N. de la R.: Esta nota fue publicada originalmente en el número 21 de la excelente y muy amiga revista Crítica Urbana, a la que agradecemos la autorización para reproducirla en café de las ciudades y cuya lectura recomendamos.
Existen alternativas al desarrollo urbano distintas a aquellas basadas en el crecimiento continuo y la ocupación extensiva de suelo que, en España, a partir de la crisis inmobiliaria, han evidenciado con mayor gravedad la degradación medioambiental, bajos estándares de calidad de vida y declive económico, sin haber dado solución a la carencia de vivienda accesible.
La pandemia del COVID-19 ha constatado aún más las disfunciones del mercado de vivienda, con personas malviviendo en espacios con carencias de habitabilidad, mientras cada vez más edificios, infraestructuras, aldeas y espacios libres permanecen faltos de uso, vacíos, desocupados o abandonados. La máxima del desarrollo urbano y territorial sigue siendo construir aún más, pero otra solución es construir sin ocupar más suelo, sin colonizar zonas naturales o rurales, decrecer en vez de crecer, no construir y reciclar o rehabilitar únicamente lo existente.
Nuevo espacio público que articula nuevas dotaciones con los bloques existentes (izquierda) y las nuevas manzanas «Amber» y «Purper». Foto: Toni García.
Entre aquellos fragmentos urbanos que presentan las mayores oportunidades para rehabilitar y reciclar espacios libres y edificaciones, se encuentran los barrios con estructuras obsoletas, como los polígonos residenciales de posguerra, porque permiten introducir nuevas y eficientes tipologías en el núcleo de la ciudad a partir del valor de sus cualidades intrínsecas. La rehabilitación y el reciclaje de los polígonos residenciales de posguerra, así como la revitalización urbana de los barrios en los que se construyeron, son relevantes para lograr un desarrollo urbano sostenible en un gran número de ciudades europeas con procesos de contracción (shrinkage).
A nivel social, el reciclaje y la reutilización adaptativa de estos barrios mejora la calidad del entorno urbano, la consolidación de las redes ciudadanas y el fortalecimiento de la cohesión social. A nivel medioambiental, su reciclaje y la rehabilitación permite reducir el uso del suelo para la promoción inmobiliaria, la construcción de infraestructuras y las necesidades de movilidad, así como la producción de residuos y el consumo de energía. Estos aspectos conducen a mejoras a nivel económico y espacial, convirtiendo el reciclaje de áreas urbanas consolidadas en una estrategia clara para construir nuestras ciudades, evitando la necesidad de nuevos crecimientos, el abandono demográfico de los barrios existentes y su degradación social y física.
Regeneración urbana. Renovación, rehabilitación, reciclaje
La discusión sobre cómo intervenir en barrios obsoletos comienza a darse en Francia, Reino Unido y Holanda a partir de los años 70 del pasado siglo, con políticas públicas englobadas bajo el término de renovación urbana (urban renewal). Un término bajo el que se agrupan tanto las intervenciones en áreas centrales (cascos históricos o barrios de la ciudad tradicional), como aquellas intervenciones de mejora social y vivienda en áreas desfavorecidas, de las que forman parte los polígonos residenciales de posguerra. Las diferentes políticas aplicadas desde entonces han utilizado generalmente procesos de renovación, rehabilitación y reciclaje, por separado o de manera combinada, produciendo distintos resultados a distintas escalas.
(…) su reciclaje y la rehabilitación permite reducir el uso del suelo para la promoción inmobiliaria, la construcción de infraestructuras y las necesidades de movilidad, así como la producción de residuos y el consumo de energía.
Interior de manzana «Amber». La manzana «Amber» es el resultado de la rehabilitación de bloques de viviendas sociales, reutilizando su estructura y transformando su aparcamiento en un espacio libre de uso comunitario. Foto: Toni García.
La regeneración urbana se enmarca en Europa en el debate entre transformación y conservación de la ciudad heredada, donde hasta el último cuarto del siglo XX se concreta principalmente en actuaciones de renovación y reconstrucción orientadas hacia el beneficio inmobiliario, englobando la sustitución, adaptación y transformación de tramas urbanas existentes, obteniendo una mejora física acompañada generalmente de gentrificación, debido al reemplazo de la población residente por otra de mayores recursos. Lo que conlleva una pérdida de diversidad, mezcla social, valor de la estructura urbana heredada y de la oportunidad de mejorar la cohesión espacial de los barrios a partir del tejido existente, con la articulación entre sus partes y con su entorno.
En la actualidad se usa el concepto de regeneración urbana integrada, definido en la Declaración de Toledo (2010), que integra acciones sociales, económicas y físicas, sobre el espacio público y la edificación, promoviendo una mayor ecoeficiencia ambiental, y donde la mejora del espacio libre y su forma urbana son factores fundamentales para alcanzar la cohesión espacial en la ciudad y entre sus partes. Este enfoque más equilibrado, sostenible e integrado del desarrollo urbano se concreta con el Pacto de Ámsterdam (2016), aunque en su aplicación continúan produciéndose procesos de renovación y rehabilitación, y es aún escaso el reciclaje.
(…) predomina la rehabilitación de partes de la edificación, edificio a edificio, mediante la mejora de la eficiencia energética en fachadas y cubiertas, de la accesibilidad en espacios comunes o reparaciones de patologías estructurales y constructivas
Renovación
Los procesos de renovación urbana tienen como resultado la eliminación de la mayor parte de la edificación existente y su sustitución por otra de nueva planta. Suelen llevarse a cabo para incorporar nuevos usos al decidir que no es viable la recuperación del área intervenida.
Este tipo de actuación ha sido frecuente en los casos británico y francés, donde predomina el derribo de la edificación existente y su sustitución por otra de nueva planta, o una demolición selectiva de parte de la edificación en casos franceses y holandeses. En estos procesos, las actuaciones en el espacio público suelen tener como resultado la remodelación de la urbanización existente, lo que implica por lo general transformar la estructura urbana haciendo necesaria la adaptación del espacio público a la nueva situación. Con la demolición de parte o toda la edificación se produce el realojo de sus residentes, entendiendo que la destrucción termina con el problema cuando lo que consigue es trasladarlo de lugar o mantenerlo en el mismo sitio, incrementando el coste de la intervención, perdiendo el patrimonio construido y la oportunidad de mejorar la cohesión espacial de los barrios a partir del tejido existente, con la articulación entre sus partes y con su entorno.
Barrio Poptahof, Delft (Países Bajos). Entorno manzana «Pauper» con edificación existente. La manzana «Pauper» es una nueva construcción resultado del derribo de dos bloques de viviendas sociales. Foto: Toni García.
Rehabilitación
Los procesos de rehabilitación urbana tienen como resultado la realización de acciones de conservación, rehabilitación, ampliación y reforma de la edificación, y de reutilización y reurbanización de los espacios públicos. Puede incluir también acciones puntuales de demolición total o parcial, de renovación o de construcción de nuevas edificaciones, siempre que con ello no se altere de forma sustancial el carácter del conjunto. Esta forma de intervención implica una mayor conservación de la edificación y de la estructura urbana del área intervenida, pero no necesariamente de su integridad material, que puede verse transformada o alterada en función del criterio con el que se actúe.
Esto puede observarse en muchas de las intervenciones realizadas en España, donde predomina la rehabilitación de partes de la edificación, edificio a edificio, mediante la mejora de la eficiencia energética en fachadas y cubiertas, de la accesibilidad en espacios comunes o reparaciones de patologías estructurales y constructivas, a las que suele acompañar la reurbanización de su entorno cuando se incrementa la escala de proyecto. En este caso, o incluso cuando el proyecto es exclusivamente de reurbanización del espacio libre, se potencia la intervención sobre los aspectos físicos del barrio, lo cual suele mejorar la cohesión espacial incrementándose la articulación entre partes del barrio.
Reciclaje
El objetivo de una intervención de reciclaje es cambiar la obsolescencia no programada por la regeneración programada, mediante la recualificación del espacio libre y de la edificación. Substituyendo parte de sus componentes para ser continuamente transformados y readaptados a distintas necesidades, introduciendo un nuevo ciclo de vida a través de la mejora de las condiciones de habitabilidad y confort de las viviendas, la flexibilización de su programación interior, la incorporación de una mayor diversidad de espacios exteriores y la renovación de la imagen del conjunto, utilizando la identidad como activador del reciclaje. Esta forma de intervención implica la conservación de la edificación y de la estructura urbana del área intervenida, reorganizando su uso.
Los procesos de reciclaje urbano siguen la máxima de Lacaton & Vassal de «nunca demoler, quitar, ni reemplazar, y siempre sumar, transformar y reutilizar», pero hasta ahora la intervención planteada en el espacio libre es escasa, se circunscribe al entorno de la edificación de proyecto, reorganizando su uso. Se mantiene la estructura urbana del barrio, no se plantea la mejora de su articulación, conectividad y accesibilidad con el borde y su entorno, lo cual limita su cohesión espacial. Esto puede observarse en casos franceses y holandeses de reciclaje de edificios en el interior de un barrio. Como en el Grand Parc de Burdeos y en el urban block Kleiburg, de Bijlmermeer, reutilizando los espacios existentes para mejorar su habitabilidad, variando el programa residencial e incluyendo nuevos usos comunitarios, lo que permite introducir diversidad residencial en sus viviendas y en el entorno inmediato.
La ciudad futura estará hecha principalmente de los materiales existentes, y su reciclaje permite reutilizar lo existente añadiendo algo que los reinterprete, que los reinvente actuando de algún modo entre sus partes.
Conclusión. Reciclar para hacer ciudad
Si queremos buscar alternativas al crecimiento extensivo, al consumo de suelo, a la necesidad de vivienda, es necesario repensar nuestra relación con el territorio y la ciudad. Si nos desarrollamos decreciendo o consumiendo menos, entonces gran parte del futuro se encuentra en aquello que ya hemos construido. Y desde este punto de vista el camino abierto con el reciclaje y la rehabilitación de fragmentos urbanos debe extenderse a todas las escalas y no solo a las de la edificación como hasta ahora. La ciudad futura estará hecha principalmente de los materiales existentes, y su reciclaje permite reutilizar lo existente añadiendo algo que los reinterprete, que los reinvente actuando de algún modo entre sus partes. Entre esos materiales destaca el uso que podamos darle al espacio libre, teniendo en cuenta que el espacio público es un elemento estructurante de la trama urbana y un factor determinante en el proceso de cohesión espacial, al favorecer la accesibilidad, continuidad y permeabilidad en la ciudad y entre sus partes.
De esta forma, en la propuesta de mejora de los barrios y de la ciudad, en el diseño, en las políticas y en su aplicación, se debe considerar el espacio público como el agente que promueve la cohesión espacial, conformando una red de espacios públicos que integran toda la problemática en las distintas escalas del barrio, al interior, en su borde, en su entorno y en la ciudad. Aspecto fundamental de la regeneración integral y principio de las estrategias globales de desarrollo urbano, en la planificación de la ciudad en su conjunto, para mejorar la eficiencia general del sistema urbano y la integración de las distintas partes de la ciudad en la trama urbana.
Este modo de intervención debe operarse en el marco de la política pública; si queremos reciclar para hacer ciudad se ha de tener en cuenta que el espacio se define con la gente, que es fundamental la participación de los actores locales en el proceso de diseño urbano, en la construcción del espacio público. Considerando que los espacios de oportunidad sobre los que se actúa dependen de la participación activa de los actores locales para mantener la continuidad de la mejora urbana en el tiempo y en todas las escalas, necesaria para la consecución de una configuración espacial multiescalar en permanente adaptación.
TG
Antonio García Fernández (Toni) es doctor arquitecto por la TUDelft. Ha sido presidente y socio fundador de Arquitectura sin fronteras en Galicia y Delegado de España para la mejora de la vivienda y los asentamientos rurales iberoamericanos del CYTED-AECI. Actualmente compagina su labor como profesor de urbanismo, con el trabajo en García-Somoza Arquitectos y en la editorial Edicións-espontáneas, dedicado a la investigación sobre la vivienda y la transformación del territorio.
Toni García. Reciclar barrios para construir ciudades. Crítica Urbana. Revista de Estudios Urbanos y Territoriales Vol.4 núm. 21 Los límites del crecimiento. A Coruña: Crítica Urbana, noviembre 2021.
Sobre políticas para la renovación de barrios de vivienda pública en Europa ver también ¿Para quién es Londres? Sobre Big Capital, de Anna Minton, por Marcelo Corti en nuestro número 172, y los casos de deFlat en Amsterdam y Sluseholmen en Copenhague.
Sobre regeneración urbana, ver también La creación de un desarrollo urbano regenerativo, por Marcelo Corti en Seres Urbanos (El País).