La Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) ha publicado El Desorden Urbano, una investigación sobre diversos aspectos de las principales ciudades argentinas desde el punto de vista de la ciencia económica. FIEL es una institución fundada en 1964 por la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, la Cámara Argentina de Comercio, la Sociedad Rural Argentina y la Unión Industrial Argentina. Entre sus patrocinantes, que la utilizan como fuente de consulta permanente y reciben de ella “una amplia gama de servicios útiles para una mejor gestión empresaria“, figuran las principales empresas de la Argentina en todas las ramas de la actividad económica.
Esta circunstancia hace más significativa la decisión de estudiar los problemas del desarrollo de las ciudades argentinas desde la óptica económica: su Consejo Directivo está integrado por dirigentes empresarios y es asistido en la definición de los programas anuales de trabajo “por un Consejo Consultivo del que forman parte miembros representativos de los diferentes sectores de la actividad económica del país, que aportan a FIEL los principales requerimientos de investigación desde el punto de vista de la actividad empresarial“.
Según sus autores, esta investigación vendría a abordar un problema al que en escasas ocasiones le ha prestado atención la economía clásica, como es el del territorio. “En contraste con su alto grado de concentración urbana“, sostienen, “la Argentina no ha planteado estrategias específicas de sus ciudades o megaciudades y sólo recientemente se ha llamado la atención sobre estos fenómenos“; esto, al contrario de lo que han realizado “los centros internacionales de los países más avanzados y de varias economías en desarrollo“, que han concentrado esfuerzos “en torno del análisis económico de los problemas urbanos“. En su consideración final, la extrañeza se reitera: “Llama la atención que, siendo la Argentina un país de grandes aglomerados poblacionales, la mirada sobre estos temas haya sido, hasta hace muy poco, sólo desde el campo urbanístico” (podría contraponerse a esta virtual autocrítica de la ortodoxia económica respecto a su omisión del territorio, la tradición de la Ciencia Regional en sus diversas vertientes, los modelos territoriales de los economistas neoclásicos alemanes, la teoría de los polos de desarrollo de Perroux, los análisis locacionales de Walter Isard, la crítica de Harvey y Castells desde el marxismo, los aportes de Coraggio al concepto de región, etc.).
El libro comienza con una apropiada reseña del creciente proceso de urbanización mundial y de la cada vez mayor importancia de las megaciudades en la composición poblacional, señalando las diferencias entre la urbanización de los países desarrollados y subdesarrollados. Aunque menciona los problemas económicos resultantes de su capacidad de atraer a la población más pobre y los costos de la congestión como un obstáculo para su desarrollo, la investigación parece apostar a la continuidad de su hegemonía: “Las grandes ciudades han persistido aun en presencia de grandes infortunios. En definitiva, la calidad de vida y el desarrollo humano están intrínsecamente unidos a las ciudades y, cada vez más, a las grandes ciudades“. Además, porque solo una parte del conocimiento es codificable, otra parte es tácita, está implícita en la rutina de las personas y solamente es transmisible por imitación, careciendo por lo tanto de movilidad: “hay parte del aprendizaje que hacen los trabajadores que proviene de su interacción en las ciudades“.
La segunda parte aborda desde una óptica económica, con abundancia de datos estadísticos y relaciones con investigaciones internacionales, los problemas de la calidad de vida en las grandes ciudades argentinas, en especial las metrópolis de Buenos Aires, Rosario y Córdoba, y en menor medida Mendoza y La Plata. Los aspectos analizados son los de pobreza, medio ambiente, seguridad, transporte e infraestructuras de servicios públicos.
No se aborda el problema de la vivienda como expresión de la calidad de vida, aunque quizás pueda entenderse que se lo considera asociado al de la pobreza, la cual se relaciona geográficamente con las dimensiones urbana/rural, interurbana e intraurbana. Se reconocen las sinergias negativas que la segregación acarrea a los pobres en la intención de mejorar su situación en las ciudades, y como tal se la caracteriza como un problema mayor que el tamaño de las ciudades en la reproducción de la pobreza, aunque también se desliza la posible oportunidad que puede representar la concentración social de los pobres para localizar y focalizar las políticas sociales (también se menciona en ese sentido cierta evidencia internacional acerca de como los ghettos de inmigrantes extranjeros facilitan la inserción laboral).
En materia de medio ambiente, se parte de un marco conceptual que distingue economía ecológica (centrada en la valuación de impactos ambientales y el diseño de regulaciones) de ecología ambiental (dirigida a temas de contabilidad ambiental y sostenibilidad). Se mencionan las técnicas de análisis de flujo, metabolismo urbano y huella ecológica, y la diferenciación entre los instrumentos regulatorios de “orden y control”, los basados en incentivos de mercado y los de tercera ola, de información masiva y acuerdos voluntarios (quedan claras, más allá de las intenciones de los autores, las limitaciones de la ciencia económica en el abordaje de las cuestiones ambientales). Entre los principales problemas ambientales de las ciudades argentinas se analizan los de ruido y contaminación del aire, y las políticas para su control; es llamativa la ausencia de la contaminación hídrica en estas consideraciones, aunque en cierta medida el tema aparece cuando se estudian las infraestructuras sanitarias; lo mismo sucede con la cuestión de los residuos sólidos.
Los datos sobre el número de presuntos involucrados en actividades delictivas (aproximadamente 790.000 personas), que superaría al de los empleados en la industria manufacturera, son demasiado impactantes como para basarse en los escuetos fundamentos que brinda la investigación. No queda claro el fundamento de los siete delitos por año que se supone sean el promedio de ilícitos cometido por cada persona dedicada a actividades ilegales. De todas maneras, la investigación evita los lugares comunes sobre la inseguridad urbana y utiliza adecuadamente el modelo clásico de Gary Becker, que relaciona el beneficio económico del delito con la probabilidad de ser atrapado, la pena correspondiente en tal caso, los beneficios pecuniarios y no pecuniarios del acto delictivo, los costos para llevar a cabo el delito y los salarios perdidos debido al tiempo de preparación y ejecución del delito (vale decir, su costo de oportunidad), y se coteja finalmente con el umbral moral del posible delincuente, que puede ser modificado por la cultura y la educación. La mayor eficacia de la tarea policial (aunque el estudio omite consideraciones sobre la corrupción policial como favor de inseguridad) y el acortamiento de las brechas sociales son señalados como los más eficaces mecanismos de reducción del delito.
La investigación sobre tránsito y transporte resulta sumamente pobre en relación con los otros temas abordados, aunque la sección dedicada a infraestructura pública aborde la cuestión de las autopistas y, en especial, su relación con los patrones de dispersión metropolitana. Esta sección incluye el análisis de problemas comunes de financiamiento de infraestructuras urbanas, como la disociación de horizontes temporales (especialmente políticos) y horizontes de la infraestructura, los problemas de la residencia permanente y esporádica o de usuarios locales y commuters, la fijación de precios para la extensión de infraestructuras (particularmente en las redes de agua y desagües, donde se hace evidente el dilema respecto a los usuarios existentes), el federalismo fiscal, el envejecimiento del stock, los cambios demográficos, etc. Resulta muy completo e ilustrativo el análisis económico sobre la recolección, transporte, procesamiento y disposición de los residuos sólidos domiciliarios, aunque hubiera sido importante incluir la generación de los mismos en el estudio.
En su tercera parte, el libro aborda el problema de la gobernabilidad metropolitana y la correspondencia de los territorios funcionales con los de la gestión pública, haciendo hincapié en las cuestiones impositivas y tributarias. En ese sentido, la tendencia a suscribir las tesis de Thiebout sobre la competencia fiscal de los municipios y el “votar con los pies”, puede resultar poco adecuada a una situación, como la argentina, muy diversa en cuanto a patrones de movilidad respecto a la situación norteamericana en la que se funda esa teoría.
De las diversas formas que puede adoptar la institucionalización metropolitana en la Argentina, el equipo de FIEL (luego de comparar someramente algunas experiencias internacionales, como Madrid, Toronto, Londres y Berlín) se inclina por los esquemas de cooperación voluntaria entre municipios, porque puede estructurarse “en forma gradual y de abajo hacia arriba“, es más flexible y no requiere modificaciones legales. Esto los diferencia de los sistemas de uno o dos niveles de gobierno metropolitano y los proyectos de reforma metropolitana, modificación de límites, etc.
Finalmente, el estudio presenta diversos casos de experiencias argentinas de cooperación metropolitana (como el consorcio de la Región Metropolitana Norte, las Agencias de Desarrollo Regional santafesinas y cordobesas y el Pacto de Saneamiento Fiscal en Córdoba), y presenta un buen análisis de sistemas tributarios para el financiamiento municipal y metropolitano. Una muy breve consideración final hace hincapié en la necesidad del “desarrollo de una organización de gobierno que sea funcional a la consolidación del continuo urbano“.
El trabajo se resiente de algunas fallas de edición, como la referencia al París de “Asuman” por Haussmann y el virtual anonimato sobre el equipo realizador del proyecto, al que solo se nombra en la solapa de contratapa (¡la portada del libro no menciona autores, solo la realización editorial de FIEL!). Como contrapartida, se aprecia la rigurosidad de las estadísticas y la precisión de los métodos de investigación, en la mayor parte del trabajo. Una adecuada y completa bibliografía acrecienta el rol didáctico de la publicación.
La afirmación de lo urbano como desorden, implícito en el título del trabajo, puede interpretarse como una alusión a las diferencias entre ciudad funcional y ciudad administrativa, que sobre todo queda en evidencia en la tercera sección. Pero resulta contradictoria con algunas comprobaciones de la investigación, como que por ejemplo “las ciudades son más efectivas entrenando gente“, o que el salario aumenta con el tamaño de la ciudad, o que (en palabras de Alessandro Alasia) “el proceso de difusión del conocimiento producido por el acumulado de capital humano que se da en las ciudades provee mayor productividad, hecho que hace sostener a las ciudades“, aunque fuera de ellas haya disponible tierra más barata. Quizás haya en esto algo de la tradicional prevención conservadora frente a la ciudad, aunque en el trascurso del trabajo se encuentran referencias clásicas del urbanismo progresista que no resultan difíciles de suscribir: la crítica al sprawl, el reconocimiento de que “las políticas publicas tienen un alto impacto en el desarrollo urbano y pueden desarrollar una tarea compensadora” de las desigualdades sociales y redistribuidora de recursos, la aseveración de que “toda medida que contribuya a la reducción del desempleo y la reducción de la desigualdad en el ingreso contribuirá a morigerar el exceso delictivo en las ciudades“.
Bastante meritorio para un país donde un funcionario progresista del área de salud puede decir, como cita el estudio en su introducción a la dimensión metropolitana, que no se puede pedir a los contribuyentes porteños que “sigan poniendo más plata para atender a gente que no es de la ciudad”…
El Desorden Urbano – Los problemas locales de la calidad de vida y el crecimiento; editado por la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL); 2007; recopila trabajos de economistas de FIEL e invitados: Mariana Conte Grand, Enrique Bour, Nuria Susmel, María Echart, Abel Viglione, Ramiro Moya, Cynthia Moskovits y Guillermo Bermúdez, con la coordinación de Marcela Cristini y la supervisión de Fernando Navajas, Director del Cuerpo Técnico de FIEL; 376 páginas.
Sobre gobernabilidad metropolitana, ver también en café de las ciudades:
Número 18 I Política
La construcción de un gobierno democrático metropolitano I Debate y propuestas en el Encuentro del Proyecto UR-BAL. I Marcelo Corti
Número 51 I Política de las ciudades y Ambiente
Micro Espacios Supranacionales en conflicto I El caso Fray Bentos – Gualeguaychú I Artemio Pedro Abba
Número 50 I Política de las ciudades (II)
Gestión de los espacios subnacionales metropolitanos I Nuevos ámbitos socio-territoriales huérfanos de institucionalidad. I Artemio Pedro Abba
Número 48 I Planes de las ciudades
Formar institucionalidad metropolitana en Buenos Aires I Propuesta de gestión para el AMBA. I Artemio Pedro Abba
Sobre infraestructuras de servicios:
Número 27 I Política de las ciudades
El sistema urbano – regional de redes de servicios e infraestructuras I La visión sistémica de Pírez, Rosenfeld, Karol y San Juan. I Marcelo Corti
Número 56 I Tendencias (II)
Asimetrías Urbanas de Buenos Aires I La ineficiencia y la inequidad de la metrópolis, en una investigación de Luís Ainstein. I Marcelo Corti
Sobre políticas territoriales:
Número 56 I Política de las ciudades
La necesidad de políticas territoriales I Asuntos pendientes de Buenos Aires. I Marcelo Corti
Número 50 I Política de las ciudades (I)
Revolución informacional, nueva geografía y límites de la estatidad en la gestión del territorio. I Reconquistar el mundo para una ciudadanía inclusiva. I Fabio J. Quetglas
Y sobre el sprawl:
Número 43 I Ambiente y Economía de las ciudades
¿Puede ser bueno el sprawl? I Los supuestos beneficios de la dispersión urbana. I Wayne A. Lemmon