En el inicio del film de Stanley Kubrick 2001 – Odisea del Espacio y por razones que aquí no vienen al caso, vemos a un grupo de monos (digamos pre-homínidos) inspeccionando una pradera.
Uno de los monos, por casualidad, descubre huesos de animales dispersos en el sitio. Toma como al azar, por un extremo, un largo fémur. Distraído, rota la muñeca girándola despacio, ya a izquierda, ya a derecha, descubriendo que en el otro extremo la cabeza del fémur acompaña el movimiento.
Ahora siente que su brazo se ha alargado y que tiene verdadero control sobre esa extensión.
El mono levanta el hueso y haciéndole ganar cierta altura lo deja caer, una y otra vez, cada una con más fuerza y precisión, sobre los huesos del cráneo de un tapir hasta destruirlo.
Encuentra que su puño no solo ha ganado distancia sino también fuerza y poder que, como sabemos, ya tendrá tiempo y oportunidad de saber usar.
¿Qué descubrió el mono?
El oficio y disciplina que sabe cómo operar exitosamente con Materia y Energía en el Espacio Real es la Ingeniería.
El mono se ha comportado como un verdadero ingeniero, hasta en el detalle de realizar un ensayo previo.
El mono no sabe, no puede aún saber, sobre el pasaje de energía cinética a energía de deformación, ni tampoco de cálculo vectorial, ni mucho menos cómo materia, energía y espacio se interrelacionan íntimamente, pero ha dado el paso justo en la dirección que lleva a que esas preguntas puedan ser formuladas.
Kubrick logra en esa poderosa imagen, donde sobre la misma trayectoria de vuelo jubiloso el hueso muta en nave espacial, y al comprimir en un instante el largo y complejo proceso que permitió al mono hacerse hombre y a este controlar la naturaleza, mostrar que ambos procesos son en realidad uno solo.
El mono actúa como un primer ingeniero resolviendo un problema acotado. Sin embargo, parece opinar Kubrick, en Ingeniería NO hay problemas acotados y toda innovación real tiene, en el tiempo, múltiples consecuencias. La mayor de las cuales no es la inevitable sucesión de otras innovaciones y la construcción de conocimiento científico, sino también el no menos inevitable pero inadvertido proceso de transformaciones sobre el mismo hombre.
Quizás ésta es la más primordial (y frecuentemente olvidada) incumbencia de la disciplina.
LEC
El autor es Arquitecto (UNLP) y docente. Ha obtenido numerosos premios en concursos nacionales. Es Director del Grupo de Estudios en Planeamiento Urbano (UTN).
De su autoría, ver también en café de las ciudades:
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La ciudad de las artes o las artes de la ciudad | Diez proposiciones sobre Bahía Blanca | Luís Elio Caporossi
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Sueños del Bocha | Formas, explicaciones y olvidos | Luis Elio Caporossi
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Los caminos de la vanguardia argentina | Amancio, Wladimiro (y Breuer…) de la utopía a la realidad | Luis Elio Caporossi
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