El vínculo entre derechos humanos y ambiente.
Por Elena Durón
La siguiente es una presentación de la problemática jurídico-social del basural ante el Concejo Deliberante de San Carlos de Bariloche, en la Patagonia argentina.
Las condiciones del medio ambiente son un factor determinante de la calidad y dignidad de la vida humana, así como de sus posibilidades de desarrollo actual y futuro. Los derechos humanos se ven inevitablemente violentados cuando las personas deben llevar adelante sus vidas en ambientes degradados. La relación entre los derechos humanos y el ambiente se manifiesta de múltiples formas, tanto a través del reconocimiento a un medio ambiente sano como un derecho humano, como en el hecho de que la mayoría de los derechos humanos, como el derecho a la vida, a la salud, al desarrollo, a la propiedad privada y comunitaria, se ven críticamente afectados por los problemas ambientales.
Sin embargo, esta relación entre derechos humanos y el estado del ambiente no está instalada en la conciencia colectiva, como tampoco está dimensionado el impacto que la degradación ambiental provoca sobre los derechos humanos a escala social. Cuando las violaciones a derechos humanos son originadas por problemas ambientales, raramente son percibidas como tales ni por la sociedad en general ni por los propios damnificados. Posiblemente, porque nos hemos acostumbrado a convivir con la degradación ambiental como si esta fuera el inevitable precio del progreso y del desarrollo. Esta visión errónea, impulsada desde ciertos sectores, no sólo ha eliminado cualquier actitud crítica hacia nuestra forma de desarrollo, sino que ha logrado que en la mayoría de los casos no se juridice la discusión ambiental y se desinforme a la sociedad sobre la misma, porque disimulando el problema se asegura la impunidad a los principales generadores de contaminación y la invisibilidad de las víctimas.
Las violaciones a derechos humanos originadas en los problemas ambientales revisten gravedad institucional ya que en la mayoría de los casos se trata de conductas o actividades sistemáticas que comprometen a grupos o comunidades enteras, con continuidad en el tiempo y efectos que se multiplican y trascienden su origen, esto como consecuencia de la forma que asumen los daños ambientales, que en general son permanentes, irreversibles y que no siempre resultan evidentes.
Son en especial los sectores mas desposeídos y por ende mas expuestos, quienes soportan casi sin oponer resistencia, las consecuencias de la degradación ambiental. Gran parte de estos abusos se originan en consideraciones de provecho económico que importan un profundo desprecio por los derechos y la dignidad de las personas.
La relación entre derechos humanos y ambiente no es tangencial o casual. Esto se hace evidente cuando se indaga sobre el origen de muchos de los graves problemas que sufre el país. Así nos encontramos con que está presente en las raíces de la pobreza, las migraciones, la discriminación y la inequidad en la distribución de la riqueza.
Acercamiento al caso
Las observaciones que se presentan a continuación son el resultado del trabajo que realiza CEDHA desde el mes de octubre del año 2002 en el terreno del basural. Las acciones se han realizado siguiendo principalmente dos ejes de trabajo: el desarrollo de proyectos específicos que atiendan a mejorar la condición de los trabajadores, a través de la creación en el grupo de una conciencia de derecho; y la erradicación del trabajo infantil en el basural, considerado por la OIT como una de las peores formas de trabajo infantil. A grandes rasgos, esto ha consistido en un proceso de continuo acompañamiento a las demandas de los excavadores, de sensibilización de actores de la sociedad civil y del Estado, y de facilitación de la participación de los trabajadores del basural en espacios públicos de discusión.
El Vertedero en Bariloche
Ante la escasa e ineficiente gestión gubernamental para enfrentar las consecuencias de la pobreza, los basurales de las ciudades latinoamericanas se han convertido en un lugar de acogida para los sectores menos favorecidos. Estos sitios constituyen una opción que, además de ofrecer en ocasiones un lugar donde vivir, permite generar ingresos. En Argentina, la grave crisis económica por la que atraviesa el país ha tenido como resultado un aumento en la cantidad de gente que se dedica a excavar en la basura buscando materiales para vender y además, en la mayoría de los casos, comida para subsistir. Bariloche no es la excepción, y en el único basural de la ciudad se encuentran trabajando varios grupos de personas alrededor de un objetivo común, la búsqueda, separación y acopio de materiales reciclables para su posterior comercialización.
El vertedero de San Carlos de Bariloche se sitúa a la vera de la Ruta Nacional 258, el predio ocupado abarca aproximadamente unas 10 hectáreas. Se presume que el fondo de la cava podría estar muy próximo a la napa freática y no se ha impermeabilizado con material aislante, razón por la cual los lixiviados generados por los residuos presumiblemente estarían contaminando las napas y, eventualmente, los cursos de agua superficiales y cuerpos de agua próximos. Para que este vertedero realmente funcionara como relleno sanitario técnicamente manejado, sería necesario evitar que el agua de lluvia atravesara la basura hasta contaminar el subsuelo, habría que evitar también la filtración de los líquidos provenientes de la descomposición de la basura, y finalmente por medio de una sistema de tuberías, habría que liberar el metano y otros gases provenientes de la descomposición de la basura. La falta de tratamiento adecuado a la basura ha contribuido a que ésta se convierta en foco de contaminación directa para todas las personas que trabajan en el basural y para los habitantes de las zonas colindantes.
Los trabajadores del basural
En el vertedero municipal de la ciudad de San Carlos de Bariloche desarrollan cotidianamente sus tareas alrededor de 100 personas, este grupo está constituido por hombres mujeres y niños cuyas edades fluctúan entre los diez y los ochenta años. Desde hace más de cinco años estas personas separan, clasifican y apilan en forma metódica papel, cartón, botellas y metales que luego son vendidos a intermediarios que concurren al basural a hacer las ofertas y completar las transacciones. Casi la mitad de ellos son menores, situación que se ve agravada en la época de vacaciones escolares, donde pueden llegar a estar mas de 150 personas un día de trabajo “bueno”. Las actividades que realizan son principalmente excavar en la basura en búsqueda de materiales de desecho con valor de comercialización, además de buscar residuos de comida que constituyen una fuente de alimentación.
Organización del trabajo
El proceso de recolección y clasificación de basura se desarrolla en varias fases, y básicamente dura todo el día. Los trabajadores del basural pasan largas horas en el depositorio, aguardando la llegada de los camiones recolectores. Al arribo de estos, los niños, quienes están esperando a la entrada del vertedero, se suben en los camiones y, unos 150 metros más adelante, cuando los camiones vuelcan los desechos, ya han seleccionado algunas bolsas que luego revisarán en procura del cartón, vidrio o comida.
En el momento de la descarga del camión, se inicia la búsqueda, en ocasiones se utiliza un palo o gancho para separar la basura y una bolsa para depositar lo recolectado. Entre los objetos más buscados se encuentran latas, metal, vidrio, papel y cartón. El trabajo se hace generalmente sin ningún tipo de protección en manos, pies y boca. También se buscan alimentos, ropa, juguetes y todos aquellos objetos que puedan ser útiles para cubrir las necesidades básicas. Las personas que trabajan en el basural encuentran ahí mucha de la ropa que visten y de los alimentos que consumen.
Una vez llena la bolsa, se procede a depositar los materiales recolectados en el sitio de acopio, el lugar de estos sitios puede determinarse por material o por “territorio”. En el primer caso se trata de un lugar donde varias personas, generalmente trabajadores individuales, depositan un tipo de material, por ejemplo cartón, así cuando llega el comprador ayudan a llenar el camión todos aquellos que lo juntaron y después se reparten equitativamente la ganancia. En el caso del acopio por “territorio”, el lugar se determina según el campamento que tenga establecido el grupo familiar. Por lo general, las familias se dedican exclusivamente a la recolección de un material específico, así que se instalan en cierto lugar y lo convierten en campamento, donde únicamente ellos depositan.
Como puede apreciarse según este esquema de trabajo, la búsqueda, separación y recolección de los materiales recuperados de la basura se encuentra organizada, no existe competencia en cuanto a la recolección y posterior venta de los materiales, incluso podría decirse que existe un sentimiento de solidaridad y ayuda mutua bastante establecido, ya que cuando alguno de los recolectores no está y llega el comprador, los demás venden su parte de materiales y le entregan el dinero obtenido cuando lo ven.
Hay dos turnos de trabajo, uno que desempeña sus labores desde tempranas horas de la mañana (en verano llegan desde las 6 a.m. hasta las 4 o 5 p.m.), y otro que trabaja en el turno noche, desde las 10 p.m. hasta las 4 o 5 a.m. El grupo que asiste en horario matutino es el más numeroso, donde hay más familias y más chicos. El grupo de la noche es el más problemático ya que se encuentra un alto porcentaje de menores, que asisten sin sus padres y que además de realizar tareas de búsqueda de materiales también consumen alcohol y drogas: la mayor parte de los actos vandálicos se generan en ese turno.
El trabajo de los excavadores se realiza sin ninguna norma de seguridad, más que las que ellos en ocasiones pueden improvisadamente proveerse, esto es, algún guante viejo, algún gancho que les permite abrir las bolsas sin introducir las manos. Pero lo habitual es que toda la tarea se realice con las manos, caminando entre las bolsas de basura. Cuando ocurren accidentes o cortaduras no tienen nada con que atenderse, es decir, no hay agua, no hay nada que pueda parecerse a un botiquín y frente a la posibilidad de una accidente grave su desprotección es casi absoluta ya que no cuentan con transporte, ni medios de comunicación como teléfonos públicos.
Valoración de la tarea de los excavadores
Debido a su contacto con la basura, los excavadores se asocian con la suciedad y la enfermedad, y suelen ser percibidos por la sociedad como símbolos de marginalidad extrema que, en ocasiones, raya con lo criminal. Cotidianamente sobreviven en un ambiente físico y social hostil. Y aunque los excavadores no constituyen el segmento más pobre de la sociedad, se perciben entre la misma clase carenciada como quienes realizan las tareas más marginales. Las connotaciones asociadas con este tipo de trabajo tienen como consecuencia una desvalorización de la actividad en sí, que se asocia por lo general a una pérdida de su propia valía como personas.
Sin embargo, el trabajo desarrollado por los excavadores es muy valioso, no solamente desde el punto de vista ético, ya que esta gente ha decidido pasar sus días en un paisaje de basura con el propósito de seguir trabajando y seguir respetando las reglas de un sistema que los ha expulsado, sino también desde la óptica del valor ambiental y económico.
El valor ambiental estriba en la descompresión de materiales de desecho. En primer lugar, ellos realizan una clasificación y separación de residuos que de otra manera, al permanecer mezclados, contribuirían aún más a la producción de lixiviados; en segundo lugar, al realizar esta separación manual de materiales contribuyen a disminuir el volumen de basura que ingresa al basural. Por otra parte, ellos inician lo que posteriormente se constituye como la cadena económica de recuperación de los materiales útiles de la basura, a través de la fuente de trabajo que han creado. Es decir, ellos posibilitan el reciclaje al recuperar materiales que de otra manera serían irrecuperables debido a las condiciones en que ingresan al basural: este es un hecho muy importante en una ciudad que no cuenta con un plan de manejo de residuos.
Aspectos personales y sociales de los excavadores de la basura
Es imposible hablar del fenómeno de los niños, niñas, jóvenes, adultos y ancianos que trabajan en los basural sin recurrir a un contexto más amplio que abarque la dimensión personal. Ante la discriminación de que son objeto por trabajar con la basura, los excavadores han optado por hacer del basural su mundo. En lo posible, evitan contacto con el exterior, sus condiciones de vida han provocado que adultos, jóvenes, niñas y niños tiendan a retraerse. Su mundo se encuentra entre la basura y las familias con quienes comparten la misma existencia. Suele caracterizarlos una devaluación de su valía personal que es perfectamente entendible debido a las situaciones en que se encuentran. Dentro del basural de Bariloche, hemos identificado hasta ahora los siguientes grupos con características bien definidas:
Por un lado están las personas que han sobrevivido en el basural toda su vida, realizando actividades de recolección y venta de materiales a los intermediarios, y que, de cierta manera, han aprendido a vivir con las ganancias que les reporta esta actividad. Generalmente se trata de gente mayor que incluso ha organizado sus propios “equipos” de recolección, así cada uno se dedica a juntar algún material específico. En este grupo hay gente que no se dedica a recuperar la comida para consumo propio, sino que únicamente van por los materiales. Se podría decir que se constituyen como el grupo de “profesionales”, alguno de ellos incluso tiene un camión con el que recoge sus materiales.
Existe un grupo de gente relativamente nueva en esta actividad, quienes cuentan con capacitación laboral diversa, y que antes se dedicaban a realizar actividades propias de sus oficios. Podemos encontrar jardineros, albañiles, técnicos en petróleo y técnicos en medios de elevación, choferes con carnet profesional, entre otros. Este grupo se ha incorporado paulatinamente a las actividades del basural, como una respuesta ante la situación de desempleo en la que se encuentran. Por sus características de capacitación sería un grupo muy dispuesto a trabajar en opciones de mejoramiento de las condiciones de trabajo.
El grupo de mujeres se constituye como una fuerza bien delimitada dentro del basural, la mayoría van con sus hijos, quienes les ayudan a realizar las tareas. Y, si bien, no están formalmente organizadas, son bastante más receptivas como grupo que los demás. Aparentemente no cuentan con capacitación laboral específica, la mayoría tienen muchos hijos y una situación familiar bastante precaria. Se muestran sensibles a oportunidades de mejora y a todo lo que tenga que ver con el bienestar de sus chicos.
Hay un grupo más precario, con un nivel educativo y de capacitación muy bajo o nulo, que no se han dedicado a realizar otra cosa que no sea esa actividad; es el grupo más carenciado y en ocasiones van solo por temporadas a conseguir comida.
El grupo de los menores puede dividirse en dos a juicio de los adultos del basural: “los que trabajan y los que joden”. Generalmente los primeros van acompañados por sus padres y realmente asumen las tareas de recolección como si fueran un adulto más, el segundo grupo aparentemente va solo, sin adultos, y pueden ir a buscar comida ocasionalmente o van a pasar el día y a ayudar por alguna cosa a cambio, comida o algún dinero. Por lo general, son el grupo acusado de todos los desmanes que ocurren en el basural: provocar fuego, tirar piedras a los autos y camiones en la ruta, desacomodar los materiales ya acopiados, etc.
Riesgos para la salud
En el basural confluyen desechos de todo tipo incluyendo materiales tóxicos y desechos hospitalarios. Teóricamente esta basura no tendría que llegar, ya que debería ser quemada en los hornos pirolíticos que existen en la ciudad a tal efecto. Sin embargo, diariamente arriban camiones que descargan residuos patógenos. Las bolsas que contienen estos residuos no tienen ningún tipo de identificación o anuncio que alerte sobre su contenido.
La salud de los trabajadores del basural, especialmente la de los niños y niñas, está marcada por la herencia de pobreza que los condena desde temprana edad a la desnutrición o mal nutrición, cuyas secuelas los acompañarán a lo largo de toda su vida.
Debido a las condiciones en que desarrollan el trabajo, además de los malos olores propios del basurero, tanto niños como adultos están expuestos a otras condiciones adversas a su salud. Frecuentemente se sufren cortes y heridas con metales, vidrios u objetos corto punzantes enterrados dentro de la basura. Debido al entorno, infecciones respiratorias agudas y enfermedades de la piel, así como la incidencia de infecciones gastrointestinales, considerando que muchos se alimentan de la basura. Los gases que emanan de la descomposición de los residuos causan ardor en los ojos. Las largas jornadas bajo el sol y los olores provocan frecuentes dolores de cabeza. En el caso de Bariloche, donde las temperaturas en invierno en el basural suelen llegar a los 10 grados bajo cero o menos, se hace evidente el grado de riesgo y desprotección en el que se encuentran.
Participación de los excavadores en espacios públicos de discusión
A raíz del trabajo que ha realizado CEDHA en el basural de Bariloche, un grupo de representantes de los trabajadores del basural asisten, desde el 7 de abril de 2003, a la Mesa de Concertación Social Local. La función principal de esta instancia es analizar diferentes problemáticas sociales con la mayor colaboración posible de los actores involucrados. Actualmente funcionan cuatro subcomisiones:
Basura;
Tasa de turismo que se destinará a programas sociales;
Cogestión entre distintas ONG´s y planes sociales de Nación y
Juventud en Bariloche.
A esta reunión concurren cada semana representantes de todos los grupos de edad, desde niños de 11 años hasta abuelos de más de 70. Han sido significativos los logros que se han obtenido gracias a la participación en estas reuniones. Por primera vez en 20 años, se ha colocado en el basural un tanque de agua potable, también se han hecho denuncias públicas de los elementos patógenos que son depositados ilegalmente en el basural y se ha logrado la representación de los trabajadores en una comisión del Concejo Deliberante que se encuentra analizando los aspectos técnicos de relocalización del vertedero municipal.
ED
La autora es psicóloga ambiental e integra el Centro de Derechos Humanos y Ambiente (CEDHA – PATAGONIA).
Sobre recolección informal de basura en ciudades argentinas, ver la nota La Cooperativa El Ceibo – Cartoneros y casas tomadas en el área metropolitana de Buenos Aires, en el número 11 de café de las ciudades.
Sobre Bariloche, ver la página de su Concejo Municipal o un sitio sobre su importante actividad turística.