N. de la R. El texto e imágenes de esta nota reproducen un fragmento del artículo del mismo título publicado originalmente en EXPRESS, una publicación del grupo EXIT, a quienes agradecemos la autorización para reproducirlos en café de las ciudades.
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El arte urbano o arte callejero (underground), también denominado en ocasiones como street art, cobra especial relevancia en el París de la segunda mitad de los años 60. En cambio, no es hasta mediados de los años 90 del siglo pasado cuando este tipo de expresión artística gana relevancia en distintas partes del mundo. La gran mayoría de estas propuestas artísticas alternativas nacerían en este contexto a la sombra del mercado del arte y de los flujos capitalistas como una herramienta combativa, de crítica social contra las dinámicas del neoliberalismo y con un fuerte sentido ideológico, político y reivindicativo —en muchos casos con un tono mordaz o burlesco—. Si bien todavía pervive en algunos casos el carácter marginal, comprometido y radical de algunas de estas manifestaciones, nos encontramos actualmente, desde hace casi dos décadas, con. El grafiti, el muralismo y muchas otras morfologías del arte urbano o callejero han sido fagocitadas por el poder para servir a sus propios intereses en detrimento del potencial creativo y emancipador de antaño. En este sentido, la estetización de la política, tal y como la enunciara Walter Benjamin, si bien se anuncia como la gran panacea y la salvación de la ciudad de sus malestares más profundos, en ocasiones consigue el efecto inverso: incrementar la desigualdad, reprimir los conflictos sociales y acentuar las tensiones urbanas. Es así como el espectáculo se torna nefasto y la Ciudad Creativa deja ver su naturaleza putrefacta.
Partiendo de la particular vivencia del barrio de Wynwood de la ciudad de Miami y de su experiencia de gentrificación a través del muralismo, se analizará en este texto cómo este modelo ha servido de inspiración a otros muchos proyectos de urbanismo a nivel mundial. Sobre todo, resulta necesario poner el foco en cómo se ha exportado y replicado este modelo en el contexto geográfico nacional; el museo al aire libre de arte urbano de Santa Coloma de Gramenet (BesArt) y el caso de Colonia Marconi son dos claros ejemplos. Sin ambages, sin rodeos, urge reflexionar sobre las estrategias puestas en práctica por este tipo de políticas y de poner de manifiesto los intereses latentes, así como los potenciales peligros encubiertos. Más allá del fulgor colorido, del mural infinito, en ocasiones se esconde una realidad compleja y oscura. Ya conocemos el dicho: no es oro todo lo que reluce. Viajemos en el tiempo (y el espacio) a Miami.
Retrato en Wynwood Walls. @kiimboslice_
(…) la estetización de la política, tal y como la enunciara Walter Benjamin, si bien se anuncia como la gran panacea y la salvación de la ciudad de sus malestares más profundos, en ocasiones consigue el efecto inverso
Wynwood Walls: los muros de colores que sentaron precedente
En 2009, un año después de que estallara la mayor crisis económica de nuestro siglo, nacía de la mano de Tony Goldman uno de los enclaves más conocidos de la ciudad de Miami: Wynwood Walls, un barrio repleto de murales y visitado a diario por miles de turistas que se sirven de las paredes repletas de colores para tomarse sus numerosos selfies y fotos con las que alimentar sus respectivas redes sociales. El caso de Wynwood Walls —que serviría en el futuro de hoja de ruta a numerosas ciudades y políticos de todo el mundo— es uno de los ejemplos más paradigmáticos de lo que más adelante el investigador y teórico Pascal Gielen analizaría bajo el paraguas conceptual de “Ciudad Creativa” (aquella que se dedica a incentivar el arte y la cultura como una estrategia publicitaria o “plan de marketing”); y su creador, Tony Goldman, puede considerarse como uno de los grandes padres de la gentrificación a nivel internacional.
Después de crear en 1968 su propia empresa inmobiliaria (Goldman Properties), en 1976 Tony Goldman se sintió atraído por la histórica arquitectura de hierro fundido del barrio de SoHo, en Manhattan, y decidió invertir y rehabilitar edificios de la zona. Compró y renovó 18 edificios y abrió restaurantes para atraer a los jóvenes al barrio. Ahí empezaron sus primeros pasos como gentrificador profesional, mientras se hacía de oro. Años después, en Miami en 1985, Goldman recorrió los descuidados edificios art déco de Miami Beach con conservacionistas históricos. Al ver el potencial de la ciudad, empezó a comprar un edificio al mes durante 18 meses —¡como quien juega al Monopoly—, con una estrategia similar al caso previo y un profundo impacto social, cultural y económico para la zona. Más adelante, a mediados de la década de los 2000, Goldman comenzó a comprar edificios en el barrio de Wynwood de Miami, otra zona abandonada en la que vio potencial. Goldman adquirió su primer edificio en Wynwood en 2004 y, para 2008, poseía casi dos docenas de propiedades en esta zona. Un fantástico documental, Right to Wynwood, cuenta la historia de cómo Wynwood pasó de acoger a la comunidad puertorriqueña más antigua de Miami a convertirse en su distrito artístico más grande, con las tremendas consecuencias que esto tuvo para la población del barrio y su idiosincrasia.
Antes conocido como el Barrio del Crack o el Miami puertorriqueño (un barrio marcado por la fuerte inmigración y los altos índices de criminalidad), desde hace años ha sufrido una inflación extrema que ha tenido consecuencias muy evidentes; la más clara, el exilio forzoso de la mayoría de la población, que no pudo permitirse pagar el coste de vida del nuevo Wynwood, una vez se maquilló el barrio con aquel inmenso y colorido barniz muralista (un estudio simple cuesta actualmente entre 2.500 y 3.000 dólares al mes de alquiler y un apartamento de 2 o 3 habitaciones puede llegar a costar entre 4.500 y 6.000 dólares al mes). La historia que mayoritariamente se cuenta, en cambio, es que este barrio, que fue donde se asentaron los puertorriqueños que llegaron a Miami en 1950, era un barrio sumido en la pobreza y las drogas, impregnado por una violencia extrema, que consiguió reconvertirse (y “renacer”) gracias al arte y su capacidad de seducción, y atraer a nuevos visitantes y vecinos. Realmente se trató de un lavado de cara urbanístico que únicamente benefició a las clases más altas, que se pudieron permitir quedarse allí a vivir o incluso mudarse allí (al haberse convertido en un barrio cool: “el barrio más instagrameable del mundo”), y al turismo masivo que desde entonces recibe esta zona, desplazando los problemas de pobreza, desigualdad e injusticia social a otras zonas. Hoy en día, quien visita Miami no deja de acercarse a pasear por Wynwood Walls para ver las excentricidades muralistas allí recogidas. Si el turista en cuestión está sediento, se compra un smoothie o un frappuccino por 9 dólares y quizás más tarde una hamburguesa por 30 dólares. Se hace unas fotos aquí y allá y luego, si eso, disfruta del paisaje.
Al ver el potencial de la ciudad, empezó a comprar un edificio al mes durante 18 meses —¡como quien juega al Monopoly—, con una estrategia similar al caso previo y un profundo impacto social, cultural y económico para la zona
Paisaje urbano de Wynwood Walls. Fotografía: Nika Kramer
Una máxima situacionista ya nos lo advertía hace décadas: “La cultura es la mercancía que vende todas las demás”. Esta consigna ha orientado las decisiones y acciones de muchos políticos en la reconstrucción o “revitalización” —como ellos insisten en llamarlo— de barrios enteros.
Continuar leyendo El eterno retorno de la Ciudad Creativa en EXPRESS Brotes Verdes
MPF
Madrid, 12 septiembre de 2023
Manuel Padín Fernández (Madrid, 1998) es un escritor, pensador e investigador graduado en Filosofía, Política y Economía por la UPF, la UAM y la UC3M y con Máster en Historia del Arte Contemporáneo y Cultura Visual por la UCM, la UAM y el MNCARS. Sus intereses giran en torno al urbanismo contemporáneo, los cruces entre estética y política, las acuciantes problemáticas medioambientales y sus diálogos con el arte contemporáneo y las potencialidades del archivo en relación con las prácticas artísticas actuales. Ha trabajado en varios proyectos de comisariado y en libros escritos junto a otras autoras, como “Bucear la herida. Paisajes (im)posibles de la imagen en la era postfotográfica”, publicado por la editorial Muga o “He aprendido que tienes que rezar por lo que no conoces”, publicado por Pepitas de Calabaza. Ha realizado junto a Claudio Hontana un cortometraje sobre la obra y figura de Isidoro Valcárcel Medina y recibió en 2021 el Premio a la Crítica de Arte Joven de AMCA. Además, formó parte del DIDDCC, el grupo de investigación del Museo CA2M de Móstoles. Actualmente, forma parte del equipo motor de “invertebrados” (un proyecto destinado al pensamiento crítico sobre arte contemporáneo, cultura y estética que se materializa en unas jornadas celebradas anualmente en Logroño) y es residente dentro de “Tejidos Conjuntivos”, el Programa de Estudios Propios del Museo Reina Sofía.
De EXIT, ver también en café de las ciudades ¿Para qué sirven los museos? “No todo van a ser desgracias” y ¡Bienvenido a la Ciudad Genérica! Anastasia Samoylova en la Fundación Mapfre de Madrid.
EXIT MEDIA es una plataforma cultural especializada en la creación y difusión de contenidos de actualidad del sector artístico y editorial, la crítica y la cultura visual contemporánea, con más de veinte años de trayectoria.
Centrada en las artes visuales en general y en la fotografía en particular; trabaja desde el presente de la creación y el pensamiento cultural a través de distintos soportes.
“Junto al análisis actualizado de la cultura y el arte actual publicado en EXPRESS, conviven los nuevos contenidos centrados en fotografía contemporánea de la revista EXIT. Los contenidos más históricos producidos desde 1999, junto a los más actuales, crean un ARCHIVO único, facilitando su acceso por temas, autores, artistas, fechas, etc. que irá completándose progresivamente. Además, en nuestra TIENDA se pueden adquirir todas las revistas y libros editados por la editorial, así como obras fotográficas, ediciones limitadas y en exclusiva firmadas por nombres esenciales de la fotografía actual nacional e internacional, a un
precio exclusivo”.
A propósito del documental Right to Wynwood, dirigido por Camila Álvarez y Natalie Edgar, esta reflexión de sus autoras: “Queremos que la gente se dé cuenta de la peculiar forma en que el barrio fue gentrificado, una de ellas es el uso del arte de la calle como una herramienta de marketing. Es una historia sobre Miami en todos los sentidos posibles, desde el arte a la cultura, a la economía, a la comunidad. Nuestra película es una documentación de una parte única de la historia de Miami que acaba de estar en proceso ahora mismo. Aunque la gente ha estado llamando a Wynwood el «Soho de Miami», hemos descubierto que esto simplemente no es cierto, ya que la gentrificación en Wynwood ocurrió de una manera completamente diferente, con motivos completamente diferentes. También hemos descubierto que nadie sabe lo que realmente sucedió, nunca han oído la palabra gentrificación en sus vidas, y en su mayor parte están felizmente inconscientes de lo que ha estado pasando en sus propias calles. Muchas personas están explorando Wynwood, pero nadie está haciendo ninguna de las preguntas de qué somos”.