Resulta paradójica* la simultaneidad de dos acontecimientos en las calles francesas y especialmente las de París:
-los avances en recuperarlas para una movilidad sostenible basada en la peatonalidad y la bicicleta, por un lado, y
-los disturbios desatados a raíz del asesinato a manos de un policía del joven repartidor de origen argelino Nahel M., tras negarse a un control de tránsito.
*“paradójica”: no hay en esta caracterización ni ironía ni mucho menos un intento de correlacionar ambos fenómenos, ni de relativizar la importancia de recuperar las calles para el uso de la gente.
Casi en coincidencia con el asesinato de Nahel, la alcaldesa parisina Anne Hidalgo presentaba un nuevo Código Vial, basado en seis principios: proteger a los peatones eliminando plazas de aparcamiento (“¡y no más ciclovías en las aceras!”), tolerancia cero con las infracciones en las aceras y el irrespeto a los peatones, ampliar aún más las aceras, aumentar el número de luces sonoras y caminos de guía para personas con discapacidad visual, acompañar a los niños con talleres para enseñarles a andar en bicicleta de forma segura, lucha contra los comportamientos peligrosos y la contaminación acústica. Hidalgo anunció 300 caminos escolares seguros para 2026 y recordó que en 10 años el tráfico de automóviles ha disminuido un 40% y la contaminación un 45%. “París cuenta ahora con más de 1.120 km de carriles bici, frente a los 200 km de 2001”.
En tanto, grupos de ultraderecha racista comienzan a responder violentamente a los manifestantes en las calles y las autoridades están restringiendo el acceso a internet en los barrios con más población de inmigrantes. Paradojas y contradicciones de una época singular, como todas –la nuestra.
MC (el que atiende)
Foto de portada: Eje mayor de la nueva ciudad sesentista Cergy-Pontoise, obra del escultor y paisajista Dani Karavan. Foto de Caroline de Saint-Pierre (2012) incluida en su libro La ciudad patrimonial, reseñado por Aldana Epherra en este número de café de las ciudades.