“…Terquedades será una tribuna de doctrina” (C. Ricot)
Con el título de “Prioridad peatón: promesa con trampa”, el experto en identidad y comunicación institucional Norberto Chaves publicó el pasado 13 de octubre una nota en el diario La Nación. En sus párrafos iniciales, el texto califica la suspensión cautelar de la llamada peatonalización de la calle Defensa, parte del proyecto Prioridad Peatón, como “un triunfo de la cultura urbana frente a la tendencia globalizadora, predominante en las políticas oficiales de desarrollo urbano”. Esta última tendencia queda ejemplificada por el autor en “la degradación del Casc Antic de Barcelona, ciudad tomada como modelo por los apólogos de la conversión de las áreas de interés histórico en parques temáticos que atraigan un alto flujo de consumidores, ajenos a lo que fuera un barrio de vecinos”.
El principio del fin (según Chaves): calle peatonal en el casco antiguo de Barcelona
Chaves tiene sobrados antecedentes para hablar de estos temas. No solo es vecino del casco antiguo barcelonés desde hace más de treinta años, como informa su presentación en la nota, sino que en su actividad profesional ha intervenido en una gran cantidad de operaciones vinculadas, precisamente, a esa cultura globalizadora, hipercapitalista, consumista y tematizada sobre la que nos advierte a los porteños. La excelente (y pedagógica) página Web de su consultoría, I+C Consultores, nos informa que Chaves ha participado en la elaboración de Programas y Estrategias de Identidad para empresas como Telecom, Metrogas, Irsa, Raghsa, Bansud, Repsol YPF, Torneos y Competencias y hasta shoppings porteños tan peatonales como el Patio Bulrich o Alto Palermo. El listado completo incluye a algunas empresas y organismos catalanes que, en mayor o menor medida, deben haber aportado su granito de arena a lo que Chaves entiende por “degradación del Casc Antic”: BCD (organismo de promoción del diseño de Barcelona), la empresa Catalana de Gas, las Tiendas Globe, el Grupo de Servicios Financieros de Caixa de Barcelona, L’ Arca (cadena de mercados de primeras marcas de alimentación asociadas), las perfumerías Antonio Puig. el Banc Català de Crèdit, la Cámara de Comercio de Barcelona y hasta el Institut Municipal del Paisatge Urbà i la Qualitat de vida, entidad reguladora de la imagen urbana barcelonesa. Figuran también algunos organismos estatales, como el Ministerio de Defensa español (cuyas contribuciones a la degradación urbana habría que buscarlas más bien en Bagdad).
Lo expresado en los párrafos anteriores no pretende ser una denuncia acerca de un supuesto doble discurso: el propio Chaves, en sus clases y conferencias, reivindica su trabajo como consultor al mismo tiempo que devela y cuestiona (magistralmente) la esencia de ese capitalismo simbólico cuyos principios aplica en su actividad profesional. Ni en la aplicación ni en el cuestionamiento Chaves se siente un quintacolumnista: el exitoso consultor no se considera ni se presenta a si mismo como alguien que intente socavar desde adentro las bases de un sistema que aborrece (a la manera del banquero anarquista de Pessoa); tampoco sería justo considerarlo un cínico que desea apropiarse del discurso contracultural para colocarlo en el mercado. La explicación que da Chaves de esta aparente contradicción entre su discurso y su práctica es el de un autoelegido “desdoblamiento” personal entre el astuto analista que conoce a la perfección los mecanismos y las trampas del sistema y el capacitado consultor que ejerce de la única manera posible la actividad con la que se gana la vida.
Esta doble personalidad, esta habilidad para (como se dice) cobrar a la vez en dos ventanillas, puede quizás ser cuestionada en lo que respecta al campo de las decisiones personales (después de todo, nada impediría a Chaves ganarse la vida vendiendo butifarra en el Camp Nou o administrando un puesto de diarios y revistas), pero hace casi inatacable su discurso sobre la cultura contemporánea. Chaves ha explorado la cultura globalizada desde el estudio y la reflexión pero también desde la práctica más calificada y exitosa. Intentar rebatirlo es como enfrentar a la vez a Marx, Gramsci, Peter Drucker y Bill Gates. A la manera de un “doble cinco” futbolístico, la solidez de sus argumentos resulta apuntalada por todos sus costados. ¿Cómo “correr por izquierda” al lúcido intelectual que ha desenmascarado los procedimientos del hipercapitalismo y la cultura del “entertainment; cómo “correr por derecha” al exitoso profesional que consultan las más importantes empresas y corporaciones de Iberoamérica?
El intento que haré a continuación de discutir alguno de los argumentos “chavistas” en la nota referida será, por lo tanto, muy probablemente infructuoso, ya que es imposible conocer mejor que Chaves la materia de la que discute; pierdo entonces, a la manera del Dante, toda esperanza al entrar en esta disputa. Pero aclaro desde el principio que los míos no son argumentos ad hominem dirigidos a ninguno de los Chaves desdoblados (ni al Doctor Jekill que asesora corporaciones ni al Mister Hyde que denuncia los mecanismos del sistema) sino opiniones sobre las ideas que se exponen en su nota, las que, a pesar del sólido background de quien las formula, creo que adolecen de ciertas debilidades.
Cartel turístico en el casco antiguo de Buenos Aires
Sostiene Chaves que Barcelona es un ejemplo inmejorable de “la veloz reacción en cadena de la degradación social, cultural y física del barrio”. En su análisis, la peatonalización produce “un incremento del flujo de paseantes atraídos por la oferta escenográfica”, lo cual genera un rápido incremento de los valores inmobiliarios y la consiguiente expulsión de vecinos que no pueden pagar los alquileres o resistir las ofertas de compra de sus propiedades sobrevaluadas. El circulo vicioso continúa con el ingreso de nuevos comercios, el recambio socio-cultural del barrio, la sustitución del comercio tradicional, la tematización, los comportamientos inciviles de “personas ajenas al barrio, no identificadas con él”, el ruido, la suciedad y “en síntesis: la muerte del barrio”.
Para Chaves, “en la degradación de un barrio, el flujo de curiosos es mucho más depredador que el automóvil. Lo que modifica el perfil del barrio no son los vehículos, sino los peatones. La transgresión de la tipología urbana implícita en la “peatonización” de áreas históricas no es entonces un mero cambio paisajístico; pues desencadena un cambio socio-urbano indudablemente negativo”.
Aquí puede señalarse que este mecanismo gentrificador atribuido por Chaves a la peatonalización podría también apoyarse en otras políticas y prácticas urbanas barcelonesas: el esponjamiento del tejido urbano medieval, la puesta en valor del patrimonio histórico cultural y construido, la promoción de actividades culturales, las operaciones “de prestigio” a cargo de grandes arquitectos y diseñadores, la acupuntura urbana sobre espacios públicos significativos y tantas otras (de hecho, estas operaciones son ácidamente criticadas por Chaves cuando tiene ocasión de comentarlas). Cuando Chaves anuncia una intención similar en Buenos Aires y más precisamente en Monserrat y San Telmo, obvia mencionar que dichas consecuencias y dichas operaciones ya pueden ser advertidas con bastante claridad en el área, aun cuando la peatonalización no haya sido aun implementada. Volveré sobre esto, aunque adelanto una opinión: no es la peatonalización ni ninguna de las otras políticas mencionadas las que originan estos efectos por si solas, sino la ausencia de un adecuado control de los procesos de formación de la renta urbana.
Chaves, en cambio, no cree que haya inocencia en la implementación de estas medidas ni que las consecuencias sobre la vida barrial sean solo daños colaterales. En su opinión, los poderes públicos buscan a conciencia la renovación poblacional y comercial de los barrios sobre los cuales plantean revitalizaciones o puestas en valor: “¿Cuál ha sido la argucia que da luz verde a estos operativos, librándolos de toda sospecha? Simplemente, la milenaria táctica de ocultación de los verdaderos fines”. Los gobiernos municipales no son para Chaves reguladores y equilibradores de la vida urbana, sino que se consideran dueños de la ciudad y son en la práctica “socios de quienes lucran con ella”.
El sorprendente equilibrio del microcentro porteño (según Chaves): veredita angosta y colectivo ancho
Sorprende leer de alguien que ha desarrollado un sentido tan crítico de lo urbano que, como asegura Chaves, “el Casco Histórico de Buenos Aires disfruta -todavía- de un sorprendente equilibrio entre vida propia, interna y concurrencia externa a su oferta esencialmente cultural”. En la práctica, el Centro de Buenos Aires, a pesar de su extraordinaria permanencia como núcleo administrativo, comercial, social y político de la Ciudad y su metrópolis, sufre de un prolongado proceso de terciarización y expulsión de pobladores. Los barrios que se desarrollan sobre el eje de la calle Defensa, aun cuando a diferencia de los ubicados al norte de la Plaza de Mayo conservan su función residencial, han sufrido en los años recientes un proceso muy similar al que Chaves describe para la Ciutat Vella barcelonesa. Hoy por hoy ya es perceptible en San Telmo la expulsión de poblaciones históricas, la tematización comercial y cultural y la conversión de vivienda popular en alojamiento turístico; todo esto, sin haber experimentado casi ninguna de las políticas que si se aplicaron en la capital catalana, con excepción de las que se han ocupado de la preservación de su patrimonio construido.
¿Debiéramos entonces cuestionar las políticas impulsadas en su momento por algunos vecinos sensibles del barrio o los alcances de la normativa APH (Area de Preservación Histórica) como causas del “ennoblecimiento” del barrio e instrumentos del capitalismo cultural? De seguir la lógica de los argumentos expuestos por Chaves, no quedaría duda al respecto. Las conclusiones son inquietantes, pero falaces: son las políticas de regulación, compensación y control que no se aplicaron las que hay que cuestionar, no las que buscaron preservar la cultura de la ciudad. Los argumentos de Chaves pueden ser atractivos en su revulsión y en la picaresca de su corrección e incorrección política, pero ponen el problema urbano donde, al menos en Buenos Aires, no se encuentra.
Más equilibrio: “Valorice el barrio. Denuncie casas ocupadas. Denuncie intrusos…” (cartel de una inmobiliaria en San Telmo)
Un párrafo aparte merece la nula atención que presta Chaves al problema de la congestión vehicular y la insalubre tarea de ser peatón en el centro de Buenos Aires. Cualquiera que experimente la desagradable sensación de ser despeinado por el espejo retrovisor de un colectivo al caminar por las estrechas vereditas de Esmeralda o Suipacha, o que intente la utopía de mantener una caminata sociable acompañando a otra persona, puede dar fe de la cantidad de argumentos existentes para sostener una política de prioridad peatonal en Buenos Aires (todo lo perfectible que sea el proyecto oficial en la materia, y todo lo atendibles que sean los reclamos de los comerciantes, anticuarios y residentes de la calle Defensa). No tengo claro si el ruido y los gases emitidos por un colectivo 45 en Sarmiento y Maipú son más tolerables que el ruido y los gases emitidos por un grupo de turistas escoceses o alemanes que vienen de emborracharse en un irish pub del Barrio Gótico, pero quizás el vivir en Buenos Aires me haga ver con más simpatía esta última situación, a diferencia de lo que le ocurre a Chaves.
Avenida Champagnat, en Pilar: la inexistencia de veredas ayuda a mantener alejadas a las “personas ajenas al barrio, no identificadas con él”; los muros y la vigilancia de los barrios cerrados completarán la faena
La última parte de la nota resulta de gran valor didáctico, si se la desliga de las falacias argumentativas que, en mi opinión, la han precedido. Transcribo textualmente los pasos que Chaves propone para una intervención sobre un área urbana con valor patrimonial (y que en realidad, podrían y deberían aplicarse a cualquier intervención territorial más allá de los valores patrimoniales del sitio sobre la cual se realice: no todo el mundo tiene la suerte de vivir en la Ciutat Vella o en San Telmo):
“1) Explicitar el perfil actual del barrio y sus valores, físicos y, primordialmente, socioculturales.
2) Tomar posición ante ese perfil urbano, o sea, refrendar el actual o proponer explícitamente un perfil distinto.
3) Diagnosticar, en función de lo anterior, las características favorables y las desfavorables al perfil propuesto.
4) Proponer las medidas pertinentes, con las garantías de que no desaten efectos secundarios perniciosos.
Estas definiciones, explícitas y claras, permitirían, antes de actuar, ser consensuadas con los vecinos; que no sólo “se alojan allí”, sino que reconocen en ese barrio su lugar, el lugar que les pertenece y al cual ellos pertenecen. Podrá entonces definirse democráticamente si hace o no falta intervenir y, en caso afirmativo, determinar el sentido y las características de la intervención. Y formular así un proyecto serio, o sea, respetuoso con los reales dueños del barrio”.
Aunque el contenido de esta propuesta sea, reitero, inatacable, llama la atención la aparente naturalidad con la que Chaves adopta y reivindica en su nota la nada inocente ni neutral categoría de “vecinos”, coincidiendo en ese sentido con los discursos urbanos dominantes de la derecha. Ya hemos hablado en este espacio (ver la Terquedad de los vecinos) acerca de esta tendencia a la exaltación de ese “buen salvaje” urbano que es el vecino, solo preocupado por la limpieza de su calle y el arreglo de los baches, alejado de las prácticas políticas y las visiones globales sobre la ciudad que involucra la categoría más ambiciosa de ciudadano.
Y alejado, por supuesto, de la amenaza que supone esa otra categoría neo-bárbara: las personas ajenas al barrio, no identificadas con él. Amenaza que los barrios privados y countries de la periferia de Buenos Aires han superado bastante bien, quizás por la imposibilidad de arribar a ellos de modo peatonal. Una carta de lector del Rector de la Universidad del CEMA, Carlos Alfredo Rodríguez, publicada como Microcentro en el mismo diario La Nación, el 21 de octubre, sostiene (desde la posición del vecino): “Reconquista como peatonal, más la nueva prohibición de giro hacia Córdoba desde Leandro Alem, contribuyen a crear un monumental embudo en la esquina de 25 de Mayo y Córdoba, zona que ya era intransitable, no sólo por los piquetes en el Ministerio de Trabajo, sino por el mal estacionamiento de combis y vehículos del garaje de Presidencia en una calle ya de por sí angosta. Es meritorio el objetivo del nuevo Gobierno de la Ciudad de reducir el tránsito urbano. Cualquier persona sensata sabe que ese objetivo debe cumplirse a través de mecanismos razonables de mercado y no con la medida simplista de convertir las calles en intransitables”. Con esto del desdoblamiento, no sabría decir si el reclamo de Rodríguez se emparienta o no ideológicamente con los argumentos de Chaves, pero no puedo dejar de señalar la similitud de sus objetivos
Ver la nota completa de Norberto Chaves en La Nación.
Ver la página Web de I+C Consultores.
Sobre la gentrificación de San Telmo, ver también en café de las ciudades:
Número 70 I Economía y Política de las ciudades
Con el corazón mirando al sur I Un abordaje sociológico a las transformaciones en tres barrios de Buenos Aires I Por Marcelo Corti
Sobre la propuesta de Prioridad Peatónl y el proyecto para la calle Defensa, ver la nota de Grisela García Ortiz en este número de café de las ciudades y, con una mirada más amplia que la de Chaves, el blog San Telmo Preserva, que se opone a lo que sus autores consideran la tematización del barrio.
Sobre la crítica a las operaciones urbanas de Barcelona, ver entre otras en café de las ciudades las siguientes notas:
Número 71 I Lugares
Tímido elogio de la plaza del MACBA I Y algunos apuntes sobre el esponjamiento y la gentrificación. I Por Carmelo Ricot
Número 24 I Lugares
1,2,3, ¿muchas Barcelonas…? I Impresiones de un bárbaro en el Mediterráneo, o ¿por qué el urbanismo del Fórum 2004 no le gustó a nadie y en cambio caminar por Gracia es tan ‘guai’? I Marcelo Corti
Número 21 I Política
Barcelona y su urbanismo I Exitos pasados, desafíos presentes, oportunidades futuras. I Jordi Borja
Terquedades anteriores:
Presentación editorial (número 65)
Terquedad de las clases medias (y sus críticos)