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Entrega
28: El
buen ladrón
Una
performance espontánea - Arte y Política se
confunden en las calles - La amenaza - El Depredador completa
su traición - Snobismo de un genio - ¿Revolución
o anacronismo?

De todas
las interpretaciones simplistas que los medios hicieron de
la revuelta callejera, ninguna le pareció a Jean Luc
tan frívola, tan insustancial como la del crítico
de arte ("devenido exegeta social", completaba con
desprecio el Depredador) que habló de "performance
espontánea" en relación a la simultanea
charla de Mitzuoda en el Centro Cultural San Martín.
Había en su desdén mucho de hartazgo intelectual,
pero más le molestaba el cotejo entre la vacuidad del
gurú y el riesgo que su propia vida había sufrido
en la agitada tarde veraniega en que el artista se presentó
en Buenos Aires.
Jean Luc
llegó temprano y se ubicó en la sala en el punto
en el que más simultanea se hacia la visión
del conjunto con el control del acceso: unos metros detrás
de la puerta de acceso, sobre el pasillo derecho. Soportó
mejor de lo que hubiera creído la llegada de Miranda
y su novio cantante, preñada ella de unos cuantos meses,
atento él al movimiento de las cámaras y el
cuchicheo de los periodistas. Envidió la soltura de
Mitzuoda en sus mínimos gestos hacia Carmen, hermosa
en la ingenuidad de su vestido floreado, transparentes sus
ojos en la mirada serena a la sala repleta.
Promediando
la conferencia, oyó los gritos de la calle, que a la
totalidad de los asistentes les ocultó el auricular
de la traducción simultánea, y salió
enseguida de la sala a confirmar su intuición. Entre
las corridas y los gases, su viejo expertise de comando
lo llevó a la plazoleta de esculturas de Sarmiento
y Paraná, donde un muchacho de torso desnudo se desangraba
de la mano de su amigo. Corrió, saltó las escalinatas
y llegó a tiempo para golpear en la nuca a un hombre
joven de traje y anteojos negros que apuntaba su 22 mm. al
entrecejo del muchacho arrodillado, o más bien a la
mano que por instinto se interponía en la trayectoria
de la bala aun no disparada. Otro hombre armado apareció
entre el humo y decidió rápidamente a Jean Luc
a abandonar el sitio, tomando al malherido del brazo y pidiéndole
al amigo que lo ayudará a llevarlo. Lo dejaron en la
loggia, haciéndole señas a los tipos de la guardia
médica apostada en la entrada del Centro; Jean Luc
escuchó un par de tiros cuando entraban a la Fotogalería,
pero nunca supo si el pibe murió rematado por
esos tiros o si habían sido suficientes los anteriores
y los que escuchó iban dirigidos a ellos y se perdieron
contra las columnas. El cadáver apareció, de
todos modos, a media cuadra del lugar donde lo dejaron, casi
en la esquina de Montevideo.
El otro
muchacho, el amigo del muerto, quedó aterrado al entrar
a la galería, pero en un par de segundos entendió
que ese espacio funcionaba como una suerte de diafragma o
esfínter con respecto al hall del Teatro, del otro
lado de la manzana. La incoherencia o sutileza arquitectónica
(vaya a saber) les salvó la vida, porque los pesados
pensaron también que Jean Luc se había autoacorralado
y demoraron unos segundos en tirar, sacrificando la urgencia
a la precisión. Ya en el hall, los disparos se confundieron
con el ruido de los cristales rotos en las entradas desde
la calle. Dos pibes y una chica lloraban detrás de
una de las columnas grandes; el Depredador los empujó
hacia la escalera principal mientras entraban tres policías
desde Corrientes.
Mientras
los dos de traje y los tres de uniforme se intercambiaban
información en el hall ("todos perejiles",
alcanzó a escuchar mientras los metía por la
escalera de incendio, "menos el viejo"), los metió
en la escalera tubo y los hizo subir, quedando a la retaguardia.

Se tranquilizó
cuando solo escuchó los pasos de dos tipos que, mirando
por el ojo de la escalera, resultaron ser el primero de los
de traje y uno de los ratis. En el octavo piso les
hizo señas de seguir subiendo y esperó. El policía
se había retrasado revisando uno de los baños
de los descansos, Jean Luc aprovechó para bajar y,
distrayendo al trajeado al tirar su encendedor, pudo tomarlo
por la espalda. El tipo era fuerte y se resistió con
habilidad, al llegar el cobani Jean Luc solo encontró
como recurso sacar su cortapluma y ponerla trabajosamente
en la garganta del pesado, interponiéndolo como escudo
ante la pistola reglamentaria, al tiempo que sostenía
el brazo armado del fulano.
Lo que
estropeó todo fue la impericia del policía,
que excitó al trajeado. El rati siguió subiendo
la escalera sin modificar el ángulo visual, el pesado
intentó moverse aprovechando la distracción
aparente de Jean Luc y se le cayó la pistola. Casi
como reflejo, el Depredador hundió su navaja en el
cuello de su desafortunado colega, que alcanzó a toser
sangre por unos segundos antes de caer sobre el policía.
Jena Luc alcanzó a tomar el revolver y encañonó
al rati, muerto de miedo. Lo metió en el baño
de damas tras desarmarlo, y lo ató con su propio cinturón.
Subió
al décimo, donde un puñado de jubilados y estudiantes
de cine salían de la función en la Lugones.
La película del día era "El Angel Exterminador",
de Buñuel, de ahí las bromas al abrirse las
puertas del ascensor y rehusarse risueñamente a subir.
Jean Luc aprovechó para inducir a los fugitivos a tomar
el ascensor y bajar, tras mirar amenazante al empleado. En
el hall se confundieron entre los conocedores de la manzana,
que escapaban de la repre en Corrientes buscando nuevamente
el esfínter que llevaba a Sarmiento, para a
su vez confundirse con los salidos de la conferencia Mitzuoda
(evacuación que tampoco era muy prolija, hay que decirlo).

"Piérdanse",
ordenó a los perseguidos mientras dejaba la navaja
al pie de una estatua. Los pibes y la chica obedecieron mientras
él se acercaba a Miranda, que lloraba detrás
de una columna. Había perdido al Artista en el tumulto;
la llegada del Depredador al mismo tiempo la tranquilizó
y la avergonzó: era la primera vez que se veía
después de la ruptura. Enseguida la tomó de
la mano y ordenó la evacuación de la gente con
algunos gestos, pocos gritos y algún empellón
a los más desordenados, que alteraban la coreografía
correcta para una rápida salida. "¿Qué
te pareció Mitzuoda?", le preguntó para
dejar de pensar en el peligro y en el encuentro; al rato discutían
sobre la frivolidad y el compromiso contrapuestos del japonés.
Para Miranda, Mitzuoda construía una corteza cínica
para disimular su propia vacuidad. Jean Luc invertía
el razonamiento y sostenía que el núcleo oculto
de la operación mitzuodiana era la más profunda
comprensión intelectual sobre su tiempo. No quiso prolongar
la discusión, para que Miranda no creyera que en realidad
discutía con ella, pero también porque por Rodríguez
Peña encontraron un bar aun abierto, a pesar del caos
de las calles. Dejó a Miranda en una mesa tras llamar
por su celular al Artista y, sin darse a conocer, darle el
paradero de su novia. "Voy para allá", dijo
convincente el Frívolo; el Depredador se despidió
de Miranda con un casto beso y emprendió la caminata
tranquila hacia su casa.
Nunca
la ciudad tenía una noche más segura que después
de un día de tumulto, había aprendido Jean Luc
con los años. Se desvió de su camino y en la
Imperio de Federico Lacroze pidió un par de porciones
de muzzarella, su favorita. Fue cuando recibió el llamado
de Yanina: entre los muertos del día estaba un ex policía
de Moreno, hoy custodio de un sindicalista, degollado en circunstancias
desconocidas en un enfrentamiento con revoltosos en la calle
Corrientes. Yanina era aun más consciente que Jean
Luc acerca de la liberación que esa circunstancia prometía
a su vida.
CR
c/VR
Próxima Entrega (29):
Flor de fango, una cualquiera
La
transición - El óptimo de Pareto - Culpas compartidas
- El mejor de los mundos posibles - La que peca por la paga
- La línea del oeste - Vivir su vida
Carmelo Ricot es suizo y vive en Sudamérica, donde
trabaja en la prestación de servicios administrativos
a la producción del hábitat. Dilettante,
y estudioso de la ciudad, interrumpe (más que acompaña)
su trabajo cotidiano con reflexiones y ensayos sobre estética,
erotismo y política.
Verónicka
Ruiz es guionista de cine y vive en Los Angeles. Nació
en México, estudió geografía en Amsterdam
y psicología en Copenhague
En
entregas anteriores:
1:
SOJAZO!
Un gobierno acorralado, una medida impopular. Siembran con
soja la Plaza de Mayo; Buenos Aires arde. Y a pocas cuadras,
un artista del Lejano Oriente deslumbra a críticos
y snobs.
2:
El "Manifesto"
Desde Siena, un extraño documento propone caminos y
utopías para el arte contemporáneo. ¿Marketing,
genio, compromiso, palabrerío? ¿La ciudad como arte...?
3:
Miranda y tres tipos de hombres
Lectura dispersa en un bar. Los planes eróticos de
una muchacha, y su éxito en cumplirlos. Toni Negri,
Althuser, Gustavo y Javier.
4:
La de las largas crenchas
Miranda hace un balance de su vida y sale de compras. Un llamado
despierta la ira de una diosa.
El narrador es un voyeur. Bienvenida al tren.
5:
El Depredador
Conferencia a sala llena, salvo dos lugares vacíos.
Antecedentes en Moreno.
Extraño acuerdo de pago. Un avión a Sao Paulo.
6:
Strip tease
Ventajas del amor en formación. Encuentro de dos personas
que no pueden vivir juntas pero tampoco separadas. Miranda
prepara (y ejecuta con maestría) la recepción
a Jean Luc.
7:
Nada más artificial
Extraño diálogo amoroso. Claudio parece envidiar
a Jean Luc, pero sí que ama a Carmen.
Virtudes de un empresario, razones de una amistad.
8:
Empresaria cultural
Carmen: paciencia, contactos y esos ojos tristes. Monologo
interior ante un paso a nivel.
Paneo por Buenos Aires, 4 AM.
9:
La elección del artista
Bullshit, así, sin énfasis. Cómo
decir que no sin herir a los consultores.
La ilusión de una experiencia arquitectónica.
Ventajas de la diferencia horaria.
10:
Simulacro en Milán
La extraña corte de Mitzuoda. Estrategias de
simulación. Las afinidades selectivas. Una oferta y
una cena. La Pietà Rondanini. Juegos de seducción.
11:
Más que el viento, el amor
Al Tigre, desde el Sudeste. El sello del Depredador.
Jean Luc recuerda la rive gauche, Miranda espera detalles.
La isla y el recreo. Secretos de mujeres. El sentido de la
historia.
12:
El deseo los lleva
La mirada del Depredador. Amores raros. Grupo de pertenencia.
Coincidencias florales. Influida y perfeccionada. Un mundo
de sensaciones. Abusado por el sol.
13:
Acuerdan extrañarse
Despojado de sofisticación. Las víboras
enroscadas. Adaptación al medio. Discurso de Miranda.
Amanecer. Llamados y visitas. ¿Despedida final? Un verano
con Mónica.
14:
No podrías pagarlo
Refugio para el amor. Viscosas motivaciones. Venustas,
firmitas, utilitas. Una obra esencialmente ambigua. La raíz
de su deseo. Brindis en busca del equilibrio.
15:
La carta infame
Estudios de gestión, y una angustia prolongada.
Demora inexplicable.
La franja entre el deseo y la moral. Lectura en diagonal a
la plaza. Sensiblería y procacidad.
Entrega
16: En la parrilla de Lalo
Paisaje periférico. Estudio de mercado.
Sonrisa melancólica, proporciones perfectas.
Un patrón apenas cortés. Elogio del elegante.
Suite Imperial. Desnudez y democracia.
Entrega
(17): La
investigación aplicada
Más de lo que quisiera. Temas de conversación.
La insidiosa duda.
Estrategia del celoso. Peligros. La casa del pecado. Suposiciones
y conjeturas.
Entremés
- Solo por excepción (I) / La drástica decisión.
Entremés
- Solo por excepción (II) / Los trabajos y los
días
Entremés
- Solo por excepción (III y última del entremés)
/ El experimento Rochester.
18:
La afirmación positiva
Una visión panóptica. La eficacia de
las caricias. No lejos de la fábrica.
Los motivos de su conducta. Hipótesis oportunista.
Certero impacto del Artista Pop.
19:
El amor asoma su sucia cabeza
Hipótesis de conflicto - El perseguidor - Preguntas
capciosas - Efectos colaterales -
Sólo en Buenos Aires – La tristeza de un jueves a la
tarde
20:
La forja de un rebelde
Propuesta del superior – Llegar tarde a todo – Disciplina
y cinismo – La luz y el aire del Sur – Adiestramiento de un
servicio – Los pruritos morales – Doble agente
21:
Al servicio de la República
La llegada a América y las primeras misiones
- Jean Luc seduce a propios y extraños -
Por la razón o por la fuerza - Foja de servicios –
El hombre justo en el lugar equivocado
22:
¿Qué pasa, General?
Pequeño apartamento en Las Condes - Aeropuerto
´73 - Balada del mochilero -
Dos puntas tiene el camino - El trabajo ya está hecho
- Reciclaje y redención
23:
Suite Mediterránea
Mujer en el balcón - Vernissage - Lo útil
y lo agradable - La entropía de un matrimonio feliz
- Animales - Los caminos del arte contemporáneo – Hipertexto
y collage
Entrega
24: Una walkyria conurbana
¿Vivís
por acá? - No somos perras - La prohibición
de involucrarse - Ningún cuidado es excesivo
Reconversión en el área servicios - Aparición
del príncipe azul
Entrega
25: Vidas paralelas
El
pisito - Carmen en vuelo -Una ruptura civilizada -La primavera
de Praga -Permanencias y rupturas -
No el amor, sino la felicidad - Dos vidas, un cuerpo
Entrega
26: El 18 Brumario de Jean Luc (Depredador)
Fin
de semana salvaje - Trampas del destino - ¿Qué vas
a tomar? - La objeción confirmada -
Si quieres que algo resulte, hazlo tu mismo - Justicia poética
Entrega
27: La playa del amor
La
vanguardia de los cangrejos - Calor, calor - Un mundo feliz
- ¡Vivan los novios! -
Las comparaciones siempre son odiosas - Creced y multiplicaos
– Dilema de los felices
Entremés
ensayístico -
Crítica a la Galería Grierson (I) / ¿Fin de
época?
Entremés
ensayístico -
Crítica a la Galería Grierson (II) / Entre Giedion
y el psicoanálisis
Entremés
ensayístico -
Crítica a la Galería Grierson (III y última
del entremés ensayístico) / La clave topológica
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