La pluralidad de significados y representaciones posibles de una ciudad es un indicador de su riqueza cultural. Incluso, cuando estas representaciones no son las más prestigiosas o las más “correctas”, hablan de un patrimonio verificable y, ¿por qué no?, promisorio. Selecciono aquí tres imágenes distintas de Buenos Aires de entre tantas que surcan los discursos mediáticos; sobre el final veremos otra imagen, en este caso construida desde lo político.

Manzanares, Manzanares…
Los realizadores de la versión local de Desperate Housewives no escatiman esfuerzos para obtener un producto televisivo de calidad inusual. Una de las apuestas más altas es la construcción de un paisaje urbano y unas casas completas para el desarrollo de la telenovela; esta decisión implica también la aparición más fuerte de las nuevas urbanizaciones privadas surgidas en los ´90 en el imaginario de la televisión argentina. El área elegida no podía ser otra que Pilar, en este caso su zona de encuentro entre la residencia y lo rural, Manzanares (que también será el nombre del barrio en la ficción). En alusión al nombre de la serie (que curiosamente respetará el nombre original y se llamará Amas de casa desesperadas) Clarín titula su presentación de estas casas (el pasado 12 de junio) como “El barrio de la desesperación“, un slogan que seguramente no elegirían los especialistas de marketing para una urbanización de este tipo… Según Silvina Lamazares, autora de la nota, “una clásica teoría de la arquitectura sostiene que la casa -y no únicamente el hogar- suele dar cuenta de quién la habita. Que lo que se ve no sólo responde a lo que se quiere mostrar, sino también a lo que se busca esconder. De eso saben quienes están construyendo Manzanares (…) Un barrio de sólidas viviendas reales, en la zona de Pilar, con sus veredas, sus fachadas, su universo de complejas criaturas, que obliga al trabajo diario de 70 obreros que destierran aquel viejo concepto de que los decorados de TV son sólo de cartón pintado“. La nota refiere la primera visita que las actrices que protagonizarán la serie realizaron a “la vieja quinta Los Galgos, donde Manzanares está dejando de ser un plano dibujado para convertirse en un puñado de viviendas en las que las chicas vivirán sus propias vidas y llorarán la muerte ajena: en el primer capítulo, una de las vecinas se suicida y ese disparador patea el tablero vincular que parecía tan ordenado“.
El barrio tendrá nueve viviendas y un club house. Paradójicamente, “la cámara no mostrará los seis dúplex que se hicieron en 2001, cuando la crisis aniquiló el sueño de ver esta quinta transformada en barrio privado: esos módulos de ladrillo estarán destinados para la dirección, el vestuario, el maquillaje y los camarines“. Las nuevas casas se erigen con un sistema industrializado, tanto por la rapidez necesaria para su armado como (probablemente) por la posibilidad de canjear la construcción por publicidad para la empresa constructora. ¿Cuánto valdrán, además, estas casas una vez terminada la serie, ya prestigiadas por su masividad televisiva? (aunque antes se grabarán las versiones de la serie para Brasil, Colombia y Ecuador). Las veredas estarán sintonizadas a la era informática: por debajo de ellas correrá el cableado de cámaras e iluminación y el soporte técnico del set de grabación.
Para la arquitecta Verónica Ormeño, “la consigna fue no variar los tipos de viviendas de la serie original ni la cercanía entre ellas, porque las distancias inciden en las relaciones entre los personajes“. Su colega Enrique Fernández dice a su vez que “una de las mejores cosas del lugar es la forestación, con un 80 por ciento de eucaliptus. Ahora estamos plantando fresnos y álamos“.
Por lo que se ve en las imágenes que ilustran la nota, las casas de las “desesperadas” responderán al habitual repertorio country: chalets de dudosa estirpe estilística, tejas, lucarnas, bow windows y vidrios repartidos. Sin embargo, lo que en otro caso podría tomarse como estereotipo es aquí un contundente reflejo de las historias que desarrollará la serie. Las actrices encuentran en sus respectivos hogares de ficción un paralelo con lo que ocurrirá a lo largo de sus episodios: Mercedes Morán, por ejemplo, interpreta a una ejecutiva que toma la decisión de dejar su carrera para hacer la experiencia de criar a sus cuatro hijos “en una casa amplia, más cómoda que lujosa, práctica. (…) En la pretendida búsqueda de la seguridad, eligió un barrio aparentemente tranquilo, pero la apariencia de calma esconde, detrás de cada fachada, vidas tumultuosas. Hay mucha cosa escondida debajo del felpudo. El lugar es toda una metáfora de lo que habla el programa“. La casa de Araceli González y su marido de ficción es “típica de nuevos ricos, que les permite a los dos ostentar, mostrar, lucirse en el barrio. Son dos pretenciosos que eligen el estilo recargado para reflejar su situación y eso se nota mucho en la fachada y en el interior de la casa“. En cambio, el personaje de Gabriela Toscano es una mujer separada que “vive sola con su hija, de 14 años, en un casa sencilla, donde se impone la estética de la armonía. (…) El ambiente que más le gusta es la cocina, desde donde puede pasar horas mirando el afuera a través de la ventana“. Por último, Carola Reyna interpreta a una mujer de “familia aristocrática” y “su casa es clásica, bastante formal, de materiales nobles. Según su manual de estilo, lo importante es lo que perdura y lo que dé imagen de orden y prolijidad. Y entonces controla todo: aquello que perturbe su orden, debe desaparecer de inmediato, porque en el orden encuentra tranquilidad. Pero lo cierto es que camina sobre una cornisa“.

La fundación inmobiliaria de Buenos Aires
La nota de Password (revista de negocios del diario INFOBAE) de abril es la más explícita hasta el momento, pero sintoniza con toda la imaginería que los protagonistas del “boom inmobiliario porteño” gustan cultivar sobre si mismos en sus apariciones mediáticas. Un señor vestido como los cuadros de época pintan a Juan de Garay en el momento de fundar Buenos Aires empuña su espada sobre un dique de Puerto Madero, con el Puente de la Mujer y unas torres en construcción de fondo a su desafío.
Curiosamente, el título de tapa no alude tanto a la epopeya de fundar ciudades como a los atributos bélicos de estos “nuevos conquistadores”… Y la columna editorial no deja lugar a ambigüedades: “Cambiaron las carabelas –sostienen el Director y el Jefe de Redacción- y la armadura por trajes caros y autos de lujo. Y se pusieron al frente de lo que se podría bautizar como la segunda refundación de la Ciudad de Buenos Aires“. “Estos desarrolladores son hoy el motor fundamental de un circuito de lujo que no deja de crecer y generar nuevos negocios, que ofrece un atractivo nivel de rentabilidad y la posibilidad de perpetuarse a través de una obra de arquitectura que trascenderá por los siglos“, se entusiasman en un rapto de futurología al final del texto.
El tono general de la nota apunta a seguir construyendo la idea de una Buenos Aires sin historia, a la que los “conquistadores” agregarían sabiduría inmobiliaria, arrojo comercial, y hasta un toque de glamour, como en el caso de Alan Faena. De la lectura de las opiniones se desprendería que, por ejemplo, ellos fueron los creadores de Puerto Madero. “Cada uno de ellos se autodefine como fundador y conquistador del mercado, creador de zonas nuevas, antes inexploradas. Territorios que antes de su fundación y posterior éxito comercial eran áreas desérticas, o sin calidad“. De un empresario se dice que “tuvo mucha capacidad para comprar terrenos en Puerto Madero cuando solo era un desierto, y después volver a venderlos; en eso es un visionario“. Otro “le uso el pecho a la crisis y apostó por un emprendimiento a largo plazo, en una zona que era un vacío absoluto“. Un entrevistado sostiene que su padre arribó a Puerto Madero “cuando la ribera era un gran pastizal. Por eso dicen que somos los pioneros en el lugar, porque solo había una iglesia y calles de tierra“. “¿Inmortales o empresarios?“, pregunta el redactor desde uno de los subtítulos, sintetizando el espíritu de la nota.
El toque destellante del final es la columna con los “consejos de los sabios” (sic), donde los brokers dan consejos a los pequeños inversores que compran un departamento como bien de uso o de renta. ¡Todos los consejos apuntan a que estos inversores compren a los mismos “sabios consejeros”! Analizar la trayectoria y seriedad de la empresa desarrolladora del proyecto, conocer sus antecedentes en el mercado local e internacional, buscar las zonas más rentables, consultar a las inmobiliarias más reconocidas del mercado, evitar las sorpresas futuras, serían las claves del éxito para estos hipotéticos inversores. Lejos del espíritu épico y fundacional, para vender sus productos los “nuevos conquistadores” desalientan la innovación y el riesgo. En un mes de homenajes a Borges, no es difícil recordar la ironía anti-publicitaria dedicada a “quienes creen que un producto es bueno porque se los dice su fabricante”…

La música de los barrios
No es muy conocido, como tampoco el grupo que interpreta el tema, pero el videoclip de Natty Combo puede verse en estos días en algunos canales de música. Se llama Barrio Chino y es una pieza puramente instrumental e incidental, con alguna resonancia jamaiquina (cercana al beguine, más que al reggae). El video muestra a una mujer joven saliendo de una casa suburbana, del tipo cajón, como todas las casas vecinas. La muchacha sube a su bicicleta y pasea por su barrio, atravesando una enorme plaza con arcos de fútbol y hamacas hechas con tambores de aceite. Su destino es el río, un inconfundible Río de la Plata marrón y panorámico, donde sigue su ruta por entre un bosque de sauces y en un momento atraviesa el puente que une los parques costeros de Núñez y Vicente López. Termina entre botes y casas palafíticas, en lo que seguramente es un homenaje al ambiente aldeano del viejo caserío costero de Olivos, citado por Haroldo Conti en su Sudeste y hoy peleando por su supervivencia entre mansiones de nuevos ricos y planes de expansión inmobiliaria. En el camino, cada imagen es para la joven la ocasión de sucesivos flashbacks a un video casero que la muestra de niña, jugando, nadando en su pileta Pelopincho, tomando un helado. Finalmente llega a una playa, donde se quita su solero floreado para quedar en bikini y entrar al agua.
Lejos del country, lejos de Puerto Madero, la pieza rescata una sencilla iconografía barrial sin las habituales ampulosidades y demagogias del rock argentino. Tampoco aparece el sentimentalismo idealizado de una “edad de oro” en el barrio. Las casitas modestas y orgullosas, los árboles en flor, los senderos amables, se representan sin mayores pretensiones que las de un paseo de una tarde de verano, con el disfrute y la tranquilidad como únicos objetivos. Evasión o programa cuasi-político, según se mire; una reivindicación amigable del suburbio de clase media, o también una mirada irónica sobre un área en transición desordenada.

La Ciudad Bicentenaria
El prestigio del sistema decimal, diría Borges… El Bicentenario de la Revolución de Mayo, en un 2010 cada vez más cercano, genera planes y proyectos de diversa índole. Algunos hablan de fabulosos rascacielos en el río o en diversas ubicaciones del centro; se los menciona en esta nota por simple referencia y con más vergüenza ajena que indignación. Desde el estado, en cambio, surgen propuestas de otro tipo. El Jefe de Gobierno Jorge Telerman auspicia un ambicioso programa de obras que incluye la finalización de la autopista ribereña, la urbanización de la Villa 31 en Retiro, la peatonalización de Plaza de Mayo, etc.
Telerman ha generado un cierto revuelo político con el desafío que parece haber lanzado al Presidente Kirchmer o, al menos, a sus representantes locales. Esta jugada y su atrevida exposición mediática, con ademanes de culto a la imagen y una simpática excentricidad, puede asociarse también a la llamativa ausencia de liderazgo que la Ciudad atravesó en estos diez años de autonomía. A favor de Telerman en su apuesta juegan la buena situación económica que dejó Anibal Ibarra a pesar de su destitución, la posibilidad de galvanizar en algún sentido una cierta condescendencia en la Legislatura, fragmentada en un sinnúmero de bloques (son llamativos, en ese sentido, los guiños hacia el macrismo), y un poco más de un año para mostrar una buena gestión. ¿Alcanzará para sustentar su desafío?
Entre tanto la Corte Suprema de Justicia acaba de intimar a la Nación, la Provincia y la Ciudad para que presenten en 30 días un plan de limpieza integral del Riachuelo. La efervescencia ambientalista que despertó el caso de las papeleras frente a Gualeguaychú da pie a un reclamo que es de absoluta justicia. Seguramente, el mayor desafío urbano y político de Buenos Aires. Y más factible de lo que se piensa en general. Si la pluralidad de representaciones es una riqueza cultural (empezamos esta nota pretendiendo demostrarlo), la imagen de un Riachuelo limpio y estructurador de una ciudad más justa es la motivación política más sensata, más noble y más necesaria que aparece en esta Buenos Aires pre-Centenaria.
Sobre Puerto Madero, ver la nota El impacto metropolitano de los grandes proyectos urbanos, de Norberto Iglesias, en el número 26 de café de las ciudades.
Sobre el Riachuelo, ver la nota El Riachuelo recobrado en el número 32 de café de las ciudades. Ver también el libro de Graciela Silvestri El color del río – Historia cultural del paisaje del Riachuelo, de la colección Las Ciudades y las Ideas, que editan la Universidad Nacional de Quilmes y Prometeo 3010 con la dirección de Adrián Gorelik.
Sobre las imágenes inmobiliarias en boga en Buenos Aires, ver la nota Los deseos imaginarios del comprador de Torre Country, también de Mario L. Tercco, en el número 33 de café de las ciudades.
Sobre la realidad política de Buenos Aires, ver también de Mario L. Tercco las notas Buenos Aires, 2005 – La “dulce” espera, Misteriosa Buenos Airesy Buenos Aires `06: conflictos y armonías, en los números 37, 41 y 42, respectivamente, de café de las ciudades.