AÑO 8 - NUMERO 79 - Mayo 2009

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Mensajes al café


Los lectores/as enviaron estos mensajes a cartas@cafedelasciudades.com.ar

(los mensajes para la columna de Mario L. Tercco se envían desde Terquedades)

 

Estimados, les enviamos la edición de la charla sobre Cuestión Metropolitana que realizamos en la Cámara de Diputados de la Nación con las presencias de Pedro Pirez, Marcelo Corti, Liliana Parada y Carlos Raimundi. Gracias.

Gabriel Palumbo, Buenos Aires

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Les envío el Boletín electrónico de la Federación Panamericana de Arquitectos (FPAA) que, aunque muy  simple, es el primero de esta gestión y posiblemente el comienzo de  poner en pantalla a la organización.

Eduardo A. Cunha Ferre, Corrientes

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¡La revista está espectacular!.

Saskia Sassen, Nueva York

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Siempre es un placer leer sus reflexiones, especialmente (cada uno tiene sus gustos) sobre cine y ciudad. Me hizo ruido, sin embargo, la valoración tan taxativa de “Las Invasiones Bárbaras” en la nota De villero a millonario (miseria y violencia urbana en el cine reciente), del número 78. A mí, por el contrario, me quedó en la memoria como una película con un posicionamiento bastante más ambiguo... distante. Finalmente, el Estado de Bienestar también terminó generando sus propias miserias, sólo que el posterior espanto del liberalismo salvaje (más bien bestial) nos llevó a idealizar “those good old days”. El hijo del progre agonizante, con su cínica eficacia posmoderna, tampoco está presentado como un personaje muy digno de emulación, ¿no? ¿O es que recuerdo lo que quiero recordar?

Sergio Zicovich Wilson, Buenos Aires

R. (N. de la R.: enviada oportunamente al lector desde nuestra redacción): Discutí mucho sobre esa película en su momento; no conozco mucha gente que piense como yo al respecto, pero en su momento me molestó mucho el desprecio por las instituciones del Estado de Bienestar y por los pasados progres de los protagonistas. El personaje del hijo, a mi juicio, está mucho mejor tratado; es el resolvedor de problemas y el que en definitiva concreta los deseos del padre. Me impactó especialmente la presentación del hospital canadiense como un castigo que se autoimpone el moribundo por haber apoyado la socialización de la medicina... Los sindicalistas son corruptos, los organismos de cooperación universitaria un curro, y como señalas vos, el único eficiente es el yuppie, que hasta redime a la muchacha drogadicta. La revista El Amante también le pegó mucho en su momento, pero más por su pesimismo rentable que por lo que yo señalo. Me pareció que en Gran Torino (a pesar de que Eastwood, tengo entendido, es muy republicano y casi reaccionario en su vida personal) consciente o inconscientemente se plantea la operación inversa. MC
(N. de la R: nuevo mensaje de SZW):

Sin dudas, no es la tuya una reflexión a la ligera. Sigo pensando que el asunto tiene más matices. Por ejemplo, que el pibe tenga “éxito” en la gestión que encara no sé si es tanto -en la lógica de la película- porque es “mejor” como por estar “mejor adaptado” a un contexto (ojo con las interpretaciones interesadas de Darwin, que nunca dijo que sobrevivían los mejores). Puede casi estar ahí para representar, precisamente, como el neoliberalismo aprovechó los aspectos en que el Estado de Bienestar se corrompía (eso también es cierto, botón de muestra: ENTEL, empresa telefónica estatal en la Argentina hasta el gobierno de Carlos Menem) para imponer su lógica alternativa.

Como sea, ante tanto marine yanqui que viene a poner orden en el mundo aterrado por los fedayines, niñitos tercermundistas que son buenitos por definición, intelectuales franceses determinados biológicamente a ser ingeniosos y cínicos y todas esas unidimensionalidades tan propias del cine, que una película sea suficientemente ambigua para permitir este cambio de ideas ya la hace, a mi juicio, interesante. Un abrazo

Sergio Zicovich Wilson, Buenos Aires

N. de la R.: Sergio es autor del guión para un largometraje cinematográfico, “UNO”, uno de los 5 finalistas -sobre un total de 350 guiones Españoles e Hispanoamericanos- en el VI Premio SGAE de Guión “Julio Alejandro”, concurso promovido por el Instituto Luís Buñuel y la Sociedad General de Autores y Editores de España en el marco del Festival de Cine Español, en Málaga.

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Estoy haciendo la Maestría en periodismo de la Universidad de San Andres y el Grupo Clarin. Como parte de la maestría tenemos que elegir un barrio de Buenos Aires y durante un año hacer notas de ese barrio. Yo elegí San Isidro porque crecí (desde los 6 a los 22 años) en la zona. Después me fui a vivir a Estados Unidos y regrese hace 2 años. Leí la nota sobre los 300 años de San Isidro y me parecio muy buena.

Gustavo Mariel, Buenos Aires

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Estupendo sitio, recién lo conozco. Y les pregunto. ¿Tienen alguna compilación de las buenas prácticas de las ciudades? Me interesa conocerlas.

Rosa María Perez Vargas, México

R: Rosa, está disponible el listado de Premios a las Buenas y Malas Prácticas Urbanas otorgados en los sucesivos Concursos realizados desde 2004, y desde allí se puede incluso acceder a la totalidad de las presentaciones.

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En el articulo La construcción de un Parque Social en Buenos Aires, del número 74, casi al final mencionan: “Las fases posteriores tienen que ver con la preparación del entorno y herramientas que sustentan el proceso. Esto implica la elaboración de un mapa que permita visualizar todos los componentes de la red y sus ofertas. Una herramienta complementaria es la confección de un sitio en Internet que facilite trabajar en conjunto con el mapa como una suerte de agenda local del espacio público, una línea de tiempo”. Me interesa mucho visitar dicha página, ¿me pueden pasar la dirección o en su defecto, ponerme en contacto con los autores del articulo? Muchas gracias, felicitaciones por su excelente revista.

Jose Dorazco, Jalisco

R.: Los sitios referidos son, respectivamente, los blogs de Guillermo Tella y el Parque Social del Abasto.

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Me pareció sencillamente excelente el homenaje a Alfonsín en la presentación del número 78, y ¿saben?, me han ilustrado después de diez años de compartir experiencias con argentinos: hoy entiendo mejor muchas cosas. Rindo también mi humilde homenaje, como latina, como dominicana y compatriota de un dominicano que lo dio todo por las aulas en Argentina, don Pedro Henríquez Ureña.

Miriam Ventura, Nueva York

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Excelente la presentación del número 78, referida a Raúl Alfonsín.

Andrés Borthagaray, Buenos Aires

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Algo más que le debemos a Alfonsín *

Ciertamente, las honras populares que estamos viendo en los medios son conmovedoras por auténticas, espontáneas y honestas, es decir, al margen de la intervención manipuladora del gobierno. Además, porque Alfonsín muere en el llano de la política, mientras desde la cúspide del poder lo venían ninguneando desde el 2003.

También resultan creíbles las declaraciones de pena y reconocimiento de la mayoría de los políticos conocidos; muchos por ser de buena cepa, aunque a menudo la politiquería nos haga parecer lo contrario; otros porque valoran en él lo que hubieran querido tener.

El dolor por la muerte del guerrero es en general sincero, salvo en algunos que habrían preferido que no se muriera precisamente antes de las elecciones del 28 de junio...

Es que con su muerte, está dando el último combate como el Cid Campeador y seguramente el triunfo signará su esfuerzo.

No es cuestión de radicalismo o peronismo, sino de nación, sociedad y democracia, y por haber contribuido a la toma de conciencia de los argentinos en estos tres aspectos, integrará desde ahora la mítica línea nacional. Pero a diferencia de las veces anteriores, no va a hacer falta que los escribas del nacionalismo ni los del nacionalismo popular en cualquiera de sus versiones construyan el relato habilitante para su instalación en el Olimpo de la patria contracultural.

Ahora es diferente la situación, pues si antes era fácil plantear el sentido rupturista de San Martín, Rosas, Yrigoyen y Perón con los sectores y poderes oligárquico- conservadores, en Alfonsín hay que añadirle a esas mismas luchas la que llevó a cabo como nadie antes en contra de un populismo vergonzante y corrupto y, en consecuencia, en favor de la dignidad humana, superando los ejes de soberanía y justicia social no para suplantarlos sino para reformularlos en el eje de la igualdad social y la libertad, bases del sistema republicano sobre las que se asienta la justicia.

Así, con su austeridad y su espíritu democrático, Alfonsín da las lecciones que otros no nos dieron, porque bien pudo haber declamado acerca de la distribución de la riqueza como el máximo concepto político programático, pero nos enseñó -aunque no lo quieran algunos, aunque les dé vergüenza admitirlo por haberlo tenido que aprender de un extrapartidario- que sin autonomía intelectual y moral no existe ciudadanía, y que ésta es incompatible con la condición de borregos y clientes. Por eso se recordará siempre su lucha en pro del funcionamiento de las instituciones y en contra de los liderazgos personalistas.

Esa enseñanza la dio toda su vida, pero una gran parte del peronismo la aprendió dolorosamente a partir de una derrota partidaria que fue un triunfo de la nación. Ciertamente, muchos argentinos jóvenes lo aprendieron antes, y pagaron con sufrimientos y horrores diversos ese aprendizaje.

Pero fue gracias a él que millones de argentinos repararon en que el ideario del liberalismo político no era mala palabra, que la democracia orgánica tampoco y que de nada servía vivir procesos históricos de democracia inorgánica cargados de promesas reivindicatorias del pueblo, pues la experiencia histórica demostraba fatalmente que se convertían en procesos autocráticos, basados en la entrega incondicional de las masas al jefe, al caudillo o al líder, y en la posterior dominación de éste sobre todos.

Gracias a él, directa o indirectamente, por haber sido derrotados o por escuchar y por ver otras formas reales y no declamadas de hacer política, muchos argentinos tuvieron vergüenza y asco al ver en lo que se había convertido la famosa causa nacional que los tenía por miembros.

Gracias a él comenzaron a ver que el culpable no era el otro, especialmente el radicalismo, sino que las responsabilidades eran de todos.

Todo eso lo aprendieron durante la presidencia de Alfonsín, algunos con alegría, honestamente, otros con resentimiento.

Por eso, hoy el guerrero recoge el llanto de los que quedan porque él respetó a los ciudadanos antes que cualquier otra cosa. Por eso mismo sus errores y limitaciones, mucho menores que otros predecesores de la línea nacional, resultan insignificantes cuando se mira hacia atrás.

Gracias a él muchos argentinos aprendieron y siguen aprendiendo -incluidos muchos que se niegan a admitirlo- a no dejarse llevar de las narices por los embaucadores, a no rifar el alma por un plato de lentejas.

Como puede comprobarse, el valor inexistente es siempre el más apetecido.

Carlos Schulmaister, Villa Regina

* Publicado originalmente en el Diario Río Negro

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Agradecemos los mensajes y el aliento de María Aslan, Alejandro Rossi Grosso, Guillermo Tella y a todos los suscriptos en el mes de abril.

Con especial agradecimiento a Manuel Herce