Cambio climático, deforestación salvaje, gestión inadecuada del suelo y del riesgo, imprevisión y desidia estatal; detrás de los incendios en Córdoba (y en toda Argentina, y en toda América Latina) hay un cóctel explosivo que habrá que enfrentar de inmediato. Dos notas abordan el tema en este número de octubre.
Sobre el caso de Córdoba, Fernando Díaz Terreno agrega a la amenaza ecológica la de una destrucción del patrimonio paisajístico, entendiendo al paisaje como noción que articula las relaciones entre sociedad, artefactos y naturaleza. “Las serranías no son tierra “vacía” de atributos: además de una enorme diversidad de especies naturales, allí se encuentran muchos de los poblados más antiguos del país y puestos de pequeños productores y familias campesinas. Asimismo, son territorios en riesgo”.
Alejandro Jurado toma el caso de las islas y Delta del Paraná, en una perspectiva que incluye la matriz productiva de los territorios de humedal: “El territorio del delta y sus islas puede ser entendido como un sistema socio-ecológico donde interactúan el espacio biofísico natural y un complejo conjunto de actores sociales, donde se hacen presentes diferentes actividades productivas, relaciones sociales, institucionales e identidades culturales”.
En muchas ocasiones hemos reiterado la ausencia de la cuestión territorial en la agenda política argentina. Esperemos (y trabajemos para) que la tragedia ambiental de los incendios sirva al menos para incorporar esta dimensión ineludible al debate y a la acción.
MC (el que atiende)