Desde
la década de 1980, importantes autores de todo el mundo
han estudiado los fenómenos de la
globalización y sus incidencias en la construcción y
transformación de la ciudad,
señalando los efectos producidos en las relaciones sociales,
la morfología urbana, la acumulación de poder y capital
económico y la construcción de nuevos símbolos y ámbitos
culturales. La ciudad contemporánea, entonces, se ve
signada por un nuevo orden urbano caracterizado por la
diferenciación de nuevos estatus sociales, la segregación
social y la polarización de espacios.
En
este contexto, se observa como las
transformaciones urbanas más recientes, a diferencia
de lo ocurrido en décadas pasadas, han sucedido en las
áreas centrales de las ciudades y se han caracterizado
por favorecer la emergencia de nuevos productos inmobiliarios,
el cambio de actividades y usos del suelo, la densificación
central y la aparición de nuevos actores. Como contracara,
se encuentran las relaciones, grupos sociales, lugares, usos y productos
que se ven relegados y expulsados ante estos nuevos
procesos; perdiendo sus espacios, posiciones y roles
tradicionales. Muchos de estos fenómenos son estudiados
en al actualidad mediante el concepto de gentrificación.
Algunos
historiadores remiten la gentrificación como
idea a la antigua Roma, donde entre los siglos II y
III, debido al gran tamaño del Imperio y dada
su densificación se podían observar reemplazos
de edificaciones (pequeños comercios por grandes
villas), cambios de usos y movimientos de población
de uno a otro sector de la ciudad. (Parkins y Smith,
1998).
Si
bien ya en el siglo XIX pueden encontrarse referencias
a la palabra gentrificación (en 1888 la Manchester
Literary & Philosophical Society hablaba de "gentrificación
de los centros", haciendo referencia a la importancia
de las clases medias para el desarrollo económico
de la ciudad y la movilidad de los diferentes sectores
sociales desde y hacia el centro), la acuñación
del término y su significado tal y como es utilizado
en los estudios urbanos modernos es adjudicada
a Ruth
Glass en 1964 [1].
Sin embargo, su significado original se ha transformado
con los años, adquiriendo mayor importancia y
un nuevo alcance a partir de la incidencia urbana de
los procesos globales observados en la década
de 1980 y acentuados a finales de los años 90.
Este
fenómeno se viene sucediendo y ha sido descrito en grandes
ciudades de todo el mundo, observándose que las referencias
más conocidas aluden a ciudades de Estados Unidos (Phoenix,
New York, Washington, San Francisco, Chicago) y Europa
(París, Londres, Barcelona, Madrid, Berlín, Roma). Por
otro lado, es interesante notar como también se verifica
en ciudades de menor escala y hasta llega a delimitarse
por barrios (Granada, Estambul; en Nueva York Harlem,
Brooklyn, Lower East Side, Soho, etc.).
Las definiciones más conocidas hablan de
la renovación de los centros tradicionales
de las ciudades antes deterioradas que se comienzan
a habitar por clases medias-altas y altas modificando
las estructuras, los usos y la cultura local. Las inversiones
que permiten estas modificaciones pueden ser públicas
y/o privadas y estar intencionadas y orientadas o bien
responder a un contexto socioeconómico particular.
Inevitablemente, esto produce alteraciones en el espacio urbano que
pueden considerarse buenas o malas, dependiendo de qué
perspectiva se lo vea. Los cambios más observados en
estas áreas se refieren a aumento de los precios del
suelo, cambio de usos, desplazamiento de sectores sociales,
reactivación del mercado del suelo y de la construcción,
aumento de la especulación inmobiliaria, densificación
edilicia y poblacional, recuperación del valor simbólico
del centro, aumento de los ingresos públicos por tributos,
habilitaciones y permisos de construcción, congestionamiento
del tránsito vehicular, crecimiento del sector comercial
y de servicios, etc.
Lo
interesante de la aplicación de este concepto es que
define un proceso (o mejor dicho varios) de gran dinámica y en pleno desarrollo,
por lo que él mismo también es susceptible de ser modificado
o interpretado de diferentes formas de acuerdo al momento,
el caso y el sesgo desde el cual se lo aborde, dado
que la interpretación de sus causas y efectos siguen
siendo tema de gran controversia.
Esto
se debe a que la
gentrificación es un desafío aún no resuelto para las
teorías tradicionales de geografía y estudios urbanos
y para las políticas urbanísticas, ya que confronta
temas cruciales de regeneración urbana y desplazamiento
social de áreas centrales y periféricas. Tratándose
así de un término no categórico, para nada uniforme
y susceptible de ser redefinido contextualmente, “…la
gentrificación en la actualidad representa uno de los
principales campos de batalla teóricos e ideológicos
para el urbanismo y la geografía urbana, con posturas
epistemológicas y políticas contrastadas.”
(López Morales, 2009: 155)

Los
primeros procesos de gentrificación se observaron en
Europa y Estados Unidos a principios de la década de
1970, aunque han crecido exponencialmente a fines del
siglo XX extendiéndose a otras regiones. En las imágenes
se observa un sector del Harlem de New York, antes y
después de ser gentrificado
Fuente: skycrapercity.com
(Re)definiendo
la gentrificación. Conceptos y terminología.
En
los términos originales en los cuales surge la idea
de gentrificación, puede decirse que la misma comienza
cuando un grupo de personas de un cierto nivel económico
descubren un barrio que, a pesar de estar degradado
y descapitalizado, ofrece una buena relación entre la
calidad y el precio y deciden instalarse en él. Estos
barrios suelen estar situados cerca del centro de la
ciudad o contar con determinadas ventajas comparativas, sobre todo de accesibilidad,
servicios e infraestructuras urbanas.
Ibán
Díaz Parra (2004) afirma que para que se produzca el
proceso de gentrificación es necesaria la existencia
de áreas gentrificables, es decir, barrios donde la
diferencia entre el valor real del suelo y la diferencia
potencial de renta (rent gap) pueda producir
los suficientes beneficios para atraer a los inversores
inmobiliarios. Por otro lado es fundamental la existencia de un colectivo de “colonizadores”, un consumidor medio
de la vivienda gentrificada con el suficiente poder
adquisitivo y el interés por desplazarse a la zona en
cuestión, sin olvidar la importancia de un marco socioeconómico y normativo que permita
esos procesos.
El
término gentrificación es un neologismo derivado de
la palabra de origen inglés gentry,
que significa burgués y que en ciertas ocasiones también
puede traducirse como hidalgo, burguesía, nobleza, elite,
etc. En consecuencia, la traducción literal para el
inglés gentrification
sería aburguesamiento. Sin embargo, este concepto generalmente
se encuentra ligado a connotaciones socioeconómicas
y no estaría dando cuenta del complejo proceso urbano
al que nos remitimos.
Para
acercarse al significado de lo que se entiende por gentrificación
se han llegado a utilizar distintas expresiones tales
como “renovación urbana”, “reconquista urbana” (Castells,
1974), "aristocratización" (Hardoy, 1992),
"recualificación social", "aburguesamiento",
y "elitización residencial" (García Herrera,
2001).
Al
intentar explicar algunos procesos puntuales en la práctica,
también se han introducido vocablos como “desplazamientos comunitarios”, “recualificación”
o “encarecimiento”. En otros casos menos difundidos
y menos aceptados, aunque posiblemente válidos para
determinados estudio de casos, se proponen términos,
también derivados del idioma inglés, como “trendización”
(del inglés trend:
tendencia, moda); que aluden a la instalación
de tiendas de moda, diseño, marcas multinacionales,
talleres de arte y edificaciones de vanguardia en
barrios tradicionales con ubicaciones céntricas pero
en claro deterioro.
Otros
términos son menos utilizados o bien corresponden a
interpretaciones propias de cada autor para un caso
particular, aunque bien pueden relacionarse con gentrificación:
Francesc Muñoz (2008) utiliza el concepto de “urbanalización”
en referencia al efecto que los nuevos procesos globales
generan en los centros urbanos, tendientes a una homogeneización
de paisajes y culturas destinados, sobre todo, al consumo.
En
paralelo a este desarrollo tanto empírico como teórico,
la propia definición de gentrification
adquirió nuevos alcances al relacionarse tales procesos
con una reorganización profunda de la ciudad,
de naturaleza económica, social y espacial, en la cual
dentro de tal reorganización la rehabilitación de viviendas era solo una
más de sus manifestaciones.
En
España, el primer estudio difundido que utilizó el término
fue el trabajo de Vázquez Varela “Espacio urbano y segregación
social” (1996). Por su parte, el “Diccionario de geografía
urbana, urbanismo y ordenación del territorio” (Zoido
Naranjo et al., 2000: 174) incluye la voz gentrificación definiéndola como
un "anglicismo que designa la reocupación de algunos
centros urbanos por las clases más pudientes (gentry)
después de su rehabilitación urbanística y arquitectónica".
En
su libro Antropología y pobreza urbana, Pilar Monreal (1996: 65) utiliza la
expresión "elitización residencial" definiéndola
como "la penetración del capital comercial y de
servicios o profesionales de clases medias en espacios
urbanos antes ocupados residencialmente por comunidades
de sectores populares.” Entre sus efectos señala el desalojo de la población pobre, la eliminación del pequeño comercio,
y la desestructuración de las comunidades populares.
Por
su parte, David Harvey (1998) indica que los promotores
inmobiliarios no han tardado en incorporar los criterios
de gusto y exclusividad (urbanizaciones exclusivas,
de lujo, de marca) potenciando la producción y el consumo
del "capital simbólico". La estética funciona, pues, como un fetiche
para despolitizar las relaciones de clase, que se
disuelven en gustos y estilos de vida.
Todas
estas acepciones e interpretaciones están sujetas a
las observaciones particulares de cada lugar, cada momento
y cada punto de vista. No obstante, son de utilidad
para presentar un marco teórico y conocer referencias
que permitan introducir el concepto a los estudios urbanos
integrales en las ciudades de Latinoamérica.

Las
definiciones tradicionales hacen referencia a procesos
de renovación urbana. con el consiguiente desplazamiento
de los habitantes de un área, reemplazados por sectores
sociales de mayor poder económico. No obstante, la dinámica
del proceso y los contextos regionales hacen que el
mismo se exprese de diferentes maneras. En las imágenes
se pueden apreciar casos de Santiago de Chile y San
Miguel, en Buenos Aires. Fuentes: Plataforma
urbana y fotografía propia.
La
gentrificación en el contexto urbano actual. Cuestiones
a analizar.
Como
hemos notado, muchos son los autores que en las últimas
décadas han coincidido en advertir y debatir acerca
de la incidencia de un nuevo “orden global” en las relaciones
económicas, políticas, tecnológicas, productivas y culturales
que se observan en la ciudad, transformando notablemente
su estructura física y social. La ciudad, como escenario
que conjuga y compendia todas las dimensiones del ámbito
natural y social, se ve afectada de diversas maneras
por estos fenómenos y es donde los mismos se gestan
y se expresan. Muchas veces, en el seno de un espacio particular, surgen nuevos procesos que derivan
de aquéllos, pero que poseen sus propias dinámicas
y afectan de una manera más focalizada a la estructura
de una ciudad o barrio.
Entre
este tipo de procesos, que se pueden identificar como
novedosos y que intervienen activamente transformando
la ciudad y su sociedad, se encuentra lo que ha sido
denominado como gentrificación. Ahora bien, ¿qué es
la gentrificación? ¿Cuándo puede decirse que un espacio
está experimentando este proceso? ¿Por qué ocurre? ¿Qué
efectos produce? ¿Qué ciudades o espacios han sido descritos
como gentrificados y por qué? ¿Qué diferencias existen
entre los procesos observados en ciudades latinoamericanas
respecto a las europeas y estadounidenses?
Sargatal
Bataller (2000) señala que actualmente el estudio del
tema constituye un importante foco de debate para la
investigación en geografía urbana, ya que se trata de
un proceso fundamental en la reestructuración metropolitana
contemporánea. En este sentido, la gentrificación supone un reto a las teorías
tradicionales sobre localización residencial y estructura
social urbana, en las cuales autores tales como
Berry, Burgess y Hoyt sostenían que las clases más pudientes emigran del centro
hacia la periferia, y que raramente volvían a las áreas
centrales previamente abandonadas.[2]
Del
mismo modo, la gentrificación contradice a las teorías
que suponen que la preferencia por la disponibilidad
de espacio y las bajas densidades son elementos mucho
más valorados que la accesibilidad al centro urbano.
En definitiva, la aparición y desarrollo del proceso
de gentrificación pone
en tela de juicio los modelos sobre el cambio urbano
residencial basados en etapas sucesivas, que consideran
la suburbanización llevada a cabo por las clases medias
como la fase final de la progresión desde la ciudad
pre-industrial a la industrial. (Sargatal Bataller,
2000)
La
gentrificación implica un fenómeno particularmente interesante
debido a que ocurre en diferentes partes del mundo y
como consecuencia de un modelo capitalista global tendiente
a homologar lugares; pero a la vez posee características
específicas de acuerdo al contexto socioespacial, económico,
cultural y político donde se origine, afectando distintivamente
a un espacio concreto. Hoy, la
gentrificación constituye un elemento fundamental en
la reestructuración metropolitana y es entendida como
contraria a la suburbanización y al declive socioeconómico
de las áreas centrales.
En
este sentido, existe una diferencia sustancial entre
los procesos de gentrificación, que se producen de manera
focalizada y se extienden sólo hasta cierto punto de
la ciudad, y los procesos de suburbanización, que se
vienen produciendo desde el inicio de las ciudades y
han sido estudiados exhaustivamente desde diferentes
disciplinas. Sería oportuno, entonces, examinar también
por qué se produce en un lugar determinado de la ciudad
y qué especificidades favorecen a la gentrificación.

Los
nuevos proyectos inmobiliarios, tanto habitacionales
como comerciales, buscan destacarse con detalles de
lujo y distinción generando fuertes marcas simbólicas
en la búsqueda de nuevos clientes. Fuentes: panoramio.com;
arquimaster.com.ar
La
aplicación del concepto en América Latina.
En
América Latina se observan cada vez con mayor asiduidad
procesos de transformación urbana que pueden considerarse
análogos a la definición generalizada de gentrificación;
en ciertas ocasiones, llegan a responder al concepto
original y se asemejan notablemente a lo ocurridos en
casos de Europa y Estados Unidos. Esto no sólo ocurre
en las grandes urbes sino también en ciudades de menor
escala y hasta en barrios pertenecientes a las grandes
áreas metropolitanas de la región.
Los
estudios respecto a la gentrificación en América Latina
han salido a la luz y se han multiplicado exponencialmente
durante la última década. Esto se debe tanto a que los
procesos de renovación urbana se han producido en una
etapa posterior al de los países del llamado “primer
mundo”, como a que dichos
procesos adquieren diferentes connotaciones, dinámicas
y efectos de acuerdo a las estructuras urbanísticas
y sociales presentes en Latinoamérica.
Por
esto último, a pesar de existir diversa bibliografía
producida para algunos países y ciudades de América
Latina, no existe todavía un corpus
teórico y empírico unívoco de importancia en cuanto a volumen y profundidad de análisis
como para determinar cómo se expresa la gentrificación,
en qué medida se puede hablar de gentrificación al abordar
las transformaciones y problemáticas urbanas contemporáneas
de la región y qué particularidades adquiere en relación
a los casos estudiados en otras regiones y momentos.
De
hecho, al hablar en estos términos, algunos autores
diferencian el sentido tradicional de gentrificación
con lo que ocurre en América Latina introduciendo la
idea de “procesos de gentrificación” (en vez de gentrificación),
definiéndolo como “gentrificación
sin expulsión” (Sabatini
y otros, 2009); y hasta expresando marcadas diferencias
entre ciudades. Tal es el caso de la llamada “gentrificación
institucional” introducida para el caso de Buenos Aires
(Cicollella, 1999)
[3]
o la “gentrificación a la chilena” (Álvarez, 2010).

En
los barrios metropolitanos de las ciudades latinoamericanas,
los nuevos procesos de renovación urbana adquieren características
que estarían dando cuenta de una creciente gentrificación
basada en la densificación edilicia y el aumento de
la actividad comercial y de servicios. Fuente: fotografías
propias.
Los
casos de grandes ciudades latinoamericanas como Buenos
Aires (Herzer, 2001, 2008; Lacarrieu et al.; 2011; Liernur, 2001; Carbajal, 2003; Jajamovich, 2009) y México
D. F. (Lima Sánchez, 2008) Salinas Arreortua, 2009);
y en menor medida Santiago de Chile (Sclack y Turnbull,
2009; Sabatini et al., 2009; Álvarez, 2010) y Bogotá (Suárez G., 2010; Yúdice, 2008)
han sido estudiados en los últimos años en el marco
de la idea de gentrificación y conceptos análogos.
Es
interesante notar que, a diferencia de la mayoría de
los procesos analizados desde una visión macroscópica
(procesos globales, regiones, ciudades), un
importante número e intensidad de transformaciones urbanas
-a pesar de estar afectadas y responder a un “orden
global”- se tornan significativas en cuanto a su dimensión
“micro” y de allí el efecto que producen en su entorno
inmediato. Hablamos entonces de las unidades esenciales
de la trama urbana: parcelas, manzanas y barrios, en
el aspecto espacial; y relaciones socioeconómicas vecinales,
cultura, tradición y normativas locales en cuanto a
la dimensión social de las transformaciones.
En
América Latina se observa que la gentrificación está
emergiendo con trazos inéditos, con rasgos distintivos
y muchas veces diferentes de una ciudad a otra. En este
sentido, Sabatini, Serella Robles y Vásquez (2009:18)
advierten que “en lugar de verificarse en las áreas
centrales, como en Europa y en Estados Unidos, la gentrificación latinoamericana se despliega
en la periferia urbana y otras áreas de cada ciudad…”
Otra de las diferencias sustanciales que observan los
autores respecto a la experiencia Latinoamericana en
relación con Estados Unidos y Europa, es que la gentrificación
no necesariamente implica el desplazamiento o expulsión
de los residentes antiguos de las áreas afectadas, por
lo que la denomina “gentrificación sin expulsión”.
Para
caracterizar el proceso en el caso de Buenos Aires,
Hilda Herzer (2008) introduce una serie de indicadores
que al verificarse en un barrio o área determinada,
en mayor o menor medida, estarían dando cuenta de un
proceso de gentrificación. Las características que detalla
para reconocer un área gentrificada son:
-
Aumento desproporcionado del nivel alcanzado de educación
de los habitantes del barrio estudiado en relación con
el conjunto de la ciudad.
-
Cambios en la relación racial y/o étnica.
-
Aumentos de las tasas de desalojo, particularmente
debido a que se mudan al barrio nuevos propietarios.
-
Incremento de situaciones violentas contra los propietarios
debido a intentos de desalojo de inquilinos.
-
Aumentos mayores al promedio de los precios de venta
de locales comerciales y/o de viviendas.
-
Disminución del número de propietarios que adeudan impuestos
inmobiliarios debido a que los propietarios pagan sus
deudas al colocar las propiedades en el mercado.
-
Aumento de inversiones privadas en el barrio durante
un periodo dado.
-
Incremento de la tasa de permisos de construcción en
el área, en relación con el monto total de metros cuadrados
construidos en ella.
-
Aumento del número de propietarios en el área -se produce
un pasaje de inquilinos a propietarios.
-
Disminución del tamaño de los hogares,
menor cantidad de niños, aumento de personas solas o
de hogares compuestos por parejas no necesariamente
casadas.
-
Aumento de los alquileres residenciales y comerciales.
-
Cierre de algunos negocios que atendían clientes
con bajos consumos y su reemplazo por negocios que
apuntan a consumidores con ingresos más altos.
Si
bien estas características no son las únicas que pueden
encontrarse en un proceso de gentrificación ni son privativas
de un caso, son efectos que generalmente suelen repetirse
con mayor o menor intensidad en áreas consideradas gentrificadas.
Estos criterios pueden variar, agregarse otros o verificarse
sólo algunos de ellos dependiendo cada caso, dado que
se trata de un fenómeno con trazos análogos en diferentes
regiones pero con profundos rasgos distintivos que dependen
del contexto socioeconómico, político, geográfico, cultural
y hasta normativo.
En
este último sentido, además de las características antes
mencionadas que hacen factible que un área sea gentrificada
(disponibilidad de espacio, bajas densidades, diferencia
en cuanto al precio del suelo y su valor potencial,
deterioro de la zona, atractivos como centralidad y
valor cultural, posibilidad de lucro inmobiliario, población
dispuesta a mudarse, etc.) no
puede soslayarse la importancia de la normativa y el
rol del Estado en este tipo de procesos.
La
legislación urbanística, particularmente los códigos
de zonificación y edificación, establece un corte espacial
y cualitativo en determinados distritos, a la vez que
confiere atributos concretos que diferencian determinada
área del resto. De esta manera, en un sector específico
se legitima la construcción de un arquetipo de ciudad
que permitirá y reproducirá ciertas tipologías constructivas,
usos del suelo, relaciones sociales y marcas simbólicas.
Se pone así de manifiesto la necesidad, responsabilidad y oportunidad que tienen los Estados locales
de volver a ejercer el poder de gestión urbana que alguna
vez le ha sido cedido a sectores privados, capitales
financieros y especuladores inmobiliarios.
Con
lo expuesto hasta aquí, notamos que la gentrificación
se erige como un fenómeno urbano complejo que es causa
y consecuencia de muchos otros, transformándose en un
concepto interesante de abordar y que se torna aún
más complejo y diferenciado al intentar aplicarse en
casos de América Latina debido a la diferencia en el
origen, etapas, causas y consecuencias de los procesos.
La vigencia y dinámica presente en estas ideas, junto
a las transformaciones urbanas observadas y registradas
por la bibliografía, conjugan un contexto de gran interés
para el estudio de la ciudad y la sociedad latinoamericana
contemporánea.
JOA
El autor es licenciado en urbanismo y diplomado en ciencias
sociales por la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS),
Buenos Aires, Argentina, con estudios de postgrado relacionados
a gestión del suelo, desarrollo sustentable y planificación
urbana. Se ha desempeñado como consultor en temas de
planificación urbana, hábitat social y medio ambiente
en instituciones públicas y privadas. Ha sido becario
en la UNGS y ha participado en numerosos
equipos de investigación; además de realizar docencia
universitaria y en cursos de capacitación. También ha
realizado publicaciones de artículos y textos en revistas
especializadas y periódicos locales. Actualmente se
desempeña como Coordinador de Hábitat Social en la Municipalidad de San
Miguel, Buenos Aires y como miembro de diversos equipos
de investigación y consultorías nacionales e internacionales.
Sobre globalización, gentrificación y otros procesos
analizados por Amado, ver también entre otras notas
en café
de las ciudades:
Número 10 | Tendencias
Saskia
Sassen: una visita guiada a la Ciudad Global
| Dispersión, centralidad, nuevos movimientos políticos, culturas
alternativas, y una pregunta: ¿de quién es la ciudad?
| Saskia Sassen
Número 28 | Lugares
La
preocupante boludización de Palermo Viejo
| De la recuperación barrial al
snobismo gastronómico. | Carmelo
Ricot
Número 70 | Economía y
Política de las ciudades
Con
el corazón mirando al sur | Un
abordaje sociológico a las transformaciones en tres
barrios de Buenos Aires | Marcelo Corti
Número 117 | Planes y
Política de las ciudades
Sur,
prólogos y aperturas | Anticipo
de Barrios al Sur, de Hilda Herzer | Javier
Fernández Castro
Número 122-123 I Política, Planes y Economía de las Ciudades
De la
ciudad a la región urbana I Una evolución inexorable I Por Carlos de Mattos
Notas
[1]
La primera referencia al término gentrification se
atribuye a R. Glass (1964), que en su estudio sobre
Londres utilizó esta expresión comparando el proceso
con un viejo hábito propio de la gentry, la clase
media alta inglesa de las áreas rurales, quienes solían
mantener una vivienda en la ciudad además de su residencia
en el campo, hecho parecido al que se observaba en Londres
en los años `60. Las primeras descripciones que utilizaron
el término gentrification destacaban fundamentalmente
la revalorización que experimentaban ciertos barrios.[VOLVER]
[2]
En términos generales, esta línea de pensamiento es
aplicada para las ciudades norteamericanas por autores
tales como Burgess, Berry y Hoyt y denominada “evolucionismo
ecológico”. La misma supone que durante un período de
crecimiento, industrialización y desarrollo del transporte,
debería producirse la suburbanización de los grupos
de nivel socioeconómico medio-alto y alto y las clases
bajas ocupar el centro deteriorado. Torres (1978) ya
confrontaba con esta idea estudiando el caso de Buenos
Aires en su período de industrialización de la década
de 1940.[VOLVER]
[3]
Pablo Cicollella utiliza esta idea para referirse al
caso del Gran Buenos Aires, en el sentido de que los
sectores populares fueron desplazados como población
o mercado objetivo entre los años `40 y comienzos de
los `80, tanto de los programas estatales de vivienda
social como de los desarrollos de los operadores inmobiliarios
privados, que adoptaron en los últimos años a los sectores
sociales de ingresos medios-altos como mercado principal. [VOLVER]
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