Fragmento del nuevo libro de café de las ciudades; se presentará el 29 de noviembre a las 19 horas en el Colegio de Arquitectos de la Provincia de Córdoba, en el marco de los festejos por nuestros 20 años.
Introducción
Este libro se origina en la intervención de Pedro Abramo en el III Seminario Permanente Repensar la Ciudad, organizado por Civitic y Polistic y dedicado a la Planificación y Gestión del Mercado de Suelo Urbano, el día 19 de noviembre de 2020. En su conferencia, denominada Mercado de suelo, dinámica inmobiliaria y producción capitalista, Abramo formuló algunos conceptos que nos pareció de interés ampliar y discutir.
Con esa intención, nos reunimos en modalidad virtual en 3 encuentros realizados durante los meses de febrero y marzo de 2021. Sobre el texto de transcripción de dichos diálogos, efectuamos un trabajo de revisión y adecuación al lenguaje escrito; ese es el contenido que aquí presentamos.
Hemos incorporado algunos vínculos virtuales a textos o contenidos que amplían o aclaran algunos de los temas mencionados en la conversación. Hemos corregido asimismo algunas imprecisiones o errores propios del formato elegido para el encuentro; en algunos casos se agregaron aclaraciones o se eliminaron fragmentos que no se pudieron transcribir adecuadamente por problemas de sonido o conexión.
El texto resultante mantiene las características propias del lenguaje hablado y, en particular, del diálogo como forma de aproximación colectiva al conocimiento y como fuente de propuestas para la acción.

El contexto
El texto que sigue fue escrito por Marcelo Corti para ser publicado el 29 de agosto de 2022 en el número especial de la revista ARQ, celebrando sus 20 años. Lo reproducimos atendiendo a su caracterización del contexto que explica la necesidad de un Nuevo Contrato Urbano.
Veinte años atrás, los consensos urbanísticos eran claros y universales. Las ciudades competían entre sí en un mundo globalizado. Para ganar debían valorizar sus espacios públicos y áreas centrales y construir arquitecturas “icónicas”; eso atraería inversiones y turistas. El modelo era la transformación de Barcelona, en especial las obras para las Olimpiadas de 1992. El crecimiento económico constante resolvería los déficits de vivienda y de infraestructuras, al menos en aquellas ciudades que aplicaran esas políticas. La herramienta era el plan estratégico, más abierto y con mayor participación del sector privado que los planes normativos del siglo XX. La mayor amenaza era el terrorismo internacional; el atentado a las Torres Gemelas ponía en cuestión la seguridad de los grandes centros urbanos.
Dos décadas después, los conflictos migratorios y el sufrimiento de los refugiados evidencian que aquella globalización de productos y servicios no incluía a las personas. La precariedad laboral y la desigualdad se expresan en la fragmentación urbana y la generación de enclaves cerrados. Afloran las guerras, comerciales o reales. Y una serie de crisis sucesivas e irresueltas ponen en cuestión el futuro de las ciudades:
-la crisis financiera de 2008, muy vinculada a la especulación inmobiliaria y el manejo fraudulento de créditos hipotecarios —y, por tanto, a procesos de renovación urbana como el de la “modélica” Barcelona—;
-la crisis ambiental y climática, que pone en duda la posibilidad de crecimiento, los patrones de movilidad y las matrices energéticas que sostienen las ciudades, e introduce conceptos como los de resiliencia y regeneración;
-la crisis sanitaria del COVID 19 y el temor a nuevas pandemias, que ponen en cuestión la densidad, la proximidad y la movilidad urbanas. Aunque, paradójicamente, la salida de las cuarentenas parece mostrar una renovada necesidad humana de encontrarse y estar juntos en las ciudades (además de cierto stress ante el teletrabajo).
No es fácil, entonces, identificar hacia dónde irán las ciudades en los próximos años, aunque existe un cierto consenso sobre los desafíos:
-Reducir la necesidad del automóvil privado; esto requiere promover ciudades compactas, densas y polifuncionales.
-Integración social y urbana, el espacio público como lugar de coexistencia y la prestación universal de los servicios y atributos urbanos como factor de igualdad. Experiencias latinoamericanas como el urbanismo social de Medellín o Favela Barrio en Brasil han ido en ese sentido.
-Accesibilidad económica a la vivienda, con respuestas diversas como las cooperativas barcelonesas, el alquiler social berlinés o los grandes barrios de vivienda pública de Singapur o Corea del Sur.
-La reintroducción de la naturaleza en la ciudad, con corredores biológicos e infraestructuras “verdes y azules”.
-El reclamo de seguridad e igualdad de derechos para las mujeres y para diversas minorías étnicas, sexuales, etarias, etc.
Coexisten en la teoría y en la práctica diversos modelos. En la ciudad consolidada se busca priorizar la movilidad peatonal y ciclística, el transporte público, la densidad residencial y la coexistencia de funciones compatibles; esta es la idea del “urbanismo táctico”, la “ciudad de los 15 minutos” parisina o las supermanzanas de Barcelona y Madrid. Excelentes ideas, pero con dos inconvenientes. Por un lado, es fácil banalizarlas y reducirlas a operaciones cosméticas con macetas y bancos, sin impacto efectivo en la calidad urbana. Por otro, resultan de difícil aplicación en áreas dispersas, de baja densidad, como los suburbios estadounidenses o nuestras periferias, en las que la ilusión de una disponibilidad infinita de suelo lleva a desarrollos públicos y privados insostenibles por su impacto ambiental (dependencia del auto, afectación de cuencas y áreas de cultivo), fiscal (mayor costo de infraestructuras) y social (encarecimiento del suelo, fragmentación entre asentamientos pobres y “privatopías” ricas).
Abundan también las utopías y megaproyectos, como las nuevas ciudades del este asiático y de Medio Oriente, fundadas en la renovada ilusión de un control completo de los procesos urbanos y la confianza en la tecnología para resolver problemas urbanos y sociales —el marketing de las smart cities es la manifestación occidental de esa tendencia—.
Las soluciones propuestas son muchas; lo cierto es que en un mundo en el que coexisten crisis tan diversas, parece necesaria la pronta formulación de un nuevo contrato urbano.

I. Cuatro ideas fuerza y tres preguntas
Marcelo Corti
Retomo la idea que habíamos propuesto en su momento. Creo que en este bloque podemos leer las preguntas que elaboró Patricia a partir de los conceptos que expresó Pedro en su conferencia del seminario de gestión de suelo. Hay cuatro ideas fuerza muy interesantes. Enunciaré a continuación aquellas que rescato particularmente.
En primer lugar, la idea de un Nuevo Pacto Urbano (NPU), al que podríamos llamar también pacto social urbano o contrato urbano —habría que ver cómo se relaciona con otras ideas como el green new deal de los demócratas progresistas en Estados Unidos, y con otras posiciones y propuestas que están apareciendo en la actualidad—.
Pedro habló también de pasar de la reivindicación del derecho a la ciudad a la producción de una ciudad de derechos, concepto que me parece muy interesante. Todo el tema del derecho a la ciudad fue muy fuerte en los últimos tiempos e incluso llegó a aparecer tangencialmente en la Nueva Agenda Urbana de ONU-Hábitat en 2016, debido a fuertes presiones que hubo al respecto.
Esta idea de producción de una ciudad de derechos es una evolución interesante respecto a la mera reivindicación del derecho a la ciudad. No quiero que suene despectivo lo de “mera”, pero de pasar de reivindicar un derecho a producir la ciudad en la que se cumplan esos derechos hay una propuesta más proactiva
Pedro también sugirió en su charla que ya no alcanza con recuperar plusvalías, que fue uno de los grandes temas o leitmotiv, de las discusiones urbanas de finales del siglo XX y principios del siglo XXI; ahora hay que pasar a un Estado fuertemente interventor en la producción de ciudad. No solamente un Estado que recupere las plusvalías que produce la sociedad con su accionar, sino que también intervenga muy fuertemente en producir ciudad.
Por otro lado, estas ideas no serían incompatibles con una reforma política-económica que se produzca dentro del capitalismo, o sea, a diferencia de otras posiciones que requieren un cambio total de sistema para producir mejoras en las condiciones de vida y la calidad de nuestras ciudades, Pedro sugiere la idea de que algunas reformas muy interesantes y con muchas posibilidades de generar mejor calidad de vida en las ciudades no son incompatibles con, por lo menos, una visión reformista del capitalismo. No es que sean ideas capitalistas, sino que estas ideas no necesariamente requieren terminar con el capitalismo o llegar a un sistema alternativo al capitalismo para llevarse a cabo, sino que pueden ser parte de una agenda reformista.
Yo creo que estas ideas, como había comentado en su momento, se pueden vincular con propuestas o teorías que aparecen en otros campos, por ejemplo, de Saskia Sassen, de Mariana Mazzucato (cuyo libro Misión Economía se ofrece como “una guía para cambiar el capitalismo”), de Dani Rodrik, Paul Krugman, Mark Blyth… una cantidad de nuevos economistas que están haciendo postulaciones muy interesantes que yo asocio a esta idea de Pedro —puedo estar equivocado o asociar a Pedro con gente con la que no quiere estar asociado, pero particularmente me parece que estas ideas que expone podrían ser interpretadas como una lectura o una entrada desde el campo urbano en otras visiones que se vienen expresando desde la sociología, economía y otras disciplinas—.
Hasta acá, lo que yo había considerado de interés en su momento. Si les parece, le pedimos a Patricia que reitere sus preguntas, y con eso damos por iniciada la conversación.
PA, MC, FC y PRK
Pedro Abramo es economista. Profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro, Brasil. Desarrolla investigaciones relacionadas con el mercado de vivienda y la informalidad urbana.
Fernando Carrión Mena es arquitecto y Maestro en Desarrollo Urbano Regional Académico del Departamento de Estudios Políticos FLACSO-Ecuador. Presidente de la Organización Latinoamericana y del Caribe de Centros Históricos, OLACCHI.
Marcelo Corti es arquitecto y urbanista. Dirige la Maestría en Urbanismo FAUD-UNC. Director de la editorial y revista Café de las ciudades. Integra Estudio Estrategias y La Ciudad Posible.
Patricia Ramírez Kuri es socióloga dedicada al estudio de la ciudad, a las lógicas que la producen y que transforman el espacio social urbano. Es investigadora en el Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México.
Pedro Abramo, Fernando Carrión Mena, Marcelo Corti y Patricia Ramírez Kuri (2022). El nuevo pacto urbano. Diálogo sobre un proyecto de reforma radical de las ciudades de América Latina. Buenos Aires: café de las ciudades. 116 p.; 20 x 14 cm. ISBN 978-987-3627-60-6
