N. de la R.: El texto de esta nota reproduce la contribución de la autora a Cien Cafés.
100 textos nuevos, 100 autores, 100 notas de café de las ciudades, 100 datos sobre la ciudad futura, de Marcelo Corti (Editor general), Caporossi, Corti, Henderson, Páez Ferreyra, Vanoli (Eds.), la más reciente publicación de Editorial café de las ciudades.
Hemos vivido en los últimos 20 o 30 años –dependiendo de las experiencias especificas de cada uno de los países implicados– una inversión global en el sentido de las políticas urbanas y de vivienda, que se ha difundido por el planeta bajo la fuerza de la globalización y del neoliberalismo. Sea por decisión de los propios gobiernos o por imposición de las instituciones financieras internacionales como condiciones incluidas en los préstamos a gobiernos, el nuevo paradigma ha sido la retirada del Estado del sector de la vivienda y la implementación de políticas diseñadas para crear mercados de vivienda, considerando así cada vez más a la vivienda como una mercancía y un activo financiero.
La creencia en que los mercados podían regular la asignación de la vivienda (por ser el medio más racional de distribución de los recursos y la riqueza), así como el papel creciente de la inversión en vivienda en el marco de un sistema financiero globalmente integrado, han llevado a las políticas públicas al abandono del significado conceptual de la vivienda como un bien social. Una nueva economía política centrada en la vivienda como medio de enriquecimiento confrontó en diversos países con los sistemas de bienestar y las políticas habitacionales basadas en la vivienda como derecho.
Las prioridades neoliberales, como la restricción fiscal, el libre comercio, el gasto social reducido y una menor fiscalidad, fueron aprobadas rápidamente por muchos gobiernos alrededor del mundo. En los países post-socialistas, Estados Unidos y la mayor parte de Europa, la privatización de los complejos de vivienda pública, los recortes drásticos en las inversiones en vivienda y fondos, la reducción de programas sociales y de alquileres subsidiados fueron acompañados por la desregulación de los mercados financieros y una nueva estrategia urbana de abrir terrenos para movilizar y reciclar el capital nacional e internacional.
La nueva ola también afectó a países menos desarrollados, donde no existían sistemas de alojamiento de bienestar o si existían eran débiles y marginales en comparación con las necesidades de vivienda. La transferencia de la responsabilidad de la provisión de vivienda hacia el mercado ha ido acompañada por la consideración de la vivienda propia como la mejor opción para todos y, por lo tanto, esta forma de tenencia se situó en el centro de todas las políticas de vivienda en la mayoría de los países. La vivienda pública fue considerada como parte integral de la cultura de dependencia que habría generado el Estado de bienestar, así como la representación de los peores problemas del diseño urbano moderno. La vivienda pública es hoy en día esencialmente entendida como vivienda para pobres y para los grupos llamados marginales.
Reforma de las estrategias de desarrollo urbano: desregulación de los precios del suelo
En un contexto marcado por los movimientos especulativos del capital financiero, las estrategias globales de localización de las empresas transnacionales, la competencia interlocal y las limitaciones fiscales, la mayoría de los gobiernos locales se han visto obligados a participar de una competencia interespacial de corto plazo para movilizar instrumentos como el city-marketing, zonas libres de impuestos para las empresas, colaboraciones público-privadas y otros experimentos de política urbana. Entre esos experimentos, la creación de nuevas oportunidades para las inversiones especulativas en bienes raíces en las áreas centrales de la ciudad y la construcción de megaproyectos destinados a atraer a las corporaciones han tenido un gran impacto en la accesibilidad a la vivienda en las ciudades. El resultado fue, por un lado, la creación de franjas urbanas de atractivo mundial para su uso por los ricos y los turistas y, por otro, que aquellos que no pueden permitirse el lujo de vivir en estas áreas se vean empujados a viviendas inadecuadas en zonas con escasos o nulos servicios básicos, muy lejanos de sus fuentes de sustento. En un contexto de falta de correspondencia entre las necesidades y la disponibilidad, y de falta de accesibilidad, muchos no están en condiciones de competir por una vivienda adecuada, debido a sus bajos ingresos. Por otra parte, la integración de los mercados de financiación de la vivienda con los circuitos generales de las finanzas implica que los propietarios individuales están compitiendo con empresas multinacionales por su localización, con obvias consecuencias. El efecto centrífugo de la apreciación de la tierra ha dado lugar, en áreas metropolitanas tan diferentes como los de Madrid, México DF o Santiago, a una nueva forma de discriminación basada en la situación económica o clase social. En Chile, así como en México, se han promovido enormes complejos de viviendas particulares accesibles a personas de bajos ingresos subvencionadas por el crédito. Se había pensado que el stock de vivienda nueva sería parte de los esfuerzos para mejorar el acceso a la vivienda, ya que las políticas se han diseñado y justificado con el fin de reducir la informalidad y mejorar la calidad de vida de las familias pobres, ayudándoles a pasar de los asentamientos precarios a una vivienda nueva. Sin embargo, los estudios realizados desde mediados de la década del ´90 revelan el resultado opuesto: la vivienda social no formaba parte de la solución, sino que creó un nuevo problema, los guetos urbanos en las periferias metropolitanas. Otra dimensión de las estrategias urbanas fue la conversión en activos de suelo público bien ubicado mediante su venta o participación en asociaciones público-privadas. En algunos países, la tierra donde se localizaba la vivienda pública era un objetivo preferente, con la doble ventaja de su disponibilidad por la demolición de complejos de vivienda estigmatizados y al mismo tiempo su participación en Operaciones Urbanas muy rentables (¡para los inversores!). En el caso de los países menos desarrollados, el objetivo preferido han sido los asentamientos informales ubicados en las zonas centrales, de nuevo con la doble agenda de crear un entorno urbano donde los pobres no existen y, al mismo tiempo, “desregular” el precio del suelo. En esos casos, muy pocas veces los desalojos y los desplazamientos masivos de los hogares y las comunidades fueron seguidos por la generación alternativas de vivienda adecuadas para los afectados.
Notas finales
La profunda crisis económica que sacudió al mundo después de 2007 marcó un amplio reconocimiento de los límites del neoliberalismo. Precipitada por la debacle del mercado inmobiliario subprime de los Estados Unidos en 2008, la crisis financiera ha sido considerada comparable con la Gran Depresión.
El hecho comprobado de que el catalizador de la crisis ha sido el mercado de la vivienda, proporciona sustento a los argumentos que sostienen que los espacios construidos no son simplemente la arena sobre la que se desarrollan los proyectos globales o nacionales de reestructuración neoliberal. La reforma de las políticas de vivienda –con todos sus componentes de promoción de la propiedad privada de la vivienda y las redes financieras –ha sido central en las estrategias políticas e ideológicas a través de las cuales se mantiene la dominación del neoliberalismo. Por otro lado, la crisis y sus orígenes en el mercado de la vivienda refleja la incapacidad de los mecanismos del mercado para proporcionar una vivienda adecuada y asequible para todos.
Queda por ver si las fallas evidentes y, en especial, los efectos devastadores de la financiarización de las ciudades y las políticas de vivienda, pueden ser reconocidos y volver a tratarse a través de una reapropiación democrática radical de la vivienda como un derecho humano.
RR
La autora es Relatora Especial de la ONU para el Derecho a la Vivienda Adecuada.
De su autoría, ver también en café de las ciudades:
Número 1 | Entrevista
“La misión del urbanismo es redistribuir riqueza y enfrentar la exclusión” | El Estatuto de las Ciudades, el Plan Director de San Pablo, y los nuevos instrumentos del urbanismo brasileño. | Raquel Rolnik
Número 63 | Planes y Política de las ciudades
Normativa urbanística y exclusión social | Raquel Rolnik: “la regulación del uso del suelo en Latinoamérica solo considera a los mercados de clases medias y altas” | Marcelo Corti
Número 103 | Política de las Ciudades (I)
Informe sobre el derecho a una vivienda adecuada en la Argentina | Crisis habitacional y políticas públicas | Raquel Rolnik
Sobre el tema, ver también entre otras notas en café de las ciudades:
Número 19 | Economía
El problema de los “con techo”… | Alfredo Rodríguez describe las paradojas del subsidio habitacional en Chile. | Alfredo Rodríguez