N. de la R: Lo que sigue es la edición de los conceptos más relevantes de la charla de café de las ciudades con Saskia Sassen, realizada el pasado 6 de septiembre en el Café de la Paix de la Recoleta, en Buenos Aires. La charla contó con el auspicio del CEPPUR.
Lo territorial y lo político
El espacio de la ciudad es el espacio de lo cívico, factible de ser político. En este sentido la territorialidad genera lo político, no como lucha literal por un territorio, sino por cómo la territorialidad urbana es usada por distintos actores para hacerse visibles en esa pelea política. De allí se comprueba la idea que lo político se genera, se produce, no cae del cielo.
El contenido de esta disputa, de este encaje territorial, que se trasforma en conflicto en torno al espacio urbano, contempla enormes variables –cada ciudad es distinta con sus respectivos espacios, también disímiles- pero en gran medida puede percibirse cómo el capital global (que incluye al capital nacional desnacionalizado) opera. En tanto el espacio urbano es un momento estratégico para este capital globalizado (que también circula en el espacio electrónico) hay una dimensión territorial, en cuanto implica infraestructuras materialmente concretas. Lo que es importante recuperar son los espacios perdidos por la expansión física muy marcada del capital global. Aquí hay una implantación que expande su “footprint“, su huella, que provoca desplazamientos para el ciudadano. La ironía de hoy es que la territorialidad genera lo político, como pudo ser en otro momento el reclamo de los sectores feministas. Este momento lo territorial genera algo que hace al espacio urbano productivo de formas políticas.
Estos desplazamientos pueden afectar a la clase media y a las clases pobres. Si nos fijamos lo que sucede con los “desventajados”, tenemos a menudo, no siempre, migraciones del campo a la ciudad (porque allí tampoco les permiten estar). No conozco los detalles de la Argentina, pero ciertamente está sucediendo en muchos países. Pienso en los “Sem Terra” brasileños. Uno piensa “Brasil tiene tanto espacio, se podrían quedar en el campo”; no, no se pueden quedar en el campo. Y hacen a menudo sus políticas en las ciudades. Yo he estado en Congresos y cuando uno menos se los espera aparecen los “Sem Terra”; están muy bien organizados y usan a la ciudad para hacer visible su movilización. El punto principal aquí es la “casi expulsión” de ciertos sectores del campo a la ciudad.
Y dentro de la ciudad, los sin techo, el crecimiento de la población urbana y demás componentes se combinan; aquí hay una mezcla de causalidades. Y al principio, o al final del día, en las 24 horas hay necesidad de asentarse en un lugar. Hago hincapié en la materialidad de esa demanda por territorio, por espacio urbano.
Ciudadano, Estado, cambios y microtransformaciones
En este momento, estas prácticas en torno al territorio se refieren a “el hacer un cierto tipo de ciudadano” (en inglés, el concepto se presta más, “they make a kind of citizenship“). Es muy distinto a lo que se da en Estados Unidos alrededor de la figura del ciudadano como consumidor. Esa imagen del confort es problemática. Recuerdo cuando Bush, luego del 11 de septiembre, dijo “ahora, como buenos ciudadanos, salgan y compren”… La ciudadanía, en cambio, se hace, es en el “hacer”; “making” se ha vuelto una palabra crítica para mí. Muchas veces asociado a una política informal, no a la práctica política como la pensamos habitualmente. A través de prácticas ciudadanas, de reclamos que no pasan por el sistema político formal. En el trabajo que estoy haciendo ahora intento entender el límite hasta el cual el sistema formal acapara menos de lo político, y es allí donde entran estas otras instancias también políticas.
La cuestión de la ciudadanía a nivel formal, el sujeto ciudadano, ha cambiado bastante, varía de país en país, pero ha cambiado radicalmente en los últimos 15 años. Tema familiar, tema derechos humanos, en donde los ciudadanos usan estos derechos para hacer sus reivindicaciones. En Europa la corte de derechos humanos está muy ocupada en este sentido. Y esto cambia la lógica del ciudadano. La cuestión de la doble nacionalidad, etc, etc.
A lo que voy: como ciudadanos hemos perdido derechos, no es algo muy visible, hay mucha gente que no se da cuenta de esto. New Orleans demuestra como ser ciudadano no es suficiente para que el Estado cumpla con sus responsabilidades. El sujeto ciudadano y el Estado se han distanciado, no es ya “el soberano es la gente, la gente es el soberano”. Hay mucha distancia. A partir de políticas neoliberales que disminuyen los derechos sociales y lo que quedaba del “Welfare State”.
Volviendo al tema de la práctica ciudadana informal quiero terminar con dos notas: si aceptamos que el ciudadano como sujeto formal va cambiando, el contenido de lo que es la ciudadanía formal va trasformándose, y que el aparato formal político en realidad va restringiendo lo que le da al ciudadano, tenemos que entender que estamos frente a un momento histórico en el que espacio urbano captura toda una serie de dimensiones (culturales, económicas, políticas) que se juntan allí. Y estas prácticas que vemos, los piqueteros, intervenciones de arte directo, cierto tipo de festivales que muchas veces aquí se dice “es un circo permanente en la ciudad”, en realidad implican una práctica de ciudadanía. Son micro transformaciones pero se van acumulando. No son simplemente un circo.
Si lo vemos en relación a la Revolución Francesa, en la que el soberano deja de ser el rey para pasar a ser el pueblo, la relación se ha alterado. Hay más y más ciudadanos que dicen “¿sabés qué, Estado? …vos a mí no me representás”. Hay un nuevo discurso. Lo que está pasando en nuestras ciudades es una manifestación enormemente concreta en cuanto a lo que estas posibilidades, aberturas, estas micro-transformaciones, generan al nivel de la vida cotidiana.
Obviamente cuado se hace una gran manifestación no hablamos de la vida cotidiana, pero también actúan en este espacio. Esto que parece que es un “mess“, un lío, “andá a saber lo que es”, es la historia que se está haciendo a través de micro historias, micro transformaciones, micro elementos.
Y Buenos Aires lo demuestra con toda la energía política que vemos aquí, por parte de los “desventajados” especialmente. Aquí estamos haciendo historia. Esto se repite en París, en Londres, en Shangai. Hay muchísima energía política, pero a partir de una serie de pequeños fragmentos. En Shangai es tremendo, y todo canalizado informalmente, porque el Partido Comunista todavía controla bastante, y no le gusta mucho que digamos.
En fin, lo que estamos viendo es una nueva fase en la construcción de políticas, subjetividades políticas y elementos de una ciudadanía que hasta desborda lo nacional, aunque a mí me gusta quedarme dentro de lo nacional, y ahí detectar, descifrar estos cambios. No necesitamos que lo global venga a invadir para ver estos cambios en la ciudadanía. No hay que irse a lo transnacional, en términos de política transnacional, para llegar a estos cambios que observamos a nivel micro en el sujeto que es el ciudadano.
Reclamos y el rol del analista social
Cuando hago mis estudios muchas veces me dicen, estos reclamos son los mismos que se hacían hace 100 años atrás. No, no son los mismos. Porque hace setenta años muchos trabajadores murieron para regularizar la economía informal. Como analista social no puedo aceptar eso. Por más que puedan llegar a parecer similares, en realidad son bien distintas.
Making Presence
Muchas veces, en las manifestaciones que vemos en las ciudades, esta territorialidad de la que yo hablo significa que fragmentos de grupos sociales, que no se conocen, que no se hablan, que no tienen ningún contacto, se pueden volver presentes el uno al otro. Allí hay una categoría que desarrollé: Making Presence. Otra vez el making involucrado. Hacer presencia. No solamente presencia al poder. Hacerse presente el uno con el otro.
En las ciudades norteamericanas y europeas sucede mucho a través de los inmigrantes. Lo vemos en Londres con las mujeres islámicas, grupos islamitas muy distintos, se van dando cuenta que no es lo mismo ser islamita para una mujer turca que para una de Bengala. Cuerpos reales en espacios concretos, también lo vemos con los piqueteros, su making presence no pasa solo por los reclamos en sí.
FL
Federico Lisica es Licenciado en Comunicación Social, actualmente trabaja para la publicación Plan V.
Saskia Sassen es Profesora de Sociología en la Universidad de Chicago. Es autora de varios libros, entre los que se destaca su ya clásico The Global City (traducido por EUDEBA, Buenos Aires: La Ciudad Global), de 1991, actualizado y reeditado en 2001. Entre sus últimos libros publicados en español: Immigrantes, Refugiados y Colonos en la Europa Fortaleza (Siglo XXI, España) y ¿Perdiendo el Control? La Soberanía y la globalización (Bellaterra, Barcelona); y la colección de ensayos: Contrageografias de la globalizacion (Madrid, Ediciones TdS, 2003). Es Miembro del Panel on Urban Data Sets de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, y preside la recientemente formada Information Technology, International Cooperation and Global Security Committee del SSRC (Social Science Research Council).
Ver la entrevista Sakia Sassen: Visita guiada a la ciudad global en el número 10 de café de las ciudades.
Sobre los piqueteros en Buenos Aires, ver la nota Las 10 boludeces más repetidas sobre los piqueteros y otros personajes, situaciones y escenarios de la crisis argentina, de Carmelo Ricot en el número 15 de café de las ciudades.
Sobre la fiesta en las ciudades, ver la nota Ganar la calle en el número 4-5 de café de las ciudades.
El CEPPUR, Centro de Estudios para la Gestión de Políticas Públicas Urbanas, tiene su sede en Alsina 833, Buenos Aires, y brinda servicios de relaciones institucionales, investigación y asesoramientos, capacitación y convenios de cooperación internacional. Más información: 4342-0856, [email protected]
Agradecemos especialmente su auspicio de la charla de café de las ciudades con Saskia Sassen y la colaboración brindada al respecto por su presidente, Lic. Luis Lehmann