Oeste, plantea la creación de un polo de desarrollo productivo, logístico y de servicio de alcance regional a implementar en forma conjunta entre las localidades de Rosario, Pérez y Soldini. Abarca un territorio ubicado estratégicamente entre las grandes infraestructuras que proporcionan conectividad con la región (la ruta nacional Nº33 y la provincial Nº 14, la A012, la Avenida Circunvalación de Rosario y las vías del ex Ferrocarril Mitre). Se propone allí instalar un Parque Agrario/Industrial en un enclave de vinculación entre los tres núcleos urbanos.
-El PIM Noroeste. Define una actuación de gran escala en las inmediaciones del Aeropuerto, a implementar en forma conjunta entre las localidades de Rosario, Funes e Ibarlucea. Abarca un amplio territorio que se desarrolla en torno al arroyo Ludueña y a los canales Ibarlucea, Salvat y Urquiza. Propone un abanico de intervenciones tendientes a definir una membrana ambiental de preservación de un territorio de alto valor patrimonial natural. Plantea completar y mejorar las grandes infraestructuras existentes de logística y comunicación e incorporar nuevas infraestructuras de conectividad (el completamiento de la Segunda Ronda y la transformación de la ruta provincial 34s), junto al desarrollo de grandes espacios públicos, equipamientos y servicios en el entorno del Aeropuerto y a los cursos de agua, respetando las condiciones del suelo y las dinámicas hídricas dadas por la presencia del arroyo, los canales y los bajos naturales.
La presentación de una ley de Agricultura Periurbana y creación del SP
Los antecedentes antes mencionados han constituido la base de sustentación para la elaboración de un anteproyecto de ley provincial, recientemente presentado por el Socialismo para su aprobación en la Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Fe.
Con la sanción de esta ley se pretende reforzar la actuación municipal otorgándole un status jurídico a esa una nueva categoría de suelo mediante su incorporación en la legislación provincial, más allá del reconocimiento que adquiera en la legislación urbanística local. Este reconocimiento facilitará la gestión asociada del suelo fomentando la alianza y concertación entre los actores involucrados, mediante la generación de incentivos económicos que alienten su utilización en función de la concreción de un programa específico que crea la misma ley: el “Programa Provincial para el Desarrollo de la Agricultura Periurbana”.
Con su impulso, el “Suelo Periurbano” pasará de ser una categoría de delimitación de ese territorio periférico de enorme tensión a convertirse en el eje central de una propuesta gubernamental de ordenamiento territorial y desarrollo productivo, que establezca prioridades e incline la balanza para generar un más justo equilibrio entre los diferentes actores, en pos de beneficios para la ciudadanía en general.
Con la aprobación de esta ley se pretende aportar soluciones a un problema que no han logrado resolver diferentes anteproyectos de ley que la han precedido, las cuales abordaron el conflicto entre dos de las principales actividades, productiva y residencial. Sin embargo estas leyes, al plantear simplemente distancias prohibitivas para el uso de agroquímicos, no sólo han sido fuertemente rechazadas sino que además están perdiendo una interesante oportunidad de analizar la problemática desde un enfoque más amplio asentado en un abordaje territorial integral.
ML
La autora es Arquitecta urbanista graduada en la Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño de la Universidad Nacional de Rosario (1981); Especialista (1996) y Master (1998) en Patrimonio Urbano, Restauración y Ciudad de la Universidad de Valladolid, España. Desde el 2012 coordina la actividad del ECOM ROSARIO, siendo hasta el 2020 su Directora General. Desempeñó con anterioridad diversos cargos en la gestión pública (Municipalidad de Rosario), entre los que se destaca el haber sido Secretaria de Planeamiento en dos períodos consecutivos de gobierno (2003-2011). Es Profesora Adjunta Ordinaria (en licencia) del Taller de Teoría y Técnica Urbanística de la Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), y docente en las Carreras de Especialización de la misma Universidad: en “Planificación Territorial” y en “Política y Gestión de las Infraestructuras”.
De su autoría, ver también las notas Los Grandes Proyectos Urbanos, La experiencia de la ciudad de Rosario, Argentina, en nuestro número 119, y Diez lecciones aprendidas en la construcción y consolidación de un plan metropolitano. La experiencia del ECOM Rosario, en el número 179/180.
Sobre el tema, ver también la presentación de nuestro número 189 y las notas Territorios periurbanos hortícolas (TPH). Fundamentos de un proyecto de ley de protección y fortalecimiento de los cinturones verdes, oasis y valles fruti-hortícolas, del Equipo de apoyo a CTEP-MTE en nuestro número 173, y el proyecto de Parque Agrario del Este de Córdoba. Una estrategia para el control del crecimiento en la transición urbana-rural, por Estudio Estrategias en nuestro número 160/1.