Eran niños torpes; buenos, curiosos, incluso inteligentes pero torpes. Rompieron el Scalextric, arruinaron los muñecos, perdieron las pelotas, dejaron escapar al perrito, se les quemó el juego de química, sulfataron pilas, olvidaron airear la pecera, obturaron el snorkel, se les pinchó el salvavidas, los autitos se les derritieron al sol del verano. “Dibujar los dejará tranquilos y no podrán romper nada” dijeron sus mayores. Les regalaron unos mapas con división política, unas escuadras, un transportador y unos crayones y un lápiz H y un sacapuntas (temían que se lastimaran si usaban una Gillette). Fue la solución.
Pasaban horas y horas haciendo y rehaciendo mapas en papel manteca sobre los mapas; si les faltaba usaban papel blanco y apoyaban todo sobre una mesa de vidrio (un día se rajó el vidrio y casi se lastimaron; los mayores los proveyeron de mucho papel manteca y de más mapas). Usaban en ocasiones los instrumentos de dibujo y en otras su mano alzada con crayones. Cotejaban variantes, asignaban capitales, redirigían rutas y reencauzaban ríos; rellenaban golfos y aplanaban montañas, reducían los círculos grandes a nada y agrandaban los pequeños a gigantescas metrópolis.
Llevaron sus mapas al concurso de plástica y ganaron el premio anual de la escuela (una copa que meses más tarde perdió su basecita de madera). Su maestra los elogió en clase y sus compañeritos los envidiaron en silencio. Camino a casa se les cayeron unos mapas en un charco pero empapelaron el cuarto de visitas con los que rescataron (sus mayores pegaron con cinta scotch gruesa los que se despegaron en la mañana).
La alegría fue completa: el perrito volvió, asustado pero entero. Sus mayores se lo regalaron a una prima que vivía cerca y visitaban a menudo; ella sabría cuidarlo.
CR
Carmelo Ricot es suizo y vive en Sudamérica, donde trabaja en la prestación de servicios administrativos a la producción del hábitat. Dilettante y estudioso de la ciudad, interrumpe (más que acompaña) su trabajo cotidiano con reflexiones y ensayos sobre estética, erotismo y política. De su autoría, ver Proyecto Mitzuoda (c/Verónicka Ruiz) y sus notas en números anteriores de café de las ciudades, como por ejemplo Urbanofobias (I), El Muro de La Horqueta (c/ Lucila Martínez A.), Turín y la Mole, Elefante Blanco , Sídney, lo mejor de ambos mundos , Clásico y Pompidou (c/Carola Ines Posic), México ´70, Roma, Quevedo y Piranesi, La amistad ferroviaria y Entente Cordiale. Es uno de los autores de Cien Cafés.