Ninguna zona urbana suele captar más la atención de los ciudadanos que su Area Central. El Centro es y ha sido siempre motivo de profundo interés para los habitantes de la ciudad. Se lo ha estudiado, analizado y contado, alabado y denostado, toda la gama de miradas y sentimientos se ha volcado sobre él con excepción de la indiferencia. Es que en ese sector de la ciudad se condensa la esencia misma de la vida social urbana. Buenos Aires no escapa a esa regla y su Area Central es posiblemente la zona más profusamente mirada de la aglomeración, sometida a análisis e investigaciones, debido tanto a su importancia económica como a su preeminencia social y cultural.
Dentro del sistema de centralidades metropolitanas, el Area Central se inscribe al interior del perímetro delimitado por las terminales ferroviarias de Retiro, Once y Constitución y por una banda costera en transformación con usos diversos y, que en la última década convocó las más importantes inversiones inmobiliarias de la ciudad. En estos límites, el Area Central se muestra en toda su riqueza y complejidad, reuniendo gran parte de los edificios significativos que a través del tiempo se han asentado en la zona fundacional, para dar cabida a las principales instituciones de la ciudad, coincidiendo con la principal área histórica.
El Area Central se caracteriza por una gran heterogeneidad en cuanto a situaciones urbanas. Es el espacio donde conviven procesos de carácter metropolitano, nacional e internacional, con actividades de carácter local. En término funcionales este esquema determina que se desarrollen actividades políticas, institucionales, culturales, administrativas, financieras y residenciales en diverso grado de concentración y localizaciones diversas.
Antecedentes
Con más de cuatrocientos años de historia, Buenos Aires nació como una típica ciudad del imperio español. Su casco fundacional, en damero, estaba ubicado en forma excéntrica respecto de la Plaza de Mayo, tal cual lo preveían las ordenanzas reales para las ciudades costeras. La centralidad de la ciudad quedaría definida por la localización, en el entorno de la Plaza, de la Iglesia matriz, el Cabildo, el fuerte y la casa del Adelantado. Sobre esta traza se fue conformando y creciendo la Ciudad. Sin embargo, el crecimiento ininterrumpido y aun las transformaciones que se sucedieron en el corazón mismo de la ciudad no alteraron la innata vocación de centralidad del casco original, manteniéndose hasta el presente como el “Centro”.
Entre fines del siglo XIX y las primeras décadas del XX, el centro sufrió una primera reestructuración. La expansión de la ciudad “del centro a los barrios”, favorecida por el transporte y los cambios socio económicos, tuvo como contracara el impulso estatal a las operaciones que fueron modernizando el centro adaptándolo a las nuevas funciones. La construcción de los Edificios del Gobierno Nacional, las obras del puerto y las infraestructuras tuvieron como correlato las operaciones que jerarquizaron y cualificaron la trama colonial. En un primer momento, la apertura de la Avenida de Mayo, las construcciones de los conjuntos monumentales del Congreso, el Correo y los Tribunales, en relación a un sistema de avenidas y diagonales, fueron equipando y ampliando el antiguo centro.
Años después, durante las décadas que preceden a la Segunda Guerra Mundial, el ensanche de la Calle Corrientes, la construcción de la Plaza de la República y del Obelisco (1936) así como la apertura de las primeras cuadras de la Avenida 9 de Julio (que tuvo como objetivo primero unir las estaciones de Constitución y Retiro) desplazaron hacia el norte el eje de la centralidad monumental constituida por el conjunto Plaza de Mayo-Congreso.
Por medio de esas operaciones, a las oficinas de la administración pública ya existentes se fueron sumando las sedes de las empresas y una amplia oferta comercial y recreativa de teatros, cines, bares y librerías, que renovaron el centro y contribuyeron a evitar su tugurización –fenómeno habitual que se registró en otras ciudades latinoamericanas. Desde esa vitalidad, compartió roles, sin perder primacía, con el sistema de centros de los barrios y de los partidos del Gran Buenos Aires que en esos años se fueron consolidando.
Entre los cincuenta y sesenta, las propuestas de nuevos centros cívicos, el Plan del Barrio Sur, los proyectos de ampliación del Area Central, fueron gestados al calor del ideario planificador de esos años. En 1968, el Esquema Director, plan elaborado por el CONADE, volvía una vez más sobre la importancia del centro de la ciudad como organizador metropolitano. Pero ese ciclo tuvo más propuestas que realizaciones, si exceptuamos la dinámica inmobiliaria que hizo crecer la ciudad en densidad y altura.
Con posterioridad a la década del ‘70, varias intervenciones de gran escala tuvieron un efecto paradójico. El completamiento de la Avenida 9 de Julio y el sistema de autopistas urbanas, al cual se integró, logró mejorar la comunicación entre el centro de la ciudad y la Región Metropolitana. Sin embargo, estas vías rápidas tuvieron como consecuencia una profunda fragmentación de la trama urbana y al mismo tiempo favorecieron el uso del automóvil particular. Asimismo, las nuevas modalidades de suburbanización residencial –que generaron el desplazamiento de los grupos medios y altos a countries y barrios cerrados en la periferia- y los emprendimientos industriales, comerciales y recreativos en localizaciones alternativas (en consonancia con nuevos hábitos de consumo y uso del tiempo libre) pusieron en jaque muchas de las actividades propias de la centralidad.
Con efectos muy diferentes, la expansión de la zona bancaria y administrativa en torno de Catalinas Norte, el nuevo sector de barrios y parques de Puerto Madero, el desarrollo de Recoleta, con los museos y el centro cultural, y del enclave turístico de La Boca (más asiduamente visitado desde que se completó la obra de control de inundaciones) más que competir con el centro tradicional, fueron sumando actividades e imprimiendo una nueva vitalidad a esa centralidad ampliada.
Breve estado de situación
Una apretada síntesis de sus principales características muestra al Area Central como el espacio urbano capitalino que concentra más expectativas y hacia cuyo entorno se orientan los nuevos proyectos y las principales inversiones inmobiliarias. Dueño de las mejores condiciones de accesibilidad, tanto para el transporte público como para el privado, el Centro ha logrado mantener un extenso horario de funcionamiento durante toda la semana y, a diferencia de otras capitales latinoamericanas, sigue ofreciendo aún hoy una intensa vida nocturna. También reúne gran parte de la oferta hotelera de calidad, que brinda servicios al turismo y al empresariado internacional, así como concentra la mayoría de las sedes de las empresas más importantes del país.
Sin embargo, entre sus aristas negativas, el Area Central muestra procesos necesarios de revertir como la progresiva expulsión de población permanente y la pérdida de intensidad de muchas actividades recreativas. Su condición de centralidad está jaqueada por un conjunto importante de proyectos urbanos que ofrecen localizaciones periféricas al sector y que enarbolan el símbolo de la modernidad y el prestigio.
Asimismo se manifiestan conflictos en la circulación, que revelan desajustes en la organización del transporte público, los estacionamientos y el uso del automóvil particular. A ello se agrega la sobreocupación de las veredas y el número creciente de vendedores ambulantes que compiten con el comercio formal. Todos estos factores inciden en el deterioro creciente del espacio público.
El Programa
La necesidad de recuperar la pluralidad de funciones, se inscribió como uno de los lineamientos del Plan Urbano Ambiental, que propuso la consolidación del Área Central como “centro de gravitación local, metropolitano, nacional y subcontinental”. Pero responder a ese objetivo no es simple pues no se pueden recuperar nostálgicamente las actividades que respondían a requerimientos y usos sociales que ya no existen. El desafío planteado consiste en “reinventar” el centro, aprovechando sus potencialidades, optimizando sus espacios públicos y dotándolo de nuevos atractivos.
En el marco del programa se formulan propuestas de varias jerarquías, que además de promover nuevas actividades y una oferta residencial atractiva, ponen el foco en el mejoramiento del espacio público y en el incremento de la peatonalidad.
El Programa presenta, en primer lugar, varios proyectos de nivel macroestructural, actualmente en estudio, que aunque benefician directamente al Área Central, son de jerarquía metropolitana. Es el caso, por ejemplo, del completamiento de la Autopista Ribereña –que permitiría adjudicar a la Av. 9 de Julio un rol de avenida paseo-, el acondicionamiento de las puertas –el área de Retiro y de la estación de Constitución-, la reestructuración del sistema de transporte público –ampliación de la red de subterráneos e interconexión transversal de los sistemas ferroviarios-, que mejorarían la calidad ambiental desalentando el uso del automóvil. Asimismo incluye el reordenamiento de Aeroparque y la localización del Puerto de Pasajeros en Dársena Norte.
En segundo lugar, y respondiendo a problemas específicos del sector, se proponen, entre otros, proyectos para:
a. La integración de una centralidad ampliada, asegurando las comunicaciones del centro tradicional con:
– Los emprendimientos de Puerto Madero ( explanada de los Inmigrantes)
– El barrio de La Boca.
b. La valorización de las piezas estructurales. En una primera etapa se propone actuar en los entornos de:
– Plaza San Martín
– Plaza Lavalle/Libertad
– Parque de Mayo
– Edificio de Correo, futuro espacio a rehabilitar conjuntamente con el Poder Ejecutivo Nacional
c. El incremento de calles peatonales permanentes y de horario restringido–ampliando las veredas donde la circulación vehicular lo permite- para mejorar las actividades existentes y generar nuevas. Es el caso de la:
– Refuncionalización de Diagonal Norte
– Peatonalización del pasaje Tres Sargentos
– Santos Discépolo
– Tramo de Lavalle entre San Martín y L. N. Alem y de la calle Alsina
– Ensanche de veredas en avenidas Corrientes
y Diagonal Norte y en las calles Lavalle
y Uruguay
– Transformación de San Martín, Sarmiento y Maipú en calles de convivencia
d. La superación de la fragmentación espacial originada por la Avenida 9 de Julio
– Reorganización de los pasajes subterráneos en Avenida Corrientes (Centro de Información Turística).
-Revitalización de los cruces existentes en las avenidas de Mayo y Belgrano
-Creación de nuevos pasajes subterráneos en la Av. Santa Fe
En tercer lugar, y a nivel de programas específicos a ser coordinados con otras áreas del Gobierno -Nacional y de la Ciudad-, y con el concurso de asociaciones profesionales y representantes de la sociedad civil, se propone:
a. La reestructuración del sistema de transporte público, restringiendo la circulación vehicular y priorizando la peatonal. En ese marco, se prevé también la implementación de un sistema de transporte del Microcentro/Casco Histórico con unidades pequeñas, no contaminantes (MINIBUS).
b. El fomento de la residencialidad, conservando la diversidad social mediante normativas y programas preferenciales de oferta habitacional
c. El impulso de nuevas actividades culturales y turísticas mediante el apoyo de programas de preservación del patrimonio cultural.
Rafael Serrano es Arquitecto, Planificador Urbano y docente universitario,. Sara Ciocca es Arquitecta y docente universitaria. Ambos son Coordinador y Subcoordinadora, respectivamente, del Programa del Area Central del GCBA. Colabora en el Programa Gabriela Cragnolino.
Con el cambio de status político de la Ciudad de Buenos Aires en 1996, se sancionó una Constitución que instala la formulación de un Plan Estratégico y un Plan Urbano Ambiental como obligación de cumplimiento imperativo.
Sobre el PUA, ver la nota de Rubén Gazzoli en el número 21 de café de las ciudades.
Sobre Buenos Aires, ver por ejemplo las notas Queremos cambiar el escenario, porque la ciudad ya no nos acepta, entrevista a Gustavo Rodríguez Karaman y Pablo Reynoso, Muchos problemas, pero… ¿cual es el problema?, Mi Buenos Aires querido… (cuando yo te vuelvo a ver), Buenos Aires en los `90 y otras consecuencias de la ciudad global, entrevista a Zaida Muxí, y Miradas sobre Buenos Aires en los números 2, 6, 9, 24 y 25, respectivamente, de café de las ciudades.
Sobre Puerto Madero, ver también la nota El impacto metropolitano de los grandes proyectos urbanos, de Norberto Iglesias, en este mismo número.