El explosivo desarrollo de la industria turística urbana, desde la década de los ochenta, ha transformado el mapa social de la ciudad, instalando al turista urbano como el nuevo tipo de habitante de la ciudad contemporánea. Si bien corresponde a un habitante a tiempo parcial, el turista urbano, como segmento de población, está presente ininterrumpidamente en las ciudades. Los efectos de esta industria sobre las economías urbanas, sobre la orientación de las políticas urbanas y sobre la atmósfera de las ciudades, son evidentes, por lo que resulta pertinente analizar como las ciudades están reaccionando y adecuándose a la irrupción de este nuevo habitante que llegó, al parecer, para quedarse.
Los agentes urbanos han respondido a la irrupción del turismo urbano de una forma cuestionada por algunos investigadores, quienes definen el enfoque dado a estas como de “festivalización de las políticas urbanas” (Marco Venturi, 1995), en el sentido de que la “tematización” de áreas centrales de la ciudad y la museificación de la cultura local resultan estrategias destinadas a situar a las ciudades dentro del circuito mundial de espacios de ocio y consumo para, especialmente, el turista global, pero olvidan su responsabilidad de mantener la complejidad de los sistemas urbanos.
Bajo este análisis, la sostenibilidad del modelo turístico urbano es discutible en la medida que revela evidentes fricciones entre la dimensión global de la ciudad, de competitividad internacional, y la dimensión local, de bienestar para el habitante local. Resulta significativo que los espacios con mayor riqueza cultural e histórica de las ciudades europeas, como son los barrios industriales, centros históricos, frentes marítimos y fluviales, o ramblas de paseo dominical, sean a su vez las que presentan hoy en día las atmósferas más artificiales, poco originales y predecibles.
Gradualmente, los espacios neurálgicos han perdido complejidad, han sido manipulados para crear espacios tematizados de consumo fácil e instantáneo para el turista, lugares en los cuales se embalsama la cultura local para ser exhibida en formato tour guiado o souvenir, ofreciendo en ellos todos los servicios que el turista global espera encontrar: desde tiendas con la camiseta del equipo de fútbol de la ciudad, comida rápida, cines IMAX, museos, etc.
La diversidad de paisajes urbanos está en extinción, las fuerzas globalizadoras están actuando con una fuerza centrípeta que lleva la experiencia urbana hacia un centro único y empobrecido, cada vez más ajeno a su propio habitante, pero mas cercano a una versión simplificada de ciudad, resumible en un souvenir, consumible en un fin de semana largo. Una a una, las principales ciudades de Europa van cubriéndose de un manto mediático empobrecedor, una edición infantil, fácil de entender, fácil de tragar, simple como la papilla planetaria que tiende a lograr la coloreada homogeneización global (Verdú, 2003).
1. El turista global
El viaje y los viajeros son dos cosas que aborrezco, sin embargo aquí me tienen, dispuesto a contar la historia de mis expediciones…
Claude Lévi-Strauss
Las dinámicas espaciales postfordistas, caracterizadas por la flexibilidad en la localización espacial de actividades, están configurando una nueva geografía del turismo urbano, por lo que para entender el crecimiento de industria resulta necesario fijar la atención en al menos tres fenómenos: la revolución del transporte, el impacto de los “media” en la experiencia urbana contemporánea y la flexibilidad laboral y académica.
1.1. “Revolución Easy Jet”
Los aeropuertos. de un tiempo a esta parte, se han transformado (al menos en Europa) en una de las principales estaciones de movilidad interurbana, gracias a la irrupción de líneas aéreas de bajo costo: Ryan Air, Volare, Basic Air, las cuales han influido determinantemente en la multiplicación de vuelos dentro de Europa hasta elevar las cifras a 225 millones de desplazamientos en el año 2003.
La mejora de los sistemas de transportes y comunicaciones sustenta la emergencia de nuevas pautas de movilidad que introducen temporalidades específicas y prácticas de poliespacialidad (Cazes, 1996).Estas prácticas de poliespacialidad, como define el autor, son en su gran mayoría destinadas al ocio y de estas un gran porcentaje lo desarrollan estratos de población joven, hasta hace poco tiempo alejadas de los aeropuertos por lo encarecido de los desplazamientos. La situación ha cambiado: un fin de semana de puente, que otrora servía para organizar excursiones a los Pirineos o a Costa Brava, hoy resulta ideal para conocer Londres, Berlín o Roma.
1.2. Flexibilidad Laboral y Académica
Resulta otro factor de desarrollo del turismo urbano, puesto que existe una tendencia creciente al fraccionamiento de las vacaciones en varios períodos de corta duración. A su vez, el proceso de internacionalización de empresas ha llevado a que algunos puestos de trabajo contemplen el desplazamiento semanal o mensual por reuniones de negocios o seminarios, actividades que inevitablemente incorporan tiempo al ocio.
Asimismo asistimos a una flexibilización de los programas académicos; en este sentido, cabe citar el programa de intercambio universitario “Erasmus” y los estudios de postgrado, en períodos de tiempo que van de seis meses a dos años aproximadamente.
La experiencia urbana, tanto para los estudiantes de intercambio universitario “Erasmus” como para los trabajadores “flexibles”, se limita en su mayoría al consumo de áreas centrales de ciudades, centros históricos, barrios de moda, etc. (es posible encontrar un retrato del estilo de vida que desarrollan este tipo de habitantes a tiempo parcial en el film “L´ Auberge Espagnole”, Klapish, 2002)
1.3. Impacto de los media en la elaboración de la experiencia urbana
El impacto de los medios de información, cine, televisión, Internet, literatura, ha globalizado los paisajes urbanos de las principales ciudades del mundo, volviéndolas “familiares” y borrando en el viajero prácticamente toda posibilidad de incertidumbre. El viaje ya no contiene las mismas dosis de aventura ante lo desconocido como constituía en el pasado; el cine de Elia Kazán, Woody Allen o Francis F. Coppola, entre otros, se ha encargado de mostrarnos las calles de Nueva York. Tokio ha sido exhibido con buen gusto por Sofia Coppola, Roma por Fellini. El efecto de los media ha provocado que hoy no sea necesario un conocimiento a priori de la ciudad que se visita, ya que las ciudades se han vuelto “amigables”; como en un juego de espejos la ciudad actual es más real cuando imita y reproduce su imaginario, lo que podríamos denominar el triunfo de la experiencia urbana basada en la ilusión.
Para comprobar este fenómeno mediático basta leer las ofertas de agencias de viajes. Viajar.com, por ejemplo, ofrece “paquetes” para conocer Sicilia recreando escenas de el “El Padrino”, Turquía según “La Guerra de las Galaxias”, o Tokio, donde es posible revivir los circuitos por el centro de la ciudad realizados por los protagonistas de “Lost in Translation” (Sofía Coppola). Lo siguiente es copia textual de una oferta a Tokio que invita a recorrer las localizaciones que dieron vida a la película “Lost in Translation”: “es un paseo por los rincones de una megalópolis impactante y futurista, envuelta en luces de neón. Un sueño del siglo XXI para amantes de la tecnología, del diseño y de las nuevas tendencias, visto desde una óptica peculiar. Líate la manta a la cabeza y pon rumbo a Tokio. Reserva de ida y vuelta desde 575 euros”.
Otro ejemplo del poder de los media a la hora de configurar la experiencia urbana contemporánea se relaciona con el libro “El Codigo Da Vinci” de D. Brown: existen agencias que ofrecen recorridos por Paris descubriendo las catedrales, museos y pinturas que guardan el secreto del libro, con gran éxito para los agentes turísticos.
Derivado de estos ejemplos, ¿cómo definiríamos el turismo urbano actual? Si definimos postfordismo como la crisis de la producción en cadena, la estandarización y la homogeneización, sustituidos actualmente por criterios de singularidad y especificidad, es posible inferir que la oferta de paquetes turísticos basados en la recreación de pasajes de libros o películas en las ciudades en que ocurren los hechos constituye un ejemplo de “turismo postfordista“, una oferta específica para un determinado tipo de cliente. Cobra relevancia el análisis que realiza Baumann (1996): existe una cultura del exceso, caracterizada por una superabundancia de significados. La disponibilidad de los productos culturales se muestra muy superior a la capacidad de asimilación de cualquier miembro de la sociedad.
La mejora de los sistemas de transportes y comunicaciones sustenta la emergencia de nuevas pautas de movilidad que introducen temporalidades específicas y prácticas de poliespacialidad (Cazes, 1996).Estas prácticas de poliespacialidad, como define el autor, son en su gran mayoría destinadas al ocio y de estas un gran porcentaje lo desarrollan estratos de población joven, hasta hace poco tiempo alejadas de los aeropuertos por lo encarecido de los desplazamientos. La situación ha cambiado: un fin de semana de puente, que otrora servía para organizar excursiones a los Pirineos o a Costa Brava, hoy resulta ideal para conocer Londres, Berlín o Roma.
1.2. Flexibilidad Laboral y Académica
Resulta otro factor de desarrollo del turismo urbano, puesto que existe una tendencia creciente al fraccionamiento de las vacaciones en varios períodos de corta duración. A su vez, el proceso de internacionalización de empresas ha llevado a que algunos puestos de trabajo contemplen el desplazamiento semanal o mensual por reuniones de negocios o seminarios, actividades que inevitablemente incorporan tiempo al ocio.
Asimismo asistimos a una flexibilización de los programas académicos; en este sentido, cabe citar el programa de intercambio universitario “Erasmus” y los estudios de postgrado, en períodos de tiempo que van de seis meses a dos años aproximadamente.
La experiencia urbana, tanto para los estudiantes de intercambio universitario “Erasmus” como para los trabajadores “flexibles”, se limita en su mayoría al consumo de áreas centrales de ciudades, centros históricos, barrios de moda, etc. (es posible encontrar un retrato del estilo de vida que desarrollan este tipo de habitantes a tiempo parcial en el film “L´ Auberge Espagnole”, Klapish, 2002)
1.3. Impacto de los media en la elaboración de la experiencia urbana
El impacto de los medios de información, cine, televisión, Internet, literatura, ha globalizado los paisajes urbanos de las principales ciudades del mundo, volviéndolas “familiares” y borrando en el viajero prácticamente toda posibilidad de incertidumbre. El viaje ya no contiene las mismas dosis de aventura ante lo desconocido como constituía en el pasado; el cine de Elia Kazán, Woody Allen o Francis F. Coppola, entre otros, se ha encargado de mostrarnos las calles de Nueva York. Tokio ha sido exhibido con buen gusto por Sofia Coppola, Roma por Fellini. El efecto de los media ha provocado que hoy no sea necesario un conocimiento a priori de la ciudad que se visita, ya que las ciudades se han vuelto “amigables”; como en un juego de espejos la ciudad actual es más real cuando imita y reproduce su imaginario, lo que podríamos denominar el triunfo de la experiencia urbana basada en la ilusión.
Para comprobar este fenómeno mediático basta leer las ofertas de agencias de viajes. Viajar.com, por ejemplo, ofrece “paquetes” para conocer Sicilia recreando escenas de el “El Padrino”, Turquía según “La Guerra de las Galaxias”, o Tokio, donde es posible revivir los circuitos por el centro de la ciudad realizados por los protagonistas de “Lost in Translation” (Sofía Coppola). Lo siguiente es copia textual de una oferta a Tokio que invita a recorrer las localizaciones que dieron vida a la película “Lost in Translation”: “es un paseo por los rincones de una megalópolis impactante y futurista, envuelta en luces de neón. Un sueño del siglo XXI para amantes de la tecnología, del diseño y de las nuevas tendencias, visto desde una óptica peculiar. Líate la manta a la cabeza y pon rumbo a Tokio. Reserva de ida y vuelta desde 575 euros”.
Otro ejemplo del poder de los media a la hora de configurar la experiencia urbana contemporánea se relaciona con el libro “El Codigo Da Vinci” de D. Brown: existen agencias que ofrecen recorridos por Paris descubriendo las catedrales, museos y pinturas que guardan el secreto del libro, con gran éxito para los agentes turísticos.
Derivado de estos ejemplos, ¿cómo definiríamos el turismo urbano actual? Si definimos postfordismo como la crisis de la producción en cadena, la estandarización y la homogeneización, sustituidos actualmente por criterios de singularidad y especificidad, es posible inferir que la oferta de paquetes turísticos basados en la recreación de pasajes de libros o películas en las ciudades en que ocurren los hechos constituye un ejemplo de “turismo postfordista“, una oferta específica para un determinado tipo de cliente. Cobra relevancia el análisis que realiza Baumann (1996): existe una cultura del exceso, caracterizada por una superabundancia de significados. La disponibilidad de los productos culturales se muestra muy superior a la capacidad de asimilación de cualquier miembro de la sociedad.
¿Como definiríamos al turista global? Se trata de un habitante de varios territorios simultáneamente, que en sus radios de participación social, trabajo y ocio ha superado las fronteras de su ciudad, definiendo territorios especializados para cada una de estas actividades.
Una suerte de “habitante por catalogo”, en el sentido de que el consumo que realiza de la ciudad está determinado sustancialmente por el mapa semántico que han construido los media. Así, el turista actual se ha transformado en un consumidor de ilusiones que arriba a las ciudades sobreestimulado por imágenes, en un peregrinaje que lo lleva ciudad tras ciudad comprobando lo que ya sabe que existe.
En la definición anterior radica una de las causas del giro hacia la festivalización, dado por las políticas urbanas en áreas centrales de la ciudad. Esto, por que ante la irrupción de este nuevo habitante la ciudad ha reaccionado creando espacios teatrales repletos de referencias a la “cultura local”, en los cuales calles, plazas, barrios, frentes fluviales, son transformados, logrando con esto que el turista se sienta parte de la atmósfera del lugar, y consuma sintiéndose como en casa.
Barrio de Sant Germain, Paris.
En general, el turista es consciente que lo que consume es un paquete de imágenes pensada para él; sin embargo, también sabe que no tiene acceso a los códigos locales y por ello se deja llevar por el juego: dado el corto período de estancia en la ciudad, solo puede acceder a una representación cultural elaborada para él. Derivado de esta limitada aproximación a la realidad cultural de la ciudad que visita, es que muchos de los “productos culturales” que consume son irrelevantes o han quedado en el pasado para el habitante local; sucede con los cascos vikingos comercializados en la ciudad antigua de Estocolmo, los sombreros de la ex URSS vendidos en Check Point Charlie en Berlín o los sombreros mexicanos que los turistas compran como “very tipical” en la Rambla de Barcelona.
¿Sombreros mexicanos en Barcelona?
El éxito de los paquetes turísticos que invitan a visitar las ciudades en “8 días y 7 noches” radica en la inmediatez de la experiencia urbana. Son los operadores los que deciden que comer, cuando, donde ir y donde no; algunos autores sostienen que el tour es la única organización social en el mundo moderno impregnada de elementos culturales y al mismo tiempo separada en absoluto de la cultura circundante. Los turistas, haciendo uso de las experiencias colectivas de otras sociedades, intentan construir un mundo completo total en si mismo y para si mismos. En la actualidad, las ciudades de Italia están inundadas de manadas de estas criaturas, ya que nunca se separan, y puede vérselas de a cuarenta por vez, desparramadas por la calle junto a su director, que está por momentos al frente, por momentos en la retaguardia, rodeándolos como un perro pastor. Ya me he topado con tres de estos rebaños, nada tan ordinario he visto hasta ahora, los hombres, en su mayor parte ancianos, de aspecto triste, las mujeres, un poco mas jóvenes, ajetreadas por el viaje pero intensamente animadas, despiertas y festivas (Daniel Boorstin).
Hemos hablado de la poca familiaridad del turista con la ciudad y la cultura que visita, lo que determina también que la experiencia urbana se base en la emotividad y el choque. Es decir, como una obra de teatro y sus pasajes de clímax, la ciudad se visita basándose en recorridos de máxima intensidad contemplativa, cultura típica consumida por el visitante en “cápsulas de rápido efecto” fácilmente digeribles y asimilables. Por esto retratan las mismas iglesias, se emocionan con las mismas pinturas, y finalmente compran los mismos souvenir, sintiéndose cosmopolitas por unos días e incluso convencidos de lo irrepetible de su aventura.
Tour por la Ciudad Antigua de Praga
2. La Ciudad del Ocio. Espacios Turísticos Globalizados.
Para entender la respuesta que ha dado la ciudad a la irrupción de este nuevo habitante flexible resulta necesario detenerse en dos grandes fenómenos que marcan la condición urbana contemporánea. Por un lado asistimos a la inhibición de las fronteras nacionales y la emergencia de una compleja red de escala global y local en el territorio (bloques regionales, redes de ciudades), las cuales han entregado un protagonismo inédito a las ciudades, que dependen cada vez más de la capacidad de atracción de capitales globales a sus territorios. Los estados nacionales son demasiado pequeños para controlar y dirigir los flujos globales de poder, riqueza y tecnología del nuevo sistema, y demasiado grandes para representar la pluralidad de intereses sociales e identidades culturales de la sociedad, perdiendo por tanto legitimidad a la vez como instituciones representativas y como instituciones eficientes (M. Castells).
En segundo lugar, la revolución los últimos veinte años en el transporte y las telecomunicaciones ha provocado la multiplicación de los flujos de información, lo que ha traído como consecuencia que el planeta entero se cubra de un manto homogeneizador en donde los paisajes urbanos son el escaparate de marcas globales. Como ejemplo, un adolescente comiendo un Big Mac, escuchando Eminem en su Disc Man Sony, puede pertenecer al paisaje urbano de Lima, Varsovia o Shangai.
La competencia dentro del mercado mundial de ciudades exige la capacidad de volverse atractivas y reinventarse para las nuevas demandas, como sucede actualmente con la industria del ocio (sostiene Amendola en su libro “La ciudad Posmoderna”: la ciudad se convierte en reflexiva y es cada vez más conciente de la capacidad de actuar sobre sí misma, no solo sobre el espacio construido y sobre el esquema organizativo, sino sobre el software, sobre la cultura, la atmósfera). Un sector históricamente presente en la ciudad, pero que actualmente ha alcanzado una importancia inédita para la ciudad, cuestión confirmada por el aporte a las economías urbanas, 5,5% del PIB europeo y 13% del PIB catalán. En el pasado, el ocio urbano no era visto como un elemento estratégico de política urbana sino dentro del contexto del Estado de Bienestar (Mommaas & Van der Poel, 1989; esta concepción de la ciudad como espacio de consumo y ocio es analizada en el artículo “Consumer City”, Harvard, 2000, donde los economistas Glaeser, Koloko y Saiz demuestran que el modelo de ciudad prospera no es la que presenta un mayor nivel de producción sino mas bien en la que mas se consume)
Hoy en día las renovaciones urbanas más representativas desarrolladas en las principales ciudades europeas están enfocadas hacia el desarrollo de actividades de ocio y consumo para el turismo global, o llevan incorporados estos elementos como actividad secundaria. La fórmula utilizada por los gestores urbanos se repite: exaltar los atributos culturales locales (historia, política, música, cine, literatura), reciclarlos hacia una versión light y festivalera e insertar elementos de consumo global (cadenas de comida rápida, multicines, museos, restaurante italianos, acuarios), ciudad tras ciudad la misma formula y el mismo resultado, atmósferas híbridas, atemporales, no lugares, pero también consumo y muchas ganancias para algunos urbanos.
Por renovaciones urbanas para el turismo global logramos diferenciar dos grandes fenómenos:
- La tematización de espacios de consumo y ocio crea atmósferas híbridas entre elementos de cultura local con otros de consumo global, creando un entorno nuevo desconectado del exterior, una versión higienizada de la atmósfera original del lugar. Se trata de la exportación al territorio urbano de formas, espacialidades y temporalidades propias de los contenedores de consumo y ocio espectacularizado (Muñoz 2000).Son espacios turísticos globalizados, presentes principalmente en los frentes marítimos – fluviales, y en contenedores de ocio en la periferia de las ciudades; como ejemplos podemos citar Maremagnum en Barcelona, Sony Center en Postdamerplatz, Berlín, La Ciudad de las Ciencias en Valencia.
- La museificación de espacios representativos de las ciudades, centros históricos, barrios simbólicos, a través de la representación de atmósferas culturales cargadas de símbolos mediatizados provenientes de las artes, música, cine entre otros. como ejemplo podemos citar Check Point Charlie en Berlín, el centro histórico de Praga o “Gamla Stan” el centro histórico de Estocolmo.
Para explicar la atmósfera de museificación de los centros históricos de algunas ciudades Europeas sirve establecer una analogía entre la experiencia urbana en el centro antiguo de Praga y la película “El Show de Truman”(Peter Weir 1998). El recorrido por esta ciudad se asimila a pasajes del film en el cual el protagonista desarrolla su vida dentro de una escenografía preconcebida. Así cada habitante – personaje cumple un rol en la escena que participa el protagonista: gente que cruza la calle, vendedor de periódicos, jardinero, etc.
Y es que en el centro histórico de Praga (el coro de niños en la plaza del Ayuntamiento, los hombres vestidos de trajes del siglo XVI ofreciendo entradas para los conciertos de Mozart, los bares de cerveza a medio a medio iluminar), todo en la ciudad vieja de Praga parece estar pensado como un perfecto escenario, un show interactivo, donde el turista es el actor principal. El tiempo de la producción económica, segmentado en fragmentos abstractos e iguales es lo que se manifiesta en todo el planeta como un solo día. El tiempo irreversible unificado es el del mercado mundial y consecuentemente el del espectáculo mundial” (Debord, La Sociedad del Espectáculo).
3. Conclusiones. Sostenibilidad Sociocultural en la “Ciudad para llevar”
Comenzando las conclusiones debemos retornar al cuestionamiento clave de esta investigación, la cual es que el modelo turístico urbano europeo está agudizando procesos de descomplejización en los usos urbanos de áreas neurálgicas de las ciudades. Existen dos líneas de análisis para entender esto. Por un lado, las políticas urbanas, instrumentos al servicio de la ciudad y su habitante, solo cumplen en la actualidad funciones de programadores de eventos para el turista, a su vez que se muestran incapaces de articular las operaciones urbanísticas para el ocio y el consumo global con el resto de la “ciudad local”.
Por otro lado, los intentos de cambio de oferta turística hacia un turismo de mayor calidad que sobrepase la oferta de sol y playa, así como un turismo mas participativo en el cual el turista se empape dentro de sus posibilidades de la ciudad y su cultura, choca con la naturaleza del “ser turista”, quien es hijo de la cultura audiovisual, hedonista por definición, individuo que no acepta introducirse en la realidad cultural de la ciudad que visita, si no es con una potente dosis de ocio incorporado (Vicente Verdú, en su libro “El Estilo del Mundo”, Anagrama, 2003, hace alusión a este fenómeno de intolerancia del individuo contemporáneo para mirar la realidad sin maquillaje: …ni siquiera las manifestaciones contra el hambre o la guerra debían ser completamente malhumoradas. La gente no las soportaría. La lucha contra la situación de los más débiles puede realizarse solo a base de maratones y de vigorosos conciertos de rock, mientras la batalla en pro de los desarrapados se apoya permanentemente en la subasta de abrigos de actrices. Lo de verdad rentable es aquello que pasa por el expediente de la distracción).
¿Cómo se entiende que la historia reciente de Alemania y Occidente sea relatada por actores disfrazados de soldados estadounidenses en Check Point Charlie Berlín, que por 2 euros marcan tu pasaporte con el sello de la extinta Alemania Democrática, o que la visita al centro antiguo de Jerusalén incluya la recreación de la Pasión de Cristo con foto de recuerdo incluida junto a la cruz?
Estas trasformaciones en el territorio mental y construido de la ciudad resultan territorios de fácil consumo para el turista, pero de difícil asimilación para el habitante “local”, quien no siente como propios estos espacios; más bien parece haber un divorcio entre el habitante local y los espacios turísticos en las áreas centrales de la ciudad. Es mucho más importante que la crisis de la identidad nacional, porque consagra la fragmentación social, la desconexión social del lugar propio, del lugar con sentido, con memoria (Schmucler, H. y Patricia Terrero, 1992).
La memoria de la ciudad presente en calles, barrios, puertos, permite a los hombres encontrar su identidad y sentido, en ellas han nacido manifestaciones artísticas, movimientos políticos, etc. Por ende, toda colectividad necesita conservar esos lugares cargados de valores simbólicos. Como señala Marc Augé, existe la necesidad imperante de afirmar los “lugares propios” como deseos de arraigo, pertenencia, identidad y memoria colectiva.
Lugar | Espacios Turísticos Globalizados |
Política | – |
Cultural | – |
Económica | Económica |
Virtual | Virtual |
Basándome en la definición de No Lugar de Marc Augé (“si un lugar puede definirse como un lugar de identidad, relacional e histórico, un espacio que no puede definirse ni como espacio de identidad, ni como relacional e histórico, definirá un no-lugar”), por tanto los espacios turísticos globalizados pueden considerarse como tales en la medida que carecen de las dimensiones culturales y políticas, resultan islas de consumo autistas, incapaces de dialogar con el resto del tejido físico y simbólico de la ciudad.
La ciudad vuelve a amurallar sus áreas centrales con una muralla construida en el territorio semántico de la ciudad, que como señala Marcuse(1993), acaban favoreciendo procesos de fractura física y social del espacio urbano. En lugares que antes eran de encuentro, el barcelonés puede sentirse hoy excluido. Y Barcelona no puede ser un escenario para el visitante antes que un lugar donde valga la pena vivir. Debemos preguntarnos, cuando aún estamos a tiempo, si este modelo de crecimiento turístico es racional y sostenible (El Periodico, 20 julio 2004).
Resulta tan marcada la indiferencia del barcelonés hacia el centro comercial “Maremagum”, que este centro comercial se encuentra en fase de “cambio de gestión, de filosofía y de oferta”, debido al incuestionable fracaso como espacio de entretenimiento y encuentro para el habitante de la ciudad. Es el propio director Fraser Denton, el que afirma “la ciudad debe recuperar un espacio que le pertenece”.
Ejemplos como el de Maremagnum en Barcelona hacen reflexionar acerca de la necesidad de que la memoria urbana y la singularidad de la cultura local se constituyan en el referente primordial en la construcción de la ciudad y sus espacios. No pretendo con esto defender la idea de mantener el patrimonio por el simple placer estético, mas bien defender el papel central que jugarán estos elementos en las estrategias turísticas futuras y en la diferenciación de la oferta de las ciudades dentro en un mercado turístico cada vez mas diversificado.
Basta observar el desarrollo turístico de los últimos años en ciudades de Europa del Este, (las llegadas de turistas entre enero y mayo del 2004 en Egipto han crecido un 71% en relación con el mismo periodo del año anterior; en Turquía el crecimiento ha sido de un 53% y en Bulgaria de un 25,3% en el citado periodo), y el contraste con la baja del turismo en España, para comprender la urgencia de un replanteamiento del actual modelo turístico en la ciudad europea.
El papel que juegan las políticas urbanas es el de promover un turismo de calidad, coherente y competitivo; éstas deben constituirse en puente entre los intereses económicos de los empresarios turísticos y el modelo de desarrollo urbano planteado para la ciudad. Un instrumento para devolver opacidad, complejidad, combinación de usos económicos y heterogeneidad social a la ciudad y al territorio metropolitano. (Francesc Munoz, 2000).
Otro punto importante a mi juicio es la proyección de los espacios turísticos, en relación a que la integración definitiva del turismo y los espacios en que se desarrolla en la ciudad, será exitosa cuando el habitante local incorpore estos espacios como parte de sus rutas habituales por la ciudad y no las evite como sucede hasta ahora.
Este último punto está directamente relacionado con que los espacios turísticos deben proyectarse sobre la base de una correcta diferenciación entre elementos culturales reales y artificiales. A partir de una reflexión de lo que es auténtico, de que manifestaciones son culturalmente representativas, a partir de un respeto por la verosimilitud de la historia de la ciudad. Señala Manuel Castells: el patrimonio en todas sus manifestaciones, ha de ser considerado ante todo como un revulsivo para la sociedad local, una seña de identidad que ancle a la comunidad en el espacio de los lugares. Solo después cabe plantearse la posibilidad de aprovechamiento turístico.
Finalmente, resulta necesario aumentar la escala de análisis, mas allá de esta investigación, para darnos cuenta que este conflicto se enmarca dentro de los desafíos mas importantes para la sostenibilidad del desarrollo urbano en el comienzo de este siglo, cual será la correcta integración entre las dimensión local y global de la ciudad, estas dos capas que hoy en día conviven con fricciones evidentes.
Por un lado, la ciudad exhibida en la vitrina planetaria del turismo global y los negocios transnacionales, versus la otra ciudad, la de siempre, con problemas de acceso a la vivienda, a un empleo estable. De gente que debe desplazarse una hora o mas a su lugar de trabajo ya que habita en la periferia, que construyó la historia de su ciudad en los centros, puertos y barrios industriales, y que hoy debe refugiarse en la periferia, ya que allí al menos por ahora, sigue encontrando un “lugar” entre un desierto de representación diseñado para el consumo del turismo global.
CCS
El autor es chileno y es Geógrafo Urbano.
Sobre el impacto del turismo en la ciudad, ver las notas El guía, de G. Apollinaire, y Bienvenidos a la experiencia, de Carmelo Ricot, en el número 13 de café de las ciudades.
Sobre los no lugares, ver la nota Aeropuerto, de María Berns, en el número 16 de café de las ciudades.
Sobre la tematización y museificación de la ciudad ver la nota Buenos Aires en los `90 y otras consecuencias de la ciudad global, entrevista a Zaida Muxi, en el número 24 de café de las ciudades.
Sobre Guy Debord y “La Sociedad del Espectáculo” ver la nota Situacionistas, la deriva y el placer, en el número 7 de café de las ciudades.
Sobre la película Lost in Translation, ver la nota Perdidos en Tokio, en el número 17 de café de las ciudades.
Sobre la crisis de las matrices espaciales contemporáneas, ver la nota de este numero de café de las ciudades.