En El foro romano, fragmento de La arquitectura de la ciudad que reproduce una nota de este número de café de las ciudades, Aldo Rossi cita un párrafo de Pietro Romanelli, (Il Foro Romano, Bolonia, 1959):
«[…] En la vía Sacra y en las calles adyacentes se amontonaban las tiendas de lujo, y la gente pasaba curioseando sin querer nada, sin hacer nada, sólo esperando que llegasen las horas del espectáculo y de la apertura de las termas; recordemos el episodio del «pesado» que Horacio nos ha descrito brillantemente en su sátira; "ibam forte via […] Sacra". El episodio se repetía mil veces al día, todos los días del año, menos aquellos en los que algún trágico acontecimiento, en los palacios imperiales del Palatino o en el campo de los pretorianos, conseguía aún sacudir el ánimo túrpido de los romanos. Porque el Foro fue también a veces, durante el Imperio, teatro de acontecimientos sangrientos, pero fueron acontecimientos que se encerraron y se agotaron casi siempre en sí mismos a la vista del lugar donde se desarrollaron, y, se podría decir, de la ciudad misma»
Ibam forte via sacra, la sátira número IX de Horacio, relata el encuentro casual e inoportuno (callejero) que tuvo el poeta con un paseante cargoso al que casi no conocía y del que no podía librarse; uno de entre tantos posibles “extraordinarios encuentros de la calle”, al decir de Roberto Arlt veinte siglos después.
El apéndice de este artículo de Montserrat Jiménez San Cristóbal contiene una traducción inédita de la sátira al castellano, realizada en el siglo XVIII por el jesuita y latinista Vicente Alcoverro. Como en el texto de referencia, la reproducimos con las particularidades ortográficas y gramaticales de su versión original:
Yba yo acaso por la sacra via,
Y (según mi costumbre) meditaba
No sé qué de gracejo i alegría
Que todo el pensamiento me ocupaba;
Quando al encuentro vi venirme un hombre,
A quien solo conozco por el nombre.
Me coge por la mano
Y, ¡oh tú, me dice, el hombre más amable!
¿Cómo estas de salud? Respondo urbano:
Al presente mui bien. Me ofrezco afable
A su servicio. Al ver que me seguía,
Le preocupo, i digo,
¿Si acaso alguna cosa le ocurría?
Nada más, dice, sino el ser tu amigo,
y que entiendas que soi un literato.
Lindo, respondo, me serás mui grato.
Buscando yo impaciente
Como escapar de un hombre tan molesto,
Algunas veces caminaba presto,
Otras más lentamente:
También con mi criado detenido
Le hablaba muchas veces al oído.
Entretanto mi pecho se veía
Atormentar con mil agitaciones,
el sudor me coma
Hasta la extremidad de los talones.
¡O tú, dixe, entre mí, feliz Bolano
Cuia dura cabeza toleraba
Toda insulsez, qualquier discurso vano!
El hablado[r] no ostante continuaba
Ya alabando las calles i belleza
De Roma Capital del grande Ymperio,
Ya quanto le venía a la cabeza.
Al yerme siempre taciturno, i serio:
Tiempo ha, me dice, advierto que deseas
Ausentarte de mí, pero perdona
Si digo que son vanas tus ideas.
Yo no me alejaré de tu persona,
Y qualquiera que fuese tu destino
Te quiero acompañar todo el camino.
No te quieras cansar, déjame libre
Respondo cortés i agradecido:
Yo voi a visitar, pasado el Tibre
Un hombre para ti desconocido
Cuia mansión está poco distante
De los huertos del Cesar. Adelante
Me dice, estoi ocioso, soi robusto,
Vamos allá, te seguiré con gusto.
En tal fatal momento
Abaje las orejas humillado
Como un pobre jumento
Quando ve que lo cargan demasiado.
Aquí empezó de nuevo: Yo confió
Dice; si no me engaña el juicio mio
Que si a Visco i a Vario aprecias, estos
En mi cotejo quedarán pospuestos.
Porque: ¿quién hay que tantos versos ponga
En limpio como yo i ni que componga
Con tan grande presteza?
¿quien hai qe. de baile con igual destreza
Y gracia como yo? Tambien mi canto
Hermógenes lo embidia. Yo entre tanto
Le interrumpo, i pregunto: si vivía
Su madre, i sus parientes, á los quales
Interesar debía sumamente
Un sujeté de prendas tan cabales?
Responde: no queda algun pariente.
Y por mi desventura
A todos les he dado sepultura.
Dichosos! (entre mi dixe) no queda
Otro que yo que victima ser pueda
De un hombre tan tirano.
Acábame una vez; porque no en vano
Una vieja Sabina insigne Maga
La Urna revolviendo, me predixo
En mi primera edad mi suerte aciaga.
«No morirás, o triste joven, dixo,
«De atroz veneno, ó de enemigo acero,
«No el dolor de costado agudo i fiero
«Te ha de acabar, ni alguna tos violenta,
«Ni alguna gota dolorosa, i lenta:
«Tendrás por homicida
«Un hablador que acabará tu vida.
«Ten juicio, i al llegar tu edad madura
«De qualquier hablador huir procura.
Habíamos llegado
Al grande Templo de la Diosa Vesta.
La quarta parte había ya pasado
Del día en que debía dar respuesta
A cierta citación, sin envio medio
Yba á perder su pleito sin remedio.
Si me arnas, dice, aiudame, detente.
Muera yo, respondí si hasta el presente
Se lo que es Tribunal, ni tengo idea
Del Derecho Civil. Además de esto
El amigo que sabes me desea:
El tiempo pasa, es bien qe. vaia presto.
No se que hacer, me dice, estoi dudoso.
De abandonar mi causa o de dejarte.
Dejame en paz, yo le respondo parte.
No lo haré, dice, i veo que animoso Me precede.
Mas yo (que reflexiono
Ser arduo el competir con enemigo
Victorioso i con fuerzas) me abandono,
Y contra toda voluntad lo sigo.
Empezamos apenas
A caminar, que á preguntar prosigue.
¿Cómo estoi en la gracia de Mecenas?
Le respondo, que es raro quien consigue
Su gracia; i solo encuentra valimiento
El hombre honrado, el hombre de talento.
Como tú, dice, no hay persona alguna
Que haia usado mejor de la fortuna.
si me conduxéras
A casa de Mecenas, como espero,
Un apoio eficaz en mi tuvieras:
Yo sería el segundo, tú el primero:
Perezca yo si la verdad no digo:
Serás el más privado, el más amigo.
Harás huir a todo concurrente.
Le respondo que en casa de Mecenas
El vivir, i el pensar es diferente
De Jo que se imagina; i son agenas,
(A excepción del decoro, i la justicia)
La ambición, la soberbia, i la avaricia.
Te prometo, i confieso Que si alguno
á mi corte se dedica
O más rico, o más docto, no por eso
Alguno de los dos me perjudica,
Porque en la casa de Mecenas tiene
Cada cual el lugar que le conviene.
Es mucho, es increíble lo que cuentas,
Me dijo. Le respondo ser patente
Quanto digo. En verdad, replica, aumentas
Mis deseos de ser tu Confidente.
Basta querer, respondo tu buen modo
Tu habilidad lo ganaran del todo:
Es fácil su conquista:
Es humano, es afable, aunque parezca
Ynaccesib]e a la primera vista.
Entiendo, dixo, haré quanto se ofrezca.
Procuraré con dadivas gananne
Todos sus familiares uno á uno:
Ynsistiré, si no querrá acceptarme:
Sabré mui bien hallar tiempo oportuno:
A las calles iré por donde pasa.
Yré con el hasta dejarlo en casa.
Nada el hombre consigue
Sin que primero sude, i se fatigue.
Mientras hablando estamos,
Mi amigo Fusco Aristio nos venia
Al encuentro. Observe que conocía
Al hablador. Al punto nos paramos.
De donde vienes i donde
Piensas ir? Se pregunta i se responde
Según costumbre de una, i otra parte:
Queriendo á Fusco prevenir con arte,
Que procure sacarme de embarazo,
Le tiro el uno, estrecho el otro brazo,
El los deja caer, i nada siente.
Le hago señas moviendo la cabeza,
Le seña con los ojos, impaciente
De salir de aquel riesgo grande. Empieza
El traidor a mostrar de no entenderme:
Finge, i prorumpe en falsa risa.
Yo siento acometerme
De una llama improvísa
De rabia, i de furor dentro del pecho;
Y airado le pregunto
Si se acuerda deber tratar conmigo
Secretamente un importante asunto?
Me acuerdo bien, responde, mas te digo
Que la ocasión para tratar no es esta,
Siendo hoy la Pascua, en que su grande fiesta
Celebran los Judios csrcuncssos:
Ni son nuestros negocios tan precisos;
Y aun siendolo, tendrias la osadia
De hacer injuria á tan solemne dia?
No la baria, respondo, ile prevengo
Que timido no soi, ni escrupuloso.
Si escrupulos no tienes, yo los tengo,
Me dice. Seré en esto defectuoso,
Y puede ser que en la común manía
La enfermedad maior sea la mía.
Perdona, ten paciencia por ahora,
Te hablare en oportuno tiempo, i hora.
Posible, exclamo yo, que un tan funesto
Obscuro Sol para mi nazca.
En esto Me abandona el burlan, de mí se aleja
Y mi cuello al cuchillo expuesto deja.
No se por qué accidente extraordinario
Al encuentro nos viene el adversario
Del hablador, i en alta voz exclama:
Ynfarne dónde vas, A mí me llama
Por testimonio entonces: Yo al momento
La oreja opongo, i sin tardar consiento.
Lo lleva al Tribunal: los dos vocean,
Por donde van, mil gentes los rodean.
Yo entonces me retiro, quedo solo
así del riesgo me ha librado Apolo.
Y aquí el original latino:
Ibam forte via sacra, sicut meus est mos,
nescio quid meditans nugarum, totus in illis:
accurrit quidam notus mihi nomine tantum
arreptaque manu 'quid agis, dulcissime rerum?'
'suaviter, ut nunc est,' inquam 'et cupio omnia quae vis.'
cum adsectaretur, 'numquid vis?' occupo. at ille
'noris nos' inquit; 'docti sumus.' hic ego 'pluris
hoc' inquam 'mihi eris.' misere discedere quaerens
ire modo ocius, interdum consistere, in aurem
dicere nescio quid puero, cum sudor ad imos
manaret talos. 'o te, Bolane, cerebri
felicem' aiebam tacitus, cum quidlibet ille
garriret, vicos, urbem laudaret. ut illi
nil respondebam, 'misere cupis' inquit 'abire:
iamdudum video; sed nil agis: usque tenebo;
persequar hinc quo nunc iter est tibi.' 'nil opus est te
circumagi: quendam volo visere non tibi notum;
trans Tiberim longe cubat is prope Caesaris hortos.'
'nil habeo quod agam et non sum piger: usque sequar te.'
demitto auriculas, ut iniquae mentis asellus,
cum gravius dorso subiit onus. incipit ille:
'si bene me novi, non Viscum pluris amicum,
non Varium facies; nam quis me scribere pluris
aut citius possit versus? quis membra movere
mollius? invideat quod et Hermogenes, ego canto.'
interpellandi locus hic erat 'est tibi mater,
cognati, quis te salvo est opus?' 'haud mihi quisquam.
omnis conposui.' 'felices. nunc ego resto.
confice; namque instat fatum mihi triste, Sabella
quod puero cecinit divina mota anus urna:
"hunc neque dira venena nec hosticus auferet ensis
nec laterum dolor aut tussis nec tarda podagra:
garrulus hunc quando consumet cumque: loquaces,
si sapiat, vitet, simul atque adoleverit aetas."'
ventum erat ad Vestae, quarta iam parte diei
praeterita, et casu tum respondere vadato
debebat, quod ni fecisset, perdere litem.
'si me amas,' inquit 'paulum hic ades.' 'inteream, si
aut valeo stare aut novi civilia iura;
et propero quo scis.' 'dubius sum, quid faciam', inquit,
'tene relinquam an rem.' 'me, sodes.' 'non faciam' ille,
et praecedere coepit; ego, ut contendere durum
cum victore, sequor. 'Maecenas quomodo tecum?'
hinc repetit. 'paucorum hominum et mentis bene sanae.'
nemo dexterius fortuna est usus. haberes
magnum adiutorem, posset qui ferre secundas,
hunc hominem velles si tradere: dispeream, ni
summosses omnis.' 'non isto vivimus illic,
quo tu rere, modo; domus hac nec purior ulla est
nec magis his aliena malis; nil mi officit, inquam,
ditior hic aut est quia doctior; est locus uni
cuique suus.' 'magnum narras, vix credibile.' 'atqui
sic habet.' 'accendis quare cupiam magis illi
proximus esse.' 'velis tantummodo: quae tua virtus,
expugnabis: et est qui vinci possit eoque
difficilis aditus primos habet.' 'haud mihi dero:
muneribus servos corrumpam; non, hodie si
exclusus fuero, desistam; tempora quaeram,
occurram in triviis, deducam. nil sine magno
vita labore dedit mortalibus.' haec dum agit, ecce
Fuscus Aristius occurrit, mihi carus et illum
qui pulchre nosset. consistimus. 'unde venis et
quo tendis?' rogat et respondet. vellere coepi
et pressare manu lentissima bracchia, nutans,
distorquens oculos, ut me eriperet. male salsus
ridens dissimulare; meum iecur urere bilis.
'certe nescio quid secreto velle loqui te
aiebas mecum.' 'memini bene, sed meliore
tempore dicam; hodie tricensima sabbata: vin tu
curtis Iudaeis oppedere?' 'nulla mihi' inquam
'relligio est.' 'at mi: sum paulo infirmior, unus
multorum. ignosces; alias loquar.' huncine solem
tam nigrum surrexe mihi! fugit inprobus ac me
sub cultro linquit. casu venit obvius illi
adversarius et 'quo tu, turpissime?' magna
inclamat voce, et 'licet antestari?' ego vero
oppono auriculam. rapit in ius; clamor utrimque,
undique concursus. sic me servavit Apollo.
H
Quinto Horacio Flaco (Venusia, Basilicata, 65 AC, Roma, 8 AC), hijo de un esclavo liberto, estudió filosofía en Roma y en Atenas. Fracasó en la carrera militar y, dedicado a escribir, fue presentado a Mecenas por Virgilio, consiguiendo luego la protección de Augusto. Compuso Sátiras, Épodos, Odas y Epístolas, en las que desarrolló su ética epicúrea y su finísima ironía. Su Oda a Leucone contiene el célebre consejo carpe diem, “aprovecha el día”.
Sobre “los extraordinarios encuentros de la calle” ver en café de las ciudades El placer de vagabundear, de Roberto Arlt; también La deriva y el placer (sobre las aventuras situacionistas) y Hay un lugar, Del corto concierto de los Beatles en la terraza de Apple Corps, por Celina Caporossi y Marcelo Corti.