“…Terquedades será una tribuna de doctrina” (C. Ricot)
Dos prestigiosos académicos que escriben en este número de café de las ciudades coinciden en caracterizar la gravedad del problema del acceso popular al suelo urbano en la Argentina. En su análisis de los recientes sucesos de Jujuy, Raúl Fernandez Wagner sostiene que “la crisis del “acceso al suelo” ya no repercute solo por su dramatismo social o la inadmisible desigualdad, sino impacta también por el modo en que pone en crisis la gobernabilidad territorial. La cuestión es seria en términos político-técnicos, máxime cuando se insiste que es un problema de “falta de viviendas”, y no se percibe que el problema central para la población son las condiciones de acceso al espacio urbano, al suelo urbano, y luego la vivienda”.
Por su parte, buena parte de las ponencias comentadas por Nora Clichevsky en su Prólogo a La cuestión urbana interrogada señalan las inconsistencias estatales en relación al tema: “la relación entre el mercado de suelo y la política habitacional plantea una serie de paradojas producto de la disociación entre la política de vivienda y la gestión del suelo. Frente a este dilema, resulta interesante introducir a la lectura de la política de vivienda la relación entre hábitat popular, espacio urbano y estructura social, con el objetivo de identificar cuál es el lugar asignado a la vivienda social en la ciudad. (…) Se presenta así una paradoja: frente a un escenario de supuesta escasez de suelo urbano (según algunos funcionarios), el Estado genera un efecto de demanda agregada de suelo que inflacionó la expectativas de los propietarios para colocar suelo rural o cuasi-urbano (grandes intersticios urbanos sin subdividir, sin uso residencial o sin infraestructura) en un plan de obra pública que lo transformaría en suelo urbano”. La investigación institucional conduce a las mismas conclusiones que el comentario urgente de la actualidad.
En cambio, el tema ocupa un lugar mucho mas subalterno o directamente es inexistente en el discurso político. No hubo referencia alguna en las recientes elecciones primarias ni parece que vaya a haberlas en las campañas que se avecinan para las presidenciales de octubre. No aparece en los “relatos” nacionales y populares del oficialismo, aunque se promueva una Ley de Tierras rurales (más preocupada con la nacionalidad de sus propietarios que con evitar su uso especulativo). Ricardito no lo incluye entre sus recuerdos de viajes; no lo registran Duhalde ni Carrió por derecha ni Altamira por izquierda y apenas puede ser entrevisto en la gallarda promesa de Rodríguez Saa: replicar en el conurbano bonaerense la provisión universal de viviendas que ya consiguió la pequeña San Luis. El mismo Hermes Binner (y aclaro que es el candidato al que votaré en estas elecciones) omite el tema del suelo urbano al proponer “la construcción de políticas nacionales en 10 sectores: Seguridad, Educación, Salud, Infraestructura y Energía, Política Exterior, Impulso a la Producción y el Trabajo, Tecnología e Innovación, Políticas Sociales, Federalismo e Independencia plena del Poder Judicial y Transparencia”, aunque aclara que “estamos abiertos a los aportes más amplios”.¿Se equivoca la academia, nos equivocamos los urbanistas? ¿O se equivoca la política?
MLT
Ver la primera Terquedad del suelo y, sobre la ausencia de políticas urbanas y territoriales en la Argentina, ver también en café de las ciudades:
Número 72 | Planes de las ciudades (II)
La ausencia de una legislación territorial en la Argentina | El déficit regulatorio y sus consecuencias | Marcelo Corti
Número 99 | Política de las ciudades (III)
La ausencia de políticas de suelo urbano en la Argentina | Emergentes de Villa Soldati | Marcelo Corti
Tres agujas (respuesta a la Terquedad Ricotista)
Los barcos viajan de país en país,
la luna no siempre es la misma.
Y vos te vas a ir, sola en tu habitación.
Tu mamá, se fue a Marruecos sin alhajas.
Es algo así como cansarse de todo,
todo sigue dando vueltas.
Estoy abriéndome, estoy cansándome.
Mi nación, no tiene cruces ni banderas.
No es que no te creas que las cosas han cambiado un poco.
Es mi corazón quien decide entre el mar y la arena.
Necesito verte antes que sea demasiado tarde.
Casi son las tres, tres agujas tengo en la cabeza.
No, creo que nunca es tarde
una válvula de escape
se transforma en un acorde.
No, es que ya no quiero mas nadar en piletas.
Están partiendo el mundo por la mitad,
están quemándose las velas.
Están usándome, están riéndose.
Y mi canción, es un antídoto del diablo.
No es que no te creas que las cosas han cambiado un poco.
Es mi corazón quien decide entre el mar y la arena.
Necesito verte antes que sea demasiado tarde.
Casi son las tres, tres agujas tengo en la cabeza.
Una cuerda es una bala,
el amor un ejercicio.
Una iglesia es como un circo.
No es que yo no quiero más nadar en piletas.
Noooo
Quiero vivir aquí, mas quiero cambiar
Cambiar para sentirme vivo.
Y te daré una flor, antes que un Decadron.
Oh mi amor, estoy tranquilo, pero herido.
OK con C. Ricot y su sapiencia urbana, OK con su pretensión de ser agudo (según la RAE en su 2ª y 3ª acepción: Sutil, Perspicaz, Vivo, Gracioso y Oportuno) en su análisis sobre el comportamiento del electorado capitalino en particular y del país en general (por lo pronto, original no me parece, interesante tampoco y por ende lejos de un divertimento) y OK también, con sus otras diversas, variadas y seguramente lúcidas terquedades.
Ahora bien, sería buenísimo entonces, que se circunscriba a eso o en su defecto a opinar sobre el chocolate, que junto con el reloj cucú, el abuelito de Heidi y Guillermo Tell (personaje cuya real existencia está en duda) fue de lo más destacado que aportaron los suizos a la historia de la humanidad y su cultura (lo del neutralismo a ultranza con fines abyectamente financieros lo dejamos para otra oportunidad) y que no malgaste su tiempo, interrumpiendo su trabajo cotidiano para opinar sobre poesía y música popular, porque por más diletante que se o lo considere, se pone, a mi gusto por cierto, patéticamente intelectualoide.
By the way (y no creo alardear de cosmopolita al usar esta expresión) lo de Fito me pareció un absoluto exabrupto, y también me enteré de sus declaraciones por charlas, comentarios y “sub lecturas” (me encantaría saber a qué se refiere este personaje con esto), pero cuando vi la lista y la categoría de aquellos que lo acusaron de fascista, me convencí rápidamente de cuál era el lado donde debía estar, más allá del error cometido por el cantautor de marras, que es probable que no sea Baudelaire, Rilke, Whitman o Borges, pero que sin dudas es uno de los más importantes artistas populares de nuestra historia cultural, mucho más rica por cierto que la Suiza.
Pasarán los años y millones de nosotros y otros tantos latinoamericanos recordaremos y tararearemos alguna canción de Páez. Dudo que alguien, salvo algún allegado, ocasional lector, circunstancial colaborador, fortuito contertulio y/o familiar cercano recuerde a Carmelo Ricot, alias “El Suizo”.
Daniel Agosti, Buenos Aires
PD: El chocolate belga es mejor que el suizo.
Terquedades anteriores:
Presentación editorial (número 65)
Terquedad de las clases medias (y sus críticos)
Terquedad de las villas y los funcionarios
Terquedad del Plan Urbano Ambiental
Terquedad de las Guías (los itinerarios de Eternautas y la ciudad bizarra de Daniel Riera)
Terquedad de las políticas urbanas
Terquedad de Puerto Madero y los paseos costeros
Terquedad del Fútbol (dePrimente)
Terquedad de los vecinos y los medios
Terquedad del gorilismo (y de las palabras)
Terquedad (optimista) del Riachuelo
Terquedad de la no-Ciudad Universitaria
Terquedad periférica (sobre el número 35 de Mu)
Terquedad de las urbanizaciones privadas
Terquedad del Manual (urbanismo para asentamientos precarios)