Renovarse es vivir, dice el dicho, y las ciudades lo saben. Córdoba ha encontrado en lo que va del 2003 a esta parte un fervor de renovación urbana en sintonía con el boom inmobiliario y “sojero”, experiencia en común con todas las ciudades de escala del país.
Hacia el 2001, en el marco de una metropolización creciente, ya se identificaba en Córdoba un proceso de crecimiento urbano en dos direcciones contrapuestas aunque complementarias: una creciente expansión del área central con una renovación de su tejido en áreas concentradas en altura y la aparición en contraste de los barrios cerrados en la periferia urbana, en función de los corredores viales de escala regional. Nuevas modalidades de consumo (hipermercados, shoppings,etc.) en conjunto con las nuevas formas de habitar, llevaban a pensar que la estructura monocéntrica y radial, base y soporte del crecimiento de la ciudad de siglo veinte, se alteraría. Sin embargo, en perspectiva, el fenómeno que tal vez más se subestimó, pero que termina por explicar la complejidad actual con la que se define el crecimiento, es sin lugar a duda el de las relaciones de complejidad que la ciudad de Córdoba fue estableciendo con sus localidades vecinas. Así, la posición central de la ciudad y su vocación de cruce o encrucijada territorial, puerta del norte argentino, facilitó su expansión para todas las direcciones, montada sobre las grandes vías interconectivas. Las inversiones, antes concentradas en áreas específicas de la ciudad (caso Nueva Córdoba), ahora no solo aumentarán de volumen y capital, sino que se diversifican en múltiples alternativas residenciales y comerciales (housing, casonas, torres, countries y barrios cerrados, barrios granja, etc.). Desde un punto de vista territorial, estas nuevas propuestas se atomizan y cualquier localización parece posible si recrea el valor de lo nuevo, de la seguridad y, por qué no, un valor viejo pero renovado: el del progreso. Tanta diversidad pone en duda la existencia de una verdadera demanda, y nuevamente el mercado parece “crear” la necesidad. Lo que no hay duda y no es nuevo es que las casas se necesitan y que la ausencia del Estado en materia de vivienda da lugar a nuevas formas, que muchas veces terminan siendo las únicas posibilidades de acceder a lo propio. Es el impulso privado entonces, que no solo renueva tejidos completos de la ciudad consolidada, sino que crea también nuevos desarrollos periféricos o de borde -el caso del río Suquía es el ejemplo. En paralelo, las pequeñas localidades cercanas verán dispararse sus tasas de crecimiento, producto de la migración ciudad – área metropolitana de amplios sectores de la población en busca de “calidad urbana” y suelo accesible. Comunidades que en la mayoría de los casos no poseen capacidad de gestionar un crecimiento explosivo. Entre medio, el suelo rural se encuentra en permanente tensión entre la producción intensiva y la presión a urbanizarse, y nuevamente la necesidad de inversión en suelo hace proliferar los “country-granja”, los “barrios cerrados-huertas”, inventos de mercado para burlar la normativa que restringe la urbanización en suelo rural. Ya sea en los barrios, en los pueblos circundantes o en el anillo rural productivo, la falta de dirección del crecimiento, la total ausencia de miradas integradas y sobre todo la dificultad para comprender o aprender la velocidad de estos cambios derivan en múltiples problemas. Algunos se hacen visibles, como la carencia de agua, la necesidad de cloacas o problemas ambientales específicos. Otros, no tan visibles, se intuyen entre tanto metro cuadrado construido, segregación social y creciente informalidad, deterioro barrial y pérdida de calidad de vida urbana. Paul Virilio, ante la pregunta sobre qué cambió en esta época en relación al siglo pasado, respondió: todo y nada, tal vez así se resuma la sensación que produce ver a qué velocidad la ciudad cambia ante nuestros ojos fascinados y tanto cambio nos trae reminiscencias del pasado, aunque cuando las queremos definir algo parece distinto, algo se desfasa de la imagen que en nuestro imaginario hemos construido de la ciudad que hoy efectivamente se construye.
CIP
La autora es comunicadora especializada en temas urbanos. Es corresponsal en Córdoba de café de las ciudades; ver la presentación del número 104 y las notas:
Número 108 I NUEVA SECCION: POSICiones Cordobesas
¡Es tan difícil poder ver cine! I Habemus Papam y el Director desbordado. I Por Carola Inés Posic
Número 107 I NUEVA SECCION: POSICiones Cordobesas (I)
La paradoja de la conservación I El barco de Teseo encalla en las costas del Suquía I Por Carola Inés Posic
Número 107 I NUEVA SECCION: POSICiones Cordobesas (II)
Patrimonio y después I Miradas desde el sur. I Por Mariana Isabel Bettolli
Número 106 I NUEVA SECCIÓN: POSICiones Cordobesas
Los deseos de Villa El Libertador I Sobre barrios, elecciones y política I Por Carola Inés Posic
Número 105 | NUEVA SECCION – POSICiones Cordobesas
Belgrano de Alberdi: un pirata en primera I Fútbol y Ciudad I Por Carola Inés Posic
Número 104 | Planes y Política de las ciudades
El lugar de todos | Consideraciones sobre el área central de la ciudad de Córdoba | Fernando Díaz Terreno
Número 104 | Arquitectura y Política de las ciudades
Ciudad frágil, Peatonal frágil | Obras en Córdoba: ¿Ensañamiento o ignorancia? | Inés Moisset
Ver también la nota La vuelta al barrio en ochenta mundos I Córdoba: la bicicleta como alternativa de transporte barrial, por Fernando Díaz Terreno, en este número de café de las ciudades.