N. de la R.: iniciamos con esta nota nuestra nueva sección Regeneración Territorial, presentada por su responsable Alejandro Jurado en este número de café de las ciudades.
Las diferencias entre el turismo sostenible y el regenerativo
En muchos destinos turísticos del mundo se están intentando implementar los principios del turismo sostenible, que consiste en una modalidad turística que busca mitigar y neutralizar los impactos negativos de la actividad en el ambiente y en las comunidades en las que se desarrolla. El problema radica en que los impactos negativos que generamos con la actividad turística, sumados al modelo de desarrollo antropocéntrico y depredativo, ejercen tal presión sobre las funciones naturales de los ecosistemas que su capacidad de resiliencia y de sostener la vida está en riesgo. El turismo regenerativo es un movimiento que tiene como propósito fundamental la regeneración ambiental y social de los territorios desde un abordaje holístico y sistémico. Propone crear experiencias turísticas que activen conexiones profundas entre los visitantes, las comunidades receptoras y los ecosistemas, creando valor compartido y restaurando el capital natural y sociocultural. Los principios fundamentales del desarrollo regenerativo, sobre cuya base sería posible diseñar experiencias turísticas transformadoras, se pueden sintetizar en un conjunto de ideas principales. Por un lado, la así llamada “nueva normalidad” es una oportunidad para profundizar la idea de que las actividades económicas que desarrollamos (entre ellas el turismo de naturaleza) deben contribuir a la reparación y restauración de los ecosistemas naturales, preservando la biodiversidad y los servicios ecosistémicos que permiten, en definitiva, sostener la vida como la conocemos. El turismo (desde su función restaurativa) debe impulsar las economías regionales y propender a la diversificación de actividades productivas con triple impacto (económico, social y ambiental), revitalizando la cultura e identidad local de las comunidades receptoras. Un turismo regenerativo se diseña en cooperación con los actores territoriales (y no desde la competencia y la monopolización), promoviendo a la participación económica de los sectores más vulnerables y las comunidades originarias, invirtiendo en sistemas autosuficientes en materia de energía, alimentación y agua, apostando a una actividad libre de residuos donde, al igual que en la naturaleza, todo se transforme. En suma, que el criterio de éxito se mida en la reproducción de la naturaleza y en la mejora de la calidad de vida de las comunidades locales.
La aplicación de este nuevo paradigma
Nuestro principal trabajo experimental se desarrolla en la Reserva Natural Margay (RNM), un espacio protegido de gestión privada en la provincia de Misiones, en el área de amortiguación de la Reserva de Biósfera Yabotí, que conserva 260.000 hectáreas del último relicto de selva paranaense en el planeta. La selva paranaense es el ecosistema de mayor biodiversidad de la Argentina, sobre el cual tan solo disponemos de un 7% de su cobertura original.
La pérdida y degradación de la selva paranaense, que llegó a ocupar toda la provincia de Misiones, es producto del crecimiento exponencial de la actividades extractivas, como la industria maderera y papelera, el avance de la frontera agraria, de las urbanizaciones y del turismo asociado a sus atractivos naturales. Deforestación, erosión de suelo fértil, pérdidas de biodiversidad y contaminación de ríos son parte del fragmentado paisaje provincial. Tomando como base un entorno natural degradado y un crisol de comunidades de criollos y guaraníes en situación de extrema vulnerabilidad , vamos repensando constantemente nuestro trabajo experimental en la reserva y diseñando nuevas estrategias de turismo regenerativo que contribuyan a restaurar el ecosistema, y activar economías regionales restaurativas y más resilientes. La RNM alberga en su interior a Don Enrique, un lodge ecológico en la ribera del arroyo Paraíso –con vistas a la Reserva de Biósfera Yabotí– y una Estación de Selva “Yabotí”, que tiene como propósito cobijar las actividades de investigación, desarrollo, educación y transferencia de tecnologías apropiadas de regeneración territorial.
Experiencias regenerativas en la Reserva Natural Margay
Quienes visitan la RNM buscan conectar con sí mismos, con sus seres queridos, y con la naturaleza. Viajar con propósito implica también contribuir a una causa de bien común. La RNM es parte del Plan Nacional de Restauración de los Bosques Nativos, que tiene como objetivo regenerar la selva degradada, y restaurar las funciones naturales del ecosistema. Creamos un banco de semillas –destinado a la educación y a la reforestación–, un vivero de especies autóctonas y una experiencia de enriquecimiento y plantación en el monte nativo que involucra a nuestros huéspedes. Junto al INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) somos parte del proyecto de cría y reintroducción de pacas y agutíes, dos roedores nativos en peligro de extinción. En el plano del desarrollo de actividades de triple impacto, impulsamos el desarrollo de Unidades de Producción Experimental (UPE), diseñadas para acelerar la transición productiva de nuestros vecinos: dejar progresivamente el cultivo de tabaco y la extracción de madera del bosque para incorporar progresivamente la la meliponicultura, que consiste en la producción de miel de abejas nativas sin aguijón (abejas que además tienen un rol fundamental en la restauración del bosque nativo a través de la polinización), la agroecología y la producción de bioinsumos, la producción y recolección de hongos comestibles y frutos nativos y la creación de empleos verdes como proveedores del turismo regenerativo. Sabemos que la pérdida de diversidad biológica está íntimamente relacionada con la desaparición del acervo cultural de las comunidades originarias y por eso intentamos contribuir con el rescate de las prácticas y conocimientos ancestrales de las aldeas guaraníes y colonias de criollos de la región, promoviendo la reproducción y puesta en valor de la cestería con fibras vegetales, el reconocimiento de árboles milenarios o la producción de esencias en pequeñas chacras familiares. Todo esto es parte de las experiencias en las que los huéspedes pueden ser protagonistas y facilitadores del cambio.
Buenas prácticas de gestión
El punto de partida de nuestra guía de buenas prácticas ambientales está basado en el Estándar NEPCon de turismo sostenible para servicios de alojamiento, aprobada por Rainforest Alliance.
Generamos nuestra propia energía de fuentes renovables –como el sol y la biomasa forestal para calentamiento de agua– y medimos la energía que consumimos. Somos “cero residuos”, ya que reciclamos y compostamos, pero además tenemos un política de consumo responsable y carbono neutro e invitamos a nuestros visitantes a compensar la huella ecológica de su viaje. Cuidamos el agua, protegiendo nuestras vertientes naturales que son nuestro mayor capital natural –el origen de la vida en este lugar. Estamos trabajando para dotar de filtros biológicos y biodigestores a todas las instalaciones. Conocemos nuestra capacidad de carga, que es limitada y se adapta a la biocapacidad del lugar. Aseguramos así que la productividad, adaptabilidad y capacidad de regeneración natural de la selva continúe sin interferencias. La vocación de RNM es crear valor compartido con las comunidades locales, articular con organización públicas, privadas y el sector científico tecnológico, que tienen mucho para aportar al modelo de desarrollo regenerativo que se quiere impulsar. En este sentido, la política de compras responsables del complejo turístico y la estación biológica refuerza el vínculo con las chacras de los productores locales que aportan la mayor parte de los insumos orgánicos para la gastronomía del emprendimiento. A su vez, en la boutique del lodge se comercializan productos regionales, artesanales e identitarios, elaborados por las comunidades guaraníes y las familias de productores. Instituciones como la Fundación Hábitat y Desarrollo, el Club de Roma y La Ciudad Posible colaboran gestionando recursos para impulsar los proyectos regionales de regeneración con impacto social y ambiental.
En preparación para la “nueva normalidad”
Actualmente estamos capacitándonos para transformarnos en un destino turístico seguro. El sector está sumido en una profunda reflexión; la pandemia ha abierto un debate sobre cómo viajamos, qué impacto tenemos en el ambiente y en las comunidades locales e incluso cómo nos relacionamos con nuestros compañeros de viaje y con quienes nos hospedan, qué tipo de experiencia queremos transitar en nuestras vacaciones. El turismo regenerativo se presenta hoy como una alternativa para vincularnos con el “otro” y con el planeta. Ya hemos elaborado protocolos preventivos, de distanciamiento social y cuidado de las personas para desarrollar la actividad, que son fortalecidos por la misma modalidad que promovemos. Un turismo activo, al aire libre, en contacto con la naturaleza, con capacidad de carga limitada y buenas prácticas socio ambientales. Son tiempos para viajar con un propósito y ser parte de un movimiento de restauración ambiental y puesta en valor de las economías regionales.
VC y LG
Virginia Criado y Lautaro Guardamagna son Licenciados en Turismo y consultores de La Ciudad Posible en Turismo Regenerativo. Son administradores de la Reserva Natural Margay.
“Don Enrique es más que un refugio en la Selva Paranaense: es un lugar para inspirarse, relajarse y explorar la esencia de la naturaleza. En este remoto rincón de Argentina, todo invita a reconectarse con la tierra, a probar, oler, escuchar y sentir en un entorno natural”. Ver su sitio web y su presentación en Youtube.