“...Terquedades será una tribuna de doctrina” (C. Ricot)
Escribo esta nota en uno de los días más tristes de la historia de San Lorenzo de Almagro. Es primero de abril y el club cumple 104 años de vida, pero no hubo festejos en el estadio a pesar de ser domingo. Por decisión de la Asociación del Fútbol Argentino, San Lorenzo jugó a puertas cerradas su partido de hoy, que además perdió. La derrota mantiene al Ciclón en una situación muy complicada con respecto al descenso de categoría, cuando solo faltan once fechas para terminar el campeonato. Para completar el panorama, el hasta ahora director técnico ha renunciado tras el partido.
Hace pocos días, sin embargo, San Lorenzo produjo uno de los acontecimientos sociales más sorprendentes de la historia del fútbol mundial. El 8 de marzo, unos 125.000 manifestantes llenaron la Plaza de Mayo, sede por excelencia de las reivindicaciones populares en Buenos Aires, para apoyar el proyecto de ley presentado a la Legislatura porteña y por el cual se obliga a la restitución del predio de la Avenida La Plata donde funcionó hasta la última dictadura el histórico estadio conocido como Gasómetro.
La historia de San Lorenzo ha estado muchas veces ligados a estas alzas y bajas, a estos infiernos y paraísos del sentimiento, pero las circunstancias cambiantes de estas tres últimas semanas trascienden esa cíclica alternancia azulgrana de “las buenas y las malas”. Y por supuesto, no tienen que ver con esa artificial disyuntiva que se plantea desde la ignorancia o los intereses, entre mantener la categoría o volver a Boedo (como si el empeño por volver afectara los rendimientos deportivos…). Lo que ocurre es mucho más concreto: a la Plaza la llenaron los hinchas; al Club lo están desbarrancando sus dirigentes.
Desde hace más de diez años y salvo pocas y honrosas excepciones, San Lorenzo está gobernado por ineptos, corruptos y algún que otro coctel entre ambas categorías.
Aclaración 1: no defiendo la presidencia de Fernando Miele (¡Dios me libre, y el padre Lorenzo Massa!, aclaro aun desde mi agnosticismo), pero lo ubico en una categoría distinta a la de los Guil, los Savino y los Abdo que lo sucedieron.
Aclaración 2: no eximo de responsabilidades a los hinchas, que en su gran mayoría no se asocian y se abstienen así de participar en la vida institucional de su club, ni a los socios que no van a votar o votan billeteras gordas y plateas de favor. Pero quiero dejar en evidencia un hecho notable: las pocas cosas buenas que le han sucedido a San Lorenzo en lo que va del siglo fueron gestionadas por gente que no solo no pertenecía a la conducción política del Club sino que estaba “en la vereda de enfrente”: Juan Carlos Témez (aun en su cargo de Secretario, pero aislado por sus pares de la Comisión Directiva) y Marcelo Vásquez presentaron y batallaron la Ley que restituyó a San Lorenzo el predio de Mármol y Salcedo, Ramiro Monner Sans obtuvo en la Legislatura el compromiso del Gobierno de la Ciudad para la construcción de un polideportivo en dicho predio y la Subcomisión del Hincha presentó el proyecto de Ley que significaría, en caso de ser aprobado, la Vuelta a Boedo que convocó a la multitud azulgrana a “La” Plaza.
Mientras tanto, del lado de las conducciones políticas de turno solo puede computarse la “primavera” de Ramón Díaz en 2007 y las ilusiones del 2008, que en realidad vinieron de la mano del compromiso de un empresario televisivo para sostener por su cuenta y la de terceros la adquisición de un grupo de buenos jugadores y un buen director técnico. El empresario omitió un aspecto esencial: la gestión cotidiana de esa apuesta debía estar en sus propias manos, lo cual lo obligaba a involucrarse políticamente, o al menos de gente capacitada para administrar, que brilló por su ausencia.
De un lado, canchas vaciadas, derrotas recurrentes y una dirigencia que parece estar perfeccionando, si es que existiera, el “manual para irse a la B”: divisiones inferiores devastadas, compra y venta de jugadores y designaciones de técnicos a gusto de representantes y empresarios, planteles con actitudes y pretensiones muy superiores a sus rendimientos, sueldos altísimos para personajes de funciones desconocidas, abandono institucional en lo interno, chapucería política en los manejos externos. Del otro lado, una multitud de hinchas y grupos activos (aunque a veces enfrentados) de gente que quiere lo que hay que querer: un club inclusivo, enraizado en su barrio como promotor de cultura, de valores solidarios y de vida saludable (esos valores que Adolfo Res expresó con claridad en su mensaje del 8 de marzo a la multitud). Estas cosas, que no solo le interesan a San Lorenzo, se juegan en la pelea por la vuelta a Boedo.
MLT
Sobre San Lorenzo y la Vuelta a Boedo, ver también la Terquedad del Gasómetro y estas notas en café de las ciudades:
Número 12 | La mirada del flanneur
Ocaso y renacimiento del Gasómetro | Fútbol y ciudad (II) | Carmelo Ricot
Número 46 | Política de las ciudades (III)
El regreso a Avenida La Plata | Un proyecto de reparación histórica para San Lorenzo (y los ecos del Mundial).| Carmelo Ricot
Número 57 | Lugares
Boedo Universal | Desplazamientos y retornos urbanos de la pasión azulgrana | Mario L. Tercco
Número 86 | Fútbol y Ciudades
A 30 años del último partido de San Lorenzo en el Gasómetro | Y Cuestionario a los arquitectos Mario Sabugo, Eduardo Cajide, Sergio Zicovich Wilson y Hugo Montorfano. | Marcelo Castillo
Terquedades anteriores:
Presentación editorial (número 65)
Terquedad de las clases medias (y sus críticos)
Terquedad de las villas y los funcionarios
Terquedad del Plan Urbano Ambiental
Terquedad de las Guías (los itinerarios de Eternautas y la ciudad bizarra de Daniel Riera)
Terquedad de las políticas urbanas
Terquedad de Puerto Madero y los paseos costeros
Terquedad del Fútbol (dePrimente)
Terquedad de los vecinos y los medios
Terquedad del gorilismo (y de las palabras)
Terquedad (optimista) del Riachuelo
Terquedad de la no-Ciudad Universitaria
Terquedad periférica (sobre el número 35 de Mu)
Terquedad de las urbanizaciones privadas
Terquedad del Manual (urbanismo para asentamientos precarios)
Terquedad del agua y las cloacas
Nueva Terquedad del suelo, entre la academia y la política
Terquedad de Sabato y Evita en el Cartel de Buenos Aires