El tema: la portada del diario local anunciando los detalles del último crimen por robo, brutal, incomprensiblemente violento; los personajes: dos vecinos que casualmente coincidían en la interminable cola de un banco, dos pasos adelante mío; y la frase que uno de ellos le ofrecía al otro resumiendo el sentimiento compartido de desconcierto y angustia: “en la ciudad ya no se puede vivir”.
Entonces, ¿dónde?, pensé mientras llamaba mi atención la foto de un niño, feliz, despreocupado, que en el mismo diario jugaba en una enorme pradera de un verde más suizo que cordobés. El anuncio promocionaba las virtudes del “nuevo concepto para vivir: el microbarrio”. Una especie de loteo para clase media -con posibilidad a acceder a lotes de 250 m2- en el “mejor” barrio de antes, el Urca, pero con todos los atributos de “lo nuevo”: seguridad, cerramiento perimetral e ingreso único “para que sus hijos puedan jugar”. El texto que acompañaba el aviso, sintetizaba el concepto: “…mientras el mercado sigue imponiendo la idea de una vida feliz para pocos, esta es la única compañía capaz de ofrecer “la realidad de una vida mejor para muchos…” (el subrayado es del original). Y una vida feliz es entonces la idea de paraíso, devenida una y otra vez en la imagen del siempre eterno suburbio americano (antes del bye bye american dream).
La publicidad pasaba nota sin quererlo de uno de los últimos debates sobre la normativa que regula los barrios cerrados en la ciudad, a raíz de una presentación de Olga Ruitort, para tratar de subsanar los notorios desfasajes que se producen entre las normativas que regulan las urbanizaciones abiertas y las “especiales” y, por supuesto, la realidad efectiva. La popularidad del personaje que impulsa el proyecto (concejala, candidata a intendente y ex esposa del actual gobernador) permitió ampliar el debate de un tema que pocas veces se trata.
La preguntas que podrían sintetizar la discusión pública son: ¿es posible que un loteo común de menos de 1.000 metros cuadrados por lote (no encuadrando en la normativa URE -Urbanización Residencial Especial-) pueda cerrar su perímetro y promocionarse como “barrio cerrado”? Y asociada con esta: ¿si no encuadra en la normativa URE pero se lo considera como tal, quien paga los servicios -barrido, limpieza, mantenimiento, etc.-, los desarrolladores o el municipio?
Para entender el debate es necesario repasar algunas cuestiones con respecto al devenir de los barrios cerrado, countries, condominios, etc., en la ciudad y su intento de regulación por parte del estado municipal.
La ciudad de Córdoba posee una normativa de suelo que data de 1985 (Ordenanza 8.060/85), hoy vigente con modificatorias, creada con el objetivo de regular el crecimiento por expansión a baja densidad. Propone entre otras cosas un límite de crecimiento diferenciando suelo urbanizable de suelo rural, y una serie de condiciones para los nuevos loteos entre los que se destacan la obligatoriedad de que las nuevas urbanizaciones se localicen cerca de las áreas ya urbanizadas, además de exigir al loteador la provisión completa de infraestructura y espacios verdes. Más allá de las buenas intenciones de la administración municipal del momento, como casi siempre, la reglamentación se hizo efectiva sobre “hechos consumados”. Para fines de la década del ´80 la mancha urbana presentará un nivel importante de consolidación, producto del crecimiento expansivo producido en la década anterior de la mano de la industria.
La figura del “loteador” dará paso a la del “desarrollador” y Córdoba, al igual que Rosario y Buenos Aires, verá aparecer en los ´90 los primeros countriess. Sin ninguna reglamentación en sus orígenes, estos emprendimientos privados que se favorecieron con las obras realizadas en la RAC -red de acceso a Córdoba- encontrarán una oportunidad única en la “deslocalización” de estas tipologías, aprovechando los suelos baratos de la periferia con mejores entornos paisajísticos. Si por curiosidad superponemos el plano que registra la expansión de la mancha urbana de la ciudad en el período 2000-2008 y el que da cuenta de las distintas urbanizaciones -loteos públicos, planes de vivienda, especiales, etc.-, observaremos la correspondencia entre el crecimiento y avance de la mancha urbanizada sobre suelo rural bajo la modalidad “urbanizaciones especiales” y “urbanizaciones rurales” (un eufemismo que encubre a los barrios cerrados en el entorno rural).
El éxito del Country y de su hermano más pobre, el Barrio Cerrado, no ha hecho otra cosa que reproducir su modalidad en distintas y variadas versiones de densidades y localización: country en altura, condominio, microbarrio, etc. Un producto inmobiliario que estaba orientado en su origen a las clases pudientes pero que en los últimos años encuentra un mercado en las clases medias, en paralelo con el deterioro y abandono estatal de los barrios tradicionales. Otros fenómenos alentaron su reproducción y su adaptación para las clases medias: un suelo urbano cada vez más escaso y caro y la falta de crédito hipotecario que convierten a estos “desarrollos financiados” en una alternativa para salir del alquiler.
En esta expansión y diversificación la tipología Barrio Cerrado intenta mantener entonces las condiciones de “seguridad” y “entorno controlado”, virtudes pérdidas de los barrios abiertos, en modalidades económicamente más accesibles que los countries originales. Los lotes se reducen, los servicios y espacios comunes también. Muchas veces sin terrenos adecuadamente escriturados, otras sin los servicios garantizados o con serios problemas de infraestructuras, estos “emprendimientos” se reproducen en todas sus posibles localizaciones: rural, dando origen a los barrios-granjas, chacras, etc.; periférica: barrios deportivos, barrios paisajísticos, etc., o urbanos: microbarrio, condominio, etc.
La normativa que regula las “Urbanizaciones Residenciales Especiales”, que data del ´91 con ampliación el 2004(Ordenanza N° 8.606/91 y Modificatoria N° 10.760/04) intenta legalizar estas modalidades de producción de suelo, dándole una entidad normativa propia, diferenciándolos del loteo abierto por tener lotes de 1.000 m2 a 1.500 m2 como mínimo (según la zona), un perímetro cerrado y constituirse como entidades jurídicas, administrando internamente sus servicios.
Sin embargo, muchos de los nuevos “barrios cerrados” que se promocionan poseen lotes menores de 1.000 m2, aunque cierran su perímetro, y al no encuadrar en la normativa exigen en algunos casos que el municipio le suministre servicios. En síntesis, se busca el beneficio de la normativa de las urbanizaciones abiertas, pero manteniendo las características de las especiales.
El fallecimiento en el 2007 de Milton Saffadi, un chico de 16 años que trabajaba como repartidor de pizzas, a causa del uso de una soga para impedir la entrada en Barrio El Cielo de Valle Escondido, ha puesto en profundo debate la “legalidad” de cerrar este tipo de urbanizaciones.
Algunos, como en el caso del proyecto de Riutort, hablan de “grises”, los no “encuadrados” en ninguna ordenanza. Hay quienes sugieren también que se promulgue una ordenanza especial para regular a aquellos barrios nuevos que quieran cerrar sus puertas. En definitiva, parece plantearse una alternativa que tiende a “legalizar lo ilegal” por consumado y, en consecuencia, promover los entornos aislados.
Tal vez no haya grises, ni “urbanizaciones intermedias”. Es interesante repasar el artículo 7 de la ordenanza que regula las URE, ya que le otorga todo los derechos -incluidas el pleno derecho de las facultades emanadas del poder de policía”- al Municipio para disponer de las “superficies destinadas a calles y a espacios verdes” de las Urbanizaciones Especiales.
Vista desde el total de la ciudad, la perspectiva del fragmento cambia. Tal vez no hay más normativas para hacer sino simplemente que se cumplan las que están y que las barreras se abran y los perímetros se levanten. Los barrios de la ciudad son abiertos y conectados. Deben garantizar la libre circulación de personas. El estado debe proveer los servicios y entre todos debemos garantizar los “entornos seguros”.
Tal vez no hay paraíso posible, solo aquel que podamos construir. Como dice Kevin Spacey, el protagonista de Belleza Americana en el monólogo que acompaña el travelling inicial: “este es mi vecindario, esta es mi calle, esta es mi vida”. La ciudad (toda) es el lugar que vivimos y esa realidad -aun cuando nos cueste asumirla- es ineludible.
CIP
Carola Inés Posic es comunicadora especializada en temas urbanos. Es corresponsal en Córdoba de café de las ciudades; ver la presentación del número 104 y las notas:
Número 115 I POSICiones cordobesas:
El Parque Tecnológico del Este I Pensar cómo crecer.I Por Carola Inés Posic
Número 114 I POSICiones cordobesas
Sobre la concepción de “lo público” I Una relectura del Diagnóstico para Córdoba de 1973. I Por Carola Inés Posic
Número 113 I POSICiones cordobesas
La sensación de un contrato roto I De ciudades, trenes, tormentas y catástrofes I Por Carola Inés Posic
Número 111/112 I POSICiones cordobesas
Norah Lange, la mirada transversal I O como reunir una biblioteca. I Por Carola Inés Posic
Número 110 I POSICiones cordobesas
Córdoba se va “de caravana” I … y vuelve hecha una urbe latina. I Por Carola Inés Posic
Número 109 I NUEVA SECCION: POSICiones Cordobesas
Renovarse es vivir I Las formas del crecimiento I Por Carola Ines Posic
Número 108 I NUEVA SECCION: POSICiones Cordobesas
¡Es tan difícil poder ver cine! I Habemus Papam y el Director desbordado. I Por Carola Inés Posic
Número 107 I NUEVA SECCION: POSICiones Cordobesas (I)
La paradoja de la conservación I El barco de Teseo encalla en las costas del Suquía I Por Carola Inés Posic
Número 107 I NUEVA SECCION: POSICiones Cordobesas (II)
Patrimonio y después I Miradas desde el sur. I Por Mariana Isabel Bettolli
Número 106 I NUEVA SECCIÓN: POSICiones Cordobesas
Los deseos de Villa El Libertador I Sobre barrios, elecciones y política I Por Carola Inés Posic
Número 105 | NUEVA SECCION – POSICiones Cordobesas
Belgrano de Alberdi: un pirata en primera I Fútbol y Ciudad I Por Carola Inés Posic
Número 104 | Planes y Política de las ciudades
El lugar de todos | Consideraciones sobre el área central de la ciudad de Córdoba | Fernando Díaz Terreno
Número 104 | Arquitectura y Política de las ciudades
Ciudad frágil, Peatonal frágil | Obras en Córdoba: ¿Ensañamiento o ignorancia? | Inés Moisset
Las ordenanzas mencionadas en la nota se encuentran publicadas en la Web municipal.