N. de la R.: El texto de esta nota reproduce fragmentos del libro inédito de la autora, cuya publicación se inició en los números 102 y 103 con Veracruz y El Puerto de Veracruz, respectivamente.
Entrevista a la Arqueóloga Judith Hernández.
Es la única arqueóloga que, desde 1989, trabaja en el Centro Histórico dentro del Instituto Nacional de Antropología e Historia, centro Veracruz; con ella hay 4 arquitectos que se encargan de los monumentos históricos. Una sola persona para investigar cuatro siglos.
¿Por qué cree usted que no se le ha dado importancia arqueológica al puerto?
Veracruz crece como una ciudad de paso, comercial, pero no tiene el florecimiento que tienen otras ciudades del país, además no hay una población muy estable, eso hace que el desarrollo urbano sea distinto al de otras ciudades del país. Las flotas llegaban cada año, sólo en los tiempos en que se descargan las mercancías de las flotas llegan los habitantes.
El temor de los piratas, de las invasiones extranjeras, la falta de agua, la falta de recursos naturales y de materiales para la construcción y el clima bastante malo hacen que la ciudad se desarrolle poco. Aunque tiene una traza como ciudad, durante todo el siglo XVII las casas son de madera, cuando ya había palacios en la ciudad de México y en Puebla. Hacia inicios del siglo XVIII y después de muchos incendios, se dicta la normativa para construir de piedra la ciudad, pero como no hay recursos, se construye de piedra calcárea, de corales del mar; las casas de Veracruz son de coral negro.
La apertura comercial de España le permitió al puerto tener un boom constructivo. Hacia mitad del siglo XIX tenemos 180 casas grandes en poder de 8 familias. Eran casas muy grandes, con sirvientes y bodegas. Dentro de la ciudad, llegaron a vivir 5.000 habitantes y fuera de la ciudad vivían los arrieros y la gente pobre.
¿En qué áreas se ha concentrado la investigación del puerto?
Se habla de Veracruz y sus cuatro defensas heroicas pero yo creo que nos falta estudiar su desarrollo urbano, lo que enfrentaron los habitantes en su vida cotidiana. A través de los objetos arqueológicos que hemos encontrado en los edificios públicos, en las casas habitación, en los comercios cuando se hacen remodelaciones, hemos obtenido muchos objetos que nos hablan de la vida cotidiana, del comercio, de las preferencias y del carácter cosmopolita de la ciudad. Ahora se habla de rescatar el patrimonio histórico, no se prioriza la investigación arqueológica. Porque no es sólo cavar hoyos, sino también hacer estudios de los sistemas constructivos, de los materiales de construcción, de los espacios habitados, cómo se divide el espacio interno en las casas, cómo se distribuye el espacio en la ciudad. Es importante rescatar para conocer la estructura socioeconómica que prevaleció en determinado momento y no nada más pintar las fachadas y decir sólo Veracruz es bello, sino es necesario desentrañar lo que implicó el funcionamiento de una ciudad tan importante.
¿Qué otros aspectos considera usted de importancia para investigar?
El aspecto comercial de Veracruz. Por aquí pasaron todas las mercancías y las personas por 400 años, todo el comercio trasatlántico se realizaba por Veracruz. Del lado del Pacifico era Acapulco. Las mercancías provenientes de Asia llegaban a Acapulco, atravesaban todo el país y llegaban a San Juan de Ulúa y de allí partían a Europa. A ello hay que agregar todo lo que llegaba de Sudamérica. Tampoco se han hecho estudios de negros y afromestizos. Aquí en Veracruz estuvo la compañía de ventas de negros para los franceses y los ingleses, tenemos localizados en los mapas donde estaban los asientos de negros, sería adecuado hacer una investigación arqueológica para saber cómo estaban estos establecimientos. Hemos localizado vestigios del siglo XVIII. En los barrios de Minas se localiza la gente de color quebrado, que son los afromestizos; son unos barrios inmundos pegaditos a la muralla, dentro de la muralla, allí estamos haciendo excavaciones.
¿Cómo se desarrolla la expansión de la ciudad amurallada?
Era una ciudad cerrada con situaciones climáticas terribles. A partir de la Ilustración y en tiempos de Revillagigedo, se empiezan a plantear cuestiones sobre salud pública, sacan los cementerios de las iglesias, se crean plazas públicas con árboles para la recreación, se empieza a concebir a la población desde otro punto de vista. Se crea un proyecto para la ampliación de la ciudad y su primera parte es la alameda, con árboles, fuentes y bancas, que conecta la ciudad con los terrenos extramuros para que la gente saliera a pasear. En cambio, los bulevares que se han construido ahora a la orilla del mar no tienen un solo árbol ni tampoco las plazas públicas remodeladas en tiempos del alcalde Gutiérrez de Velasco.
¿Cómo se relaciona esta ciudad del siglo XXI con la ciudad de los siglos XVIII y XIX? ¿Se trata de otra ciudad?
El comercio ha sido el motor de la ciudad. Sigue conservando el trazo antiguo de la ciudad, el cambio más radical ocurrió en 1880 cuando se tira la muralla y se hace la ampliación, pero crece siguiendo la traza tradicional. A partir de los materiales arqueológicos, sabemos que la traza que se planteaba no es la que se realizó, la ciudad se continuó donde estaban antiguamente los comerciantes, es decir, tuvo más fuerza el comerciante que el urbanista en el siglo XVI.
Encontramos los materiales más antiguos en lugares donde se planeaba construir la ciudad, por ejemplo, donde están las Atarazanas. Como las casas eran de madera en el siglo XVII y gran parte del siglo XVIII, lo que tenemos de vestigio data de mediados del siglo XVIII. En la ciudad, los edificios más antiguos son la Iglesia del Cristo del Buen Viaje, el Palacio Municipal y algunas casas. A finales del siglo XVIII tenemos 4.000 habitantes en el interior de la ciudad, afuera de la ciudad hay gente (586 habitantes) pero no están contempladas en el censo; mayormente son españoles, afromestizos, mestizos e indios, la mayor cantidad son afromestizos. Hay asentamientos en el barrio de la Huaca en el siglo XVIII pero lo que conocemos como La Huaca data del siglo XIX y crece al amparo de las obras del puerto, cuando llegan muchísimos migrantes de Oaxaca, Chiapas, del sur de Veracruz, Puebla, todas las rancherías de alrededor, y allí les construyen casas de madera y muchas vecindades alrededor de la muralla, cuarterías con pisos de cemento y paredes de madera y techos de teja de Marsella (que vienen en los barcos como lastre).Para 1850, tenemos 1.108 casas sin contar el Palacio de Gobierno, la aduana, los almacenes, la maestranza de artillería, los cuarteles, el mercado, carnicería, mercado, tres hospitales, la iglesia parroquial, la iglesia de Loreto, hay 64 manzanas, la muralla cuenta con 9 baluartes y está construida toda de piedra muca, de coral pues hasta 1775 había sido de madera. Por ejemplo, adentro de la ciudad es muy difícil encontrar comales porque la gente vive con sus patrones y estos le dan pan, en cambio fuera de la ciudad y en el mercado hay comales. La gente hace tortillas. Encontramos botellas de coñac porque hay muchos soldados en el puerto, esta bebida está asociada a un uso militar. Hay muchos objetos de Inglaterra y Francia en la mitad del siglo XIX, durante la ocupación francesa. Durante la industrialización, se consume loza industrializada en lugar de la mayólica poblana, era elegante, con formas muy regulares, colores uniformes y dibujos muy hermosos con escenas de la vida cotidiana que evocaban escenas del romanticismo y de lujo, hay vajilla con escenas costumbristas que le permitían a los mexicanos estar al corriente de las modas y usos de Europa, era como leer una revista de actualidad.
¿Hay registro en el material arqueológico de todas estas migraciones?
En el material arqueológico hacia finales del siglo XIX aparece mucha loza oaxaqueña, que corresponde a toda la gente que llegó para trabajar en el ferrocarril y después en la remodelación del puerto en tiempos del Porfiriato. Aparece en las afueras de la ciudad, por ejemplo, en la Huaca. Encontramos loza de Yucatán, hay migraciones de cubanos, franceses, los comerciantes españoles. También durante la Nueva España, se movían dentro de lo que era el Virreinato de la Nueva España, la gente estaba en su casa, no atravesaba fronteras. Los arquitectos y los ingenieros que construyen esta ciudad son los mismos que construyen las ciudades de Centroamérica, Colombia, Venezuela, Puerto Rico, La Habana, porque pertenecen a la corona española con un sistema de defensa común y usan a la misma gente con la misma capacitación que se mueve dentro del territorio de la Nueva España. Por otro lado, están los colonos franceses. A partir del cambio de los Austrias a los Borbones, llegan ingenieros franceses a Veracruz. La planeación de la ciudad se desarrolla de acuerdo a los lineamientos de estos nuevos ingenieros, quienes encuentran obstáculos por parte de los criollos: no les autorizan dinero para la construcción, les ponen trabas para sus proyectos, algunos terminan muriendo. La vida de los ingenieros militares es un tema muy interesante, aquí tuvimos 64 ingenieros militares trabajando y cada uno tiene particularidades en su vida y en su obra en el puerto. Por ejemplo, Miguel del Corral odiaba el barroco y obliga a que las construcciones de la ciudad sean neoclásicas, el criterio de un ingeniero está dictando el carácter de la ciudad, es increíble. No había planeación del gobierno municipal.
¿Qué debería proponerse un rescate serio del centro histórico?
Es importante diseñar un rescate del Centro Histórico, limpiar las fachadas, ver las molduras, muchas casas se remodelaron en el siglo XVIII y a finales del siglo XIX con la expansión de la ciudad, pero no ha habido un amor por lo que es el pasado de Veracruz. A la gente le gusta lo nuevo y destruyen. Hay un desconocimiento muy grande de lo que tiene valor histórico, si el comerciante supiera que también podría ganar, promovería, pero hay una especie de miedo a la institución porque creen que si se encuentra algo importante, se les va a quitar su predio. No está peleado lo moderno y lo antiguo, por ejemplo en el CEVART, se respetó la fachada y se conservaron algunos elementos arquitectónicos de importancia histórica y dentro del edificio se construyó una estructura arquitectónica moderna con vidrios y acero. La comunicación entre los propietarios y la institución ha sido bastante difícil mayormente por el prejuicio, por un lado, la gente dice no me dejan construir y, por otro lado, la opinión pública dice que el INAH permite todo. La institución está para reglar, normar, ayudar, la gente tiene que entender esto.
Fue una ciudad amurallada y sólo tenemos dos pedazos de muralla en la ciudad. Si se piensan en desarrollos turísticos, al menos tenemos que rescatar esos espacios y dignificar los edificios antiguos donde la gente vive actualmente y ayudarlos a rescatar, hacer restaurantes o pequeños centros comerciales en edificios viejos respetando la estructura arquitectónica. Se está perdiendo la oportunidad de comprender la ciudad desde otro punto de vista que resultaría mucho más productivo en términos turísticos, porque no es lo mismo la fantasía de crear fachadismos a una restauración basada en la investigación del funcionamiento real de la ciudad.
Yo soy de Veracruz y crecí en Veracruz y, desde chico, era una tradición venir a Independencia los fines de semana a tomar el café y comprar ropa y zapatos. Independencia fue la matriz, el corazón de Veracruz. Sobre Independencia estaban ubicados los negocios de nombre en Veracruz, de bastante tradición: Casas Castilla, El tigre, las panaderías. Hasta principios de los ochentas , los dueños de los negocios sobre Independencia eran personas de descendencia extranjera, españoles, libaneses, chinos, poco a poco, se fue transformando, ahora la gran mayoría de los empresarios son veracruzanos. Generalmente, el comerciante iniciaba en el mercado Hidalgo o al lado del mercado. La tradición era ir a tomar un café; me tocó muchas veces ir con mi abuelo al café La Merced y él se veía con sus amistades, y después caminar, ir a los parques, comprarte un globo, correr, andar en bicicleta. Hoy en día, se ha ido perdiendo, no tenemos parques y Plaza de las Américas es una cultura de influencia americana y todo lo centralizan, allí puedo ir al cine, comer, mi hijo jugar, hacer compras. Siempre Independencia fue la calle de la sociedad; cuando era niño, la gente se vestía muy arreglada. Tomaban un café, caminaban, los domingos, iban a la iglesia, a la parroquia, desayunaban y caminaban. La alameda de Díaz Mirón se conectaba con Independencia y llegaba hasta el zócalo. Me hubiera encantado vivir en esa época y verlo. Pero ya me tocó una alameda muy desgastada, muy olvidada, el parque Zamora. Hoy en día la clase media ha ido aumentando y atrayendo a más gente de afuera hacia el puerto de Guanajuato, Puebla, Morelia, Sinaloa, Monterrey, algún cubano. Esto se refleja en la cultura y en la forma de hacer negocios, se ha vuelto más competitivo con las empresas que están llegando, principalmente inmobiliarias y de construcción. Algo que no me explico es por qué, siendo Veracruz uno de los puertos más viejos de América, no pudimos crecer al nivel de otros puertos; porque Veracruz está situado en una zona estratégica hacia todo el comercio con Europa, ¿qué pasó? ¿Por qué y cuando Veracruz dejó de ser el puerto más importante de América? (Ronaldo Lara).
Los Caminos de la Negritud
“Grandes capítulos de nuestra historia no mencionan o no destacan la vida y los aportes de las migraciones africanas y sus asentamientos. Hay un movimiento pendular entre la exclusión, la omisión, la integración y el mestizaje de una presencia casi originaria en la conformación de nuestros países”, palabras de Estela Morales, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México en la inauguración del Congreso Internacional Diáspora, Nación y Diferencia: Poblaciones de origen africano en México y Centroamérica.
¿Será que la Obamania ha puesto de moda la negritud, o que en este siglo XXI es “cool” ser diverso o al menos promover una fachada de diversidad? ¿O llegó el momento de plantearnos quienes somos, cosa que los estadounidenses y los argentinos hacen con excesiva facilidad y recurrencia?
En el siglo XIX, y en sincronía con las políticas poblacionales de Estados Unidos y Argentina, en Veracruz hubo un experimento social orientado a crear “el nuevo mexicano”. Este individuo sería el único que podría hacerse cargo de la promoción del desarrollo de fines del siglo XIX y principios del XX y de disfrutar sus frutos. Según Evelyne Sanchez-Guillermo, “Las autoridades federales y estatales consideraron al Estado de Veracruz como a un verdadero laboratorio donde se podría crear a un hombre nuevo en un espacio nuevo, ya que estaba despoblado”. A este mexicano lo definían rasgos físicos, de lengua, culturales, una lógica empresarial, un determinado sistema político y un territorio en el que desarrollaría sus capacidades. “Los europeos siguieron teniendo el rol principal, con la apertura en 1873 de la primera vía de ferrocarril que unía el puerto de Veracruz con la ciudad de México. De esta forma, la capital federal resistía la atracción cada vez más fuerte de la frontera norte amarrándose al puerto atlántico”, explica Sánchez-Guillermo.
Paradójicamente, este mexicano venía de Francia y debía, después de adaptarse a un medio ambiente hostil, blanquear a una población local despreciada por sus élites políticas y culturales. Pero, la colonia francesa instalada en la zona costera de Coatzacolacos en 1830 fracasó a los pocos meses de instalada.
Entrevista a la Doctora Odile Hofman, Directora del Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos y Coordinadora del Congreso internacional Diáspora, nación y diferencia: Poblaciones de origen africano en México y Centroamérica. La Doctora Odile Hofman es geógrafa, con un doctorado en África, llegó en 1984 a México donde investigó cuestiones de territorio y distribución de tierras en Veracruz. Cerca de Xalapa, exploró las dinámicas de poder en el medio rural. Una temporada en Colombia, donde trabajó sobre el acceso a las tierras en comunidades negras, la introdujo en el tema de la negritud en América, tema que desarrolla desde 1996.
Veracruz tiene una importancia simbólica porque este puerto fue la puerta de entrada de los esclavizados al Nuevo Mundo, fue el primero y el más importante durante mucho tiempo. Además, dentro de México, Veracruz sigue teniendo la imagen de la región más negra, más afro del país, tiene una historia que permite que hoy se hable de lo afro caribeño, afro andaluz. La cuestión de nombrar y definir lo afro o lo negro ha sido una de las mayores preocupaciones durante el congreso y ha sido fuente de intensos y apasionados debates. Esta cuestión no es para nada específica a México. El debate es igual en Brasil, en Colombia. Es muy importante, porque el nombre no define la esencia sino que define la posición de uno frente a su entorno nacional e internacional. Es un debate político muy importante. Y el hecho de que siga después de veinte años muestra el dinamismo del debate y la pertinencia del debate político acerca de qué lugar ocupan las minorías afro en los países, afro nacional, afro colombiano, afro mexicano, etcétera, que viene de Durban del 2001, de cierta visión de relaciones de fuerza en la Conferencia Internacional para la Erradicación de la Xenofobia la Discriminación en Durban. Cada término remite a cierto ámbito de negociación, local, nacional, internacional, y lo que es importante es darle la validez y la legitimidad al debate, reconociendo que cada término tiene su pro y su contra, y dejar hablar, ver cómo quieren dejarse llamar ayer, hoy y mañana. Es un gran logro entender que los estereotipos no llevan a ningún lado, que no se trata de una tercera raíz, se trata de cambiar la forma de concebir la sociedad nacional y no ponerle una tercera raíz, después va a haber la cuarta con los chinos y la quinta con los europeos.
¿Usted cómo lo concibe?
La tercera raíz es el discurso oficial, es el discurso del afro caribeño, de la diversidad oficial. Nosotros estamos en contra de esto, estamos luchando por una visión por la que la diversidad es entendida como portadora de nueva ciudadanía, de nuevas formas de relacionarse unos con otros, donde uno puede ser negro hoy y menos mañana, o indio en mi pueblo y xalapeño en Xalapa, así no me imponen una etiqueta de primera, segunda o tercera raíz. No somos etiquetas, somos actores sociales, somos seres humanos, somos muchas cosas. Ésta es una discusión académica,
¿Cómo lo vive a la gente a nivel de base?
Hay que tomar distancia porque en Veracruz y en México a nivel de la gente de base este debate no cuaja, no les es importante porque tampoco hay interlocución de parte del estado ni del lado de la academia, aquí somos un puñado, somos nadie. En el momento en que se vuelva un debate nacional, con presencia en la prensa, en la escuela, en la televisión, que haya políticos que hablen de eso, ellos van a interesarse y a decir lo que piensan. Si tomamos otros países como Colombia, donde sí hubo debate nacional, los campesinos, obreros, residentes tenían algo qué decir y hablaron. Si no hay discusión, ¿para que hablar?
¿Cómo evalúa los avances de los estudios afro-mexicanos en el ámbito de la academia en México y en la academia en general?
Desde la academia estadounidense, hay interés en la temática porque ven en México como un eslabón perdido, van a buscar a sus hermanos negros en México. En México, el campo de investigación sobre afro mexicanos todavía padece de falta de interés de reconocimiento y de legitimidad por parte de los académicos asentados. Por ejemplo, cuando uno dice que está trabajando este tema, se dice, no hay negros en México, pues sí, sí hay, entonces responden, pero son bien poquitos, uno sigue argumentando, entonces sí, pero no cuentan, es decir, la falta de legitimidad de lo afro también existe en el ámbito académico.
Algunos investigadores han manifestado su temor de que esta presencia afro mexicana se estuviera perdiendo como consecuencia de la migración internacional.
Es una visión que yo no comparto, porque es una visión que esencializa las identidades, como si fueran una cosa fija que se va gastando como materia: rápido, hay que trabajar antes de que desaparezca. Las culturas son dinámicas, cambian, es cierto que si una lengua desaparece, hay que trabajarla, la música desparece, es valido rescatarla, pero yo no comparto la idea de una cultura fija que se iría desbaratando con la migración. Hay cambios fuertes sociales y culturales por la migración, sí los hay, como los hubo por la urbanización, por la industrializaron, por la masificación de la televisión. Hoy es la migración, ayer fue la educación, la escuela, hay miles de motivos para transformarse.
¿Podría establecerse alguna relación entre la experiencia afro americana y la afro mexicano centroamericana?
Ahí el aporte de la historia es fundamental, completamente fundamental. Hay que reconocer la esclavitud como el momento fundador para todas las poblaciones negras en América, pero después uno si habla de Estados Unidos o de los garífanos, que nunca fueron esclavos, no se puede confundir. En México dejó de haber trata, importación de esclavos, en el siglo XVII, cuando en Estados Unidos siguió un siglo y medio más. La esclavitud se abolió aquí oficialmente en 1821, pero casi ya no hay esclavos desde mitad del siglo XVIII. Las historia del lugar de los afro en México y en Estados Unidos no tiene nada que ver. Pensemos en la segregación social hasta los años sesenta en Estados Unidos; aquí tenemos un segregación espantosa, pero legalizada nunca lo fue. Entonces, hay que dialogar y tenemos que ver las diferencias pero tenemos historias demasiado diferentes como para poner en una misma situación a dos poblaciones completamente diferentes solamente por su color. Comparten, eso si, la esclavización inicial, pero después la historia es diferente.
La Mujer Veracruzana
Cehimé Cortes Bravo acaba de abrir su nuevo local sobre la avenida 16 de septiembre, en los límites con el centro. “Yo empecé a estudiar desde muy pequeña en Poza Rica, a los 12 años ya me había recibido de corte y confección. En el 71, daba clases en las rancherías, en las comunidades, porque yo iba a un centro de acción social en Poza Rica de apoyo a la mujer. De ahí, me fui a una comunidad que se llama Huimandilla en Tabasco, luego fuimos a La Venta Tabasco y regresamos a Huatusco. Y de allí, a Coatzacoalcos y de ahí a Veracruz. En Veracruz, estuvimos en Tierra Colorada, Puerta Tule, todas comunidades donde la mujer necesita apoyo.
Tenemos ya 32 años trabajando en la costura y apoyando a las mujeres con materiales cuando no los tienen para que ellas se capaciten y puedan sostener a su familia que es lo más importante para que estén unidos. Usted sabe que cuando la mujer se va a trabajar, los niños quedan a la deriva. Tengo cuatro hijos, ya estudiaron y se recibieron, gracias a la costura. He dado cursos en la tele secundaria también, se llevan escuadras, cintas, en zonas en las que los muchachos terminan la primaria y ya no pueden seguir la secundaria. Así aprender a coser, a hacer dobladillos, cambiar cierre y así tienen para comer. Ahora estamos viendo de comprar máquinas industriales para enseñarles la industria del vestido. Yo he tenido 3,000 estudiantes, llevo un record algo grande, a donde voy, yo les digo ¿por qué no aprenden? ¿Para qué te vas a otro lado si aquí puedes hacerlo? ¿Para qué te vas a levantar en otro lado a las cinco de la mañana? Levántate también aquí, aquí también puedes sacar adelante a tu gente y sobre todo trabajar y ganar. Te vas a los Estados Unidos y ganas en dólares pero te tienes que exponer; si te vas a exponer, hazlo en tu propia patria, lucha por lo que tienes. Siempre Veracruz, México, es lo más importante, si no cuidas tus raíces, ¿qué vas a cuidar?”
El Carnaval
“El carnaval es una ilusión de todos. Me llamo Caritina Hernández Viveros y soy directora de las Bastoneras del 14. La comparsa tiene 57 años y yo 36 de participar en el desfile del carnaval. Soy la representante de las veinte bastoneras. Todas bailamos salsa. Yo a veces digo ésta vez no voy a salir pero cuando se acerca febrero y empieza el barullo, digo yo sí voy a salir. Tengo 76 años y ya le pesan a uno, pero parece que tengo 15 años. Mucha gente de nuestra comparsa ha muerto, Sofía, la güera Kerber, el güero, doña Aurora, doña Eloisa de Mérida y nosotras las hemos renovado. Tres de las integrantes de las bastoneras viven en el barrio de la Huaca, la que me dejó la comparsa, ahí murió. Ella era del patio Tanitos. Yo soy de La Huaca, yo siempre le hago honor al patio Tanitos. La más chica tiene 49 años, otras tienen 60, 70, 76. La más grande tiene 86 años y vende dulces, chácharas en el ADO. Recuerdo una bastonera, ya grande la señora, no podía caminar, andaba en una silla de ruedas. Ese día la dueña de la comparsa, Alicia alias la Peregrino, le dijo: Petrita, ¿vas a salir? y le respondió un montón de groserías porque son de rompe y raja ahí. Aunque sea de una pata, voy, estaba enferma del corazón, si es la última vez que voy a estar, yo quiero estar allí y la llevaron con la silla de ruedas. Se disfrazó como reina, con una corona, a medio camino murió, se quedó como queriendo reírse, Petrita, Petrita, le decía, estás quietecita, le dio un paro cardíaco y quería morir en el desfile y murió en el carnaval.
Fue muy sonado porque nosotros teníamos un comercial en el Telever y ahí salió en primera plana y nos tomamos una foto con ella que estaba muerta. Era como que ella ya estaba viva pero, no, estaba muerta. Un caricaturista escribió un texto: No estaba muerta, andaba de parranda. Y la fiesta continuó, fuimos al velorio pero no al entierro porque al otro día teníamos que seguir. Fuimos con un moñito negro al desfile. En Villa del Mar iniciaba el preludio del carnaval. Villa del Mar era entablado, íbamos a la tertulia.
Estaba el Pato Rojas con sus Lobos Marinos, Tico Mendive, Daniel Santos, todas danzoneras. Y el tranvía Villa del Mar iba para allá. El boleto costaba 7 centavos, en ese tiempo corrían los centavos porque después se transformaron en pesos. Uno nada más está esperando esas fechas, es la fiesta en que se divierte más la gente, hay vía libre, es libre para toda la gente, hace lo que quiere, baila lo que puede. El carnaval se trata de holanes, lentejuelas, de todo eso que brilla.
Cuando no hay carnaval, uno se dedica a su hogar, se junta otra vez con la gente, hay cumpleaños, vamos a bailar, bailamos entre las mismas mujeres, vamos al café, platicamos, y tenemos salidas después de carnaval, vamos a Alvarado, a la feria de la caña, Medellín, hasta mayo. Tenemos bailes un poco más atrevidos porque cuando termina el desfile nos ponemos a bailar ahí. Es el gusto que uno tiene en Veracruz, escucha una un danzón o una salsa y se pone a bailar. Yo bailaba danzón con mi esposo, a él lo conocí bailando danzón en un concurso, en un club que se llamaba El Intermés. Bailamos en un solo ladrillo, fue el danzón de Daniel Santos, el Son de la Puntillita, (canta) se baila bien despacito, en un solo ladrillito, seguro vas a bailar, puntillita. Y ganamos un trofeo, por bailar en un solo ladrillo, sin pasarnos. Él era luchador también, de lucha libre. Tuvimos siete hijos, tengo 17 nietos y 4 bisnietos.
Gracias a mi Dios, sigo bailando, he sido buena madre, buena para trabajar, buena para bailar, converso con mucha gente, no soy pretenciosa, no soy orgullosa, no sé ni como soy, pero yo soy como soy, tal vez no me parezco a nadie, pero así soy”.
MB
La autora es escritora y cineasta.
Realizó estudios de posgrado en México y Estados Unidos en sociología, cine y literatura, disciplinas que combina en sus trabajos de ficción y documentales. Fue la primera latinoamericana en ser becada por cuatro años por Artes Visuales de la Universidad de California en San Diego. Sus cuentos y artículos han sido publicados en revistas internacionales y sus películas exhibidas en festivales en los Estados Unidos y Europa, incluidos el Dresden Film Festival y el Berlin Film Festival. Ha sido galardonada con becas y premios, incluido el prestigioso Premio Kodak por su película La Novia. Actualmente se encuentra filmando su largometraje So Long, en el Estado de Veracruz, y desarrolla dos proyectos documentales.
De su autoría, ver también en café de las ciudades:
Número 2 | La mirada del flâneur
Arquitectura para un paisaje en movimiento | Un cuento de María Berns, con cerros que predican, edificios lascivos, y arquitectos en la frontera | María Berns
Número 8 | Lugares
I’vebeen living inside | Juárez es la ciudad madre que parió un hijo varón, El Paso. | María Berns
Número 16 | La mirada del flâneur
Aeropuerto | Usted no está en la lista de pasajeros | María Berns
Número 41 | Cultura de las ciudades
Isla | Una historia del Delta | Maria Berns
Sobre Veracruz:
Número 93 | Arquitectura de las ciudades
La recuperación del manglar de Veracruz | En México, un taller interuniversitario para la sostenibilidad | María Bustamante
Glosario:
Comal: disco de barro o de metal que se utiliza para cocer tortillas de maíz o para tostar granos de café o de cacao (del nahua comalli).
Güero/ra: persona de cabellos rubios.