N. de la R: El texto de esta nota reproduce los aportes de la autora a nuestro Glosario de las ciudades, 200 conceptos urbanísticos por 200 autoras/es en celebración del número 200 de café de las ciudades.
Humedal
Comprender la naturaleza de un humedal exige demorar la mirada en el verde que observa el desacostumbrado ojo urbano y agudizar los oídos. El descubrimiento de los sonidos audibles que siguen al silenciamiento de los ruidos de la ciudad orientará la mirada. Trinos, croares, chicharras, grillos, búhos, cotorras, teros guardianes, aleteos o el bullicioso paso de patos en vuelo acercarán el ojo maravillado a seres multicolores y a una variedad infinita de tonos verdes, tamaños, formas y texturas de hojas, tallos, ramas y cortezas. El zumbido de una abeja nos conducirá hasta una flor o fruto silvestre. Seremos conscientes, entonces, del origen de la fragancia que trae consigo el aroma de tierra y vegetación húmedas. Respirar ese aire profundo despertará al rostro adormecido en calles encajonadas y edificios climatizados. La mirada y el cuerpo sensibilizados reconocerán entonces la levedad de la garza quieta, el vuelo de mariposas y los rayos de sol a través de las alas de las libélulas. La presencia de un mundo inasible y del cual sólo podemos intuir su asombrosa biodiversidad.
El salto a tiempo de un pez alertará de la presencia del agua. Oculta en el espejado verde oscuro del monte y bajo un manto de juncos, camalotes, repollitos e irupés, el agua lleva años moldeando su paisaje. En un andar lento y divagante, deja sedimentos de montañas y campos lejanos. Cosecha lluvias y siembra vida, se escurre entre surcos y cursos antiguos, se demora en esteros y bañados. Modera el calor, protege del frío. Amortigua crecidas extraordinarias, humedece raíces durante sequías.
Su futuro es incierto. Lo amenazan la contaminación y el avance de las ciudades. No se sabe si triunfará el afán extractivo que persigue rentas extraordinarias convirtiendo el humedal en formas exclusivas de residencia junto a una naturaleza artificializada. O si se impondrá un nuevo paradigma, que intente proteger y preservar los humedales como bien común.
Ver también la voz Cuenca en el Glosario de las ciudades.
Periurbano
Área que rodeaba a las ciudades, donde nuevas urbanizaciones y asentamientos se producían con la promesa de convertirse en partes de ella. La ciudad representaba lo urbano y el periurbano, las condiciones desfavorables o deficitarias que impedían serlo. El periurbano era la frontera entre la ciudad y el campo. Cada mañana sus habitantes se desplazaban por caminos y vías férreas convergentes en la ciudad que les ofrecía puestos de trabajo y esperanzas. Al acabar la jornada los flujos iniciaban sentidos inversos.
Con el tiempo, fábricas, industrias y otras actividades productivas buscaron nuevas oportunidades de localización. Los centros se diversificaron y desperdigaron. Se masificó el coche y los hogares jóvenes buscaron alternativas asequibles y singulares de acceso al suelo, alejadas del común y aglutinador centro antiguo.
El periurbano tejió lazos con otros periurbanos. Hoy no rodea ciudades sino zonas rurales atrapadas en sus redes. Sus flujos se hicieron constantes y multidireccionales, con diversos propósitos y destinos. Su principal referencia es la carretera a lo largo de la cual se organiza la vida. El centro comercial, la gasolinera, el complejo de cines, el campus, el patio de comidas, el club de campo, el barrio privado o los viveros son las estaciones donde se dan los encuentros casuales que antes se producían en las calles.
El periurbano representa el territorio urbano actual. Sus patrones de identidad no son la manzana regular ni la reiteración de calles y cruces. Son la carretera, las banquinas, los tréboles, las salidas y los retornos. Su urbanidad no se mide en las continuidades peatonales ni en los 15 cm de cordón que construyen la relación cívica entre aceras y calzadas sino en la accesibilidad vehicular, las señales de wi fi, la prolijidad de los bordes y servicios de ruta, la publicidad creativa de los letreros, la cuidada forma de las grandes superficies.
Las almas ya no viajan juntas en tren o autobuses; hacen recorridos encadenados, en familia o solitarios, en sus coches o motos. Se encuentran a sí mismas mientras viajan, cuando sintonizan su radio habitual o conversan con los dispositivos de manos libres.
Ver también el aporte de Horacio Szeliga a la voz Cuenca y los aportes de Alicia Novick, Claudio Carrasco Aldunate y Alfredo Garay a la voz Borde en el Glosario de las ciudades.
LA
La autora es Arquitecta UNNE. Doctora en Urbanismo por la Universidad Politécnica de Cataluña. Profesora Titular Desarrollo Urbano 2-UNNE. Investigadora CONICET en el Instituto de Investigación para el Desarrollo Territorial del Hábitat Humano- IIDTHH/UNNE CONICET.
Del Glosario de las ciudades, ver también Acera, vereda, por Miguel Jurado en nuestro número 199; Centralidad, Nueva Centralidad, por Mireia Belil, Lorena Vecslir; Pandemia, por Natalia Dopazo en el número 200; y Manzana, Por Fernando Diez, Carlos Gómez y Leticia Gómez, Mariana Debat en el número 201 de café de las ciudades.