¿Se pueden pensar respuestas urbanísticas para “después” de la pandemia, para la transformación de las ciudades y el territorio posterior al coronavirus? Por varios motivos, conviene más bien pensar para hoy. Por un lado, no sabemos cuándo ni cómo será ese después, esa “nueva normalidad”. Por otro, la mayoría de las cosas a las que nos obliga la emergencia ya eran necesarias antes de ella. Algunas trascienden la cuestión urbana: la renta básica universal, la salvaguarda de los derechos y libertades personales, la dignidad del trabajo, el liderazgo público de la economía, la igualdad de géneros. La buena noticia es que estas cuestiones no están contrapuestas, la mala es que ninguna es históricamente inevitable. No hay un fin de la historia, en ninguno de sus dos sentidos posibles: la historia no termina mientras haya seres humanos, la historia no tiene un destino asignado. Hay que pelear por ellas, hay que construirlas.
Otras tienen una lectura directa en clave de organización del espacio. Las ciudades, y especialmente las latinoamericanas, no tienen una sola modalidad de desarrollo ni un único ámbito de conflictividad; los problemas urbanos son problemas del centro sobre-demandado o en riesgo de degradación, de los enclaves antiurbanos (la “anticiudad”), de los barrios pericentrales en decadencia, de las periferias precarizadas o depredadoras de naturaleza y paisaje, de la ruralidad distorsionada. La forma urbana tiene mucha inercia y tiende a ser permanente. Las ciudades “serán” como son ahora, la pregunta es qué procesos serán necesarios para transformarlas. Esos procesos no son “para el día después”, son para empezar ahora y en la mayoría de los casos, son procesos que ya estaban en discusión.
Quizás la más inmediata de las cuestiones urbanas es la resolución del problema de la vivienda popular. En Latinoamérica es una deuda pendiente y factible de resolver (incluso articulada a la generación de empleos y capacidades). También se deben repensar las modalidades del trabajo, la educación y el comercio, la provisión de cercanía de los atributos, infraestructuras y servicios propios de la urbanidad, las formas del encuentro, la interacción y el intercambio (condiciones de “grado cero” de la ciudad como forma de vida). Hoy se amplían y construyen hospitales, lo próximo (lo urgente) es construir vivienda, reciclar y reutilizar residuos, crear parques agrarios, construir la economía circular, hacer ciudad.
MC (el que atiende)