Una mirada arrabalera a Buenos Aires

Como el accidente de la Estación Once en febrero de 2012, las inundaciones del 1º y 2 de abril en Buenos Aires y La Plata pusieron definitivamente en agenda un tema socio-territorial, de aquellos que la agenda política argentina acostumbra soslayar o ningunear. Y lamentablemente, la muerte de decenas de personas volvió a ser la causa de esta toma de conciencia. Aun cuando el PJ gobierna la Provincia de Buenos Aires desde hace más de un cuarto de siglo y el PRO gobierna la Ciudad desde hace más de un lustro, las autoridades políticas se encontraron desbordadas por un tema que no logran comprender ni, mucho menos, manejar.
Las inundaciones son un problema aún más complejo que el del transporte. La infraestructura y el conocimiento para resolver los problemas de la movilidad en la RMBA están disponibles y lo que se requiere es decisión política (y obviamente, presupuesto…) para encarar las soluciones. La gestión hídrica, en cambio, no solo requiere “obras” e infraestructuras sino antes que nada desandar un camino de décadas de errores, ignorancia y soberbia en el manejo del medio natural. El análisis de las Políticas de Hábitat y Movilidad en la Ciudad de Buenos Aires durante el año 2012 del Centro de Estudios Perspectiva Sur, que comenta Mario L. Tercco en este número, sostenía antes de las lluvias de abril que “Las tormentas e inundaciones que se registraron en la Ciudad de Buenos Aires durante 2012 afectaron a los habitantes de toda la Ciudad de Buenos Aires al ponerse en evidencia la falta de mantenimiento y déficit de infraestructura. (…) cabe mencionar la particular situación que atraviesan en circunstancias de tormentas los habitantes del Barrio Mitre. Tras la construcción del Centro Comercial DOT, mediante la cual las vías de desagote pluvial se construyeron en dirección a este barrio de emergencia, las familias que allí residen sufren severas inundaciones y pérdidas materiales”. Y en nuestro número de marzo, en nuestro análisis de la Ley 4477 del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, sancionada por acuerdo de los bloques del PRO y el FPV y sus aliados en la Legislatura porteña en diciembre y que establece la normativa de aplicación para las playas ferroviarias de Caballito, Palermo y Liniers, señalábamos que “Los estacionamientos podrán localizarse en los subsuelos de la totalidad de los terrenos, algo que no parece demasiado sustentable en el caso de Nuevo Palermo, considerando la vecindad al entubamiento del Arroyo Maldonado y las históricas inundaciones que afectaron al área”. Ni hablar de los sobrados avisos que en sus años de mandato había recibido “agosto” Bruera, el atareado intendente platense.
Obviamente, la “nueva-vieja” agenda de las inundaciones interpela también a técnicos y profesionales del planeamiento y la gestión urbana y territorial: la gestión de riesgo, la alerta temprana, la programación de inversiones y “desinversiones”, de construcciones y “de(s)construcciones”, deben estar tanto en nuestras propias agendas como en nuestra comunicación con la sociedad y en nuestra relación con los poderes..
MC (el que atiende)
De la gran cantidad de material publicado en los últimos días a partir de las inundaciones en La Plata y el AMBA, recomendamos especialmente la lectura de las notas “Empezar ya mismo una gestión del riesgo”, entrevista a Antonio Brailovsky en Página 12 del 7/4, e Inundaciones: cambio de foco, por Héctor Zajac en La Nación del 12/4.