Es urgente reflexionar sobre la importancia de comprender ciertos aspectos de la calidad y cantidad del agua dulce que permiten la vida en el planeta, así como el desarrollo de una ciudad y de una nación.
Si bien el agua es un recurso natural renovable, no todos sus usos son renovables y sostenibles. Nos enfrentamos como humanidad al abuso al que sometemos al recurso: aproximadamente una tercera parte de la población del planeta vive en países que sufren estrés hídrico entre moderado y alto. También sufrimos la desigual distribución espacial y temporal del agua. Y sumado a ello, no se debe perder de vista el impacto que produce la contaminación en la fracción renovable de agua dulce, disminuyendo de manera sustancial la disponibilidad del recurso.
Además de esa distribución (aspecto natural) habrá que considerar la accesibilidad (aspecto antrópico) que se tiene del recurso, puesto que no sólo la disponibilidad garantiza ‘tener’ agua. La accesibilidad es netamente una decisión política del ser humano, por lo que se podría descartar que sea un problema de difícil solución. Las cifras de la “escasez de agua dulce” no deben opacar la realidad de la inadecuada y/o nula gestión del recurso hídrico.
Nos enfrentamos como humanidad al abuso al que sometemos al recurso: aproximadamente una tercera parte de la población del planeta vive en países que sufren estrés hídrico entre moderado y alto. También sufrimos la desigual distribución espacial y temporal del agua.

Pero así como se pone el foco en la escasez, también hay que considerar cómo se gestiona la abundancia. Desastres como el que por ejemplo acaba de acontecer en Argentina, en Bahía Blanca, demuestran la ausencia de los sistemas de alertas tempranas centrados en la población, para que se reduzca o evite la posibilidad que se produzcan lesiones personales, pérdidas de vidas, daños a los bienes y al ambiente. No basta solamente con realizar monitoreos hidrometeorológicos, sino que es imperante una estrategia de comunicación eficaz y localizada según las realidades de territorio. La abundancia se gestiona con medidas estructurales, sean obras de infraestructura gris o las llamadas soluciones basadas en la naturaleza (infraestructura azul y verde), complementariamente con las medidas no estructurales, que son menos costosas y que abarcan desde la normativa de uso de suelo hasta la capacitación y concientización, entre otras.
La abundancia se gestiona con medidas estructurales, sean obras de infraestructura gris o las llamadas soluciones basadas en la naturaleza (infraestructura azul y verde), complementariamente con las medidas no estructurales, que son menos costosas
El agua no es infinita y su acceso sigue siendo un desafío para muchas comunidades. Mientras enfrentamos sequías e inundaciones más intensas, es clave usarla con responsabilidad y apostar por sistemas de alerta temprana que nos ayuden a prevenir desastres. Cuidemos el agua hoy para que nunca nos falte mañana.
ACH
La autora es Doctora en Ciencias Biológicas y Master en Hidrología. Especialista en Ecología Urbana, Cambio Climático y Gestión de Recursos Hídricos. Es integrante de La Ciudad Posible.