Para
empezar el 2005, un deseo de muchas felicidades a nuestros
amigos y amigas y el regalo de una hermosa ciudad invisible de Italo
Calvino (donde conviven, como en café
de las ciudades, la ciudad real de las mapas y las tablas,
con la ciudad del deseo y la esperanza).
MC (el que atiende)
De
la ciudad de Dorotea se puede hablar de dos maneras: decir que cuatro
torres de aluminio se elevan desde sus murallas flanqueando siete
puertas del puente levadizo de resorte que franquea el foso cuya
agua alimenta cuatro verdes canales que atraviesan la ciudad y la
dividen en nueve barrios, cada uno de trescientas casas y setecientas
chimeneas; y teniendo en cuenta que las muchachas casaderas de cada
barrio se enmaridan con jóvenes de otros barrios y sus familias
se intercambian las mercancías de las que cada una tiene
la exclusividad: bergamotas, huevas de esturión, astrolabios,
amatistas, hacer círculos a base de estos datos hasta saber
todo lo que se quiera de la ciudad en el pasado el presente el futuro;
o bien decir como el camellero que me condujo allí: "Llegué
en la primera juventud, una mañana, mucha gente caminaba
rápida por las calles hacia el mercado, las mujeres tenían
hermosos dientes y miraban derecho a los ojos, tres soldados sobre
una tarima tocaban el clarín, todo alrededor giraban ruedas
y ondulaban papeles coloreados. Hasta entonces yo solo había
conocido el desierto y las rutas de las caravanas. Aquella mañana
en Dorotea sentí que no había bien que no pudiera
esperar de la vida. En los años siguientes mis ojos volvieron
a contemplar las extensiones del desierto y las rutas de las caravanas,
pero ahora sé que este es solo uno de los tantos caminos
que se me abrían aquella mañana en Dorotea".
Dorotea
(Las ciudades y el deseo I), de "Las Ciudades Invisibles",
Italo Calvino, 1972.
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El
Obelisco de Buenos Aires y su entorno,
en el proyecto de Alberto Prebisch (1936)
y actualmente, ya violentado por el
Cartel de Buenos Aires.
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