N. de la R.: el texto y las imágenes de esta nota corresponden a la exposición La Ciudad Dorada, en exhibición en el Centro Cultural Recoleta (Buenos Aires) hasta el 25 de mayo.
1) EL DORADO
Sitio legendario que, según la creencia extendida entre los conquistadores del Nuevo Mundo, existía en América del Sur. Se refería a una mítica tierra, comarca fabulosa y repleta de oro, piedras preciosas, ciudades doradas, ideales.
El término de “El Dorado” quedó grabado como un lugar idealizado en el cual abundaba el oro y era un sinónimo de lugar de riquezas infinitas.
Los conquistadores no solo aportaban a las nuevas tierras “soberanía” y “progreso” sino también impiedad y avaricia, arrebatando toneladas de oro, un filón en forma de mil y un objetos que parecían no tener fin, y cuya ansia aumentaba al oír las leyendas que los aborígenes contaban a los conquistadores.
La mística del oro ha mantenido en casi todas las culturas una extraña relación con el ser humano, despertando su codicia.
Un incentivo que les permitió soportar grandes penurias impuestas por el terreno desconocido, el clima duro y los nativos hostiles…
En sus frenéticos recorridos por montañas, junglas, sabanas y ríos sudamericanos, los aventureros nunca satisficieron su apetito por ganancias fáciles, pero por accidente exploraron y cartografiaron todo un continente.
Tierras de increíbles riquezas que siempre se encontraban en la próxima comarca, tras la siguiente montaña, o al cruzar el siguiente río.
Quizá la codicia fue el irónico castigo de los conquistadores que creyeron fácilmente en la leyenda del Dorado.
2) TESORO
Siempre me agradó la sensación de poder encontrar un tesoro (en la tierra, en el aire, en el mar…).
La idea de esconder algo, ocultarlo en algún lugar secreto, un rincón extraño, con la idea de volver a verlo después de un tiempo, es una sensación que aún me acompaña.
El solo hecho de esconderlo le daba valor, importancia al objeto, ese mágico momento de encontrarlo y nuevamente esconderlo…
Esta operación, una especie de alquimia, era acompañada de la ejecución de un dibujo, un mapa, “atemporal”, “irreal”, lleno de signos, marcas, recorridos imposibles, misteriosos. Este dibujo invitaba a descifrar los códigos, mensajes para descubrir el punto donde se encontraba el tesoro, la ciudad dorada que lo albergaba.
3) SALA
En la exposición “CIUDAD DORADA”, un dibujo de Juan Fontana niño inicia el relato de la instalación, compuesta de una pintura, un dibujo y 10 000 disquetes convertidos en tablillas (a la manera de las antiguas tablas mesopotámicas y egipcias), con nueva información: signos, marcas, tramas… Aparentan ser mapas con ubicación de posibles tesoros…
Los disquetes son intervenidos manualmente, grabados, tallados. Son todos diferentes (conteniendo el mapa del tesoro), se encuentran numerados (del 0000 al 9999), firmados y lacrados (sol argentino); estos módulos, disquetes, se agrupan dentro de la sala configurando un todo, una unidad. Cada sector del espacio ofrece una ambientación diferente, dibujo y pintura, agrupación lineal de las piezas, exhibición en mesas forzando un Damero, cajas de transporte y los contenedores de venta.
La tablilla cuneiforme era un símbolo del estudio y de la iniciación cultural. El nombre sumero de “escuela” o de “biblioteca” (edubba) significa literalmente “casa de la tableta” (é “casa”; dub “tableta”, de donde el acádico tuppu).
En un texto literario de cerca del 2000, se encuentra la historia de un escolar. El maestro pregunta al niño: “¿Qué has hecho en la escuela?”, a lo que éste responde: “He recitado mi tableta…; he preparado mi nueva tableta, la he llenado de escritura.”
José S. Croatto, Origen y evolución del alfabeto, Nuevos Esquemas, Buenos Aires, 1968.
4) BREVE EXPLICACION
(Marco conceptual / Objetivos plásticos)
El diseño de la serie “Ciudad Dorada”, se inicia con una imagen plástica general y la intención de intervenir un módulo cuadrado, repetible y de pequeño formato: “Dkts” (disquetes). Éstos, cargados en forma manual de un nuevo significado (signos, mapas, planos), son tallados, grabados, sobre su superficie, superponiendo varias capas de información y materia.
El proceso del armado de la instalación comienza con la búsqueda de los 10 000 “Dkts”, para luego intervenir manualmente sobre cada uno (dibujando un mapa), dorarlos, incrustarles el punto clave, como si fuera una joya kistch (indicando el sitio del tesoro), numerarlo, lacrarlo y firmarlo, diseñar los envases y los contenedores para el traslado y almacenamiento.
Los “Dkts” pertenecen a la era tecnológica, informática, globalizada; producidos en serie, envasados industrialmente, listos para recibir información y luego ser descartados.
Son reciclados, intervenidos en forma manual, uno por uno, resemantizándolos, otorgando una nueva información, la ubicación de un tesoro en alguna ciudad ideal o comarca desconocida. Este proceso tiende a producir una obra artesanal, regional, contemporánea, actual.
El criterio de obra abierta, flexible, permite que los “Dkts” (disquetes) sean organizados de diferentes maneras, para cada exposición, de acuerdo al espacio disponible.
BS. AS. TRAMA INFINITA
un disquete = una manzana (o módulo urbano)
Al ir avanzando en el desarrollo de la serie comencé a darme cuenta… reflexionar y asociar a mi ciudad dorada con la ciudad de Buenos Aires (metrópolis), esa cuadrícula que se repite casi configurando un laberinto, asociada cada manzana a un módulo o disquete de la serie.
A esta trama, exótica por sus dimensiones y extensión, la considero mi “ciudad Dorada”; curiosamente, se encuentra emplazada junto a un gran y exótico río llamado Río de la Plata.
El autor es arquitecto y pintor, vive y trabaja en Buenos Aires. Su exposición La Ciudad Dorada puede visitarse hasta el 25 de mayo en el Centro Cultural Recoleta, Junín 1930, Buenos Aires.
Sobre la obra de Juan Fontana, ver su página Web y esta nota en café de las ciudades:
Número 4 I Cultura
Muralla para una ciudad I Un viaje al origen de las ciudades, en la pintura de Juan Fontana. I Marcelo Corti