Este artículo se basa en el proyecto “Tarso mi techo solidario”, realizado en la Administración Municipal “Tarso educando para la vida” durante el periodo 2016-2019 en el suroeste antioqueño, Colombia. Al menos la mitad de los municipios de Colombia tienen similares características a las de Tarso y sabemos que la historia no es muy diferente en el resto de Latinoamérica, donde hay una realidad profundamente rural.
Tarso es un municipio con una extensión de 119 km2. Tiene 6.277 habitantes según el Sistema de Selección de Beneficiarios para Programas Sociales (SISBEN) municipal; la mitad se encuentra en la zona rural y la otra mitad en zona urbana, con una distancia de 95 km a la ciudad de Medellín. Su clima cálido permite el cultivo del café y los cítricos. Históricamente es recordado por ser el segundo municipio del país que tuvo la iniciativa de una asamblea municipal constituyente (entre los años 2000 y 2007).
Tarso, al igual que toda Colombia, mantiene el fenómeno de desigualdad en la distribución de la tierra. Un pequeño grupo de personas concentran la mayoría de la tierra, instaurando en el imaginario cultural la figura del patrón, del trabajo informal y la falta de liderazgo. “Tarso cuenta con un total de 873 predios rurales que se extienden en 10.607 hectáreas; de ellos 508 predios, es decir el 58%, concentra 545 hectáreas, equivalentes al 5% del total de hectáreas; en el otro extremo, se encuentran 31 predios, el 4% del total de predios, que concentra 5.395 hectáreas que equivalen al 51% del total de hectáreas con que cuenta el municipio en su zona rural” (datos de CEPACT, Corporación de Estudios y Proyectos de la Asamblea Municipal Constituyente de Tarso, 2007). Según el PNUD, “el 10 por ciento más rico de la población se queda hasta con el 40 por ciento del ingreso mundial total, mientras que el 10 por ciento más pobre obtiene solo entre el 2 y el 7 por ciento del ingreso total. En los países en desarrollo, la desigualdad ha aumentado un 11 por ciento, si se considera el aumento de la población”.
Los ingresos que tienen las familias campesinas son principalmente en los meses de cosecha de café, de 3 a 4 meses. El resto del año se vive del “rebusque” informal e inestable, este panorama desalentador del campo genera innumerables problemas, pues no hay herramientas ni oportunidades para elaborar un proyecto de vida ni de vivienda digno, como consecuencia de la pobreza y la inequidad.
“Tarso Mi Techo Solidario” realizó una lectura de las vulnerabilidades de vivienda de las familias. Identificó: cubiertas en mal estado, pisos en tierra, ausencia o deficiencia de estructura, cimientos, ventilación e iluminación, ubicación en zonas de alto riesgo, no planeadas y construidas a partir de la urgencia, la mayoría de las veces en terrenos reducidos. Usó la metodología “Investigación y acción participativa”, concentrándose en investigar a las familias a la vez que transformaba sus realidades; por la oportunidad que tenia de aplicar otra visión más equitativa, la intención en un primer momento fue entender el problema y las situaciones particulares en que se encontraban las familias, no solo observando la condición física de los espacios habitados sino también las capacidades como individuos y como comunidad para enfrentar estas dificultades.
Es incoherente pedirle a una persona cuyos derechos básicos están insatisfechos que piense con moralidad y ética sus decisiones y sus realidades en torno al bien común, que ejerza una participación política consciente. La vulnerabilidad en vivienda (necesidad/interés privado) termina siendo una de las herramientas que reduce esta participación a las votaciones populares y la inequidad social es cómplice de ello, puesto que estas carencias ayuda a dotar de poder a grupos que buscarán aprovecharlas en beneficio propio (privado); aquí hay una gran debilidad en la democracia representativa.
Las oportunidades de vivienda obedecen a este modelo desigual; las Administraciones gubernamentales no consideran un modelo de vivienda solidaria. La solución tradicional de los Estados (instituciones) a este frente de la desigualdad) ha sido regalar vivienda (gratuidad). Este modelo evade la solución integral a la desigualdad y a la pobreza multidimensional, pues brinda meras soluciones estadísticas, seriadas y en masa cuya consecuencia es homogeneizar a las poblaciones sin considerar sus particularidades. Las familias no pueden elegir, estas unidades de vivienda no responden a las reales necesidades de quienes la habitan. Además hay una manipulación del sufragio que perpetúa la dominación con la idea de “está bien vivir en la pobreza”; también hay una ruptura de las relaciones sociales, económicas y culturales de las familias “beneficiadas”. En Tarso tenemos 2 ejemplos de vivienda gratuita en el casco urbano, son los sectores más poblados, periféricos y aunque tienen buen equipamiento público (colegios, parques, centros comunitarios), sostienen los mayores problemas de convivencia, violencia y microtráfico de estupefacientes del municipio.
“Tarso Mi Techo Solidario” se propuso trabajar desde la economía solidaria, democratizar la arquitectura y la vivienda digna, que las familias más vulnerables tengan la oportunidad de negociar desde sus exigencias y aspiraciones y no desde la inequidad. Estableció un diálogo con distintos actores: Estado, comunidad, familia, empresa, universidades. Hay una búsqueda para que no haya una concentración del poder, sino que sean las mismas comunidades desde una democracia deliberativa las que prioricen cuáles son sus vecinos con mayores vulnerabilidades de vivienda. Luego hay un equipo técnico del proyecto que realiza visitas domiciliarias para corroborar esta información, tipificar la vivienda, evaluar las condiciones del lote, las normas de planeación y realizar un análisis socio-económico de las familias. Después de estas visitas se elabora un plan de ejecución y acompañamiento a que obedece a las características encontradas. Este acompañamiento considera en primer lugar las líneas del proyecto para saber en qué apoyar a la familia priorizada: 1) Construcción de vivienda nueva, 2) Mejoramiento de vivienda, 3) Legalización, 4) Voluntariado.
Cada línea de acción a su vez tuvo las siguientes estrategias:
Vivienda nueva rural (34 familias). Son sus características: 1) in situ para generar arraigo, permanecer en el territorio y no romper con las relaciones culturales, económicas y sociales construidas en el campo, 2) diseño arquitectónico único acorde a las necesidades particulares de cada familia, 3) solidarias porque las comunidades priorizan a sus vecinos, no hay renta en la construcción de la vivienda y los aliados realizan donaciones, 4) participativas pues todos son escuchados, mujeres, niños y niñas, adultos mayores, víctimas del conflicto, personas en situación de discapacidad, y la comunidad asiste a mingas y convites.
Vivienda nueva urbana (23 familias): se realizó una convocatoria pública para desarrollar un proyecto de vivienda de interés social y auto-construcción. Las familias participantes fueron apoyadas con subsidio en dinero y en especie.
Mejoramientos de viviendas urbanas y rurales (150 familias): muchos de los mejoramientos que proporciona el Estado están viciados por la corrupción. En Tarso nos encontramos con familias que han recibido hasta 3 o 4 mejoramientos solo por la venta de sus votos, no realmente porque lo necesiten; en algunos casos los requerimientos para participar también están amañados por el gobierno de turno y no hay suficiente cobertura, excluyendo a las familias que realmente lo necesitan. Por otro lado, hay en esto un negocio entre el Estado corrupto y la constructora u oferente. “Tarso mi techo solidario” apoyó a las familias que no cumplían con los requisitos burocráticos pero que analizadas desde nuestra metodología evidentemente necesitaban un acompañamiento y apoyo. Logramos así cambios de piso de tierra a concreto, adecuación de baños, ampliaciones de la vivienda por hacinamiento, arreglo de cubiertas, etc.
Donación de planos arquitectónicos (60 familias): se dio la oportunidad a las personas de tener un diseño arquitectónico, planear su construcción y fomentar la legalidad.
Finalmente, este artículo es una invitación a conocer otra mirada de la vivienda como una herramienta para la inclusión y liberación. La vivienda solidaria genera oportunidades para que las poblaciones más vulnerables puedan diseñar y construir un entorno digno. Se puede concluir que este modelo de economía solidaria es posiblemente replicable en municipios de menos de 10.000 habitantes.
DCV, ALT y NFRV
Daniela Cañas Valencia es Politóloga, Universidad Nacional de Colombia. Fue Coordinadora por 3 años del proyecto “Tarso mi techo solidario”. “Mujer Joven, comprometida, libre”, actualmente es profesional de gestión administrativa en proyectos educativos.
Alejandro López Toro es Arquitecto Constructor, Universidad Nacional de Colombia. Fue Coordinador por 3 años del proyecto “Tarso mi techo solidario”. “Ciclista viajero, cervecero artesanal, sereno, limpio, gran trabajador…”.
Néstor Fernando Romero Villada es Licenciado en Pedagogía Reeducativa, Especialista en estudios sobre la Juventud, Estudiante de la Maestría en Economía Aplicada de la Universidad EAFIT, Alcalde de Tarso 2016-2019. “Visionario, trabajador, fuerte, social…”.
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