Los defensores de la urbanización privada arremetieron contra el Diputado Rossi y su alegada ilusión de abrir las barreras de los barrios cerrados en Argentina. Sin embargo, lo que realmente presentó el diputado en esa ocasión es un proyecto de reforma de los Códigos Civil y Comercial que no solamente no afecta los “derechos” de los barrios privados, sino que resuelve todos los problemas jurídicos que su irregular desarrollo ha generado. En cambio, y más allá de sus méritos en otras cuestiones, el proyecto omite toda referencia al acceso popular al suelo y a la vivienda.
Un reciente libro coordinado por Patricia Pintos y Patricio Narodowski aporta elementos contundentes a este debate, desde la mirada ambiental. La Privatopía Sacrílega (Imago Mundi) describe con precisión los efectos del urbanismo privado en los humedales de la cuenca baja del Río Luján, en el norte de la Región Metropolitana de Buenos Aires. En el área estudiada se localizan 54 urbanizaciones cerradas (sobre un total de 312 en la cuenca) en áreas inundables, ocupando en total 7.293 hectáreas. Buena parte de ellas se desarrolla en forma de “megaurbanizaciones”, vale decir “federaciones” o complejos de barrios cerrados en predios de grandes dimensiones.
Leonardo Fernández sostiene en el libro que en estos desarrollos privados “se niega la inundación; se impone una concepción hídrica que implica dotar de una mayor capacidad a la función drenaje, privilegiando el flujo unidireccional característico de períodos de estiaje y crecidas normales”. Esto favorece la desecación de áreas bajas que formaban parte de su llanura aluvial y la pérdida de los beneficios de la función reguladora del humedal: aumenta en forma significativa la escorrentía de ríos y arroyos, se pierde la ovoposición de algunos peces, se modifica el ciclo de nutrientes, etc. El movimiento de tierras para el relleno de cotas inundables y la creación de lagos artificiales con fines paisajísticos permite el ingreso de focos de contaminación a los acuíferos subterráneos. Otra consecuencia de estas operaciones es que se banaliza y mercantiliza el paisaje y se pierde biodiversidad.
En el mismo texto, S. Fernández, C. Kochanowsky y N. Vallejos sostienen que los “polders” y endicamientos utilizados para enfrentar el riesgo de inundación provocan fuertes alteraciones del medio natural y contrastan con los recursos tradicionalmente usados por los pobladores del área para disminuir el riesgo de inundación: construcciones palafíticas y pequeños terraplenes donde asentar las viviendas. Vale decir, se abandonan pautas culturales de probada eficacia para lograr una coexistencia razonable entre actividades, necesidades y deseos humanos y el soporte espacial en el que estos necesariamente deben localizarse. Es una paradoja negativa, un círculo vicioso que lleva tanto a la degradación e incluso a la destrucción del ecosistema como a la propia frustración de los objetivos perseguidos en ese tratamiento.
Desde otra mirada, la del arte, Lucrecia Martel “derriba” en menos de cinco minutos la estética y la ética de la urbanización privada en La ciudad que huye, corto documental que ha circulado en estos días en la Web.
MC (el que atiende)