Con pocos años de diferencia en su realización, dos películas de “fin del Novecientos” hablaron de la Roma contemporánea en términos diversos.
La ciudad en la que trascurre El vientre del arquitecto, de Peter Greenaway, es la Roma vista desde la cultura universal, desde la visión de un arquitecto (o más bien un crítico de arquitectura) angustiado en su profesión y en su vida privada. Es la Roma de los monumentos (incluidos los del barrio mussoliniano del EUR), la del aplauso que el grupo de intelectuales snobs le da al Panteón al término de una cena en la plaza, la del loco que roba pedazos de mármol de las estatuas, la de los sueños y pesadillas de una arquitectura exasperada.
En el primer episodio de Caro Diario, “In Vespa”, el director – protagonista Nani Moretti recorre en su motocicleta una Roma desconocida, similar a cualquier ciudad contemporánea. En la entrada de una urbanización acomodada, Moretti le recrimina a un burgués (y por su intermedio a toda una clase) haber abandonado una ciudad que “hace 20 o 30 años” era hermosa, cordial. En un barrio de pabellones, de los denostados por la crítica de arquitectura y por el periodismo, le pregunta a un muchacho sobre los “graves problemas” que se dice ocurren allí; el muchacho los ignora y habla de su barrio con el mismo cariño que cualquier otro romano. Es la Roma de las periferias que parecen infinitas como las de cualquier metrópolis, es la otra Roma.
(continúa en la nota Tres comentarios sobre el Plan Regulador de Roma).
MC (el que atiende)