N. de la R.: El texto de esta nota reproduce un fragmento del libro Antropolog?a de lo urbano, recientemente publicado por UNICEN y distribuido por Editorial
café de las ciudades.
Lo urbano como objeto antropológico
El contexto en el que se publica este libro es, en Argentina y Latinoamérica, el de un reverdecer de la problemática socioeconómica, política y cultural como urbana. Maras (pandillas), narcotráfico y violencia en las calles; tránsito caótico, servicios inexistentes o carentes y espacios públicos en decadencia, invasión y privatización; venta ambulante encubridora de desempleo; segregaciones guetizantes y discriminaciones estigmatizantes hacia el migrante, hacia los j?venes de clases populares; inseguridad de los unos por los otros o de todos contra todos; seguridades de 4×4 y claustro enrejado; militarizaciones barriales; legitimidades ilegales en reclamos por vivienda, por consumos colectivos, por el uso de las ciudades, que son cada vez más para casi todos.????????
?El Indoamericano para los indoamericanos?
?La gente est? enojada. Imaginate que labur?s todo el d?a, no ten?s nada, viene alguien, hace algo ilegal y tiene m?s derechos. Pasa en Argentina nom?s eso?.
?Boliviano de mierda, hay que matarlos a todos, hace cu?nto que viv?s gratis, negro villero? A la noche buscamos todos los fierros en casa y los matamos a todos?.
?Ellos nos invadieron, son millones, vas a la escuela y no pod?s anotar a los chicos porque hay 600 bolivianos, vas al hospital y no hay camas por culpa de estos negros?.
?Ellos tienen todos los derechos humanos, ?y nosotros qu???
??Qu? pa?s generoso que es ?ste!?
A principios de diciembre de 2010, la ciudad de Buenos Aires se conmov?a. Varias centenas de familias, residentes en la regi?n metropolitana, incluidas algunas migrantes de Bolivia y Paraguay, hab?an ocupado el predio llamado Parque Indoamericano, en la zona sur, un lugar con funci?n de recreaci?n y espacio verde, que se hab?a transformado en un atr?s para la parte digna de la ciudad ?barrios de donde se extrajeron las expresiones del p?rrafo anterior.
El gobierno de la ciudad no lo hab?a mantenido en condiciones de habilitaci?n y era usado los fines de semana en forma precaria por parte de los sectores habitantes de villas miseria cercanas. Ahora ?stos lo hab?an ocupado para reclamar no haber sido contemplados en planes de vivienda prometidos o ausentes. Tambi?n se dec?a que hab?an sido empujados a realizar la acci?n por la suba del costo de los alquileres en las villas y por promesas de personajes ?influyentes?, incluidas las palabras de alg?n ministro de la ciudad, anunciando por lo bajo que se otorgar?an t?tulos de propiedad en las mismas villas, de modo que el eje de la prometida ?urbanizaci?n de las villas? pasara ?para la visi?n neoliberal del gobierno de Mauricio Macri? por la propiedad individual otorgada a discreci?n, lo que hizo que prevaleciera esta racionalidad de ocupaci?n y luego reclamo.
El gobierno nacional (neo-desarrollista inclusivista en lo econ?mico, peronista en lo partidario y progresista en su orientaci?n general considerando el contexto hist?rico nacional), contrario a la gesti?n local (cuyo Jefe de Gobierno acus? a los inmigrantes de ?narcotraficantes y delincuentes?), termin? realizando un censo de los ocupantes y responsabiliz?ndose por la seguridad, intentando superar incluso el papel represor inicial de su propia polic?a federal. La presidenta de la rep?blica, Cristina Fern?ndez de Kirchner, asumi? en forma expl?cita un discurso contra la discriminaci?n hacia la poblaci?n boliviana y paraguaya. La ciudad pareci? dividirse en dos: la parte de ?vecinos?, indignada por las invasiones a lugares que ellos no frecuentaban, con rancias asunciones racistas, y la parte de los otros, v?ctimas de la discriminaci?n discursiva y de hecho.
En esos acontecimientos (que tuvieron como saldo tres muertos y numerosos heridos) se pusieron en cuesti?n el derecho al uso de los servicios de la ciudad, el ?derecho? a violentarse al extremo de matar en forma justiciera para defender un territorio nacional invadido (?nuestro barrio?) y el derecho al reclamo, con diversas variables pol?ticas como el manejo del Estado, la discriminaci?n de clase encubierta por ropajes de supuestas identidades barriales y/o vecinales enfrentada al concepto de identidad ciudadana, y el racismo de marras.
Interpelados, esperamos unas semanas y nos propusimos hacer p?blica nuestra posici?n al respecto, apuntando a lo que ?no se dec?a? hasta ese momento en los medios y en el discurso pol?tico. Lo hicimos en el diario ?P?gina 12? (Suplemento Cash del 26 de diciembre de 2010, p?g. 5),en una nota a la que el peri?dico retitul? con la c?lebre frase del franc?s Henri Lefevbre: ?El derecho a la ciudad?, y que a continuaci?n reproducimos.
La ciudad es un hecho y un derecho. Es una de las consumaciones m?s notorias de la producci?n material y simb?lica, en un proceso de transformaci?n y socializaci?n permanente. No se reduce al mero espacio f?sico de aglomeraci?n, sino que adquiere valores, identidades e imaginarios construidos hist?ricamente. Por lo tanto, no s?lo se vive en la ciudad sino que se vive la ciudad. Y parte de ese vivir significa producirla, gozarla, sufrirla, reivindicarla y lucharla.
La ciudad tambi?n implica una cuesti?n de derecho que, por las mismas razones, trasciende su mera realidad como espacio f?sico y adquiere valor de uso concreto y p?blico. Si se la define como parte del sistema de servicios y consumos colectivos concentrados que hacen posible la producci?n y reproducci?n de la vida social, la cuesti?n del derecho aparece n?tida cuando se detecta que hay quienes quedan ?al margen? del efecto de los satisfactores de esos consumos necesarios. ?Cu?les son los derechos de la ciudad? Precisamente los que se derivan del hecho de vivir en ella, produci?ndola y consumi?ndola, cuyo valor asociado es el ejercicio de la ciudadan?a: el derecho a la vivienda, a una vida digna, a usar los servicios que la ciudad brinda o debe brindar para todos, como ?mbito p?blico socializado de la producci?n humana.
Como esto no se da, ese derecho es reivindicado y se lucha por ?l, en t?rminos de legitimar hasta acciones que son ilegales, como la usurpaci?n del espacio p?blico o privado desocupado, pero que en el fondo implica una lucha por el derecho al uso de la ciudad misma. Estas situaciones se dan de hecho, en principio por la relaci?n de dominio que implica la apropiaci?n del excedente urbano, cuando ?ste se distribuye por el valor de cambio de la ciudad, transformada en mercanc?a. Es as? que la m?xima socializaci?n p?blica de la producci?n cultural humana deviene en apropiaci?n privada, cuyo indicador es la fragmentaci?n y segregaci?n urbana, sobre la base del valor del espacio.
Seg?n el flamante censo, hay en nuestro pa?s una vivienda cada tres habitantes. Lo que implica pensar que quien no tiene acceso a ella es porque ha sido despojado del derecho a tenerla, ni m?s ni menos. Y esto tiene ra?ces estructurales en el surgimiento hist?rico de lo urbano y de la ciudad.
En la amurallada ciudad de la Antig?edad, la protecci?n y la pertenencia eran garantizadas materialmente por las castas de guerreros, sacerdotes y bur?cratas, y concebidas como algo dado desde la autoridad sagrada estatal y emanaban como un don del templo central y del palacio, pero no para todos por igual. Los esclavos no eran concebidos como ciudadanos, a pesar de ser quienes hab?an construido la ciudad y sus muros. Tampoco en la ciudad medieval se conceb?a que esos sectores estuvieran al margen del goce del derecho a la ciudad misma, pues su situaci?n de subordinaci?n se consideraba parte del orden natural.
Es la ciudad de la Modernidad la que universaliz? el derecho de todos los ciudadanos a hacer uso de ella, trascendiendo su acotamiento amurallado, y es reci?n a partir de esta premisa que el ?quedar al margen? se pudo convertir en un problema a resolver institucionalmente por el Estado. A su vez, es el inter?s dominante el que necesita estructuralmente de una fuerza de trabajo migrante, a la que ?parad?jicamente? los imaginarios hegem?nicos tardar?n en considerar (o no considerar?n nunca) leg?timos destinatarios de la ciudad misma, o sea, ciudadanos al fin.
As? que la lucha continuar? y el papel del Estado seguir? siendo crucial en funci?n de los intereses que ampare. Seguir? ?spera, compleja, con atajos ideol?gicos enlodados de discriminaci?n y racismo, de ocultamientos y manipulaciones, con contradicciones e impurezas, para quien pretenda idealizar un equilibrio que, en todo caso, ser? siempre un estado provisorio del conflicto.
Lo urbano est? formado por este sentido de conflicto permanente, por un lado, en el plano de lo existente, y ?como veremos en pr?ximos cap?tulos? por la necesidad (tambi?n permanente) de orden, de cosmos integrado en una centralidad, en el plano de la tendencia o de las intenciones hist?ricas de los actores sociales. Por eso, la principal contradicci?n inherente a lo urbano consiste en esa existencia (el caos) y esa tendencia (el cosmos). Y el principal desaf?o de todo gobierno de lo urbano se establece en esa tensi?n entre el dejar hacer a la correlaci?n de fuerzas dominante (mercado de bienes, de transacciones pol?ticas, de flujos de poder local-institucional) o el planeamiento y la acci?n preventiva integral.
Y profundizando en el terreno de los qu?-haceres contempor?neos respecto a lo urbano, nos encontraremos ?m?s tarde o m?s temprano? con la necesidad de la participaci?n activa institucional que supere la universalidad del derecho abstracto de la democracia representativa, aunque esta pueda seguir siendo el sost?n de la tensi?n con la contemplaci?n reactiva que generan los mensajes hegem?nicos y la mera formalidad del voto.
Quisimos dejar planteado, con la reproducci?n de la nota de arriba, la importancia de la relaci?n entre ciudad y construcci?n de la ciudadan?a, entre derecho y hecho, entre conflicto y regulaci?n, pero en t?rminos estructurales y no dejando librado el an?lisis de las pujas y contradicciones a la mera representaci?n que los actores se hacen de ellas, o al voluntarismo de los mensajes antidiscriminatorios que apelen solamente al pensamiento ?tico o ideol?gico, sino acompa?ando ese tratamiento con la visualizaci?n de las contradicciones hist?ricas de fondo, que condicionan y determinan las representaciones y que, en tanto no se superen, seguir?n reflejando las mismas asperezas en la textura social.
AG
El autor es Antrop?logo, doctorado en la Facultad de Filosof?a y Letras, UBA. Es Investigador Independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Cient?ficas y T?cnicas (CONICET), y Director del N?cleo de Actividades Cient?ficas y T?cnicas (NACT) Grupo Producciones e Investigaciones Comunicacionales y Sociales de la Ciudad Media (PROINCOMSCI). Es Profesor titular de la C?tedra de Antropolog?a Urbana de las carreras de Comunicaci?n Social y Antropolog?a Social, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Sociales, Olavarr?a. Consultor y facilitador organizacional. Entre sus libros y publicaciones pueden mencionarse: El barrio en la teor?a social. Espacio Editorial, Buenos Aires (2005), Antropolog?a de lo barrial, estudios sobre producci?n simb?lica de la vida urbana. Espacio Editorial, Buenos Aires (2003) y El silencio y la porf?a. Corregidor, Buenos Aires (1985).
Antropolog?a de lo urbano. Ariel Gravano. UNICEN (Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires), Tandil, 2013. 216 p. 24 x 17 cm. ISBN: 9789506583293.
?Hasta la aparici?n de este libro, no exist?a en el medio nacional (y de muchos pa?ses latinoamericanos) un texto que pudiera ser caracterizado como una introducci?n a la antropolog?a urbana. Las fuentes m?s recurrentes para docentes e investigadores interesados en la perspectiva antropol?gica del fen?meno urbano se corporizan en traducciones o versiones espa?olas, am?n de alg?n texto brasile?o de no f?cil acceso. Y en muchos de ellos el sesgo tem?tico tiene la l?gica impronta del contexto de origen. Antropolog?a de lo Urbano apunta a satisfacer la carencia se?alada, pero a la vez a profundizar cierto enfoque espec?fico de la disciplina, con el acento puesto en c?mo se vive la ciudad, adem?s de c?mo se vive en la ciudad, aspecto crecientemente valorado por arquitectos, urbanistas y planificadores, por comunic?logos, polit?logos y soci?logos y tambi?n por abordajes de intervenci?n como el de los trabajadores sociales y gestores de lo urbano?.
Disponible en [email protected], CP67, Concentra, Amerindia, Quade, Ant?gona, De la Mancha, Mal de Archivo, Yenny, C?spide, Galerna y otras librer?as en toda la Argentina.
Sobre el conflicto en el Parque Indoamericano de Buenos Aires en diciembre de 2010, ver tambi?n en caf? de las ciudades:
N?mero 99 | Pol?tica de las ciudades (II)
Villa Soldati y la necesaria reforma urbana en Argentina | Sobre la funci?n social de la ciudad | Ra?l Fern?ndez Wagner
N?mero 99 | Pol?tica de las ciudades (III)
La ausencia de pol?ticas de suelo urbano en la Argentina | Emergentes de Villa Soldati | Marcelo Corti
N?mero 99 | Terquedades
Una mirada arrabalera a Buenos Aires | Terquedad Soldati | Mario L. Tercco