El mes de mayo se inicia con una fecha conmemorada a nivel global. El día internacional de las y los trabajadores es un símbolo de la lucha de clases y la manifestación colectiva como estrategia para ampliar el paraguas de los derechos. En esta nota nos proponemos asomarnos a algunas de las contradicciones del mundo del trabajo en el capitalismo contemporáneo desde dos claves de lectura: el discurso emprendedor y la digitalización de la economía, enfocándonos específicamente en las plataformas digitales de trabajo.

Actualmente, parte del debate público en relación a lo laboral implica delinear los bordes sobre qué es y qué no es trabajo. La economía popular, el trabajo sexual, el mundo de lo freelance, el imaginario robótico algoritmizado y las promesas hacia el individuo para convertirse en su propio explotador, son algunos tópicos comúnmente abordados cuando se habla del trabajo hoy. Sin embargo, mientras algunos disputan su definición para ingresar al universo (material y simbólico) de los derechos, otros ubican el futuro del trabajo en el enlace entre digitalización y futuro, proponiendo una fase novedosa de la “evolución” humana con sus bases en la tecnología.
La digitalización del trabajo como laboratorio del capital
Este collage de fragmentos sobre las discusiones públicas ilustra que, en definitiva, la manera en la que definimos socialmente al trabajo es un terreno de disputas. El neoliberalismo, comprendido como un régimen de mercado desregulado, sostiene una dimensión simbólica que actualmente se resignifica al calor del avance del sector financiero y la digitalización de la economía. Post-pandemia, este proceso se intensificó, con consecuencias en un mercado de trabajo que aún está cambiando su morfología.
Para aproximarnos a una explicación sobre la aceleración del crecimiento y volumen de la cantidad de oferta de trabajo de plataformas (Madariaga et al., 2019; OIT; 2022), en Argentina se identifican dos hitos de la historia reciente como factores contextuales: en primer lugar, el período de gobierno de Cambiemos (2015-2019), en tanto fue un momento de apertura normativa y discursiva oficial a los modelos flexibles de gestión de las relaciones laborales de las plataformas digitales (Haidar y Pla, 2021; Perez y Busso, 2020). En segundo lugar, la pandemia iniciada en el 2020 que habilitó una difusión masiva del teletrabajo, a la vez que digitalizó numerosos aspectos del mundo de la vida (Haidar y Pla, 2021; Benza et al., 2022; Pérez Sáinz, 2023).
La economía popular, el trabajo sexual, el mundo de lo freelance, el imaginario robótico algoritmizado y las promesas hacia el individuo para convertirse en su propio explotador, son algunos tópicos comúnmente abordados cuando se habla del trabajo hoy.
Estos hitos se enmarcan en un proceso histórico ampliado, que inicia en 1970 con el neoliberalismo y gobiernos autoritarios en nuestra región, se configura en la década del 90 con la inversión en fibra óptica y cables submarinos, acelerando la tendencia a la deslocalización iniciada décadas anteriores, y se profundiza después de la crisis económica del 2008 (Srnicek, 2018). La actual “maquinaria informacional-digital” (Antunes, 2024, p. 115) sienta sus bases en el proceso de profundización de la hegemonía del capital financiero en detrimento de la industria, el ascenso de los servicios y, en América Latina, la oleada de dictaduras militares que empujaron estos planes económicos. En palabras de Antunes (2024):
(…) además de la producción predominantemente material, dominante en la totalidad de la producción de capital (por ejemplo, en las industrias de transformación y en la agroindustria), el capitalismo ha ido expandiendo significativamente las actividades inmateriales en la industria de servicios, así como en las plataformas digitales. Parece suficiente destacar la transformación de la información en una nueva mercancía, capaz de generar ganancia y plusvalor. (p. 116)
El carácter relacional de las plataformas implica vínculos complejos entre sus condiciones de producción, las relaciones de poder propias de la gubernamentalidad neoliberal que se (re)producen en los algoritmos oscuros y herméticos de las plataformas y, por último (aunque, como una espiral, se encuentra también al principio), las formas diversas y específicas en que las personas utilizan y re-significan el consumo de las plataformas, alimentando su algoritmo y expandiendo el ambiente digital (Van Dijck, 2016). Lejos estamos, entonces, de atribuirle a la tecnología un rasgo autónomo o instrumental, desapegado de nuestras prácticas sociales, políticas y culturales.

Fuente: La Izquierda Diario
Por su parte, Huws (2016) identifica que, luego de la crisis de 2008, emerge un nuevo modelo de organización laboral marcado por tres tendencias: la estandarización del trabajo, la posibilidad de monitorear y vigilar la fuerza laboral, y la necesidad por parte del trabajador de mantenerse conectado a internet para generar o reproducir el vínculo laboral. En ese sentido, si bien son las plataformas digitales las que más gozan de protagonismo en el debate público para hablar de nuevos tipos de trabajo, específicamente las de reparto o transporte, la digitalización atraviesa sectores de la economía de lo más diversos y, específicamente en su vínculo con el trabajo, se observa un traspaso al mundo digital en los hechos. De alguna manera, las plataformas digitales encarnan un “tipo-ideal” del paradigma contemporáneo basado en la tecnología y la precarización laboral. Sin embargo, la autora plantea que la estandarización, el control algorítmico y la obligatoriedad de internet para reproducir el vínculo laboral son tres características que pueden observarse con menor o mayor intensidad en diferentes tipos de ocupaciones, con un impacto alto en diferentes niveles, tanto en los derechos laborales y como en la estructuración cotidiana de la vida.
Las plataformas digitales entonces, operan como “laboratorio de experimentación de nuevas formas de trabajo por parte del capital” (Pérez Sáinz, 2024, p. 162). Su relevancia no radica hoy en la cantidad de gente empleada considerando el mercado de trabajo actual, sino en su potencia propositiva.
Un mundo del trabajo sin trabajadores: el emprendedurismo como signo epocal
Las modulaciones específicas que asumen en la vida contemporánea el vínculo entre tecnología, trabajo y cultura retoman principios históricos estructuradores (mérito, esfuerzo, laboriosidad), a la vez que se combinan con las dinámicas globales propias de internet. El relato del emprendedorismo —basado en la individuación del esfuerzo, no sólo en la actividad laboral, sino también en el trabajo de auto-generarse las condiciones para poder llevar a cabo dichas tareas— configura un tipo específico de voluntad individual, propia de la etapa neoliberal del capitalismo actual.
El capital no sólo impone los términos en los cuales desarrollar las condiciones de vida para garantizar su reproducción sino que también construye lugares discursivos comunes a los cuales acudir para dar sentido al proceso de trabajo. La postulación de estos enunciados no supone una traducción lineal en el conjunto de lo social sino que habilita modelos explicativos que pueden asumir múltiples interpretaciones. De esta manera, las plataformas son pioneras en la reactualización del imaginario emprendedor, con pretensiones explícitas de construir una definición específica de “libertad”.
(…) tres tendencias: la estandarización del trabajo, la posibilidad de monitorear y vigilar la fuerza laboral, y la necesidad por parte del trabajador de mantenerse conectado a internet para generar o reproducir el vínculo laboral.
No debemos olvidar que trabajar es traducido en la moral del sentido común como “ticket de ingreso” a la vida social: para merecer ser parte de la distribución material y simbólica, se debe pagar con el sacrificio del trabajo. Ahora bien, la socialización digitalizada implica maximizar la figura del individuo, que lleva como empresa a su propia vida. ¿Cómo se modulan, entonces, los discursos meritocráticos con la promesa de “libertad” de quien construye una empresa de sí? En otras palabras, si bien la cultura del esfuerzo vinculada al trabajo es un principio estructurador propio de las prácticas laborales modernas, la digitalización ubica al individuo en el centro de la imagen, maximizando el sacrificio como valor constitutivo en la tarea de reproducir la vida y abonando a corroer el sentido social (ni siquiera ya político) del “trabajador/a”.
En ese sentido, la flexibilidad del empleo y los bajos niveles de regulación no son novedades exclusivas del trabajo en plataformas, sino más bien condiciones de posibilidad para su surgimiento (Pérez Sainz, 2023). La relación asalariada “aún se encuentra presente [en] el recuerdo (…) como norma y no como excepción” (Longo, Busso y Fernández Massi, 2023, p. 284). De esta manera, la configuración de las subjetividades de trabajadores/as de plataformas y su vínculo con el emprendedorismo se comprende como un “proceso que da sentido”, donde incluso se reconoce la “discontinuidad, la incoherencia y la contradicción” (de la Garza, 1997, p. 87). El esfuerzo individual como núcleo del mérito y la cultura del trabajo no son novedades contemporáneas, como tampoco lo es la heterogeneidad en el mundo del trabajo (Assusa, 2019). Sin embargo, la flexibilidad y el riesgo como parte del cálculo individual en la configuración subjetiva no exclusiva de las clases altas (Schaigorodsky, 2022), sino apuntada y reproducida en el conjunto de las clases, constituye un signo epocal. Los procesos laborales, pero también otras dimensiones relevantes en los estudios simbólicos del trabajo (de la Garza, 1997; Assusa, 2019), tales como la socialización, la escolarización, el consumo, el lenguaje, entre otros, se encuentran actualmente con algún nivel de digitalización, en un ecosistema con múltiples plataformas vinculadas (Van Dijck, 2016).
(…) las plataformas son pioneras en la reactualización del imaginario emprendedor, con pretensiones explícitas de construir una definición específica de “libertad”.
Actualmente, los estudios sobre identidad de clase señalan que las posiciones diferenciales de la estructura social se auto-ubican, en su gran mayoría, dentro de las clases medias (Assusa y Rodriguez de la Fuente, 2024). Esto abre un interrogante en relación a las especificidades de las plataformas y el emprendedorismo: ¿puede convivir el arreglo subjetivo generalizado de la “clase media” con los supuestos del emprendedorismo, esto es, una sociedad de individuos “empresarios de sí”? Como se planteó, la contradicción es propia de los procesos de subjetivación.

Fuente: igorarume.com
Si trabajar es producir relaciones, servicios, cosas y sujetos, el desafío se encuentra en generar discursos comunes sobre la comprensión del trabajo humano como un elemento constitutivo de nuestros lazos sociales y nuestra forma compartida de habitar el planeta.
¿Quiénes hablan de trabajo? El trabajo científico como pilar democrático
Una disputa actual en relación al mundo del trabajo se encuentra en la necesidad de innovación en las propuestas hacia el sector trabajador. No sólo en aquellos sectores que ocupan a mayor cantidad de personas, sino también en los que funcionan hoy como laboratorios simbólicos de creación de sentidos sobre lo laboral. Además de las luchas por condiciones dignas de empleo, también es crucial que el trabajo sea significativo en las trayectorias. Eso puede incluir múltiples dimensiones: la creativa, la proyección a futuro, el enlace con otres, la movilidad social ascendente, los aprendizajes, la perspectiva de crecimiento, el disfrute, entre otras. Las plataformas de trabajo supieron interpretar esto, ofreciendo no sólo empleo (precario), sino también claves de fundamentación y sentido hacia la vida y el trabajo.
De esta manera, una reflexión posible sobre el mundo del trabajo hoy abarca los desafíos que nos quedan por comprender e interpretar sentidos y prácticas laborales, tanto en las ciencias sociales como en la política. Las ciencias sociales, por la rigurosidad en las metodologías, la interpretación reflexiva y la profundidad de lecturas. La política, por el termómetro hacia la coyuntura y la capacidad transformadora. Si trabajar es producir relaciones, servicios, cosas y sujetos, el desafío se encuentra en generar discursos comunes sobre la comprensión del trabajo humano como un elemento constitutivo de nuestros lazos sociales y nuestra forma compartida de habitar el planeta.
Por último, y casi como nota al pie, no dejar pasar el trabajo científico dentro de estas breves notas sobre el mundo laboral contemporáneo. Descuenta destacar la relevancia del financiamiento público en las ciencias sociales. Fortalecer las ciencias sociales es fortalecer la democracia, no como mero acto electoral sino como sistema deliberativo basado en la construcción pública de la vida social. En otras palabras, una sociedad que no construye herramientas de interpretación sobre sí misma es una sociedad vulnerable hacia la dominación de los sectores concentrados de poder.
JG
Juana Garabano es socióloga (FCS-UNC) y becaria doctoral de CONICET en la Universidad Nacional de San Martín, con lugar de trabajo en el Instituto de Humanidades (UNC).
Referencias bibliográficas
Antunes, R. (2024). Uberización y desantromorfización del trabajo: dos puntas de un mismo proceso destructivo. En Varela, P., Gutiérrez Rossi, G. y Cambiasso, M. (coords.) ¿Hacia dónde va el trabajo? Informalidad, digitalización y reproducción social en América Latina. CEIL – CITA.
Assusa, G. (2019). El mito de la patria choriplanera: una sociología de la cultura del trabajo en la Argentina contemporánea. Buenos Aires: Teseopress.
Assusa, G. y Rodríguez de la Fuente, J. (2024). No todos somos de clase media. Estratificación subjetiva en la Argentina contemporánea. Estudios Sociológicos, 42, 1–27. https://doi.org/10.24201/es.2024v42.e2540
Assusa, G., & Mansilla, H. (2019). La clase social como posición y representación. Lavboratorio, 29, 85-110.
Benza et al. (2022). Estructura de clases de Argentina (2015-2021): efectos de la doble crisis prepandemia y pandemia en el empleo, los ingresos y los gastos de los hogares. En Dalle, P. (Comp.) Estructura social de Argentina en tiempos de pandemia, vol. 1. Instituto de Investigaciones Gino Germani, FCS-UBA. Ediciones Imago Mundi.
Haidar, J., & Pla, J. (2021). ASPO (Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio) y plataformas de reparto en la CABA. Sus impactos en las dinámicas de trabajo y los trabajadores. Trabajo y sociedad, 22(36), 81-100.
Huws, U. (2016). Logged labour: A new paradigm of work organisation?. Work organisation, labour and globalisation, 10(1), 7-26.
Longo, J., & Massi, M. F. (2023). Plataformas de servicios virtuales: un análisis de los perfiles de quienes trabajan de forma remota desde la Argentina. Papeles de trabajo, 17(32).
Madariaga, J., et al. (2019). Economía de plataformas y empleo ¿Cómo es trabajar para una app en Argentina? CIPPEC-BID – OIT
OIT (2022). Trabajo decente en la economía de plataformas. https://www.ilo.org/es/resource/trabajo-decente-en-la-economia-de-plataformas
Pérez Sáinz, J. P. (2023). Desigualdades de excedente y digitalización. Hipótesis preliminares para América Latina. En Goren, N. y Bonelli, J. M. (comps.) Desigualdades en el siglo XXI. Aportes para la reflexión en clave latinoamericana. EDUNPAZ.
Schaigorodsky, E. (2022). Iguales pero distintos. Trayectorias sociales de empresarios en la provincia de Córdoba, Argentina 2015-2019. Debates en Sociología, (55), 103-130. https://doi.org/10.18800/debatesensociologia.202202.005
Van Dijck, J. (2016). La cultura de la conectividad: Una historia crítica de las redes sociales. Siglo XXI.