Una de las propuestas más difundidas del populismo de derecha es la versión siglo XXI del liberalismo antiestatista, aquel que atronó en los ´90 con sus consignas de desregulación y privatización. Esa difusión contribuye a correr el centro del debate político y económico (y por eso se difunde tanto) ya que otras fuerzas políticas originalmente moderadas se creen obligadas a acompañar ese giro. El debate envuelve, lógicamente, a lo urbano. En Buenos Aires, un candidato libertario llega a proponer que se privaticen las calles; así de bestia… Otros candidatos de otros partidos creen entonces necesario (o encuentran espacio para) postular la eliminación universal de impuestos y derechos laborales, o defienden al suelo y la vivienda como reservas de valor financiero por sobre su condición de bienes de uso.
“¿Transformar el capitalismo, remplazar el capitalismo, desatar al capitalismo?”, nos preguntamos en una nota de este número. No está de más, en este debate, recordar que en uno de los capitalismos más desarrollados del mundo, el de la ciudad-estado de Singapur, “la mayor parte del suministro de la tierra es de propiedad estatal, mantenida y administrada por diversos organismos oficiales del gobierno como un medio para facilitar la planificación e implementación directa de prestaciones públicas, entre las cuales se incluyen carreteras, viviendas, escuelas y parques”, como también señalan en este número Heng Chye Kiang y Yeo Su-Jan.
MC (el que atiende)