El fulminante “juicio político” al presidente paraguayo Fernando Lugo y su resultado, la destitución de un mandatario electo por el pueblo, resulta un golpe muy duro a la democracia latinoamericana, que justifica (y exige) la dura respuesta que ha recibido en la región. Como en Honduras, se hace un uso inadecuado de los mecanismos institucionales para demoler las instituciones. En Paraguay se pretende perpetuar los privilegios de una oligarquía latifundista, a cuya codicia puede atribuirse la trágica masacre de Caraguaty. La tierra, en este caso rural, es uno de los ejes que explican los más graves conflictos políticos y sociales en el continente.
Los análisis de Santiago O`Donnell en Apetitos insaciables y Dante Caputo en El molesto señor Lugo aportan luz sobre este golpe de estado “no convencional”. Queda también la necesaria reflexión sobre la necesidad que tiene una democracia de un sistema de partidos políticos fuertes y representativos (con los cuales hubiera sido imposible una maniobra como esta) y la inquietante falta de pudor de las “nuevas” derechas latinoamericanas para incurrir en los mismos pecados que sus antecesoras.
MC (el que atiende)